miércoles, 15 de febrero de 2023

"Evangelios apócrifos", compilados y prologados por Pierre Crépon para la editorial EDAF.

  Compilación de los Evangelios apócrifos más conocidos. No están todos, ni todos están completos, pero los más importantes, bien completos o extractados, están.
 Esa manía que tienen las Iglesias de todo el mundo (la católica, todas las ortodoxas y todas las reformadas) de hacer las cosas de tapadillo, mientras organizan todo a su gusto y su manera lleva a hacer desconfiar a todos los fieles del más mínimo edicto, norma o consejo. De hecho, siempre he pensado que estas estructuras sociales exclusivamente humanas (las Iglesias, que no tienen ni una pizca divina y son tan relevantes para la Salvación como pertenecer a un club filatélico) promueven ese oscurantismo para parecer más importantes. ¡Que juegan a darse importancia jugando a ser inalcanzables, vamos! Así, desde hace veinte siglos, estos clubes privados que, mientras incumplen todos y cada uno de los principios morales, reparten bendiciones y bulas a todos los que les bailan el agua, no buscan sino fines terrenales. Dicho con los términos del Sermón de la montaña, que buscan el camino ancho en lugar del estrecho, buscan las glorias terrenales en lugar de la Salvación, adoran al dios Mammón en lugar de al Dios verdadero.
 Pues bien, siguiendo ese juego infantiloide de querer parecer importante, todas las Iglesias del mundo seleccionaron sus respectivos cánones bíblicos, pero luego no explicaron por qué lo habían hecho, en función de qué principios y valores. Así, los Evangelios ocultos (apócrifos) quedaron como malditos o, peor aún, como si pudieran aportar alguna información relevante que pudiera poner en peligro los pingües beneficios económicos que llevan acumulando en los últimos veinte siglos. Claro, los amigos de las conspiraciones creyeron que estos Evangelios apócrifos tenían esta información, si no era así, ¿por qué iban a ocultarlos con tanto celo la Iglesia? Respuesta cabal tras haber leído los Evangelios apócrifos: realmente no son importantes, no tienen por qué estar en el canon bíblico. Vamos a verlo uno a uno.
 Hay que reconocer que con el oscurantismo eclesial es fácil caer en esa idea de que "algo estarán ocultando estos curas para mantener su status quo", y algo hay de eso, de eso y de la pereza terrible que aplasta al noventa y nueve por ciento de los hombres y mujeres que deciden cerrar sus corazones y seguir fielmente las órdenes de sus superiores (esto es, hacer vida consagrada).
 El exégeta divide a los Evangelios apócrifos en sinópticos, siguen la misma estructura que los canónicos; sectarios, es decir, heréticos, pues rompen con una doctrina establecida; y Evangelios ficción, porque relatan  pasajes de los padres de Jesús, de Su infancia o de Su Pasión a partir de una pura ficción.
 Protoevangelio de Santiago: es un Evangelio ficción, concretamente de la infancia y los padres de Jesús. Fue escrito en el siglo II, se supone que por el apóstol Santiago, lo cual es inconsistente con la época de creación. Es un texto con valor literario, tradicional, folclórico y artístico innegable, pues aporta datos que forman parte de esa tradición que para algunas Iglesias como la Católica forma parte del cuerpo doctrinal; además tiene gran importancia por servir de base a muchas representaciones artísticas, sobre todo desde el Renacimiento. Así, presenta a Joaquín y a Ana, padres de la Virgen y les dota de personalidad y verosimilitud, eso sí, totalmente inventadas. Incluye el relato sobre el nacimiento de Jesús en una gruta y la famosa estrella que guía a los Magos y a los pastores, ¿cuántas representaciones pictóricas y escultóricas tenemos con estos motivos? Miles.
 Evangelio del Pseudo-Mateo: otro Evangelio ficción que incluye los pasajes en los que están el buey y la mula, además de la gruta y la estrella, todos ellos referentes de la tradición popular cristiana. Eso sí, inventados y sin verdadera importancia salvífica.
 Evangelio del Pseudo-Tomás: Evangelio de la infancia de Cristo (de los cinco a los doce años). Narra los milagros de Jesús en su infancia; salvo en el de los gorriones de barro a los que insufla vida, el resto de los milagros muestra a un niño cruel, envanecido y déspota, capaz incluso de quitar la vida a un chico que, corriendo, ha chocado con Él accidentalmente, diciéndole antes de matarlo: "no continuarás tu camino".
 Transitus Mariae: Evangelios apócrifos que narran la muerte y ascensión de María. Enorme importancia, dando imágenes que luego han sido plasmadas por artistas desde la más remota antigüedad. Son dos:
 Libro del Tránsito de la Santísima Virgen Madre de Dios: Escrito hacia el siglo II, tiene gran calidad literaria, con brillantes conversaciones de María, primero con el ángel que le anuncia su próxima muerte dándole una hoja de palmera, luego con los apóstoles, después con san Pedro y por último con Cristo en majestad.
 Libro árabe del Tránsito de la Bienaventurada Virgen María: Pequeño texto centrado en los milagros de la Virgen y su capacidad intercesora para con Dios. Es, por tanto, importantísimo para el culto mariano que tan relevante es en el catolicismo.
 Evangelio de José el carpintero: Vida y obra de José, narrado por Jesús. Propio de la tradición copta. Presenta a José como un honrado carpintero, casado, con cuatro hijos y dos hijas. Enviudó y fue casado con María (a los doce años de ésta). Cuando María tenía catorce años nace Jesús. José morirá a los ciento once años.
 Evangelios de la Pasión: como su nombre indica son Evangelios que, de forma totalmente inventada, recrean la Pasión de Cristo.
 Evangelio de Nicodemo: Escrito en los siglos IV o V. Narra dos hechos: la Pasión y el descenso a los Infiernos de Cristo. Mucho detalle, gran calidad literaria, se cree que el propio Dante se inspiró en este Evangelio para su Divina Comedia. En la primera parte se escenifica el juicio de Cristo por Pilatos. También se desvela aquí el nombre del buen ladrón, Dimas, que no había sido dado en los Evangelios canónicos. La segunda parte, la del descenso a los Infiernos es narrada por dos hombres resucitados, Carin y Leucio, que narran la alegría de los allí presentes, desde Adán a los patriarcas.
 Evangelio de Pedro: Escrito en el siglo II, supuestamente por el propio Pedro (imposible, obviamente). Escrito en versículos, con referencias a los milagros cristológicos durante la Pasión. Incurre en la herejía del docetismo, según la cual el cuerpo de Cristo no era real, sino una apariencia, una ilusión.
 Evangelios gnósticos: Evangelios "para iniciados", para aquellos que tienen un conocimiento especial. Son, en realidad, elucubraciones intelectualizadas que pretenden diferenciar a los fieles en dos grupos: los intelectualmente superiores y el resto. Esto, por supuesto, es totalmente anticristiano, pues todos somos hijos de Dios, el más importante don que tenemos es el de la fe, lo demás son pamplinas de unos tipos inseguros que tienen que darse importancia creando subgrupos para diferenciarse. El propio esoterismo, el ocultismo, lo gnóstico en definitiva es contrario al espíritu evangélico, según el cual la Verdad se ha revelado a todos los hombres, independientemente de su situación social, económica, intelectual, racial, política...
 Evangelio según Tomás: Del siglo II. Dividido en ciento catorce "logion" (palabras) de Cristo. Casi todos empiezan con "Jesús ha dicho". Son reflexiones de los Evangelios canónicos más o menos ortodoxas. Agradable de leer, pero no sirve para buscar la Vida, para buscar la Salvación como sí sirven los Evangelios canónicos.
 Evangelio de Verdad: Del siglo II, también gnóstico. No es más que una intelectualización forzada de los Evangelios canónicos, una verdadera entelequia sin sentido.
 Evangelio según Felipe: Del siglo II. Más "bonito" que el anterior. Son reflexiones de alguien que lee el Evangelio, pero no es un Evangelio.
 Conclusiones sobre los Evangelios apócrifos: No son obras relevantes. Si han tenido importancia es porque fueron ocultados (apócrifos) por la Iglesia y eso provocó un cierto morbo.
 Los "Evangelio ficción" tienen una importancia en el folclore y la tradición popular, lo cual se ha reflejado artísticamente. Esto es importante, sin duda, pero desde un puto de vista salvífico es irrelevante.
 Los Evangelios gnósticos son pura verborrea intelectualizada, alejan de la pura simplicidad del Evangelio. Compárese, por ejemplo, el Sermón de la montaña, sencillo y puro, verdadero camino de Salvación, con esta morralla seudo-intelectual. Los Evangelios gnósticos son la reacción de una supuesta élite intelectual cristiana que, en su inmensa soberbia, vanidad y engreimiento, creen "construir" otro Evangelio para diferenciarse de las "masas de borregos". En realidad los Evangelios gnósticos alejan de Dios.
 Creyendo que los Evangelios canónicos son Palabra de Dios, los Evangelios apócrifos son textos irrelevantes creados por hombres, quizá con buena voluntad, pero hombres al fin y al cabo. Es absolutamente correcto alejar estos textos del canon bíblico.