Décima entrega del paródico "altermundo" creado por Pratchett: el Mundodisco, ese extraño mundo con forma de disco que descansa sobre las espaldas de cuatro gigantescos elefantes que, a su vez, reposan sobre la concha de la inmensa tortuga cósmica, la Gran A'Tuin. Ese mundo totalmente inventado por el inglés que, en principio, no tiene nada que ver con el nuestro pero que en verdad es un esplendoroso sarcasmo de nuestra sociedad.
El protagonista es, como casi siempre, un perdedor nato, un antihéroe que da mas pena que risa, Víctor Tugelbend, un estudiante sempiterno de la Universidad Invisible que, por pura casualidad, acaba siendo la estrella de la incipiente industria cinematográfica de Ankh-Morpork. Y eso que decir industria cinematográfica es mucho decir: se trata de un invento en el que unos pequeños demonios son introducidos en una caja (remedo de una cámara de vídeo) y dibujan a toda velocidad imágenes esquivando los pequeños látigos que les azotan las espaldas al girar la manivela.
Una vez más, la traducción vuelve a provocar una mala pasada: el título original, Moving Pictures, tiene un doble sentido, el que se ha dado en la traducción española, Imágenes en acción, pero también podría ser traducido como "imágenes emotivas" o "imágenes conmovedoras". Eso es lo malo de no leer en versión original, que se pierden muchos dobles sentidos por muy bueno que sea el traductor. En otros casos la burla de Pratchett es muy evidente y no sufre al traducir, como el hecho de que la ciudad cercana a Ankh-Morpork en la que se rueda se llame Holy Wood (evidente burla de Hollywood). En realidad, la novela es una sátira de esa industria cinematográfica, mostrando actores mediocres que no saben hacer la o con un canuto, directores incapaces de transmitir una idea y productores avaros que perjudican su propia película.
Cuantísimos actores negados como el tal Tugelbend han poblado las películas de Hollywood, cuántos pésimos directores como Silverfish o productores terribles como Y-voy-a-la-ruina Escurridizo (un tipo capaz de vender los productos más infames a quien no tenía la más mínima intención de comprarlos). En fin, Pratchett vuelve a reírse de todo y de todos con ese humor anglosajón que no deja títere sin cabeza en nuestra honorable sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.