martes, 23 de julio de 2013

Depresión acompañada

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Hay un momento en la vida de todo depresivo en el que ya sabes que no hay vuelta atrás. Un punto de no retorno: cuando las personas que comparten tu vida, aquellas que realmente te quieren, se cansan de sacarte a flote una y otra vez; puede ser tu pareja, tus amigos, tus hijos, tus padres... los mismos que se han apiadado -y a los que has explotado sintiéndote bien como víctima, haciéndote “el enfermito”- una y otra vez. Pero todo tiene un límite en la vida. Incluso ellos, que realmente te quieren, se cansan de la situación sin solución que recurrentemente les exige unas fuerzas de las que no están sobrados, al fin y al cabo ellos también tienen que vivir. Es, por tanto, un cansancio justificado y comprensible, pero deja al depresivo con la certeza de que está totalmente a merced de la tormenta interior que lo arrastra al fondo como si estuviera vestido con un traje de plomo, no hay nada que hacer, por mucho que trates de flotar la depresión te hundirá. No se está solo, pero llega un momento en el que te tienen que dejar hundir... he podido constatar personalmente en los que me rodean, agotados, asfixiados como están.
Convivir con un depresivo es algo que normalmente no es tenido en cuenta por la mayor parte de los psicólogos. Tan solo en el caso de niños y jóvenes, a los que no se suponen estrategias suficientes para luchar contra la depresión. En terapia antidepresiva, a la que llevo años infructuosamente adherido, no hay gran atención al “otro”, al que sufre la depresión de su pareja, de su amigo, de su familiar. Nadie parece entender el inmenso cansancio, frustración y agotamiento que los depresivos generamos en los que nos rodean. En algunos casos nos han elegido -parejas, amigos- en otros no -familiares- pero todos sufren el mismo tipo de estrés.
El enfermo depresivo -le voy a dar el sobrenombre de enfermedad, pues su cronicidad lo convierte en patología- es como un niño mimado que requiere a todas horas a su mamá. Desde fuera, o mejor dicho sin sensibilidad, pareciera que simplemente es eso, alguien que quiere atención en todo momento... y poco más. Por supuesto, los suicidios desmienten este extremo, además del grado extremo de frustración y sinvivir del que normalmente es consciente el propio enfermo. Por otra parte, llegado al punto de no retorno del que antes hablaba de cansancio del otro junto con la práctica ausencia de vida social hace que el depresivo acabe normalmente solo, ya no es por tanto posible “llamar la atención”.
Es frecuente que el depresivo, individuo dotado de una extremada sensibilidad, llegue a acusar a sus acompañantes de falta de la misma, de indiferencia, de pasividad... de dejarle hundirse, pero suele ocurrir que, cuando azota la galerna de la depresión, las escasas fuerzas y atenciones del enfermo están puestas en sí mismo y en su posible salvación – a veces no, a veces hay un gusto morboso en dejarse hundir- y los cuidados de los otros siempre saben a poco.
Los síntomas claros de la depresión -pensamiento negativo, insomnio, cansancio crónico, falta de contacto social, nula resiliencia, incluso molestias o dolores físicos- se acentúan cíclicamente como un recordatorio de tu personal arquitectura psíquica. Dichos síntomas afectan también al acompañante hasta el punto de hacer imposible una vida en familia o una amistad. Sería muy interesante que la psicología moderna tomara más en cuenta a los acompañantes del depresivo, que entraran a terapia, tanto solos como con el enfermo, para tratar de sobrellevar, me temo que no es posible la cura total, la enfermedad.

lunes, 22 de julio de 2013

Ahora leyendo (en poesía): Antología de Álvaro de Campos I

  Continúo con Álvaro de Campos editado por Ábada Editores. Por disponibilidad en la librería comencé por el tercer volumen que esta editorial dedicó a de Campos; puede que no sea relevante en los casos de Ricardo Reis o Alberto Caeiro, pero sí lo es en la obra de Álvaro de Campos, ya que sí hay evolución literaria en este heterónimo y, según parece, en Ábada han decidido seguir un orden cronológico.
   Según dije en otra entrada, Álvaro de Campos se inició, siempre sintiéndose deudo de Alberto Caeiro, por el decadentismo, pasando luego al futurismo para acabar en posiciones del nihilismo literario. En realidad en esta primera entrega he observado más influencia del futurismo que decadentismo, no he visto tanta evasión de la cotidianidad o vindicación del individualismo como alabanza de la modernidad y del maquinismo. Reconozco tener un poco de tirria al futurismo; no es que admire la poesía parnasiana y su bucólico reflejo pastoril... pero de ahí a buscar la belleza máxima en el funcionamiento de un motor de explosión... por no hablar de las veleidades fascistas de los futuristas encabezados por Marinetti.
  En contraposición a su citado maestro, Alberto Caeiro, de Campos se deja arrastrar por las modas literarias vigentes en Europa en su momento. Y pensar que todo esto cabía en una sola cabeza...
 

domingo, 21 de julio de 2013

Ahora leyendo (en narrativa): "Abril quebrado", de Ismail Kadaré

  Lo primero que leo de Kadaré. Otro balcánico, ¡buff qué obsesión! Esta vez un albanés. Me parece interesante reflexionar que siendo Albania un país tan pequeño, de un tamaño semejante a Galicia y con una población total como la ciudad de Madrid -aunque con los residentes fuera del país llegan a los cinco o seis millones-, probablemente no sabríamos nada de sus centenarias y particulares costumbres si no fuera por autores como Kadaré que las llevan a una verdadera universalidad.
  Porque, según queda meridianamente claro en la novela, el montañoso norte de Albania es un mundo aparte del resto de Europa. Allí prevalece un derecho consuetudinario sobre cualquier ley escrita, se llama Kanun, y rige las vidas de los montañeses con preceptos estrictos y, a mi modo de ver, alienantes. De hecho, el personaje principal, Gjorg, se ve forzado a asesinar a un hombre que previamente asesinó a su hermano, una forma de "lavar la sangre", pero con todos los detalles perfectamente prefijados: cuando ha de hacerlo, de que modo, qué ha de hacer después de matarlo... Es una suerte de destino del que no puede escapar.
  La trama, que no omite ningún detalle del Kanun que afecte al personaje, está narrada con suficiente amenidad para que no resulte asfixiante; en verdad, no es difícil identificarse con su angustia, ya que, a pesar de haber hecho todo "correctamente", sabe perfectamente que será asesinado cuando finalice un periodo de tregua que denominan besa.
  Es una novela muy original y que tiene, como antes dije, un valor testimonial de unas costumbres ancestrales de un pequeño rincón de Europa.
 

sábado, 20 de julio de 2013

Leído estas vacaciones (en narrativa): "Padres e hijos"de Iván Turgueniev

  Tenía muchas ganas de leer esta novela, entre otras cosas porque soy muy aficionado a la narrativa rusa con sus prolijas descripciones, tempo lento y personajes complejos y problemáticos... además, había leído en no sé que crítica presentar a Padres e hijos y a su propio autor como lecturas de referencia en el ámbito del nihilismo literario.
   Cuando hablo de literatura rusa no puedo evitar citar a uno de mis padres espirituales: León Tolstoi. No tanto en el ámbito literario, aunque disfruté enormemente (nunca mejor aplicado el adverbio dado las longitudes de las obras) con Guerra y paz o Anna Karénina; pero considero mejor filósofo que escritor al gran Tolstoi, he aprendido más cómo comportarme a diario con El reino de Dios está en vosotros o en La muerte de Ivan Illich, pero sobre todo creo haber aprendido a aprovechar la intensa formación católica que recibí en mi infancia, limpiándola de toda clase de mierdas sociales hasta llegar a la pureza del Evangelio (es decir eliminando lo superficial: los "vaticanos", curas pederastas, obispos ansiosos de poder...). 
  ¡Qué decir por otra parte de Fiodor Dostoievsky! Me cuesta mucho recordar otra novela con la que haya disfrutado tanto como con Crimen y castigo, por cierto menuda adaptación cinematográfica la de 1935 con el "todopoderoso" Peter Lorre... Por supuesto tampoco olvidaré los atormentados personajes de Los hermanos Karamazov.
  Citaré también a Goncharov y su emblemático Oblómov, personaje abúlico ídolo de las masas de desheredados enfermos de literatura entre los que me cuento.
  Bueno, ahora toca Turgueniev...
   Me ha pasado muchas veces: espero mucho de una determinada novela y luego cuando la leo, aunque no me acaba de disgustar, no me llena... y viceversa. Tal vez me ocurrió eso con Padres e hijos. En primer lugar, la extensión. Comparada con las de Tolstoi, es casi un relato, como mucho una novela breve. La ambientación de la novela sí es típicamente rusa, concretamente del medio rural. Los personajes, aun estando bien delineados, no tienen la intensidad psicológica de los de Dostoievsky. El argumento principal, el choque generacional; los argumentos secundarios, la evolución social de Rusia o la eliminación de los anacronismos sociales del zarismo son interesantes, pero no acaban de llenarme. ¿Y eso del nihilismo? En efecto, se presenta al personaje principal, Bazárov, como un nihilista convencido que desprecia todo como meras convenciones sociales carentes de sentido y se trata de mostrar al lector cuál ha de ser, supuestamente, la actitud vital de alguien que se tiene por tal; mi crítica en este punto es que todo es demasiado superficial, sí, el personaje es nihilista, pero parece más un chico joven que ha leído algo sobre el tema y le gusta la moda... algo impostado y falso.
  Aun así, no acabaré este texto sin recomendar la lectura de Padres e hijos. No es la mejor novela que he leído en los últimos meses, pero sí merece la pena... ¿he encontrado alguna que no mereciera la pena en absoluto?

viernes, 19 de julio de 2013

Leído en estas vacaciones (en poesía): "Antología poética de Blas de Otero"

  En una edición de Alianza, una antología bastante amplia que abarca desde sus poemas de juventud, casi adolescencia, hasta aquellos que quedaron inconclusos.
   Blas de Otero, un buscador. Esa sería la tarjeta de presentación ideal. Puede que no sea muy original tratándose de un poeta, pero quizá en él sea más evidente. Muchos de sus poemas aparentan una seguridad impostada, en una imagen sempiterna y tradicional de Dios, de la vida, de la muerte... pero en realidad la pregunta sin respuesta subyace en el interior. Blas de Otero fue incluido en esa "Poesía desarraigada", y en cierto modo participa de algunas de sus características: existencialismo, preocupación por el hombre, una visión desesperanzada de la vida... pero no llega al nihilismo militante de algunos de sus componentes. En él se aprecia una religiosidad muy convencional, profunda, pero también desesperada; es curioso, pero me ha recordado en algunas ocasiones a mi abuelo Alfonso (que no tenía nada de poeta, por cierto) en unas temibles charlas que tuvimos en mi adolescencia, de hecho, en mi opinión, la temática religiosa es más abundante que la social o la existencial.

jueves, 18 de julio de 2013

Leído en estas vacaciones (en narrativa): "Las desventuras del príncipe Sternhoch", de Ladislav Klíma

  Comenté en otra entrada que tengo una cierta debilidad por la literatura de la Península balcánica y más concretamente por aquella que se escribió durante aquel engendro político "multirracial y pluricultural" llamado Imperio austrohúngaro, pues bien, Ladislav Klíma fue un tipo nacido en Bohemia, por aquel entonces, 1878, parte de dicho Imperio.
   Es este un escritor muy poco conocido en España y Europa occidental, quizá en la actual Chequia (escribió siempre en la lengua de Jaroslav Hasek), pero parece ser más famoso como filósofo y agitador social que como novelista.
  Las desventuras del príncipe Sternhoch es una verdadera "novela-enigma", al menos yo no sabría cómo clasificarla. El argumento gira en torno a las desgracias y alucinaciones del citado príncipe tras su boda con una, aparentemente al principio, tranquila señorita sin apenas carácter; su mujer gira radicalmente su posición en la vida para convertirse en una arpía sedienta de poder y de ser poseída, como consecuencia, atormenta a su insignificante marido hasta que este decide matarla, para su desgracia, sin embargo, el espíritu errante de su mujer seguirá presentándose para atormentarle.
   Se puede apreciar una cierta maestría en la narración al tiempo que un discurrir filosófico del príncipe que quizás sea la del propio Klíma a juzgar por sus obras filosóficas, en las que ahonda en en las teorías nietzscheanas tan en boga en la Europa de principios del siglo XX. El resultado, como antes dije, es una novela inclasificable, con un tempo rápido, con argumento sólido y perfectamente comprensible a pesar de lo insólito que es.

miércoles, 10 de julio de 2013

Fragmento del X y último capítulo de mi novela "Dulce et decorum est pro patria mori"

X EPÍLOGO


En abril de 1943, las tropas aliadas se aprestaban a dar el asalto desde el norte de África hasta el sur de Europa para conseguir apoderarse de lo que Churchill llamaría el “blando vientre del III Reich”, Italia. A la natural opción de invadir la península Itálica y su isla más cercana, Sicilia, se oponía la más improbable de desembarcar en dos puntos: Cerdeña y la península Balcánica. La inteligencia británica trató de provocar el engaño a los nazis lanzando un cadáver uniformado con cartas que insinuaran tal posibilidad. El alférez Cholmondeley fue el encargado de idear el plan que fue llevado a cabo con el cadáver de un indigente de origen galés, William Glyndwr, quien había muerto en Londres días antes. La operación fue denominada, con un cierto humor negro muy británico, “Mincemeat Operation”, “Operación Carne Picada”. Dicho cadáver fue liberado en las aguas cercanas a la costa onubense para ser accidentalmente recogido por un pescador de origen portugués, João Pinto, quien lo entregó a las autoridades locales, entre ellas el agente local de la “Abwehr”, la inteligencia alemana. La operación “Mincemeat” fue un éxito rotundo: los alemanes dividieron sus tropas entre Cerdeña y Grecia, desatendiendo Sicilia e Italia por donde finalmente se produjo la invasión aliada. Aquello supuso el principio del fin del dominio nazi en el sur de Europa.
El cadáver lanzado al agua, el de William Glyndwr, fue recuperado y enterrado, donde hasta hoy reposa, con una sencilla lápida en el onubense cementerio Nuestra Señora de la Soledad. Las autoridades británicas decidieron “honrar” sus restos mortales con la inscripción de la cita horaciana “Dulce et decorum est pro patria mori”, dulce y honorable es morir por la patria, a alguien que nunca pudo ser preguntado si quería servir de forma póstuma a su patria.

martes, 9 de julio de 2013

Ahora leyendo (en poesía): "Marinero en tierra", de Rafael Alberti

  Una obra de una popularidad enorme, merecedora del Premio Nacional de Poesía y de un gran éxito de público que colocaron a Alberti entre los grandes de la Generación del 27: Marinero en Tierra.
   La temática es muy simplista, el propio título lo indica: añoranza de sus paisajes marineros gaditanos, de la sencilla y dura vida de la mar; con respecto a las formas también son muy clásicas: abundan los sonetos, las rimas consonantes... me cuesta, sin embargo, acostumbrarme a palabros que no sé si siguen la doctrina juanramoniana o son simples faltas de ortografía ("yelo" por hielo o "alcol" por alcohol, entre otras). En cualquier caso, se deja ver bien a las claras que Marinero en tierra es una obra de juventud, de alguien que tiene el talento de los grandes, pero joven al fin.

lunes, 8 de julio de 2013

Ahora leyendo (en narrativa): "Pan", de Knut Hamsun

  Primera cosa que leo del Premio Nobel de literatura en 1920, Knut Hamsun: Pan.
   Editado por Anagrama, es, supuestamente, una obra de juventud; su obra más nombrada y admirada es Hambre. Esperaré a leerla por completo, uno o dos días más, es una novela corta, para poderme hacer una idea más apropiada de la naturaleza de la misma, por el momento estoy ligeramente decepcionado. Dicen los que entienden, que Hamsen fue influencia fundamental para la literatura europea, sobre todo germánica de principios del XX; grandes nombres residentes en el Olimpo literario resuenan como sus deudos: Thomas Mann, Franz Kafka, Stefan Zweig, Hermann Hesse o Isaac Bashevis Singer. Desde luego haber influido aunque sea mínimamente en alguno de esos "monstruos" de la creación literaria es bastante para justificar un Premio Nobel... no sé, seguiré leyendo...

domingo, 7 de julio de 2013

Fragmento del IX capítulo de mi novela: "Dulce et decorum est pro patria mori"

 
IX LA CARTA


Carta recibida por Grace Banfield el día 23 de abril de 1943.



Para Grace Banfield
7, Hannah Street
CF10 5JA, Butetown, Cardiff


Querida madre:

Hace mucho tiempo que no nos vemos, seguimos con nuestras azarosas vidas, tú en Cardiff, yo en Londres. No es fácil, qué te voy a contar.
Han pasado muchos años desde mi infancia, pero nunca la olvidaré, a pesar de lo duro que fue para todos, creo que ha sido el único tiempo feliz de mi vida. Después todo ha ido cuesta abajo; cierto que conocí personas maravillosas, mi amigo Joseph Nash principalmente; también creí estar enamorado, tenías que haber conocido a Janet, en realidad no es mala, es que ha sufrido mucho... como todos.
Como tú me decías, busqué amigos que me reconfortaran. Ya te hablé de Joseph, mamá, seguro que tú dirías que era un pobre hombre, sin casa ni trabajo fijo, pero si supieras la sabiduría que emanaba, era un gran lector, no solo era sabio, también podía alcanzar el alma humana, conocía lo más profundo de cada ser. Tristemente, la intolerancia se lo llevó hace un tiempo. Me siento solo sin él.
¿Recuerdas en Cardiff cuando me llevabas caramelos al salir del colegio? Te parecerá una tontería, pero no puedo dejar de pensar en aquellos días, tal lejanos, tan felices...
Espero que no te sientas sola después de tanto dolor. Sé que has tratado de rehacer tu vida con otro hombre, espero que no te haga sufrir tanto como aquel. Por mis hermanos no te pregunto, seguro que saldrán adelante, tienen más fuerza o más carácter o son más insensibles que yo, y conseguirán lo que quieren, o al menos sufrirán menos.
No sé tú, madre, pero yo, a mis 36 años siento como si ya hubiera vivido mucho, demasiado. Estoy cansado, madre, cansado de buscar y no encontrar, cansado de tanta incomprensión, cansado de llevar una vida arrastrada, cansado de no tener el cariño que necesito... Creo que no tiene sentido seguir sufriendo.
Mis pensamientos van a ti en estos momentos, probablemente la única persona que me ha querido tal como soy, además de Joseph.
En fin, nada más, mamá. Espero no haberte hecho mucho daño.
Te quiere tu hijo,



William