miércoles, 19 de junio de 2013

Ahora leyendo (en poesía): "80 poemas y canciones", de Bertold Brecht

  Uno de los grandes, ejemplo de integridad -es decir de alguien que no se vende por un pedazo de pan, o un puesto de funcionario, o una palmada en la espalda de alguien importante-, un luchador incansable contra la barbarie humana -sea fácilmente identificable como el nazismo, o no tanto como la indiferencia burguesa de nuestros días-, en definitiva, un buscador de la naturaleza benigna del hombre, alguien que busca en sí mismo y en sus prójimos la esperanza que pudiera hacernos creer en esa depravación que se llama "sociedad humana": Bertold Brecht.
   De Brecth, por supuesto, conocemos el teatro. Fue un verdadero renovador, pero de los buenos, es decir de aquellos que no buscan la renovación por un mero gusto estético sino que el cambio viene como consecuencia de poner en práctica su modo de ver la vida. Recuerdo una representación en el teatro Valle Inclán de Madre coraje por el Centro Dramático Nacional, el resultado no fue todo lo bueno que los medios y la calidad del elenco actoral hacía prever, y no lo era porque se caía en el error que había denunciado el propio Brecht en la representación de su obra: que el personaje principal, Madre coraje, cayese simpática, que fuera vista como una víctima de la guerra, cuando en realidad Madre coraje es una alegoría del Estado o la Nación, llámese como se quiera, que de forma insensible manda a sus hijos a morir a la guerra para conseguir unos ínfimos beneficios; la obra, por supuesto, es profundamente antibelicista y antimilitarista (aunque pueda parecerlo, esos términos no son totalmente sinónimos).
   Entendiendo a Bertold Brecth no hay que temer encontrar otra cosa en su poesía que no sea sentimiento puro, compasión por el hombre de a pie, afán de denuncia de las injusticias sociales... todo eso pero, como ocurre en toda poesía, condensado en un texto mínimo.

martes, 18 de junio de 2013

Ahora leyendo (en narrativa): "Demian" de Hermann Hesse.

  Volver a leer a Hesse es como volver a una antigua casa familiar en la que todo es conocido, querido, todo forma parte de uno mismo. El lobo estepario es, sin duda alguna, la novela que más veces he releído; con su personaje, Harry Haller, me he sentido identificado desde mi adolescencia... Ahora continúo esa vieja tradición con Demian.
   En Demian el autor narra en primera persona sus experiencias vitales desde el punto de vista analítico y reflexivo característico de Hesse. Ese carácter permite que hechos triviales sean verdaderas puntas de lanza en la meditación sobre la importancia del ser humano, de su trascendencia; Hermann Hesse vivió una vida intensísima aunque ni efectuó grandes viajes, ni acometió difíciles empresas, ni fue hombre de numerosas y complejas relaciones humanas, no, Hesse vivió como un verdadero intelectual, alguien que pasó por el tamiz de la razón todo aquello que sus sentidos le traían. Resultado de todo ello: incomprensión y marginación por parte de sus coetáneos.
  Hesse, en mi opinión, es uno de los más brillantes "hombres no hormiga" de nuestra sociedad, es decir alguien que  rompió las normas de la misma y se elevó como un espíritu puro; frente a él, una inmensa legión (la práctica totalidad de la humanidad) de "hombres hormiga" que en su insignificancia repiten insulsas vidas de padres y abuelos sin llegar a poner en tela de juicio su existencia.
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Ahora leyendo (en poesía): "Poemas", de José Hierro.

  Editado por Visor de poesía. Una completa antología de Hierro.
   Continúo con los autores de esa Generación del 50 o de la Posguerra que tan buenos autores dio en aquellos aciagos años. En esta antología, como en todas aquellas que se precien de ser buenas, se advierte la evolución creativa del autor: de unos poemas de juventud con más influencia de otros grandes del pasado, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, Pedro Salinas... pasa a una poesía más propia, más original, con unas formas más frecuentes en su generación, especialmente lo que se ha dado en llamar "Poesía social".

martes, 11 de junio de 2013

Inciso cinematográfico: "Bárbara", de Christian Petzold

  Una película alemana ciertamente interesante, tanto en el tema, por el afán que tiene de rebuscar en el pasado alemán; como por la forma: Bárbara.
  Empezando por el final, las formas son muy buenas, o al menos a mí me gusta, en el sentido de carecer por completo de estruendosos efectos especiales (parece que en Hollywood no pueden pasarse sin ellos), por ser una película intimista en la que cuentan más los sentimientos que los hechos, y por mostrar todo ello de forma sutil, insinuando más que mostrando... ¡vamos que no somos tan inocentes como los de aquel mentado país que necesitan risas enlatadas para saber cuándo reír! En el aspecto temático la película me parece muy interesante al tratar un pasado muy espinoso en el país germano: las huidas que se producían de la RDA a la RFA; pero lo hace sin chovinismos capitalistas, mostrando lo bueno y malo de cada sociedad: la opresión y falta de libertad en el Este y la superficialidad y mercantilismo en el Oeste. Las actuaciones de los actores es más que correcta, encabezados por una tremenda Nina Hoss con un rictus propio de una dictadura (aunque no se lo crean, la actriz es capaz de sonreír).

lunes, 10 de junio de 2013

Fragmento del sexto capítulo de mi novela: "Dulce et decorum est pro patria mori"

 
VI   JANET  BROWN

  • ¡Venga circulen! No hay nada que ver... ¡Circulen! Y tú, vete de aquí o te llevo detenida ahora mismo.
  • ¡Vamos, agente! ¿Es que no puedo pasear tranquilamente?
  • ¡Que te largues te digo!
  • Que sí, hombre, que sí... no sé para qué sirve la policía...
  • ¡Descarada, fuera de aquí!
La mayor parte de las actuaciones de la policía londinense en el Soho allá por los años 40 eran, además de esclarecer pequeños hurtos, restablecer el orden público que alteraban las jóvenes prostitutas que lo abarrotaban a todas horas. Entre ellas estaba Janet Brown, que se había ganado a pulso, o más bien a base de tirones de pelo, una buena esquina en Carlisle Street, muy cerca de Soho Square.
<< ¡El muy cerdo! ¿Pues no quería proponerme un ménage à trois con su mujer? ¡Qué asco de vida! Siempre rodeado de babosos y de pervertidos.>>
  • Miranda, me voy a casa, ya estoy harta de cerdos.
  • ¿Tan pronto? ¿Ya has hecho dinero?
  • ¡Qué voy a hacer!
  • ¿Y qué le vas a contar a Joe
  • Bah, ya le contaré una milonga...
  • Si no le da por sacudirte...
  • Ya me sé defender solita... y si no tengo a William para que le deje las cosas claras...
  • ¿Tu William? No me hagas reír...
  • Ríete si quieres...
Pero en realidad, Janet sabía que su novio, William Martin, no sería oposición alguna a los maltratos de su chulo, Joe Clegg; era demasiado fino y débil de carácter comparado con la brutalidad descarnada de Clegg.
  • Lo dicho, me voy a casa.
  • Tú misma...
Janet Brown no era una remilgada en ningún sentido, por supuesto menos en el sexual, poco éxito tendría como meretriz si no, pero no soportaba las relaciones homosexuales, que otras compañeras aceptaban sin problemas. Pasó su infancia de hospicio en hospicio, y en uno de ellos, ya siendo mocita, una cuidadora había intentado propasarse metiéndole la mano entre las piernas mientras la besaba el cuello cuando la acorraló en su cama una noche. La respuesta de Janet, abofeteándola y lanzando al suelo a la cuidadora mientras montaba un escándalo supuso su expulsión inmediata; poco le importó, no era la primera vez. Desde entonces la mera insinuación de una relación homosexual le repugnaba hasta llegar a dudar de una simple amistad entre dos mujeres o dos hombres.
Aquel día, Janet se enteró del despido de William, el enésimo. Desde que le conoció había tenido más de cinco o seis oficios, todos mal pagados y mal considerados que apenas el habían durado más de un mes cada uno. Siendo ella una “chica de la calle” no estaba en disposición de exigir gran cosa a “su hombre”, pero al menos esperaba no ser la única que ingresara dinero. Cuando llegó a casa se encontró con William, cómo no, leyendo.

domingo, 9 de junio de 2013

Como una hormiga

Como una hormiga entregaré mi vida al hormiguero,
como una hormiga encerraré mi sentir en duro caparazón,
como una hormiga dejaré mi cuerpo quitinoso de alimento.

Desperdiciaré todo en nada.
Me romperé por una quimera, por una idea.
Cambiaré sentimientos por maestrías y títulos.
Rumiaré mi insulso pasar.
Viviré... existiré.

sábado, 8 de junio de 2013

Inciso cinematográfico: "Robot & Frank"

  Dirigida por Jack Schreier y protagonizada por Frank Langella, Liv Tyler y Susan Sarandon entre otros.
   No soy consumidor habitual de productos norteamericanos, especialmente "hollywoodianos", los considero demasiado estereotipados, simplistas y pueriles; sin embargo, esta película, Robot & Frank, me ha parecido una película sencilla, aparentemente sin grandes pretensiones pero con una interesante reflexión sobre la vida familiar y la senectud.
  El protagonista, un anciano que vive solo en un frondoso bosque, recibe como regalo de su hijo un "robot asistente" -está ambientado en un futuro cercano-. Frank no se hace a la vida con el robot, hasta que descubre que le puede ser útil en aspectos de su vida anterior: Frank fue un "ladrón de guante blanco" en su pasado. Poco a poco se va entreviendo que el viejo tiene una relación "muy especial" con una bibliotecaria, hasta que al final queda todo claro. Una interesante reflexión sobre la decadencia intelectual y memorística en la senectud.

jueves, 6 de junio de 2013

"El fotógrafo" de Lefèvre, Guibert y Lemercier

  Interesante experimento: un cómic sobre las experiencias de un fotógrafo enviado a Afganistán en plena Guerra ruso-afgana (1978-1992); pero lo verdaderamente interesante consiste en la alternancia entre las habituales viñetas con las fotos de Didier Lefèvre.
   Por tanto Lefèvre no es solo el guionista sino también el que pone un buen porcentaje de imágenes, las fotográficas. El resultado es sobresaliente, ya que se realza la ya de por sí notable vistosidad de las viñetas del cómic con la fuerza irrefutable de la imagen. Las aventuras del fotógrafo "solo" merecieron cuatro imágenes en el diario Libèration, pero desde luego esta novela gráfica da el justo mérito a los autores, al personal que allí estaba destacado de Médicos Sin Fronteras y por supuesto a la una y mil veces mártir población afgana.

miércoles, 5 de junio de 2013

Ahora leyendo (en poesía): "Poemas" de Ángel González

  De la llamada Generación del 50 en poesía me gusta su tono intimista, poco academicista, pero también su compromiso social. Empiezo este poemario:
   Los escritores de dicha Generación del 50 vivieron en lo que se ha denominado "exilio interior", dura época sin duda, pero a la que sobrevivieron de la mejor forma que un poeta puede: escribiendo. Mucho me temo que los tiempos que afrontamos, no solo en el ámbito económico y laboral, sino también en el social y político, no se han de diferenciar mucho de aquellos aciagos años del franquismo. Son, por tanto, una referencia de aguante y creación simultánea frente a la adversidad.
  González es paradigma de esas características generacionales: su poesía intimista y sencilla, sin cesiones a lo "oficialmente correcto" se junta con ese tono social tan marcado.
 

martes, 4 de junio de 2013

"Veneno" de Peer Meter y Barbara Yelin

  Un cómic de gran calidad. Tanto en el argumento como en las viñetas. Narra la historia de la envenenadora de Bremen, quien en 1831 llegó a envenenar a quince personas, entre los que estaban sus hijos y maridos...
   Parece que Meter está poco menos que especializado en tan abrupta temática, pues es el autor de Haarman, el carnicero de Hannover, o sea que trata de averiguar las disfunciones psíquicas que se dan en los asesinos múltiples que, al menos desde un punto de vista literario, son ciertamente interesantes. 
  La dibujante es Barbara Yelin, también con interesante carrera profesional. En Veneno sus viñetas son brillantes, muy clásicas, elaboradas con carboncillo, crean una atmósfera opresiva que viene muy a propósito al tema.