Probablemente el mejor guionista de cómic español de nuestros días, Antonio Altarriba, presta su negra historia a Keko, un ilustrador experto en el blanco y negro y el oscurantismo... ¡vaya, que esto no es, precisamente, Tintín!
Altarriba fantasea con un argumento tan antiguo como la humanidad: el asesinato cometido sin pasión, sin interés, solo por el "placer de matar". Porque parece que los homicidios pasionales o interesados son muy animalescos, igual que un león mata a otro para usurpar su puesto en la manada, por ejemplo, así el ser humano se mata desde tiempos inmemoriales, parece que no es, por tanto, nada que se salga de la norma evolutiva; sin embargo, el asesinato aparentemente sin sentido, en el que no hay relación entre víctima y verdugo (algo que, pocas veces, pero ha ocurrido) es exclusivamente humano.
El cómic es doblemente desasosegante pues el personaje, Enrique Rodríguez, tiene, gracias a Keko, el físico de Altarriba y también, al menos en parte, oficio semejante a su autor como catedrático en la Universidad del País Vasco, con lo que, a partir de ahora no podré dejar de sentir cierto escalofrío cuando lo vea en alguna feria del libro o charla literaria...
Esta novela gráfica fue honrada en Francia con el Gran Premio de la crítica ACDB de 2015. Sin duda su originalidad permite vislumbrar nuevos horizontes para el cómic de adultos; precisamente Altarriba es el autor de otro del que ya hablé aquí: El arte de volar, una historia gris (en el sentido de apegado a lo terrenal) que llega a ser angustioso por la verosimilitud que tiene con la vida real.
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