jueves, 26 de febrero de 2015

"Yo, René Tardi. Prisionero de guerra en Stalag IIB", por Jacques Tardi.

 En mi opinión el mejor autor de cómics vivo: Jacques Tardi. En esta ocasión otra narración de guerra, desolación y muerte, esta vez encarnado en su padre, René Tardi.
  Al margen de la novela negra (las aventuras de Nestor Burma o de Adèle Blanc-Sec), la obra de Tardi está marcada por las guerras mundiales. Obviamente no en un sentido de apología bélica o de chovinismo nacionalista, sino en una clara denuncia de la animalidad de todo lo bélico. La I Guerra Mundial fue reflejada en La guerra de trincheras y ¡Puta guerra!, en las que se obvia la supuesta victoria francesa, pírrica victoria, y se centra en las desgracias del combatiente de a pie, del chico de veinte años que, sacado a empellones de su hogar, es llevado a una trinchera fangosa donde le matará el enemigo, la enfermedad o la propia desesperación. Son novelas gráficas muy difíciles de leer, si se tiene la inteligencia emocional suficiente, claro.
  En este volumen el autor narra en una suerte de extraña conversación con su padre (el dibujante se autoincluye en la viñeta en estado adolescente mientras el padre pasa todas las vicisitudes: lucha, miedo, cautiverio, torturas...), por tanto pasa a la II Guerra Mundial. De nuevo se denuncia la sinrazón de todo conflicto bélico, cómo la barbarie se adueña del corazón de los hombres hasta reducirlos a poco más que insectos...
 En cuanto a los dibujos en sí, siguen la línea maestra de Tardi: figuras poco detalladas en comparación con los fondos. En este caso las viñetas están solo en tonos grises, lo que refuerza la deshumanizada carnicería en que convierte a la humanidad cualquier guerra.

De cómo errar en la elección del título de un libro.

 Sigo con el pequeño volumen de relatos de José María Latorre, y creo que Valdemar se ha equivocado al titularlo La noche de Cagliostro y otros relatos de terror. En mi opinión el error es doble: por un lado no se trata de relatos de terror propiamente dicho, sino relatos fantásticos, fantasiosos, extraños si se quiere, pero no de terror. Es un tipo de narrativa muy frecuente desde lo que se llamó Romanticismo literario hasta nuestros días, están ambientados en épocas lejanas o cercanas, su trama es inusual, sugerente y novedosa; entran más en la categoría de cuentos que en la de relatos; pero no tienen por qué ser específicamente de terror. Este es el caso de este tomo de Latorre.
 Por otro lado, situar al llamado La noche de Cagliostro como referente de todos los demás es otro desatino, pues, aún siendo un aceptable cuento, carece de gran interés. Pero sobre todo es incorrecto porque otro relato, titulado Por amor a Antonella le supera ampliamente en originalidad y desarrollo. Con todo esto, creo que hubiera sido más apropiado titular el volumen como Por amor a Antonella y otros cuentos fantásticos, se acercaría más a la realidad.
 Por amor a Antonella tiene un desarrollo notable, mantiene la tensión hasta el final y está excelentemente documentado. Tal vel la conclusión es poco espectacular e incluso un tanto previsible, pero, desde luego, es lo mejor contenido en este pequeño libro editado por Valdemar.