jueves, 8 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "la cripta de los Capuchinos" de Joseph Roth

  Siempre me atrajo la vida del perdedor, del controvertido, del santo y a la vez pecador... esas son características de Céline, de quien hablé en otra entrada anterior, y esas son formas propias de Roth.
  Me han gustado siempre los escritores judíos, todos, tanto los que retratan un mundo ya desaparecido (la cultura askenazí en Europa central y del Este) como Der Níster; como los judíos culturalmente asimilados que, por su doble condición, tenían una visión más rica de su sociedad; en este último caso se encuentra Joseph Roth.
  Este tipo nació en la Galitzia polaca en el seno de una familia judía no practicante, destacó muy joven en el periodismo en lengua alemana, llegando a ser alguien importante en la Viena de entreguerras; alguien verdaderamente respetado. Aún siendo un judío solo de origen, tuvo que huir de las leyes eugenésicas nazis, para las que cualquiera con el más mínimo rastro de sangre hebrea imponía la muerte segura. De la noche a la mañana, pasó de ser un puntal de su sociedad, a que se quemaran sus libros (alguno de ellos como "la marcha Radetzky" habían conocido gran éxito de público y crítica); se refugió en París donde comenzó a beber de forma brutal (destacable en ese sentido novela breve o relato, hoy ya no se sabe cuál es cuál, "la leyenda del santo bebedor").
  En sus novelas aparece el llamado "sentimiento de pérdida de patria", que convierten a sus personajes en nostálgicos evocadores de un pasado que no volverá.
  Roth morirá alcoholizado (de hecho algunos biógrafos apuntan a un "suicidio por alcoholismo"); su mujer, esquizofrénica, que vivía recluida en sanatorios mentales, será eutanasiada por los nazis en su paranoia de mejora de la raza; su familia moriría en campos de exterminio.
  Felizmente, el mundo germánico resurge de sus cenizas, culturalmente hablando, tras la guerra y la abominación del nazismo, y retoma a Joseph Roth como uno de los grandes escritores en la lengua de Goethe junto a Robert Musil o Hermann Broch.