Otra novela breve (relato largo) de Modiano, ambientada en París (cómo no) y con personajes perdidos en un marasmo de ensimismamiento que los llega a hacer entrañable. Ahora el protagonista es Jean Daragane (tal vez un alter ego de Modiano, pues se trata de un escritor anciano que lleva una vida simple en un piso de París), que recibe una sorpresa cuando un desconocido le pide una cita para devolverle una pequeña libreta telefónica particular. La extrañeza se convierte en desconfianza ante las rarezas de la pareja que se lo entrega.
Sin embargo, Daragane comienza a recordar escenas del pasado lejano (su infancia) gracias a estos intrusos que no se sabe si son simples bienhechores o puros chantajistas. Es algo común en las novelas de Modiano: los encuentros casuales que llevan a que el personaje recuerde tiempos pasados de una forma liviana, casi como un sueño. Eso y que los protagonistas parecen que les corra horchata por las venas son dos características siempre presentes. Tal vez eso es lo hipnótico en Modiano. Sus narraciones no son brillantes, todo lo contrario, narra vidas grises hasta la náusea, pero uno no deja de sentirse atraído ante la desidia general.
Otra cosa ya es si mereció o no el Premio Nobel, y, al menos a mí, siempre se me ocurre lo mismo: no es mal escritor, pero si este tío merece un Nobel hay cientos más que lo merecen.
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