domingo, 23 de diciembre de 2012

José Saramago

   A diferencia de Perec, todo el mundo conoce a Saramago, era un verdadero "fenómeno mediático", no solamente por el Nobel, sino por sus conocidas ideas en los ámbitos social y económico.
  No entraré a discutir las opiniones en los ámbitos antes citados, me ceñiré al plano literario. Saramago es, para mí, especialmente en los contenidos de sus novelas, un buscador de la naturaleza humana, tanto individual como colectiva, alguien que trata de despojar esa naturaleza de todos los convencionalismos racionalistas que la han emponzoñado desde tiempos inmemoriales, un poco como Tolstoi; lo que más me cuesta de sus novelas es la lingüística caótica que limita todo a comas, obviando el uso de otros signos (dicen las malas lenguas que eso se debe a que su mujer, Pilar, fue quien traducía directamente al castellano, ignorando la labor profesional de un buen traductor).
  Los personajes de Saramago son eminentemente buenos, sencillos, hombres y mujeres que tratan de sacar sus duras vidas adelante contra viento y marea. Destacaré La balsa de piedra, no tanto porque sea su mejor novela, no lo es, sino porque pone en el candelero una vieja idea que no quiero desterrar totalmente: la unión de los distintos pueblos de Iberia.  

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