martes, 21 de agosto de 2018

"El muchacho silvestre", por Paolo Cognetti.

 Cuando se está inmerso en la ímproba tarea de escribir una novela se juntan decenas de hilos argumentales al principal, y muchos de aquéllos son descartados, quedando arrumbados en cuadernos, hojas o archivos informáticos. Tantos son y no todos tan malos que, entrelazándolos entre sí, dan a menudo para escribir otra novela o, al menos, un relato. Esto parece ser que le ocurrió a Paolo Cognetti con los argumentos de Las ocho montañas y con esta novela breve titulada El muchacho silvestre.
  Entiendo que la novela a la que se dedicaron todos los esfuerzos y los mejores temas fue Las ocho montañas, que, además del gran éxito comercial, recibió importantes premios tanto en Italia como en Francia, mientras que la novela hecha con retazos de la principal es esta que acabo de leer.  El muchacho silvestre es, por tanto, muy parecida a la obra más conocida de Cognetti: la búsqueda voluntaria de la soledad en la alta montaña, tratando de encontrarse a uno mismo por la ausencia de los otros y, sin embargo, conociendo a otros muy dispares a uno mismo que, paradójicamente, lo acercan a ese fin. De hecho, algunas historias que se encuentran en esta breve novela están, más desarrolladas, en Las ocho montañas, con un tratamiento más exhaustivo y trabajado.
  No quiero ser injusto, pero, en muchas ocasiones, estas novelas hechas con retazos rechazados de otras novelas mayores suelen ser imposiciones editoriales que obligan al escritor a comportarse como una suerte de "funcionario de la escritura", dando una producción fija al año, como si el talento literario pudiera exprimirse de forma regular cual vaca lechera. Esto es lo que siento al leer El muchacho silvestre, aunque sigue teniendo una calidad más que aceptable y sea recomendable su lectura.

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