martes, 22 de noviembre de 2016

Ahora leyendo: "Las aventuras de Tom Sawyer", por Mark Twain

 Supuesta lectura juvenil que el americano trató por todos los medios de orientar hacia "aquellos adultos que hayan sido niños alguna vez". Pero, ya se sabe, los caminos de los señores editores son inescrutables... (o, por el contrario, son demasiado fáciles de conocer... contantes... y sonantes). Lo cierto es que contra los deseos expresos del autor, tanto Las aventuras de Tom Sawyer como Las aventuras de Huckelberry Finn han sido catalogados como literatura infantil y juvenil.
  Pero si lo de los editores tiene nombre, no lo tengo tan claro con algunos críticos. Aquí, un afamadísimo R. Kent Rassmussen (doctor en Historia -ignoro por qué universidad- y profundo erudito en Mark Twain) no tiene mejor ocurrencia para introducir al autor y su obra que compararlo con Harry Potter, el conocido personaje de novelas infantiles creado por J. K. Rowling. Toda la introducción sirve para establecer un paralelismo entre Sawyer y Potter, hasta el punto que ignoro si quería acusar de plagio a la autora inglesa. Rassmussen no aporta apenas datos de Twain, de su formación, ni de su época, ni de sus influencias, ni de nada que no tenga que ver con el famoso aprendiz de mago creado antes de ayer... ¡Así cualquiera escribe una introducción!
  Ya del verdadero Tom Sawyer, hay que decir que es una de esas novelas demasiado coyunturales aun cuando no pretendían serlo. Me explico: Mark Twain trató de hacer un fresco de la infancia y la primera juventud, de sus ilusiones, sus travesuras, sus decepciones, sus alegrías y sus tristezas; algo que es atemporal y común a todos los seres humanos. Sin embargo, no lo logra plenamente. Hoy, su lectura, aun siendo entrañable y amena, huele a moho, a algo añejo y mal conservado. Los comportamientos pizpiretos del chico son demasiado ñoños e inocentes. Se entiende que en el siglo XIX la novela fuera divertida y trajera al recuerdo las experiencias propias del lector, pero hoy ya no lo consiguen. Siendo Twain y Dickens contemporáneos, se echa en falta en el primero los retratos sociales de su sociedad que sí aparecen en el inglés, eso, en mi opinión, provocan la enorme diferencia de calidad que uno encuentra entre Las aventuras de Tom Sawyer y Oliver Twist, por ejemplo.