martes, 2 de septiembre de 2014

Ahora leyendo: "La tentación de San Antonio", de Gustave Flaubert

 Cuando un autor tan celebrado como Flaubert tiene una obra de referencia universal como Madame Bovary (primera novela suya, por cierto) el resto queda eclipsado, casi como si fueran obras fallidas, esto ocurre con La tentación de San Antonio.
  Sin embargo, es una pequeña obra interesante: en primer lugar por su forma, presentada como novela aunque con hechuras de obra teatral con sus correspondientes acotaciones; en segundo lugar por la sencillez con la que Flaubert alcanza su ideal "le mot juste" (la palabra exacta) alejándose de la verborrea de la narrativa del XIX; por último, nos permite valorar la erudición del autor, en este caso en el ámbito religioso, al crear discusiones teológicas que no desmerecerían al mejor filósofo de nuestro tiempo.
 He de reconocer que me acerqué a esta obra más por el interés que desde joven sentí por San Antonio Abad y, en general, por los Padres del yermo, ese grupo de eremitas que renunció a unas de las características principales del ser humano, su condición gregaria, para buscar un camino de perfección en el Alto Egipto allá por el siglo IV. Craso error por mi parte, como ya dije no se trata de una narración de la vida, obra y milagros del santo, sino de una pequeña obra teatral en la que Antonio Abad discute filosóficamente con las principales corrientes teológicas (según la ortodoxia católica, heréticas) surgidas hasta su época.
  Con todo, es una obra que da amplia información sobre la vida espiritual de Flaubert que no existe en  Madame Bovary o La educación sentimental. He notado ciertas semejanzas con otro gigante de la literatura universal como es Lev Tolstoi, aunque en el ruso sea más reconocido por la cantidad de obras religiosas que escribió, también en el francés es apreciable esa búsqueda de una verdad que se pueda encontrar tras toneladas de basura de tradición cristiana.