domingo, 12 de noviembre de 2017

"Las hermanas Lacroix", por Georges Simenon.

 Las semejanzas culturales de sociedades distintas explican la cercanía o lejanía entre ellas. Digo esto porque al leer Las hermanas Lacroix no puedo evitar pensar en mi familia (y obviamente en miles de familias españolas). Eso desde un punto de vista meramente personal, porque en lo literario, esta novela breve de Simenon presenta una temática extraordinariamente semejante a La casa de Bernarda Alba de García Lorca, por ejemplo. Se trata de una familia desestructurada (por la falta de afectos, no tanto en el sentido económico), en la que las dos hermanas del título, se supone ya cincuentonas, dominan de forma brutal al resto. Y el resto no son sino sus tres hijos, sus maridos (uno exiliado en un hospital para tuberculosos suizo y el otro con antiguos amoríos con ambas que le ha llevado al actual rechazo de las dos). Se insinúa incluso una relación incestuosa entre los dos hermanos Genevieve y Jacques).
  Todo lo anterior, claro está, es mantenido en la más absoluto opacidad para que no trascienda fuera de la familia (ahí es, en esa hipocresía social, donde veo la cercanía con la mía propia). Alguien dirá, y no le faltará razón, que no puede haber muchas diferencias entre las sociedades española y francesa, tan cercanas geográfica e históricamente, ambas oprimidas otrora por un catolicismo pacato, mezquino, como de opereta y que, guste o no, ha dejado un sustrato moral que dura hasta nuestros días. 
 Desde el punto de vista formal, la prosa de Simenon es impecable. La narración fría pero a la vez sentida de los hechos que fueron dando cuerpo a las relaciones intrafamiliares y que han desembocado en una suerte de guerra fría es un ejemplo de maestría narrativa muy difícil de alcanzar, doy fe.
  Sé que, en realidad, todo es cuestión de gustos, que no hay estilo superior o inferior, pero no puedo dejar de pensar que las novelas que hicieron famoso a Georges Simenon, las policíacas protagonizadas por el Comisario Maigret, son las obras menores, muy comerciales, eso sí (la novela policíaca sigue siendo un "superventas" en el siglo XXI como lo fue en el siglo pasado), pero inferiores al fin a este extraordinario fresco de la sociedad francesa de mediados de siglo que no solo sirve como maestría literaria sino también como estudio sociológico.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

"Más allá del olvido", Patrick Modiano.

 Tal vez la forma de narrar de Modiano haya hecho mella en muchos escritores contemporáneos. Esa prosa tan anodina, insinuando más que explicando, con personajes vulgares hasta la náusea, protagonistas sin futuro, viviendo un presente vulgar sin esperar nada del futuro... Puede, incluso, que fuera Kafka de los primeros que creó esos personajes tan insignificantes, luego Camus continuó y en el Nobel Modiano vemos un digno heredero. Así es fácil que el lector común y corriente se vea representado de algún modo en la novela...
  Con Modiano, además, hay que leer entre líneas. Le gusta mucho insinuar qué ha pasado en lugar de ponerlo negro sobre blanco. Todo, desde las relaciones entre los personajes hasta las decisiones que estos toman. Así la acción transcurre más insulsamente si cabe. El lector tiene que adivinar que está ocurriendo. En definitiva, a este tío hay que leerlo con mala baba, pensando que no puede ser tan soso como pretende.
  En Más allá del olvido, el protagonista es el propio escritor en su extrema juventud, con una vida azarosa no muy lejos de la indigencia, vive un enamoramiento (insinuado, de nuevo, más que explicado) con Jacqueline, una chica que con un amigo, un tal Van Bever, planea huir a Mallorca. El trío pasa a cuarteto con la inclusión de un tipo de mayor edad, Cartaud, al cual roban y extorsionan para conseguir su objetivo. Lo sorprendente es que, así escrito, parece algo sórdido, y sin embargo Modiano consigue darle un tono que no es en absoluto triste o sucio, sino simplemente anodino.

sábado, 4 de noviembre de 2017

viernes, 27 de octubre de 2017

"Cuentos crueles", de Auguste Villiers de L'isle Adam.

 Encomiable la labor de la editorial Valdemar que está reeditando en español a autores de enorme calidad que habían caído en el olvido. Con la excusa (en mi opinión, noble) de indagar en la narrativa de terror, gótica o de temas fantásticos, están consiguiendo que algunos empecemos a tener una biblioteca en este ámbito francamente extensa, especialmente, pero no solo, de autores anglosajones del siglo XIX. No solo de este periodo y cultura como lo demuestra el tomo que describo:
  Auguste Villiers de L'isle Adam es, como su nombre anticipa, francés, del siglo XIX, influenciado principalmente por el simbolismo. Cumpliría los requisitos para formar parte de la llamada "Colección gótica" de Valdemar por tratar los temas a los que antes hacía vaga alusión: fantasmas, fenómenos paranormales, espiritismo, vampirismo... y eso, tal vez, siembre para muchos una grave duda sobre su calidad literaria. Y es que, desgraciadamente, en las últimas décadas hemos asistido a la publicación de centenares de novelas y decenas de películas que ahondaban en estos temas y que tenían una calidad ínfima... era literatura y cine para adolescentes sin capacidad de crítica que se fijaban más en lo guapos que eran los protagonistas y lo bien que les quedaba la ropa... todo muy actual, muy superficial. Sin embargo, ya lo he defendido en varias ocasiones, el gusto por lo fantástico, por lo sobrenatural existe en la literatura de calidad desde hace mucho, y, definitivamente, fue retomado en el Romanticismo literario, especialmente en la cultura anglosajona, lo que algunos llaman "literatura victoriana".
  Villiers, como buen francés, es influenciado por el Simbolismo, hasta el punto de mantener relaciones personales con los grandes del movimiento (Mallarmé, Baudelaire, Verlaine...) que, por otra parte, también participa de ese gusto por lo oculto, lo misterioso. El movimiento simbolista fue considerado principalmente dentro del ámbito poético, pero, en realidad, se dio en todas las artes, también en la prosa, y aquí Villiers de L'isle Adam es uno de los maestros.

jueves, 19 de octubre de 2017

"Para que no te pierdas en el barrio", por Patrick Modiano.

 Otra novela breve (relato largo) de Modiano, ambientada en París (cómo no) y con personajes perdidos en un marasmo de ensimismamiento que los llega a hacer entrañable. Ahora el protagonista es Jean Daragane (tal vez un alter ego de Modiano, pues se trata de un escritor anciano que lleva una vida simple en un piso de París), que recibe una sorpresa cuando un desconocido le pide una cita para devolverle una pequeña libreta telefónica particular. La extrañeza se convierte en desconfianza ante las rarezas de la pareja que se lo entrega.
  Sin embargo, Daragane comienza a recordar escenas del pasado lejano (su infancia) gracias a estos intrusos que no se sabe si son simples bienhechores o puros chantajistas. Es algo común en las novelas de Modiano: los encuentros casuales que llevan a que el personaje recuerde tiempos pasados de una forma liviana, casi como un sueño. Eso y que los protagonistas parecen que les corra horchata por las venas son dos características siempre presentes. Tal vez eso es lo hipnótico en Modiano. Sus narraciones no son brillantes, todo lo contrario, narra vidas grises hasta la náusea, pero uno no deja de sentirse atraído ante la desidia general.
  Otra cosa ya es si mereció o no el Premio Nobel, y, al menos a mí, siempre se me ocurre lo mismo: no es mal escritor, pero si este tío merece un Nobel hay cientos más que lo merecen.

"Providence 3, lo innombrable", por Alan Moore y Jacen Burrows.

 No me gusta Alan Moore. Reconozco que ha supuesto una revolución para el mundo del cómic, que ha ampliado las miras de la novela gráfica... pero tiene un ego insufrible que se llega a respirar en todos sus guiones... en éste también.
  Moore debe ser uno de esos tan enamorados de sí mismos que se regodean en admirarse más que en crear. Las pocas entrevistas disponibles en Youtube y otras plataformas muestran a un tipo que se ha terminado creyendo que en verdad es un genio sin igual en el mundo de la novela gráfica. Es probable que su culmen lo alcanzara con V de vendetta, una obra francamente buena, en la que no tenía miedo de juntar temas tradicionales (el de la conspiración de la pólvora de Guy Fawkes, por ejemplo) con temas atemporales (la lucha contra el poder omnímodo al que tienden las clases dirigentes) y darle a todo un ambiente mitad ciencia ficción mitad realidad que le aportaba verosimilitud. Luego se lanzó a reinterpretar el mito-realidad de Jack el destripador con From Hell, y aquí ya se puso superestupendo y acabó creando un cómic pretencioso e inacabable. Y ahora ya disfruta de sí mismo hasta el onanismo más inconfesable con esta saga de ámbito lovecraftiano.
  No quiero ser injusto, hay originalidad y valor en estas historias, pero leyéndolo no puedo dejar de pensar en el ego desmedido del bueno de Alan, que quiere dejar bien claro que es un erudito sobre el tema.
 Por otro lado, las ilustraciones de Jacen Burrows son de lo mejorcito que hay hoy en día en el cómic. Sus dibujos de línea clara son espectaculares, y el color, firmado por Juan Rodríguez, da un ambiente opresivo a la narración que casa a la perfección con el guión.

martes, 17 de octubre de 2017

"Patterns" (patrones) por Grant Snider. De nuevo la soledad voluntaria... www.incidentalcomics.com.

Imagen tomada del sitio www.incidentalcomics.com

"Fresas", por Joseph Roth.

 Lo de este tío es digno de encomio. No he leído nada de Joseph Roth que no tuviera una calidad literaria muy pero que muy por encima de la media. Es una prosa rápida, moderna, periodística, con frases cortas, escasa pero ajustada adjetivación, sin circunloquios vanos... es fácil de leer, pero tiene condición excelsa a la que hacía referencia. Quizá lo peor (ahondando en los defectos propios de su profesión de periodista) sea que los relatos son demasiado cortos; este en concreto está inacabado, pero los que claramente han sido concluidos también se me acaban demasiado pronto, apenas tiene novelas, y se me antoja que algunos relatos podrían haberse convertido en excelentes composiciones extensas.
  Fresas es un relato muy "rothinesco": narra lo perdido con una nostalgia muy característica. En este caso es la infancia y juventud (ficticia, no la suya propia) en su Brody natal (o en una pequeña ciudad semejante por lo que hoy es el oeste de Ucrania o el sureste de Polonia). Por supuesto es una ciudad de mayoría judía (comunidad variada, desde los ultraortodoxos que viven acorde a la Torá y no a los tiempos que corren hasta los laicos de rabiosa modernidad -de su época- capitalista o comunista), con tipos peculiares que dan contexto de tragicomedia a la narración. Este aspecto tragicómico (característico de otros escritores judíos como Sholem Aleijem o Isaac Bashevis Singer) lo da tanto los personajes como las aventuras un tanto inverosímiles que experimentan. La vida es agridulce pero recordada con melancolía, con un tono de antigüedad propio de tiempos medievales.
  En realidad, este pequeño relato inconcluso de poco más de sesenta páginas no da para más. La información que dan los de Acantilado en la contraportada es muy amplia y adecuada. Esto es un merecido elogio de la editorial, el reproche principal, como ya he dicho, es que no debiera publicarse relatos tan breves de forma aislada, una compilación de varios de ellos sería más deseable... los intereses económicos de la editorial y los lectores van, en este caso, en sentido contrario.

domingo, 15 de octubre de 2017

"El desertor", por Siegfried Lenz.

 Supongo que serán un cúmulo de características personales las que hacen que un individuo sea lector: carácter introspectivo, incluso solitario; gusto por las actividades tranquilas, reposadas; predominio de los intereses intelectuales sobre los físicos; necesidad de huir intelectualmente de una realidad subyugante... todo eso y probablemente algo más nos convierte en lectores. A algunos lo hace contra viento y marea, pues nacemos en familias ágrafas (y nos desarrollamos en sociedades igualmente iletradas) y recibimos todo tipo de presiones para que abandonemos la lectura desde la más tierna edad. Pues bien, a menudo he pensado que ser lector es uno de los peores defectos que puede tener una persona para conseguir un cierto éxito social. Pensémoslo bien, ¿cuántos supuestos "triunfadores" de nuestra sociedad reconocen leer al menos más de tres horas al día y tener en la lectura su hábito favorito? Pocos, poquísimos, y, evidentemente, algunos que lo afirman lo hacen por pura afectación, por postureo pseudointelectual. No me cabe duda: leer perjudica la vida social... y, sin embargo, cuando uno encuentra novelas como El desertor se alegra de haber cambiado el viperino y cambiante mundo social por la soledad del "negro sobre blanco".
  Porque se podría decir que ésta es una novela global, su coyuntura espacio-temporal, aun siendo importante, no es determinante y podría ser extrapolada a cualquier lugar y época de la humanidad. Esa coyuntura espacio-temporal la sitúa en la Segunda Guerra Mundial, en Prusia Oriental, hoy Polonia, a finales del año 44, cuando el III Reich estaba ya en plena desbandada. Allí, un puñado de soldados nazis son literalmente cazados uno a uno por partisanos. El protagonista, Walter Proska, sufre una evolución psicológica tan profunda que se puede decir que muere y renace varias veces en pocos meses; finalmente, haciendo honor al título, acaba por abandonar el nacionalsocialismo por el comunismo. Pero esa sería la lectura superficial de la novela, en una lectura entre líneas se pone en solfa el funcionamiento de la sociedad humana y sus individuos en función de unos principios inamovibles... El desertor muestra la fragilidad humana que busca la supervivencia física por encima de todo compromiso político, social o nacional. Eso es lo que hace esta novela atemporal.
  Y, como debe ser, todo esto es narrado sutilmente, para que solo los buenos lectores sean capaces de comprenderlo plenamente. 
 Me congratulo enormemente de que este gran autor, Siegfried Lenz, esté siendo traducido a nuestra lengua. Ese trípode fabuloso formado por Günther Grass, Heinrich Böll y el propio Lenz y que los críticos alemanes llamaron "Trümmerliteratur" (literatura de escombros) por enfocar la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial desde un punto de vista crítico, sin tapujos ni cortapisas, desnudando las miserias morales del país, es lo más interesante que ese país haya hecho por la humanidad en siglos.

domingo, 8 de octubre de 2017

Cita de "Joyita", de Patrick Modiano.

 Con esa lluvia que llevaba cayendo desde por la mañana me entraban ganas de marcharme de aquella habitación y de aquella ciudad. En cuanto tuviera algo de dinero me iría al sur de Francia, e incluso mucho más allá, al Sur. Intentaba aferrarme a esa perspectiva y no ceder e irme a pique de una vez. Había que hacer el muerte, tener un poco más de paciencia.
              Fragmento de Joyita, de Patrick Modiano.