viernes, 24 de noviembre de 2017

"La colina de los sueños", por Arthur Machen.

 Renazco con Machen. Después de haber leído (de nuevo) al afamado multimilllonario señor Follett vuelvo a la literatura de calidad con uno de los grandes escritores del cambio de siglo (XIX al XX): Arthur Machen. Porque el galés aúna las dos condiciones que elevan a la más sublime categoría la literatura, a saber: calidad prosística y temática atractiva. No negaré que Follett sepa dar giros a un tema llamativo y mantener así el suspense hasta el final, pero en lo referente a calidad narrativa... deja muchísimo que desear. En realidad es como comparar lo escrito con mucho afán por un chico de quince años y lo de alguien en la madurez cumplida... no hay color. Por cierto, acabo de caer en la cuenta de que ambos son galeses, cuando me refería antes a esa nacionalidad británica lo hacía sobre Machen, evidentemente.
  Yo, haciendo una síntesis rápida, considero que las novelas de los grandes best sellers del momento son literatura de consumo que "no me hacen pensar". Están bien, entretienen... pero poco más. 
 Arthur Machen es un escritor difícil de encuadrar. Podría ser un victoriano tardío, ya que sus primeros relatos fueron escritos en vida de la reina a la que se hace referencia. En todo caso, habiendo sido alguien longevo (84 años) no solo conoció el reinado de Victoria sino también  de cuatro de sus descendientes (Eduardo VII, Jorge V, Eduardo VIII y Jorge VI, todos ellos tristes remedos de aquélla y que llevaron a su país por el tobogán de la decadencia y la mediocridad), pero en el ámbito estilístico sí puede ser comparado con los grandes de la Literatura victoriana (Dickens, las Hermanas Brönte, Thomas Hardy, Henry James, William Thackeray, George Eliot...), en cuanto a la prosa cuidada, lenta, muy adjetivada, con descripciones minuciosas... pero también tiene algo que no era del todo ajeno a los nombres que he citado antes y que da un nuevo aliciente a la lecutra: el gusto por lo extraño, lo anormal, lo fantástico.
  En La colina de los sueños, Machen retrata tan bien la sociedad de su momento que uno cree vivir en la Inglaterra del cambio de siglo... o puede que sea porque la descripción del alma humana sea tan atemporal que no pueda verse sino a un triste ser humano resbalando en su propia inmundicia sin avanzar un ápice, así desde la Prehistoria hasta nuestros días. El protagonista, Lucian Taylor (tal vez álter ego del autor), es alguien excluido de su sociedad que descubre con horror (¡ay, cuantas semejanzas con lo vivido!) que el fragmento de humanidad que lo rodea aúna todos los vicios posibles enfundados, eso sí, en bellas sedas de falsedad. El bueno de Taylor es, por tanto, un rara avis, un fracasado de nuestra insigne sociedad que, sin embargo, tiene unas condiciones intelectuales y morales que lo sitúan a miles de kilómetros de la mediocridad de los "grandes hombres". Su espiritualidad le permite ver más allá de lo evidente, apareciendo ante sus ojos el mundo de lo desaparecido pero aún presente, bajo la forma de vestigios, en la actualidad. Puesto en roman paladino: una novela que mejora al lector al hacerle pensar en su realidad y la que le circunda.

domingo, 19 de noviembre de 2017

"En el blanco", de Ken Follett.

 Habrá mucha gente que crea que aquello de decir que no leo best-sellers no sea sino una pose intelectualoide para quedar bien. Pues no, y aquí está la prueba. De Follett leí, como casi todo el mundo, Los pilares de la Tierra. Me gustó. Mucho. De hecho recuerdo haber recomendado su lectura a varios amigos, uno de los cuales se acabó quedando con la copia que le presté. Sí, me pareció una novela épica, a ratos apasionante, con personajes bien delineados y una trama muy bien traída. Pero claro, eso fue hace casi treinta años. Lo leí cuando salió a la luz allá por el ya lejano 1989, así que yo tendría entre dieciocho y diecinueve años... un pipiolo, vamos. Ahora, acechando peligrosamente los cincuenta no me gustaría tanto, estoy seguro. Al menos es lo que pienso ahora que estoy leyendo esta novela menos exitosa del galés: En el blanco.
  Ahora bien, no quiero ser injusto. Esta novela está escrita de una forma muy efectista; la trama está muy bien armada, juntando el ambiente profesional y el personal, y enmarañándolo todo con la cuestión meteorológica; los personajes tienen un desarrollo suficiente para que no sean planos sino perfectamente reconocibles (aunque un poco estereotipados); por otro lado, el tema del virus letal que se escapa (con ayuda, claro) de un laboratorio farmacéutico poniendo así en riesgo a toda la humanidad es muy actual e incluso hasta cierto punto verosímil... todo ello convierte a esta novela en, como la tapa de Debolsillo oportunamente recuerda, un best-seller mundial. Con todo, En el blanco no es Los pilares de la Tierra, le falta mordiente y, probablemente, armazón narrativo. Pero, ahora viene mi crítica, la prosa es bastante pobretona comparada, por ejemplo, con la novela de Simenon que leí antes. Las frases son un tanto ramplonas, demasiado fáciles de seguir, sin una construcción esmerada; es una novela de lectura fácil, que no exige un gran esfuerzo intelectual. Empalidece comparada con obras de Dickens, Henry James, Dostoievsky y compañía... No, no es afán "pseudointelectualoide", es la pura verdad.
 Por eso no leo novela contemporánea, porque sé que el tiempo (con mayúsculas, como poco un siglo) pone a todos en su sitio, y el señor Ken Follett, hoy respetadísimo y riquísimo a base de vender novelas como rosquillas no será casi leído a la vuelta de cien años.

domingo, 12 de noviembre de 2017

"Las hermanas Lacroix", por Georges Simenon.

 Las semejanzas culturales de sociedades distintas explican la cercanía o lejanía entre ellas. Digo esto porque al leer Las hermanas Lacroix no puedo evitar pensar en mi familia (y obviamente en miles de familias españolas). Eso desde un punto de vista meramente personal, porque en lo literario, esta novela breve de Simenon presenta una temática extraordinariamente semejante a La casa de Bernarda Alba de García Lorca, por ejemplo. Se trata de una familia desestructurada (por la falta de afectos, no tanto en el sentido económico), en la que las dos hermanas del título, se supone ya cincuentonas, dominan de forma brutal al resto. Y el resto no son sino sus tres hijos, sus maridos (uno exiliado en un hospital para tuberculosos suizo y el otro con antiguos amoríos con ambas que le ha llevado al actual rechazo de las dos). Se insinúa incluso una relación incestuosa entre los dos hermanos Genevieve y Jacques).
  Todo lo anterior, claro está, es mantenido en la más absoluto opacidad para que no trascienda fuera de la familia (ahí es, en esa hipocresía social, donde veo la cercanía con la mía propia). Alguien dirá, y no le faltará razón, que no puede haber muchas diferencias entre las sociedades española y francesa, tan cercanas geográfica e históricamente, ambas oprimidas otrora por un catolicismo pacato, mezquino, como de opereta y que, guste o no, ha dejado un sustrato moral que dura hasta nuestros días. 
 Desde el punto de vista formal, la prosa de Simenon es impecable. La narración fría pero a la vez sentida de los hechos que fueron dando cuerpo a las relaciones intrafamiliares y que han desembocado en una suerte de guerra fría es un ejemplo de maestría narrativa muy difícil de alcanzar, doy fe.
  Sé que, en realidad, todo es cuestión de gustos, que no hay estilo superior o inferior, pero no puedo dejar de pensar que las novelas que hicieron famoso a Georges Simenon, las policíacas protagonizadas por el Comisario Maigret, son las obras menores, muy comerciales, eso sí (la novela policíaca sigue siendo un "superventas" en el siglo XXI como lo fue en el siglo pasado), pero inferiores al fin a este extraordinario fresco de la sociedad francesa de mediados de siglo que no solo sirve como maestría literaria sino también como estudio sociológico.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

"Más allá del olvido", Patrick Modiano.

 Tal vez la forma de narrar de Modiano haya hecho mella en muchos escritores contemporáneos. Esa prosa tan anodina, insinuando más que explicando, con personajes vulgares hasta la náusea, protagonistas sin futuro, viviendo un presente vulgar sin esperar nada del futuro... Puede, incluso, que fuera Kafka de los primeros que creó esos personajes tan insignificantes, luego Camus continuó y en el Nobel Modiano vemos un digno heredero. Así es fácil que el lector común y corriente se vea representado de algún modo en la novela...
  Con Modiano, además, hay que leer entre líneas. Le gusta mucho insinuar qué ha pasado en lugar de ponerlo negro sobre blanco. Todo, desde las relaciones entre los personajes hasta las decisiones que estos toman. Así la acción transcurre más insulsamente si cabe. El lector tiene que adivinar que está ocurriendo. En definitiva, a este tío hay que leerlo con mala baba, pensando que no puede ser tan soso como pretende.
  En Más allá del olvido, el protagonista es el propio escritor en su extrema juventud, con una vida azarosa no muy lejos de la indigencia, vive un enamoramiento (insinuado, de nuevo, más que explicado) con Jacqueline, una chica que con un amigo, un tal Van Bever, planea huir a Mallorca. El trío pasa a cuarteto con la inclusión de un tipo de mayor edad, Cartaud, al cual roban y extorsionan para conseguir su objetivo. Lo sorprendente es que, así escrito, parece algo sórdido, y sin embargo Modiano consigue darle un tono que no es en absoluto triste o sucio, sino simplemente anodino.

sábado, 4 de noviembre de 2017

viernes, 27 de octubre de 2017

"Cuentos crueles", de Auguste Villiers de L'isle Adam.

 Encomiable la labor de la editorial Valdemar que está reeditando en español a autores de enorme calidad que habían caído en el olvido. Con la excusa (en mi opinión, noble) de indagar en la narrativa de terror, gótica o de temas fantásticos, están consiguiendo que algunos empecemos a tener una biblioteca en este ámbito francamente extensa, especialmente, pero no solo, de autores anglosajones del siglo XIX. No solo de este periodo y cultura como lo demuestra el tomo que describo:
  Auguste Villiers de L'isle Adam es, como su nombre anticipa, francés, del siglo XIX, influenciado principalmente por el simbolismo. Cumpliría los requisitos para formar parte de la llamada "Colección gótica" de Valdemar por tratar los temas a los que antes hacía vaga alusión: fantasmas, fenómenos paranormales, espiritismo, vampirismo... y eso, tal vez, siembre para muchos una grave duda sobre su calidad literaria. Y es que, desgraciadamente, en las últimas décadas hemos asistido a la publicación de centenares de novelas y decenas de películas que ahondaban en estos temas y que tenían una calidad ínfima... era literatura y cine para adolescentes sin capacidad de crítica que se fijaban más en lo guapos que eran los protagonistas y lo bien que les quedaba la ropa... todo muy actual, muy superficial. Sin embargo, ya lo he defendido en varias ocasiones, el gusto por lo fantástico, por lo sobrenatural existe en la literatura de calidad desde hace mucho, y, definitivamente, fue retomado en el Romanticismo literario, especialmente en la cultura anglosajona, lo que algunos llaman "literatura victoriana".
  Villiers, como buen francés, es influenciado por el Simbolismo, hasta el punto de mantener relaciones personales con los grandes del movimiento (Mallarmé, Baudelaire, Verlaine...) que, por otra parte, también participa de ese gusto por lo oculto, lo misterioso. El movimiento simbolista fue considerado principalmente dentro del ámbito poético, pero, en realidad, se dio en todas las artes, también en la prosa, y aquí Villiers de L'isle Adam es uno de los maestros.

jueves, 19 de octubre de 2017

"Para que no te pierdas en el barrio", por Patrick Modiano.

 Otra novela breve (relato largo) de Modiano, ambientada en París (cómo no) y con personajes perdidos en un marasmo de ensimismamiento que los llega a hacer entrañable. Ahora el protagonista es Jean Daragane (tal vez un alter ego de Modiano, pues se trata de un escritor anciano que lleva una vida simple en un piso de París), que recibe una sorpresa cuando un desconocido le pide una cita para devolverle una pequeña libreta telefónica particular. La extrañeza se convierte en desconfianza ante las rarezas de la pareja que se lo entrega.
  Sin embargo, Daragane comienza a recordar escenas del pasado lejano (su infancia) gracias a estos intrusos que no se sabe si son simples bienhechores o puros chantajistas. Es algo común en las novelas de Modiano: los encuentros casuales que llevan a que el personaje recuerde tiempos pasados de una forma liviana, casi como un sueño. Eso y que los protagonistas parecen que les corra horchata por las venas son dos características siempre presentes. Tal vez eso es lo hipnótico en Modiano. Sus narraciones no son brillantes, todo lo contrario, narra vidas grises hasta la náusea, pero uno no deja de sentirse atraído ante la desidia general.
  Otra cosa ya es si mereció o no el Premio Nobel, y, al menos a mí, siempre se me ocurre lo mismo: no es mal escritor, pero si este tío merece un Nobel hay cientos más que lo merecen.

"Providence 3, lo innombrable", por Alan Moore y Jacen Burrows.

 No me gusta Alan Moore. Reconozco que ha supuesto una revolución para el mundo del cómic, que ha ampliado las miras de la novela gráfica... pero tiene un ego insufrible que se llega a respirar en todos sus guiones... en éste también.
  Moore debe ser uno de esos tan enamorados de sí mismos que se regodean en admirarse más que en crear. Las pocas entrevistas disponibles en Youtube y otras plataformas muestran a un tipo que se ha terminado creyendo que en verdad es un genio sin igual en el mundo de la novela gráfica. Es probable que su culmen lo alcanzara con V de vendetta, una obra francamente buena, en la que no tenía miedo de juntar temas tradicionales (el de la conspiración de la pólvora de Guy Fawkes, por ejemplo) con temas atemporales (la lucha contra el poder omnímodo al que tienden las clases dirigentes) y darle a todo un ambiente mitad ciencia ficción mitad realidad que le aportaba verosimilitud. Luego se lanzó a reinterpretar el mito-realidad de Jack el destripador con From Hell, y aquí ya se puso superestupendo y acabó creando un cómic pretencioso e inacabable. Y ahora ya disfruta de sí mismo hasta el onanismo más inconfesable con esta saga de ámbito lovecraftiano.
  No quiero ser injusto, hay originalidad y valor en estas historias, pero leyéndolo no puedo dejar de pensar en el ego desmedido del bueno de Alan, que quiere dejar bien claro que es un erudito sobre el tema.
 Por otro lado, las ilustraciones de Jacen Burrows son de lo mejorcito que hay hoy en día en el cómic. Sus dibujos de línea clara son espectaculares, y el color, firmado por Juan Rodríguez, da un ambiente opresivo a la narración que casa a la perfección con el guión.