martes, 5 de febrero de 2019

"Cuentos completos", de Isak Dinesen.

 A Karen Blixen (nombre real de Dinesen) la conocí (probablemente como todos) a través de adaptaciones cinematográficas, la más conocida Memorias de África, protagonizada por Meryl Streep. Además de esa película, otra que tuvo más éxito en un ámbito más cultural, menos general: El festín de Babette. Esta última película es una de mis favorita de todos los tiempos, principalmente por la calma y sensación de atemporalidad que surge de la narración de las vidas de dos hermanas, hijas de un pastor protestante en la Península de Jutlandia. Como no he leído todavía el cuento en cuestión no puedo saber si la adaptación cinematográfica fue afortunada o incluso mejoró el texto (algo muy infrecuente) o si fue una pobre adaptación.
 En todo caso, los cuentos de Karen Blixen tienen un evidente tono autobiográfico, especialmente del de Memorias de África, habiendo residido en aquel continente la autora, explotando un cafetal junto con su marido. De lo narrado se intuye lo que la biografía confirma: que Karen Blixen (baronesa) fue una mujer que vivió muy intensamente, con un grado de liberación impropio de finales del XIX y primera mitad del XX y que solo puede explicarse por la situación de desahogo económico que la acompañó toda su vida (ignoro si por su condición de noble o por la pertenencia a la alta sociedad danesa), pero también a una libertad sexual y romántica muy alejada de lo que vivieron las mujeres de esa época en el sur de Europa.
 Porque los personajes de Dinesen son mujeres fuertes que viven sus azarosas vidas sentimentales sin el más mínimo remordimiento moral, sin ningún tipo de cortapisas que sufrieron las europeas del sur, sin duda alguna, producto de la castrante moral católica imperante en la época.
 Desde un punto de vista formal, la narrativa de Dinesen es de lectura reposada y lenta, tal vez influenciada por la "literatura victoriana" que debió ser su lectura de sobremesa. Los cuentos son imaginativos pero siempre dentro de la verosimilitud más evidente. El prologuista, Miguel Martínez-Lage, hace un pequeño juego de palabras con el título de un cuento y su propio prefacio, titulando este último como Las perlas del collar, dando de forma bastante apropiado este símil a los cuentos de la autora.