sábado, 6 de abril de 2019

"Imágenes en acción", una aventura del Mundodisco, por Terry Pratchett.

 Décima entrega del paródico "altermundo" creado por Pratchett: el Mundodisco, ese extraño mundo con forma de disco que descansa sobre las espaldas de cuatro gigantescos elefantes que, a su vez, reposan sobre la concha de la inmensa tortuga cósmica, la Gran A'Tuin. Ese mundo totalmente inventado por el inglés que, en principio, no tiene nada que ver con el nuestro pero que en verdad es un esplendoroso sarcasmo de nuestra sociedad.
 El protagonista es, como casi siempre, un perdedor nato, un antihéroe que da mas pena que risa, Víctor Tugelbend, un estudiante sempiterno de la Universidad Invisible que, por pura casualidad, acaba siendo la estrella de la incipiente industria cinematográfica de Ankh-Morpork. Y eso que decir industria cinematográfica es mucho decir: se trata de un invento en el que unos pequeños demonios son introducidos en una caja (remedo de una cámara de vídeo) y dibujan a toda velocidad imágenes esquivando los pequeños látigos que les azotan las espaldas al girar la manivela.
  Una vez más, la traducción vuelve a provocar una mala pasada: el título original, Moving Pictures, tiene un doble sentido, el que se ha dado en la traducción española, Imágenes en acción, pero también podría ser traducido como "imágenes emotivas" o "imágenes conmovedoras". Eso es lo malo de no leer en versión original, que se pierden muchos dobles sentidos por muy bueno que sea el traductor. En otros casos la burla de Pratchett es muy evidente y no sufre al traducir, como el hecho de que la ciudad cercana a Ankh-Morpork en la que se rueda se llame Holy Wood (evidente burla de Hollywood). En realidad, la novela es una sátira de esa industria cinematográfica, mostrando actores mediocres que no saben hacer la o con un canuto, directores incapaces de transmitir una idea y productores avaros que perjudican su propia película.
  Cuantísimos actores negados como el tal Tugelbend han poblado las películas de Hollywood, cuántos pésimos directores como Silverfish o productores terribles como Y-voy-a-la-ruina Escurridizo (un tipo capaz de vender los productos más infames a quien no tenía la más mínima intención de comprarlos). En fin, Pratchett vuelve a reírse de todo y de todos con ese humor anglosajón que no deja títere sin cabeza en nuestra honorable sociedad.

martes, 2 de abril de 2019

Inciso cinematográfico: "The Left Hand of God" (1955).

 Hay actores que son buenos, otros son malos, pero todos pasan inevitablemente por modas, epocas que las que son admirados o queridos y otras en las que son poco menos que olvidados. Humphrey Bogart ha sufrido estos vaivenes. Allá por los 40 y 50 del pasado siglo, con el mundo occidental en ruinas materiales y morales tras la Segunda Guerra Mundial, este tipo bajito, malencarado, con más arrugas que frente y una actitud que es la de aquel que está harto de todo casaba muy bien con la posguerra. Probablemente, en los 60, 70 y 80 era una especie de personajillo mohoso que no tenía nada que ver con las vidas (o mejor, con las aspiraciones vitales) de los hombres de aquel tiempo y al que las mujeres, evidentemente, no veían el magnetismo, el atractivo del perdedor que habían visto en él sus madres. Bien, Humphrey Bogart lleva más de sesenta años muerto, ahora podemos recordarlos sin las futilidades de la moda. Hoy su estela como actor perdura con un estilo que supera su apariencia física. En el "Star system" de Hollywood que promocionaba actores cuya única baza era medir metro noventa, tener un cuerpo de nadador olímpico, una sonrisa perfecta y una mandíbula con la que se podían partir nueces, Bogart era una rareza, y, sin embargo... un ídolo sexual para muchas mujeres.
Imagen tomada del sitio filmaffinity.com
  Con todo, siguen subsistiendo algunos estereotipos que convierten a los personajes de Bogart en chulos de taberna... en algunos países más que en otros. Una de las mayores dificultades para que una película guste en otro país es la traducción. Muchísimos gags, situaciones o dobles sentidos se pierden en la traducción; es la famosa expresión anglosajona lost in translation; el doblaje muchas veces destruye más que nada. Tradicionalmente se ha afirmado sin rubor que los doblajes en España eran buenísimos... esto lo decían, claro está, quienes los llevaban a cabo. El actor de doblaje de Humphrey Bogart ( no sé quién fue ni lo quiero saber, aunque hoy en día, internet mediante, es bien fácil) estuvo mal elegido. Léase lo anterior bien: "estuvo mal elegido", no digo que fuera un mal actor de doblaje ni mucho menos. Es lo que se llama "casting de actores", una función importantísima en cualquier película. Ese "casting" de actores de doblaje puso a Bogart uno que tenía (o ponía, no sé) vozde duro, un barítono con dejes de chulo de taberna... y Bogart no hablaba así. Su voz era muy nasal, muy poco inteligible (entre los rumores que le afectan está el que dice que como combatiente en la Primera Guerra Mundial sufrió una herida por metralla en la boca que le impidió vocalizar con fluidez, vaya usted a saber si es verdad), no tenía el punto de insolente arrogancia que tiene la del doblaje en español. La voz en español desvirtuó por completo al actor, éste tenía sus papeles principales como el perdedor de vuelta de todo, con una sonrisa cínica, pero que, en el fondo, tenía buen corazón y era noble.
Imagen tomada de Wikimedia Commons.
  En cuanto a la película, The Left Hand of God, parece escrita para él: un cura católico llega a una misión olvidada en el centro de China acabada la Segunda Guerra Mundial. Es un tipo que tiene una actitud impropia de un cura, sus ademanes, sus frases, su pistola... alguno incluso duda de que lo sea. Finalmente, en una charla con un igual (un pastor protestante de una misión cercana) se revela como quien verdaderamente es: un antiguo piloto de guerra que fue derribado y que encontró su supervivencia siendo el segundo ("machaca" los llaman algunos) de un señor de la guerra local que extorsiona a las localidades vecinas. Un asesinato casual  de un cura católico permite al criminal James Carmody convertirse en el Padre O'Shea, toma sus ropas y huye de su vida de violencia convirtiéndose en un farsante. Finalmente, el señor de la guerra al que sirvió ataca la misión católica y todo se descubre, pero el padre O'Shea consigue librarlos a todo de la muerte y la extorsión antes de huir de allí para empezar otra nueva vida. Es una buena película, no es Casablanca, pero mantiene la emoción hasta el final, no es previsible ni ñoña y, por encima de todo, el actor principal, Humphrey Bogart, está a un altísimo nivel.

viernes, 22 de marzo de 2019

"Proverbios y cantares, X", Antonio Machado.

La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.

martes, 12 de marzo de 2019

"Giubbe Rose", Franco Battiato.

Abito in una casa di collina
E userò la macchina tre volte al mese
Con 2000 lire di benzina
Scendo giù in paese
Quante lucertole attraversano la strada
Vanno veloci ed io più piano ad evitarle
Quanti giardini di aranci e limoni
Balconi traboccanti di gerani
Per Pasqua oppure quando ci si sposa
Usiamo per lavarci
Petali di rose
E le lucertole attraversano la strada
Com'è diverso e uguale
Il loro mondo dal mio
Vivere più a sud
Per trovare la mia stella
E i cieli e i mari
Prima dov'ero
Passare dal mercato del pesce
Prendere i collari in farmacia per i cani
E ritirare i vetri cattedrale del gazebo
Il fuoco incandescente del vulcano
Allontanò il potere delle Giubbe Rosse
E come sembra tutto disumano
E certi capi allora e oggi
E certe masse
Quanti fantasmi ci attraversano la strada
Ritornare a sud
Per seguire il mio destino
La prossima tappa
Del mio cammino in me
Per trovare la mia stella
E i cieli e i mari
Prima dov'ero

sábado, 9 de marzo de 2019

"El nombre de la rosa", de Umberto Eco.

 Un clásico del semiólogo italiano, con su famosísima adaptación cinematográfica protagonizada por Sean Connery. De Eco sólo he leído Baudolino y El cementerio de Praga, aunque es sabido que el piamontés fue un prolífico autor de ensayo lingüístico y escaso mas soberbio novelista. El nombre de la rosa no defrauda en lo que aparenta ser: una excepcional novela profusamente documentada y muestra de la erudición de su autor que en absoluto riñe con la amenidad e incluso con la diversión. Los personajes principales: Guillermo de Baskerville, Adso de Metz, Ubertino da Casale, Abbone da Fossanova, el inquisidor Bernardo Gui, los dulcinistas Salvatore de Monferrato y Remigio da Varagine y tantos otros son francamente redondos, verosímiles y complejos; las descripciones tanto físicas (la abadía con su Edificio, iglesia, scriptorium, refectorio...) como de ambientes (órdenes religiosas en la Edad Media, relación de éstas con grandes personajes teológicos -Santo Tomás o San Agustín-) hace que la novela tenga un nivel de erudición difícilmente alcanzable; pero, como enunciaba al principio, Eco fue un maestro de la narrativa y es capaz de hacer francamente divertido un tema que podía ser muy hueso, muy áspero, sin embargo, el autor es capaz de ser riguroso a la vez que entretenido, culto a la vez que ameno.
 Uno imagina que con el alto nivel de conocimientos lingüísticos de Eco y su capacidad de contar historias de tiempos remotos podría haber sido un extraordinariamente prolífico escritor de novela histórica, pero de novela histórica de calidad, no los bodrios politizados que publican las editoriales especializadas en novela histórica que son simplemente infumables panfletos patrioteros sin verosimilitud histórica alguna... y los hay de todas y cada una de las nacionalidades históricas de Europa.
 Eco consigue pintar un fresco de la Baja Edad Media con una clarividencia propia de un libro de texto, pero para todo el público. En la contraportada de esta edición de la editorial Debolsillo (Penguin Radndom House) dice que "sin él, los índices de lectura de los últimos veinte años habrían sido mucho menores", esta afirmación es verdaderamente rotunda, que un autor sea capaz de conseguir que el público general lea narrativa con una calidad como esta es aplicable a muy pocos escritores... y yo, al menos, estoy totalmente de acuerdo con la afirmación.

martes, 5 de marzo de 2019

Un relato mío, "El hacedor de best sellers", publicado por la revista Sueños de papel.

 Desde que, recientemente, unos pocos engañaron a la gran mayoría de la sociedad para aumentar sus beneficios a costa de casi todos, es decir, desde la pasada crisis, los certámenes literarios han disminuido notablemente. Con todo, todavía quedan algunos municipios (sorprendentemente, los más pequeños, parece que las grandes ciudades no tienen presupuesto más que para pintar ripios en los pasos de peatones) que siguen convocando estos concursos. Un relato  mío, El hacedor de best sellers, ha sido seleccionado por la Biblioteca de La Carlota (Córdoba) para ser publicado en su revista, Sueños de papel.
 La revista, según se puede leer en su portada, hace la número nueve, aunque se trata del primer certamen de relatos cortos. En todo caso, entiendo que para un municipio que no alcanza los quince mil habitantes es un esfuerzo ímprobo publicar una revista cultural aunque sea trimestral, lo cual hace especialmente loable su existencia.
 Aun a riesgo de parecer anticuado, puesto que todavía sigo pensando que "es de bien nacido ser agradecido", quiero aprovechar este humilde blog que casi nadie lee para agradecer a los artífices de la revista Sueños de papel, a la Biblioteca de La Carlota y al municipio entero que sigan haciendo el esfuerzo de promover la cultura popular y que hayan elegido un relato mío para su revista.


jueves, 28 de febrero de 2019

"Types of Narrators", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com)

Imagen tomada del sitio www.incidentalcomics.com

"El hombre vivo", de Gilbert Keith Chesterton.

 Otra genialidad desparramada de Chesterton. Después de haber leído a Terry Pratchett es evidente que aquél fue maestro de éste: el humor irónico y sarcástico, tan típicamente inglés; la mofa de toda tradición y cultura hecha desde la respetuosa aquiescencia de alguien conservador y tradicionalista (tanto en el sentido social como en lo político); la creación de personajes entrañables, con los que cualquiera  podría identificarse; y, por encima de todo, un potentísimo humanismo que se niega a perder la esperanza en la vieja sociedad creada por el hombre son las características comunes a Pratchett y a Chesterton. Entre ambos, no obstante, distan casi cien años, con lo cual las diferencias también son evidentes: la prosa de Chesterton es mucho más densa, más adjetivada, sus descripciones más minuciosas y detalladas, su cercanía temporal a la "literatura victoriana" es evidente; por el contrario, Pratchett tiene una prosa más rápida, menos enrevesada, sin tanto adjetivo ni frase subordinada, es una prosa más periodística, más apropiada para cualquiera del siglo XXI y su crónica falta de tiempo; pero la relación es obvia para cualquiera con cierta experiencia lectora.
 El hombre vivo es otra de esas novelas geniales de Chesterton que le hacen a uno reconciliarse con el género humano. Describe un personaje inusual, extraño y sin embargo encantador llamado Innocent Smith (nótese la ironía del nombre, en la traducción española no se ha querido cambiar por Inocencio García, por ejemplo, aunque así hubieran hecho más evidente sus características), este tipo es un hombre cándido, bienintencionado, sin cinismo alguno, honesto y sincero. Su forma de ser enamorará ciegamente a la otra protagonista, Mary Gray, que verá en él la salvación que toda persona busca en la otra cuando se empareja. Esta Mary Gray es una inquilina de una casa de huéspedes en Swiss Cottage, Londres (barrio, por cierto, en el que vivió unos pocos meses quien esto escribe), y sus huéspedes tratan de hacer ver que esa presunta y adorable sencillez de Smith no es sino una máscara.
 En fin, Chesterton en estado puro, unos frescos humanos de una calidad apabullantes. Un gran conocedor del alma humana. Una novela atemporal basada en la moral y la apariencia humana, algo que ha movido el mundo desde que el mono se convirtió en hombre.