lunes, 28 de octubre de 2019

Inciso cinematográfico: "House of Strangers", dirigida en 1949 por Joseph Mankiewicz.

 House of Strangers no es, ni de lejos, la mejor película de Mankiewicz. House of Strangers no es, ni con mucho, la mejor película de Edward G. Robinson. Sin embargo, es una película rodada con el preciosismo que el director de Eva al desnudo o Carta a tres esposas imprimió a toda su cinematografía; es, así mismo, una actuación genial (como casi siempre) del actor de Little Ceasar o Soylent Green. Con todo, a mí me ha gustado especialmente, o, mejor dicho, he conectado con ella por el tema principal: las malas relaciones paterno-filiales y el envenenamiento que muchos padres causan en sus hijos de por vida.
Imagen tomada del sitio IMDB.com
  La trama es la historia de miles de familias estadounidenses: inmigrantes (en este caso italianos) que, desde un origen extraordinariamente humilde y pasándolas canutas durante años, acaban por llegar a lo más alto en el sentido económico y social. El patriarca familiar, Gino Moretti (el genial Edward G. Robinson, haciendo gala de su capacidad actoral, interpretando a un italo-americano incluso en el acento), es un hombre hecho a sí mismo. Ha conseguido el tremendo éxito de llegar a ser un banquero para su comunidad, ha pasado todo tipo de estrecheces para llegar al olimpo social; es, sin embargo, un tirano con sus hijos (o precisamente, tal vez, por haberlo pasado tan mal), de modo que insulta y menosprecia públicamente a tres de ellos y manipula al cuarto. Es un hombre de éxito social pero roto por dentro. Sus hijos acaban siendo burdas fotocopias de él mismo, al menos en su carácter desabrido y vengativo.
 Y hasta ahí, más o menos. Ya decía, no es una obra maestra. Es una película correcta con una gran actuación de Robinson.
Imagen tomada del sitio cbsnews.com
  Ya en el ámbito personal, la película me toca muy de cerca porque yo (quizás todo el mundo en mayor o menor medida) pertenezco a una familia de "fuertes caracteres" que es el eufemismo que se emplea para decir gente difícil y complicada para convivir; gente, en definitiva, que marca de forma indeleble las vidas de sus hijos, habiendo sido ellos mismos víctimas de trato degradante por parte de sus padres. Vamos que el maltrato se concatena por generaciones, amenazando con perpetuarse per saecula saeculorum. No obstante, he aquí que esta peliculilla pasable da con una sencillísima pero eficaz solución: romper con la cadena de odios, rencores y venganzas para ser lo que uno quiera ser e incumplir lo que otrora se hubiese considerado como designios obligatorios impuestos por padres y madres... Pues eso, en eso estamos...