miércoles, 13 de enero de 2016

Ahora leyendo: "Los infortunios de Svoboda", por János Székely.

 Según parece, Székely János (respetando el orden de nombres húngaro) fue uno de esos guionistas, y en general gente del cine, que abandonó la vieja Europa al borde de la II Guerra Mundial huyendo de las barbaridades que habrían de materializarse en millones de muertos poco después, para poder desarrollar todo su conocimiento y buen hacer en Estados Unidos. El resultado de esa diáspora fue la creación del mayor estudio cinematográfico del mundo, localizado en la ciudad californiana que le daría nombre: Hollywood. Entre ellos están actores como Peter Lorre o Béla Lugosi, y directores como Fritz Lang o Ernst Lubitsch, este último, precisamente fue el que  animó a Székely a emigrar. Todos pasaron dificultades morrocotudas, a uno y otro lado del Atlántico, muchos por ser judíos (como Lorre y Lang, aunque este último lo era en grado ínfimo pero suficiente para las leyes eugenésicas nazis). El escritor húngaro no era judío pero tenía una de los mayores "defectos" posibles para esta mezquina sociedad humana: ser un declarado pacifista y buscar el entendimiento entre los hombres basado en la igualdad más absoluta... ¡algo intolerable, vamos!
  El bueno de János sufrió el ostracismo en la Austria-Hungría de la I Guerra Mundial, no era lo "suficientemente patriota", huyó a América y tuvo que tragar el ambiente belicista que acompañó a la II Guerra Mundial, e incluso fue purgado en época de McCarthy en aquella caza de brujas anticomunista desatada en Hollywood por el senador republicano de tan infame recuerdo, tanto que hubo de emigrar de nuevo a Europa donde fallecería, en Berlín, en 1958.
 Toda esta introducción biográfica viene al cuento porque Los infortunios de Svoboda es, precisamente, un alegato antibelicista de primera calidad. Narra la historia de un aldeano analfabeto de un pueblo checoslovaco que es tomado como cabeza de turco en un supuesto atentado contra Hitler. Svoboda, obviamente, no sabe ni entiende nada de nada, pero se convierte en un tonto útil, en alguien en quien las milicias nazis de las SA pueden cargar las culpas sin ofender a nadie y así poder descargar el ansia de sangre y muerte que tan a flor de pie tenían los nazis.
  En algunos momentos, la novela recuerda a El buen soldado Svejk de Jaroslav Hasek, aunque hay diferencias en el humor, siendo el del checo un humor más blanco y el del húngaro mucho más negro y siniestro. En todo caso, Los infortunios de Svoboda recalca la estupidez militarista que quería denunciar Széleky, la extrema miopía del común de los ciudadanos ante lo que se les venía encima (la novela está ambientada en la anexión de los Sudetes por el III Reich, uno de los prolegómenos de la guerra) y la cobardía suprema de todos aquellos que recurren a la patria para justificar la actitud más animalesca del ser humano: la guerra.
 En el ámbito estilístico es una novela muy moderna, en el sentido de tener un estilo periodístico, con frases cortas y escasa adjetivación, tal vez reminiscencia de la profesión como guionista del autor. El resultado es una novela fresca y rápida que trasmite el mensaje antibelicista de forma clara y rotunda.