martes, 4 de septiembre de 2018

"¡Pues vaya! Lo mejor de Wodehouse", de P.G. Wodehouse.

 Que cada cultura tiene un tipo de humor determinado es algo harto conocido. El anglosajón destaca por el humor negro, el absurdo, la ironía, el sarcasmo, y en esa línea, aunque no tan oscuro como, por ejemplo, Roald Dahl, está uno de los grandes: Pelham Grenville Wodehouse. En España ha sido la editorial Anagrama la encargada de distribuir su obra. Ésta que estoy leyendo es una antología:
  En Reino Unido, Wodehouse es un referente sin igual de ese humor fino, de la burla sin hacer sangre, de la ironía... pero también es referencia su forma de reírse de la clase alta británica, de sus esnobs, de gente que son sólo apariencia, como vainas hueras. De los personajes más reconocibles destacan el pijo sin aspiraciones a nada que no sea vivir una vida regalada sin futuro en Bertie Wooster y su irónico mayordomo, siempre dispuesto a burlarse de su señor sin que éste lo sospeche, Jeeves. Con todo, el personaje de Bertie Wooster está delineado con cariño, la burla que Jeeves y el resto de la humanidad vierte sobre él no parece afectarle en lo más mínimo. Bertie es un tío feliz al que le importa un comino lo que pase en el mundo, incluso le es indiferente lo que le pase a él mismo, en ese sentido es un deportista nato, siempre con su sonrisa al estilo de "lo importante es participar". Jeeves, por el contrario, es un profundo conocedor del alma humana, especialmente de la de su señor (suponiendo que éste tenga alma); la ironía del mayordomo es una herramienta para sobrevivir entre tanto cerebro sin funciones racionales.
  El resultado, claro está, es muy "british"... pero en el buen sentido. Tal vez esta recopilación de casi ochocientas páginas se haga un poco pesada, pero, al menos de momento, reconforta leer algo humorístico de calidad, saliendo del humor zafio y chabacano que domina actualmente los medios de comunicación de masas.

domingo, 26 de agosto de 2018

"Antología de cuentos de terror, 2", compilados por Alianza editorial.

 Y he aquí el segundo volumen de cuentos de terror cuya primera entrega leí hace algunas semanas. Han sido ordenados de forma cronológica, con lo cual este segundo tomo ya incluye la época dorada de la narrativa breve de terror: el siglo XIX, escritos principalmente en inglés. También han sido escogidos por Rafael Llopis, afamado crítico y antólogo en estos temas.
  Curiosamente, y al igual que en el primer tomo, el subtítulo no es exacto, pues si en el primero olvidaban nada menos que un relato de Lope de Vega, el primero de todos, en este libro "olvidan" el último, el de Noel Clarasó. Tal vez, en su obsesión comercial, la editorial ha considerado que el subtítulo "de Bram Stoker a H.P. Lovecraft" vende más que el de "de Bram Stoker a Noel Clarasó", toda vez que el escritor catalán no tiene el prestigio internacional que tiene "el solitario de Providence". Decisiones editoriales al margen, este libro contiene relatos de terror (no los mejores de cada autor, todo hay que decirlo) de lo más florido del subgénero narrativo, con Bram Stoker, M.R. James, Arthur Machen, Algernon Blackwood o el propio Lovecraft.
  Estas antologías, ya lo escribí otra vez, tienen la virtud de condensar en un pequeño volumen de no más de quinientas páginas, la crème de la crème de la temática en cuestión y de dar a conocer a autores que o bien no llegaron al gran público, o pasaron al olvido hace tiempo por mor de la volatilidad de las modas.

martes, 21 de agosto de 2018

"El muchacho silvestre", por Paolo Cognetti.

 Cuando se está inmerso en la ímproba tarea de escribir una novela se juntan decenas de hilos argumentales al principal, y muchos de aquéllos son descartados, quedando arrumbados en cuadernos, hojas o archivos informáticos. Tantos son y no todos tan malos que, entrelazándolos entre sí, dan a menudo para escribir otra novela o, al menos, un relato. Esto parece ser que le ocurrió a Paolo Cognetti con los argumentos de Las ocho montañas y con esta novela breve titulada El muchacho silvestre.
  Entiendo que la novela a la que se dedicaron todos los esfuerzos y los mejores temas fue Las ocho montañas, que, además del gran éxito comercial, recibió importantes premios tanto en Italia como en Francia, mientras que la novela hecha con retazos de la principal es esta que acabo de leer.  El muchacho silvestre es, por tanto, muy parecida a la obra más conocida de Cognetti: la búsqueda voluntaria de la soledad en la alta montaña, tratando de encontrarse a uno mismo por la ausencia de los otros y, sin embargo, conociendo a otros muy dispares a uno mismo que, paradójicamente, lo acercan a ese fin. De hecho, algunas historias que se encuentran en esta breve novela están, más desarrolladas, en Las ocho montañas, con un tratamiento más exhaustivo y trabajado.
  No quiero ser injusto, pero, en muchas ocasiones, estas novelas hechas con retazos rechazados de otras novelas mayores suelen ser imposiciones editoriales que obligan al escritor a comportarse como una suerte de "funcionario de la escritura", dando una producción fija al año, como si el talento literario pudiera exprimirse de forma regular cual vaca lechera. Esto es lo que siento al leer El muchacho silvestre, aunque sigue teniendo una calidad más que aceptable y sea recomendable su lectura.

sábado, 18 de agosto de 2018

Lecturas veraniegas: Agatha Christie.

 Me ha vuelto a pasar: me llevo pocos libros al viaje de veraneo (pensando que leeré menos que en el tiempo ordinario) y acabo buscando desesperadamente una librería en la ciudad de estancia vacacional. Como quiera que ésta es la típica ciudad de veraneo, las librerías son más papelerías que otra cosa y la literatura que tienen se reduce a poco más que "best sellers", de modo que tengo que conformarme con autores que no son de mi total agrado. En este caso le ha tocado a Agatha Christie.


  Ambos libros están publicados por Booket (Grupo Planeta). El primero, La muerte visita al dentista, tiene por protagonista al peripuesto Hércules Poirot (si es que las novelas de esta autora pueden ser consideradas de otro modo que no sea como novela coral con tantos protagonistas como presuntos asesinos, asesinados e investigadores). La segunda, El tren de las 4.50,  está encabezada por Miss Marple, tan sagaz como el belga.

  Son novelas de lectura fácil pero a la vez interesantes y bien pergeñadas. A pesar de los giros continuos en la trama, no se pierde el hilo de la misma y cumplen a la perfección su función de entretenimiento.
 Tengo la fortuna de poder leer en los viajes, ya sean en coche, avión, tren o barco sin marearme lo más mínimo; de modo que el método que uso para que los tediosos desplazamientos a mi lugar de vacaciones sean más breve (toda vez que descarto los somníferos o drogas más potentes) es la lectura: ahí estoy yo como un bendito, libro en mano, disfrutando en este último viaje de la buena de Agatha Christie mientras hago cola en un atestado aeropuerto o ya "acomodado" en mi ridículamente pequeño asiento de avión... y así que pasen las horas... ¡y luego dicen que la lectura no es una forma de huir de la realidad!

"El brazo marchito y otros relatos", de Thomas Hardy.

 Ya comenté en otra entrada que, a mi entender, lo peor de la literatura victoriana es lo supeditada que estaba a las imposiciones editoriales (¡y cuándo no ha sido así!), de forma que las novelas que se publicaban por entregas en revistas semanales tenían una estructura un tanto deslavazada al estar obligados los escritores a que cada capítulo tuviese su atractivo especial por sí mismo y diera un quiebro o dejase algo a esperar para así enganchar al lector y hacerle que esperase ansioso el próximo número de la revista. Esto, claro está, no afecta a los relatos o cuentos, toda vez que eran publicados íntegros, ya fuera en revista o en libro, sin necesidad de "lonchearlos" como si fuera panceta (perdón, quería decir bacón o beicon). Unido esto a que los escritores victorianos fueron excelentes autores de cuentos, si no propiamente dicho de terror, sí de temática fantástica, me llevó a leer este pequeño tomo editado por Penguin.
  Así, el cuento que da nombre a la recopilación, El brazo marchito, es de dicha temática (la maldición de una mujer hacia otra que hace que su brazo se necrose y la posterior venganza de la afectada). El resto de relatos es más asuntos románticos que otra cosa, algo, por cierto, también muy en boga en tiempos victorianos, cuya literatura (como al resto de la europea) pertenecía al Romanticismo literario. Pero el primer romántico al que me refiero hace referencia al amor galante, siempre complicado y, normalmente, en un triángulo amoroso. Con todo, la maestría de Hardy supera las desafecciones que un lector como yo pueda tener hacia esa temática.
 Mención aparte hago de la traducción. En la portada del libro aparece como traductor al escritor Javier Marías, quien es conocido deudor de la literatura victoriana y traductor de un buen número de obras escritas en la lengua de Shakespeare, de todas ellas yo destacaría la peculiar Tristam Shandy de Laurence Sterne, publicada por Alfaguara. Bien, lo cierto es que los de Penguin dicen que Marías es traductor en este volumen, no dicen si lo es sólo de El brazo marchito o de todos los relatos contenidos en él. Yo quiero pensar que sólo lo es del relato principal, pues en otros la cantidad de leísmos e incluso la traducción inapropiada de palabras de aquella lengua, los llamados "false friends", es decir, palabras de grafías muy semejantes en ambas lenguas pero con distinto significado es verdaderamente espantosa.
  Con respecto a los leísmos, Javier Marías es, como quien esto escribe, madrileño, y, temo mucho, que el leísmo es uno de los defectos gramaticales más frecuentes en la capital; con todo, un académico como Marías no cae en los errores tan frecuentes entre sus paisanos. Más evidente es lo de los "false friends" en alguien que domina la lengua de "la pérfida Albión" como lo hace don Javier (todo sea dicho, en el ámbito de la lectura y la traducción, porque en la pronunciación -archivos hay en You Tube para quien quiera comprobarlo- es francamente macarrónica). Por tanto, me inclino a pensar que Javier Marías es traductor de El brazo marchito, pero no de otros relatos contenidos en este libro.

sábado, 4 de agosto de 2018

"Rechicero", una novela del Mundodisco, por Terry Pratchett.

 Es curioso, el primer volumen de la saga Mundodisco me pareció un tanto anodino. Me gustó, pero, en su momento, pensé que no leería más. Otro cambio: éste es la quinta novela y ya compré la sexta. Con cada novela de Pratchett que leo, menos me fijo en el argumento principal y más en la forma, sobre todo en lo sarcástico y el humor negro en partes aparentemente secundarias. Si juntásemos todas esas frases irónicas haríamos un diccionario enciclopédico Pratchett-Vida, Vida-Pratchett que sería realmente imprescindible para sobrevivir a esta vida sin sentido con una sonrisa en la cara, o, al menos, media sonrisa.
  En esta entrega se vuelve al "arco argumental" de Rincewind, personaje impagable que de mago apenas tiene, pero de superviviente lo tiene todo. Un rechicero, según el texto, es el octavo hijo del octavo hijo de un mago. Como se supone que los magos han de ser célibes, no suelen darse, lo cual es afortunado, pues su capacidad mágica es muchísimo mayor que las de los magos del máximo poder, lo cual pone en serio peligro la existencia misma del Mundodisco.
 Y, sin embargo, ese argumento, al menos para mí, es irrelevante. Lo mejor es que el Mundodisco es, obviamente, una burla de nuestro pobre planeta, el cual no tiene más culpa que la de tener que soportar más de siete mil millones de seres humanos (según datos de Naciones Unidas) que no valen sino para creerse, todos y cada uno de ellos, por encima de los demás... y si no se inventan un titulito de una universidad (como los de la Universidad Invisible de Pratchett) que dice que sabe aunque no sepa hacer la "o" con un canuto. Es verdaderamente asombroso la cantidad de individuos que he visto parodiados en estos libros, así, por ejemplo me he encontrado con mi familia al completo parodiados como gente pretenciosa y arrogante que, en realidad, apenas saben limpiarse el culo.
  Pero lo mejor es que la parodia es optimista, nada de resentimientos ni rencores... obviamente, no lo merecen. Terry Pratchett se ríe de la grandilocuencia humana de una forma que le reconcilia a uno con la vida... con una vida más decente, al menos en lo moral.

viernes, 27 de julio de 2018

"El terror y otros relatos de lo extraño", de Arthur Machen.

 Otra recopilación de relatos de uno de los grandes de la literatura fantástica publicada por Valdemar. Una de las mejores novelas breves de esa literatura fantástica más que de terror es El gran dios Pan que leí y reseñé allá por enero de 2013. En Machen se combinan la imaginación desbordante con la prosa cuidada, algo que permite que sea leído a cualquier edad siempre y cuando se tenga la mente suficientemente abierta a lo que no puede ser explicado racionalmente.
  En este volumen publican una novela breve, El terror, y un buen puñado de relatos, todos de género fantástico. A diferencia del llamado "terror cósmico", las narraciones incluidas en este tomo parten de situaciones de la vida cotidiana, perfectamente verosímiles pero con un punto extraño que acaba por ser totalmente fantasioso; ese trayecto mental me parece muy afortunado, es fuente inagotable de literatura fantástica y fácilmente accesible para cualquiera.
  En  El terror, Machen crea una novela a partir de las mentes sobresugestionadas de las gentes en un periodo de paranoia como el de la Primera Guerra Mundial, en el que todos esperaban que Prusia invadiera cualquier día el Reino Unido. Así, los rumores se expanden y se convierten en delirantes teorías argumentadas y contraargumentadas. Hacen un mundo de un grano de arena, todo alimentado con la gasolina del miedo a lo desconocido en aquella época en la que se esperaba que un día u otro los alemanes invadieran.

martes, 24 de julio de 2018

Introducción biográfica sobre Polidori, por Rafael Llopis.

 Este escaneado es la introducción que Rafael Llopis hace sobre Polidori y su relato El vampiro. Es sintomática de las relaciones tóxicas que muchos escritores  establecen con otros escritores, editores o mecenas. Aquí, paradójicamente, se invierten los papeles, y el mediocre Byron vampiriza el talento literario de Polidori. Algo así escribí sobre el afán acaparador de los editores en un relato fantástico (en todos los sentidos) que titulé El hacedor de bestsellers.

domingo, 22 de julio de 2018

"Antología de cuentos de terror, volumen 1", compilado por Alianza Editorial.

 Muchas veces he sido crítico con el mundo editorial. Pero no sólo yo, cualquiera que lea con asiduidad (como poco, cuatro o cinco libros al mes), por no hablar de aquéllos que escribimos y tratamos, infructuosamente, de ser publicados, vemos en el mundo editorial al ogro que nos amenaza constantemente desde su almenado castillo a nosotros, pobres artesanos desarmados... Lo cierto, sin embargo, es que sin editores no habría libros y, por tanto, no podríamos leer ni escribir, así que supongo que son un mal inevitable. Y, mirándolo bien, son gentes que tratan de vivir de esto que llamamos literatura y que enfocan todo desde un ámbito quizá demasiado comercial. Viene toda esta queja pueril para decir que los señores de Alianza Editorial han publicado una excelente recopilación de cuentos de terror en dos tomos, pero que para llamar la atención del gran público (y vender cuanto más mejor) han creado un libro con una portada un tanto chocante (llamativa, sería mejor decir), que es ésta:
  Sobre fondo negro el cráneo de un león o tigre, no sé diferenciarlo. Ésta es la del primer volumen, la del segundo es la misma imagen pero la mitad que falta, con lo cual, juntando los dos pequeños tomos se completa la calavera del felino. En fin, que esto, visto en un estante donde se arrejuntan toda clase de libros con portadas anodinas, colores pocos llamativos y presentaciones sosas, estas antologías llaman la atención de un ciego. ¡Objetivo cumplido! Pensarán los sesudos señores de la editorial en cuestión.
 Todo esto es natural en el mundo que nos ha tocado vivir en el que el dinero es el dios más poderoso de todos, y, algunos dirán, que lo llamativo es sorprenderse a estas alturas. Yo, que soy más bien ingenuo, tomo el llamativo volumen en mis manos y descubro para mi gran alegría que la estruendosa portada es lo de menos, porque se trata de una antología realizada por uno de los más reputados especialistas en literatura de terror (Rafael Llopis) y que los  autores que tratan son "números uno" de todos los tiempos. Así, en este primer volumen encontramos a Dickens, Poe, Polidori, Walter Scott o el propio Bécquer. Y, en mi sorprendente candor, pienso que más valía publicitar los nombres antes citados al amenazante cráneo del animal. Por cierto, el tomo tiene el subtítulo de Daniel Defoe a Ambrose Bierce, y aunque acaba con Bierce, no comienza con Defoe sino con un tal Lope de Vega (no sé si vuesas mercedes lo conocerán); tal vez hubiera quedado demasiado formal si ponen que el primer relato de terror es del autor de Fuenteovejuna o de El perro del hortelano.
  Así las cosas, parece que el mundo editorial tiene como función principal vender novelas como quien vende rosquillas, da igual quien compre mientras compren mucho. Es posible que el lector que busque cuentos de terror no esté interesado en Lope de Vega, Dickens o Bécquer, o incluso que desconozca por completo que esos autores, en sus extensas obras llegaran a escribir tales relatos. Aquí, una vez más, en mi extrema simpleza, quisiera pensar que lectores jóvenes que busquen relatos de terror escritos por contemporáneos como Stephen King, Ray Bradbury o Patricia Highsmith, conocieran que los clásicos también se interesaron por el subgénero y que, por pura casualidad, se interesaran por ellos. Así en un futuro no muy lejano, tal vez los editores no tendrían que llamar nuestra atención con portadas estruendosas o subtítulos inexactos.