lunes, 4 de octubre de 2021

Inciso cinematográfico: "Rope of Sand", dirigida en 1949 por William Dieterle.

  Está claro que no todas son Casablanca o El halcón maltés, pero la mayor parte de las películas de Hollywood de los años cuarenta y cincuenta tienen un halo mágico que las mantiene en un estado encomiable casi ochenta años después, ese el caso de Rope of Sand. La comparación con Casablanca no es desafortunada porque ambas comparten tres actores míticos de la película de 1942, a saber: Paul Henreid, Claude Rains y Peter Lorre; faltan, claro está, Bogart y Bergman; también coincide con la archiconocida película ambientada en Marruecos esa misma ambientación africana, aunque ahora se sitúa en Namibia y Sudáfrica. Además de los tres gigantes de la escena mencionados, está el héroe, esta vez no es un héroe-antihéroe como Bogart, sino uno de mirada clara, mandíbula potente y sonrisa inacabable: Burt Lancaster.
 El argumento es el siguiente: el guía Mike Davis (Lancaster) encuentra por casualidad al seguir a un díscolo cliente un afloramiento de diamantes, el descubrimiento es ilícito pues se encuentra en una zona restringida por la compañía minera que lo explota. El dueño de la compañía, Martingale (Rains), entrega a Davis al brutal jefe de seguridad, Vogel (Henreid), que lo apalea. Tiempo después, el guía vuelve a por los diamantes, y Martingale decide enredarle con una buscona para hacerse con ellos. Todo se complica cuando Vogel se encapricha de la chica y ambos se disputan su atención.
Imagen tomada del sitio www.filmaffinity.com
 Hay mucha diferencia de calidad en el elenco actoral: la chica (Corinne Calvet) no es más que una actriz guapa y joven, nada más; Lancaster está correcto como casi siempre pero no deja de ser un físico privilegiado; pero claro, luego está el triunvirato celestial al que antes hacía referencia y que también está en Casablanca, Paul Henreid era un actor capaz de ponerse en cualquier papel y hacerlo con verdadera verosimilitud (perogrullada dicho de un actor pero que no todos son capaces de hacerlo), Claude Rains es un mago capaz de convertir al villano más repugnante en alguien interesante y seductor, y Peter Lorre es la guinda de cualquier película que aporta variedad y gusto.
 Luego está el tema de la ambientación que, como dije, también es africano (aunque en realidad se rodó en Arizona) y que da esa imagen exótica de lejano país en el que todo puede ocurrir y las leyes y la moral son algo ajeno. Ese ambiente, para un europeo de la época o de la actualidad, tiene un atractivo morboso.
Imagen tomada del sitio www.dfordoom-movieramblings.blogspot.com
 Con todo, las películas envejecen, algunas mejor que otras, y, evidentemente, Casablanca envejeció regiamente para convertirse en uno de los grandes referentes cinematográficos de todos los tiempos, mientras que Rope of Sand se ha convertido en una ancianita respetable pero de segundo nivel.