miércoles, 24 de octubre de 2012

Sociedad

 
Fotocopias grises,
eso pretenden que seamos.
Fotocopias grises,
que seamos útiles a sus empeños.
Fotocopias grises,
tan iguales que nos puedan sustituir.
Fotocopias grises,
formando un productivo rebaño.


                    J.

viernes, 19 de octubre de 2012

Ahora leyendo: "De un castillo a otro" de Céline

  No debió ser un hombre fácil, desde luego no es un escritor fácil... Céline llevó una vida compleja: herido de gravedad en la Primera Guerra Mundial; reconvertido en médico y escritor prestigioso en el periodo de entreguerras; caída a los infiernos en la Segunda Guerra, con acusaciones de antisemitismo; encarcelamiento por colaboracionismo en Dinamarca y en su propio país; escritor odiado y sin embargo muy leído y admirado... Controversia en estado puro.
  Su prosa es como su personalidad: apabullante y compleja, lo que llaman prosa sincopada, que se atraganta fácilmente a los que estamos acostumbrados al respeto más escrupuloso de las normas de puntuación, pero que a la vez produce una lectura ágil, velocísima... "escribir como se habla".
  La obra de Céline está llena de amargura, de resentimiento, no hay rincón para la autocomplacencia. Los temas ya son brutales en sí mismos: la guerra y sus inmoralidades, el abuso del poder de unos hombres sobre otros, la mezquindad humana... pero con esa "prosa sincopada" resulta aún más duro y ácido.
  No, no es una lectura fácil, pero tampoco lo fue el siglo XX...

miércoles, 17 de octubre de 2012

El último de los "hermosos vencidos", Primo Levi


La mayor paradoja de entre los escritores-suicidas: Un auténtico superviviente de la barbarie humana, tras superar Auschwitz; reintegrarse a la vida “normal”, a su trabajo de químico y como esposo y padre de dos hijos; se quitaría la vida a los 68 años de edad.
Primo Levi pertenecía a una familia de clase media de Turín, judío de origen pero no practicante (ni sus padres), estudió química en su ciudad natal. Al acabar la carrera, se unió a un grupo de partisanos, más por luchar contra el fascismo totalitario que por la discriminación que habría de sufrir por ser judío; sin llegar a disparar una bala fueron todos detenidos, los no judíos fueron fusilados allí mismo y él fue entregado a la autoridad alemana. En Auschwitz conoció el horror del que es capaz el ser humano y, sin embargo, merced a su fuerza de voluntad, ilusión juvenil y capacidad de lucha, sobrevivió; regresó a Turín tras una odisea por media Europa, y recomenzó su vida.
La gran capacidad intelectual y moral de Levi, le permitió reiniciar su vida de forma gozosa, en el plano personal, familiar, laboral... sin olvidar su pasado; en efecto, dedicó buena parte de su tiempo libre a acudir a charlas, conferencias, simposios... donde su valiente testimonio servía para abominar de cualquier clase de violencia que el ser humano pueda ejercer sobre su prójimo, más, si cabe, cuando esa violencia se ejerce de forma masiva sobre seis millones de almas. Dejó por escrito sus experiencias en el campo de concentración para que las generaciones venideras pudiéramos conocer el horror en piel ajena, vacunarnos sin necesidad de pasar la terrible “enfermedad”. Ya solo por esto, Primo Levi se habría convertido en un fenómeno del género humano, pero aquí no acaba todo: con una vida plena en todas sus facetas, consiguió emplear su superior intelecto para la creación literaria: escribió decenas de cuentos y relatos, que sin duda son los mejor escritos en la lengua de Dante, son cuentos que tienen una capacidad imaginativa y creativa que quizás solo haya sido alcanzada por Cortázar o Borges. Ese el hombre, un verdadero prodigio de la naturaleza. Y sin embargo, a los 68 años de edad se quitaría la vida...
Levi era un superviviente, un luchador, un hombre exitoso en todo, había superado el horror, la barbarie, entonces... ¿por qué el suicidio? Un conocido periodista italiano dio un título de portada: “Levi ha muerto en Auschwitz, cuarenta y dos años después”. ¿Es ésa la verdad: será que Primo mantenía la herida encubierta por un proceso intelectivo? Quizá sí. O puede que por el contrario, el suicidio se debiera a razones más prosaicas: apuntan un trastorno depresivo provocado por el deterioro físico y mental de su madre... Lo ignoramos, lo cierto es que no siempre el final de una vida es el acto más importante de la misma. Suponemos que una vida heroica o admirable ha de acabar de esa misma forma pero, por desgracia, la vida lo desmiente continuamente: grandes hombres y mujeres que tuvieron fines desgraciados y miserables, aparentemente impropios de tales individuos. Tal vez el fin de Primo Levi fue ese: un hombre genial, memorable, tanto en el ámbito humano (con la superación de la terrible adversidad con honestidad y optimismo) como en el literario (con la creación de cuentos que engrandecen la sensibilidad de aquel que los lea), que por un pequeño problema coyuntural se quitó la vida.
Esta última consideración es, en mi opinión, aplicable a todos los suicidios habidos y por haber, sean de literatos o no. Puede que el suicidio tenga un cierto “morbo glamouroso” en el plano literario, pero no deja de ser un fin que no tiene nada que ver con la producción artística, sino con enfermedades o desesperanzas.

Los "hermosos vencidos", undécima entrega: Virginia Woolf


Otro prototipo de escritor suicida: poetisa precoz, también alternó las fases de gran creatividad (especialmente poética) con las fases depresivas. Tras su muerte el año 41, pasó a un ignominioso olvido del cual fue rescatada por el movimiento feminista de los años sesenta; en efecto, ella siempre reivindicó el papel de la mujer en todas las facetas de la sociedad, incluida la de la creación literaria. No solo se dedicó a la poesía, también dominó la narrativa, como muestra la azarosa vida de un cocker spaniel llamado “Flush”. Sus intentos de suicidio se sucedieron a lo largo de su vida hasta que a los 59 años lo consiguió, de la forma tan poética que conocemos: se llenó de piedras los bolsillos del abrigo y entró lentamente en el río Ouse.

Los "hermosos vencidos", décima entrega: Ernest Hemingway

Prototipo del escritor aventurero: viajero empedernido, héroe de guerra, cazador en safaris, amante de decenas de mujeres, gran bebedor... Hemingway respondía a todos los excesos que un ser humano podía cometer. A la vez que vivía intensamente, también escribía de la misma manera: autor de decenas de novelas y relatos (muchos de los cuales han sido popularizados por el séptimo arte) que narraban personajes audaces, de vidas apasionadas. Su suicidio fue negado por algunos de sus coetáneos, atribuyéndolo a un accidente de caza; otros aseguraban que su vertiginosa vida solo podía explicarse desde un trastorno bipolar, con alternancia de fases maníacas (en las que escribiría toda su obra) y otras depresivas (en la que se encontraba al final).

Los "hermosos vencidos", novena entrega: José Agustín Goytisolo

Perteneciente a una de las familias con mayor presencia literaria en la posguerra española, representante de la llamada “generación de los 50”, fue novelista, ensayista y poeta. Marcado hasta el fin de su vida por la muerte de su madre en un bombardeo de la Guerra Civil, combatiría con todas sus fuerzas el totalitarismo fascista, con la ironía, sutileza e inteligencia, sin necesidad de exiliarse. Su carácter depresivo se fue agravando hasta que a los 71 años decidió dejar de sufrir.

Los "hermosos vencidos", octava entrega: Sylvia Plath


De esta colección de “hermosos vencidos”, aquella que se borró antes, tan solo con 30 años de vida. Escritora precoz, publicó un poemario “El coloso” con apenas veinte años. También escribiría novela, especialmente destacable es “la campana de cristal” con muy fuerte tendencia autobiográfica. Intentó quitarse la vida varias veces, hasta que lo consiguió con gas a aquella temprana edad. Su suicidio marcaría a su hijo Nicholas, quien, muchos años después, emularía a su progenitora.

Los "hermosos vencidos", séptima entrega: Stefan Zweig


Otro de los grandes de la literatura europea del siglo XX. Prolífico autor de novelas y ensayos, pero sobre todo un ser humano ávido de aprender, de conocer otros mundos, otras culturas, otras lenguas. Gracias a la pequeña fortuna de su familia, pudo viajar por medio mundo, conocer a personajes como Rilke, Gorki y otros. Abominó de los nacionalismos europeos que llevaron al continente al apocalipsis de la guerra mundial por dos veces; los estudiosos de su obra aseguran que el horror de la guerra y su convicción de que la Alemania nazi llegaría a conquistar el mundo, le hizo decantarse por el suicidio a sus sesenta años.

Los "hermosos vencidos", sexta entrega: Cesare Pavese

Uno de los poetas en la lengua de Dante más importantes del siglo XX. Comprometido antifascista, pasará años de cárcel en tiempos de Mussolini . Fue poeta, traductor de Hemingway, Steinbeck y otros al italiano. Se suicidará a los 42 años, esta vez parece que por un desengaño amoroso no superado años atrás.

Los "hermosos vencidos", quinta entrega: Jack London

Jack London si viajó. A diferencia de Salgari, London tuvo una infancia y juventud terribles, tuvo que abandonar los estudios muy joven y buscar trabajo de cualquier forma como obrero no cualificado con jornadas interminables y salarios de hambre. Fue buscador de oro, pescador de ostras, propietario de rancho... pero por encima de todo, Jack London fue el escritor ansioso de aventuras, de naturaleza salvaje, de animales fantásticos y hombres valerosos.
Con poco más de cincuenta años murió de forma misteriosa. Muchos de sus seguidores, consideraron un accidente la sobredosis de morfina que se auto-inyectó para superar el dolor que le atribulaba. Otros muchos consideraron intencionada esta sobredosis, un gesto de control de la situación.