lunes, 14 de julio de 2014

Inciso cinematográfico: "El mundo es grande y la salvación está a la vuelta de la esquina", dirigida por Stefan Komandarev

 El título original en búlgaro es Светът е голям и спасение дебне отвсякъде, y, parece ser, que la traducción literal y correcta es la que aparece en el título.Es, obviamente, una sencilla sentencia popular que trata de animar en la adversidad, algo que tiene muchísimo que ver con el argumento principal.
 La cinta narra la lucha de un abuelo búlgaro (Miki Manojlovic) que trata de recuperar a su nieto (Carlo Ljubeck) que ha quedado amnésico tras un accidente automovilístico en el que han muerto sus padres. Un épico viaje en bicicleta tándem desde Alemania a Bulgaria sirve de metáfora para el viaje al recuerdo y a la familia del joven protagonista. La técnica es relativamente sencilla pero efectiva y se basa una y otra vez en flash-backs.
 Uno de los argumentos principales es, en efecto, la superación de las dificultades en la vida: el matonismo de nuestros coetáneos, la necesidad de emigrar dejando todo atrás, la pobreza extrema, la pérdida de los padres... frente a todas estas "atrocidades cotidianas" por las que pasa una gran parte de la humanidad, el optimismo irreductible se plantea más como una necesidad que como una opción.
 Pero otro argumento importante es el recuerdo a los europeos del oeste de esa parte de Europa que parece olvidada salvo para que nos quejemos de los gitanos que supuestamente nos acosan; hablo, claro, de Europa del Este y más concretamente de los Balcanes, tierras tan europeas como las nuestras y que han pasado y pasan por unos avatares muchísimo más duros que los nuestros; es interesante una frase del inicio del film: "en un rincón de los Balcanes donde Europa acaba y no parece acabar de empezar". Hay una sutil crítica a la extrema miopía de los occidentales al respecto de la tercera península meridional de Europa.
 Por supuesto el tema de la inmigración está expuesto en toda su crudeza: gentes que se ven forzadas a emigrar para salvar la vida o la libertad y que se ven abocadas al desprecio de los "europeos ricos", a la explotación laboral y, en definitiva, al racismo y la xenofobia.
 Todos estos temas, no obstante, son tratados, como antes dije, con un optimismo irreductible que aporta grandeza a la película.
 En la producción se observa el carácter "pan-balcánico" e incluso paneuropeo del film, pues hay dinero metido desde Bulgaria, Eslovenia, Hungría y Alemania. Aunque rodada en búlgaro, los dos actores principales son, lingüísticamente hablando, serbocroatas, lo cual pone en evidencia la estrecha relación entre esas lenguas, lo que en alemán llaman Sprachbund, algo así como "federación de lenguas", es decir, un conjunto de lenguas con similitudes gramaticales y fonéticas.
  Junto con Carlo Ljubek, el actor principal es el de la fotografía, Miki Manojlovic, un veterano de la filmografía balcánica y verdadero todoterreno. Nos suena su cara por las películas de Kusturica, especialmente por Underground, por Gato negro, gato blanco o por Papá está en viaje de negocios, pero en realidad ha colaborado en decenas de películas tanto en su país (según él y otros como el propio Kusturica, Yugoslavia) como en otros de toda Europa. Al respecto de su nacionalidad, Manojlovic se posicionó cuando los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado y otras ciudades serbias en las Guerras de Yugoslavia, principalmente por haber tomado ese papel de juez todopoderoso en que se convirtieron los gobiernos de los países europeos occidentales, especialmente Alemania. Todo apunta a que, en aquella ocasión y como siempre, primaron intereses económicos sobre los filantrópicos y que, en cualquier caso, los europeos occidentales decidieron quiénes eran los "buenos" y quiénes los "malos" como si de una mala película de Hollywood se tratara.