sábado, 18 de agosto de 2018

"El brazo marchito y otros relatos", de Thomas Hardy.

 Ya comenté en otra entrada que, a mi entender, lo peor de la literatura victoriana es lo supeditada que estaba a las imposiciones editoriales (¡y cuándo no ha sido así!), de forma que las novelas que se publicaban por entregas en revistas semanales tenían una estructura un tanto deslavazada al estar obligados los escritores a que cada capítulo tuviese su atractivo especial por sí mismo y diera un quiebro o dejase algo a esperar para así enganchar al lector y hacerle que esperase ansioso el próximo número de la revista. Esto, claro está, no afecta a los relatos o cuentos, toda vez que eran publicados íntegros, ya fuera en revista o en libro, sin necesidad de "lonchearlos" como si fuera panceta (perdón, quería decir bacón o beicon). Unido esto a que los escritores victorianos fueron excelentes autores de cuentos, si no propiamente dicho de terror, sí de temática fantástica, me llevó a leer este pequeño tomo editado por Penguin.
  Así, el cuento que da nombre a la recopilación, El brazo marchito, es de dicha temática (la maldición de una mujer hacia otra que hace que su brazo se necrose y la posterior venganza de la afectada). El resto de relatos es más asuntos románticos que otra cosa, algo, por cierto, también muy en boga en tiempos victorianos, cuya literatura (como al resto de la europea) pertenecía al Romanticismo literario. Pero el primer romántico al que me refiero hace referencia al amor galante, siempre complicado y, normalmente, en un triángulo amoroso. Con todo, la maestría de Hardy supera las desafecciones que un lector como yo pueda tener hacia esa temática.
 Mención aparte hago de la traducción. En la portada del libro aparece como traductor al escritor Javier Marías, quien es conocido deudor de la literatura victoriana y traductor de un buen número de obras escritas en la lengua de Shakespeare, de todas ellas yo destacaría la peculiar Tristam Shandy de Laurence Sterne, publicada por Alfaguara. Bien, lo cierto es que los de Penguin dicen que Marías es traductor en este volumen, no dicen si lo es sólo de El brazo marchito o de todos los relatos contenidos en él. Yo quiero pensar que sólo lo es del relato principal, pues en otros la cantidad de leísmos e incluso la traducción inapropiada de palabras de aquella lengua, los llamados "false friends", es decir, palabras de grafías muy semejantes en ambas lenguas pero con distinto significado es verdaderamente espantosa.
  Con respecto a los leísmos, Javier Marías es, como quien esto escribe, madrileño, y, temo mucho, que el leísmo es uno de los defectos gramaticales más frecuentes en la capital; con todo, un académico como Marías no cae en los errores tan frecuentes entre sus paisanos. Más evidente es lo de los "false friends" en alguien que domina la lengua de "la pérfida Albión" como lo hace don Javier (todo sea dicho, en el ámbito de la lectura y la traducción, porque en la pronunciación -archivos hay en You Tube para quien quiera comprobarlo- es francamente macarrónica). Por tanto, me inclino a pensar que Javier Marías es traductor de El brazo marchito, pero no de otros relatos contenidos en este libro.

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