jueves, 20 de diciembre de 2018

Inciso cinematográfico: "El capitán", dirigida por Robert Schwentke.

 Una de las películas más ásperas que he visto en los últimos tiempos... y una de las mejores. Desde luego no es una película para alguien que busque finales optimistas que ayuden a creer en la humanidad... no, es exactamente lo contrario: lo deja a uno con la misantropía por las nubes. Así que los que ya lo somos de modo natural...
 La película narra los últimos años de vida de Willi Herold, un soldado alemán que, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya el Tercer Reich estaba a punto de caer, encuentra en un vehículo abandonado un uniforme de capitán de la Luftwaffe y decide (o más bien se ve impelido a ello) ponérselo y fingir la identidad del oficial. Con este inicio, el argumento podía haber ido hacia la búsqueda de la supervivencia en sí misma, sin caer en la animalidad que rodea al ser humano cuando perpetra la mayor barbarie que inventó: la guerra. Porque, esto es lo terrible, el argumento de esta película está basado, según parece de forma muy fiel, en una historia real.
Imagen tomada del sitio www.filmgalerie451.de
 No, Willi Herold no trata de huir y salvar la vida con su uniforme falso de capitán. Con bastante ingenio y firmeza afirma ser un enviado personal del mismísimo Hitler para comprobar cuál es el estado de moral de las tropas en el frente y, sobre todo, para castigar a los desertores. Como consecuencia, Herold se convierte en el mayor asesino de entre los asesinos de una guerra (valga la redundancia). Llega a campos de internamiento para desertores (muy semejantes a los campos de concentración en los que asesinaron a seis millones de judíos, a gitanos, homosexuales y demás víctimas del concepto de superioridad de la raza aria), allí torturará y matará de las formas más atroces posible a todos los que se encuentra, con un grado de sadismo que es difícil de aguantar. Al final de la guerra, Willi Herold será juzgado y encontrado culpable de asesinar a ciento veinticinco personas, al menos que se pudiera demostrar. Sentenciado a muerte, fue ahorcado en 1946. Edad de la criatura al "entregar el alma": veintiún años. En poco más de dos décadas de vida, el tal Herold se convirtió en uno de los seres humanos más animalescos que la guerra ha creado.
Imagen tomada del sitio cinestatic.de
 Ya digo que, según parece, la película es extremadamente fiel a la vida de esta joya. Es áspera como pocas, muy probablemente haya habido espectadores que no hayan soportado las casi dos horas de metraje. Y, sin embargo, es excelente como vacuna frente a la estupidez humana, frente a las guerras (las grandes y declaradas, y para las pequeñas guerras cotidianas a las que parece que todos estamos llamados). Está rodada en blanco y negro, no podría ser de otro modo, los colores parecen impropios en el salvajismo de la guerra. No hay banda sonora alguna que pueda aportar el más mínimo rasgo de lirismo. Los actores, aunque ninguno tiene un papel para lucirse, cumplen con total verosimilitud a sus roles. 
 Algo, a mi modo de ver, muy interesante es que en ningún momento aparecen soldados de otra nacionalidad que sea la alemana. Así se pone de manifiesto que la brutalidad del hombre no distingue entre nacionalidades, culturas, religiones, política... No hay buenos y malos, aquí todos son del mismo bando y todos son malos. Es seguro que existieron Willis Herold rusos, franceses, británicos...El ser humano sigue siendo el mejor depredador del ser humano, no hace falta más que una pequeña chispa para que brote un incendio que sólo se puede apagar con la eliminación sádica de millones de vidas.
 En fin, como decía al principio, una buenísima película antibelicista de estas que deja un amargo sabor de boca para todos los que tenemos la inteligencia emocional suficiente como para ver que en la sociedad actual no estamos tan lejos de una guerra.