Mi muy despreciado maltratador:
Como bien sabes, hace ya cuatro meses que rompí tus
grilletes, cuatro meses que decidí recomenzar mi vida, cuatro meses
que la sonrisa volvió a aflorar en mi rostro. Reconozco que me ha
costado romper la tela de araña que con tanto esmero tejiste en
torno a mí y en la que yo me sentía tan cómoda, tan “protegida”
al principio; sí, me ha costado mucho entender que no es que me
quisieras mucho y me sobreprotegieras sino que me querías sólo para
ti como se quiere una cosa, por fin entendí que cuando me pegabas,
no era que las responsabilidades y el stress te hiciera perder los
papeles, no, era simplemente que querías humillarme más aún,
cosificarme, reducirme a ser un simple mueble de la casa.
Hoy hace cuatro meses que decidí dejar de ampararte y
encubrirte, de maquillarme los moratones y decir que me había
golpeado con una puerta para disimular tus golpes. Desde hace cuatro
meses entiendo que no eres más que un pobre diablo que trata de
conseguir la seguridad que le falta a base de golpear, humillar y
vejar a quien le alimenta, lava su ropa, limpia su casa... Desde hace
cuatro meses vuelvo a vivir mi propia vida, sin que tú me digas lo
que debo o no hacer; he vuelto a recuperar a mis amigos, sí... ¿te
acuerdas de que antes de conocerte yo tenía mi propio grupo de
amigos?, sí, seguro que te acuerdas, ya que fuiste tú el que se
encargó de separarme de ellos y de mi familia, para aislarme del
mundo y tenerme más a tu merced si aún cabe.
Exactamente, en fin, hace cuatro meses que vuelvo a ser
una persona independiente, muy válida y capaz, yo, que me sentía
tan poca cosa y dependiente de ti; hoy sonrío abiertamente y miro
cara a cara a la vida con energías renovadas, hoy, en definitiva,
comienzo a vivir.
Sin afecto alguno, ya no tuya:
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