Me encanta descubrir autores nuevos para mí, adentrarme en obras prolíficas como quien se adentra en una selva virgen... Así he encontrado autores poco conocidos por el gran público pero que son verdaderas joyas en bruto. Bien, James Graham Ballard no entra en ese grupo. De este tipo sabía muy poco: que es autor de una novela autobiográfica llamada Empire of the Sun (literalmente traducida al español como El imperio del sol) que fue después llevada al celuloide por Steven Spielberg; también es autor de una novela cuya adaptación cinematográfica fue más famosa que el texto original, Crash, (creo, por cierto, que esta película dirigida por Cronenberg es la peor película que he visto jamás); y, por último, que tuvo un cierto éxito en su país como autor de novelas de ciencia-ficción, principalmente distopías catastrofistas. En este último grupo se encuentra la novela que reseño. Tirando de biblioteca pública para que no sea gravoso para mi bolsillo, no encontré la autobiográfica, la de Crash ni se me pasó por la cabeza coger, así que me decidí por una que no tenía muy mala pinta, ésta:
Y, por lo que he sacado en consecuencia tras leerla, me equivoqué. Es francamente mala.
Argumento: Un tal doctor Sanders, vicedirector de una leprosería en la jungla de Camerún, se adentra en la misma para visitar a unos amigos, también europeos, que dirigen otra leprosería más dentro de la selva por la que sólo se puede avanzar por vías fluviales. Pero ahora parece que todo está cambiado: hay una extraña luz que parece emanar de la frondosa vegetación; en realidad es la propia luz solar que se escinde en los colores del arcoíris puesto que toda superficie vegetal se está recubriendo por cristales. Sin que se sepa cómo, cualquier objeto que esté en contacto con esas plantas se recubre poco a poco de cristales, pero no cristales cualquiera, sino cristales preciosos como diamantes, rubíes, zafiros o esmeraldas. Los animales e incluso los humanos tampoco parecen escapar a esta suerte de maldición semejante a la del rey Midas. En esta situación, la codicia anida en el corazón de los hombres y son varios, entre ellos el propietario de una mina, Thorensen, los que ya calculan por millones sus beneficios. Edward Sanders, el protagonista, hará un viaje de ida y vuelta a esa jungla que se está cristalizando, escapando él mismo de milagro de convertirse en un objeto de decoración...
Y eso es todo. El argumento es tan ligero que parece la trascripción de una pesadilla nocturna que no valdría ni para un concurso de relatos de Bachillerato. No hay un final contundente ni siquiera definido. Los personajes están muy deficientemente desarrollados, lo cual los hace inverosímiles.
En fin, una novela flojísima. Es la primera (y, claramente, la última) novela que leo del tal Ballard, quizá haya elegido mal y tenga otras narraciones de más calidad. Digo esto para no ser totalmente injusto. En todo caso, no aconsejo su lectura.
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