martes, 17 de diciembre de 2013

Inciso cinematográfico: "Lore", dirigida por Cate Shortland

 Lore (nombre hipocorístico de la protagonista, Hannelore) fue premiada en la sección de "Mejor nuevo director"de la Seminci 2012. Una cinta rodada en Alemania con actores alemanes pero dirigida por una australiana y con parte de la financiación de aquel país austral, lo que llevaría a ser presentada como propia de aquel país. Lore no es una película fácil de ver, no debía serlo; está ambientada en una terrible época para este lacerado continente: la última posguerra. Una familia alemana y nazi, formada por un ferviente padre permanentemente uniformado y fiel a su Führer; una madre con la imagen de Hitler en lo más alto del panteón germánico; una hija mayor, Lore, obligada a ejercer de madre de sus hermanos cuando debía dedicarse a descubrirse a sí misma; y cuatro hermanos pequeños, entre ellos unos gemelos y un bebé lactante; son puestos a los pies de los caballos ante la evidente pérdida de su guerra, de su estatus y de su modo de vida. Los padres deciden entregarse sabiendo que difícilmente podrán salvar la vida, pero con una indiferencia ante la muerte que solo puede provenir de la desesperación, no en vano, la madre (Mutti la llaman cariñosamente) acabará por decir ante un retrato de Hitler "le hemos roto el corazón". Ante esta situación, Lore de apenas dieciséis años ha de cargarse en los hombros a sus cuatro hermanos y huir andando, atravesando las impuestas fronteras de los triunfadores hasta Hamburgo donde vive una abuela también fervientemente nacionalsocialista.
  La cinta, por supuesto, hace burla del fanatismo político y racial de aquellas generaciones alemanas, los pone contra su piedra de toque (la sencilla brutalidad de la derrota militar y la aniquilación total de aquel "Reich que debía durar mil años") dolorosamente encarnada en cinco niños. Las peripecias de aquellos chicos, antaño la élite de su racista sociedad, convertidos de la noche a la mañana en parias sin patria, luchando por sobrevivir, por conseguir unas míseras patatas que comer aunque sea prostituyéndose, obteniendo la escasa comida por la ayuda de un circunstancial compañero de aventuras también otro desheredado pero del bando contrario, un "sucio judío" como le llama Lore, se antojan brutales, sin compasión, sin sitio para sensiblerías... lo que es cualquier guerra y posguerra que el ser humano se encarga de promover de cuando en cuando.
  El frío realismo del film deja lugar, no obstante, para un manejo artístico de la fotografía, que contrasta la inalterable y serena belleza de los paisajes alemanes con la situación de miseria física y moral en la que se ve envuelta toda su sociedad. Finalmente, los chicos, tras semanas de vagabundear por todo el país y sufrir la muerte de uno de los gemelos, llegan a la casa hamburguesa de la abuela, que, aparentemente, no llega a comprender muy bien la tragedia terrible que han vivido y que los ha hecho madurar bruscamente, y tan solo está empeñada en que recuerden con cariño a sus padres y piensen que "no tienen nada de qué avergonzarse".
 Una excelente película, profundamente antibelicista, que nos recuerda a dónde puede llevarnos la estupidez de unos cuantos cientos de seres humanos por la dejadez de otros cuantos millones.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Ahora leyendo: "Zipper y su padre", de Joseph Roth

 Otra novela breve que leo de Roth. Autor complejo, hasta cierto punto difícil, sobre todo por la nostalgia con la que habla de un mundo, de un país (Austria-Hungría) en el que él, como judío, sería ciudadano de segunda. Es probable que, haciendo psicología barata, el bueno de Joseph solo añorase su juventud, su plenitud física y mental, como casi todos los nostálgicos, pero lo cierto es que de aquella añoranza han salido un puñado de excelentes relatos y novelas breves.
  Puede, incluso, que su tardía conversión al catolicismo fuera, en verdad, un extraño afán por reafirmarse en la religión mayoritaria de aquel extraño país, aunque fuera a costa de renunciar a sus raíces... ¡Quién sabe! En cualquier caso sus últimos años de vida fueron un descenso a los infiernos bien regado por el alcohol, por esa terrible nostalgia de mejores tiempos pasados, por los recuerdos ominosos del asesinato de su mujer por la aplicación de las leyes eugenésicas nazis y por la destrucción irrevocable de una Europa más plural, más mestiza, y su sustitución por la de nuestros días, con Estados "monoculturales" y anodinos.
  Sí, es probable que el Imperio Austrohúngaro de Roth (a pesar de sus seguras discriminaciones raciales, culturales, nacionales y religiosas) fuera culturalmente más estimulante que la penosa Europa que nos ha llegado tras la Segunda Guerra Mundial, en la que, de ninguna manera, podían convivir dos individuos con diferente lengua... había que anular la minoritaria o formar otro país... Tristemente esos terribles nacionalismos, siguen hoy vigentes  como podemos ver en nuestro atribulado país.

domingo, 15 de diciembre de 2013

"Lovecraft, la antología gráfica"

 Otro cómic más basado en los relatos de Lovecraft, esta vez editado por una de las grandes del sector en nuestro país, Norma editorial.
  La obra "lovecraftiana" es excelente para dignificar el mundo del cómic o novela gráfica, llámese como se quiera. Norma editorial ha traducido y publicado en castellano la obra de una editorial londinense, "Selfmadehero", que, a su vez, ha seleccionado la mayor parte de los relatos archiconocidos del autor y se los ha entregado a excelentes artistas, cada uno con su propia visión de la obra del solitario de Providence. Una gran labor.
  Ya puestos a pedir, no a Norma que no está en sus manos (probablemente no esté en las de nadie) me gustaría mucho ver la obra de Lovecraft pasado a cómic por genios europeos como Jacques Tardi o Vittorio Giardino, de hecho creo que Tardi sería un maravilloso dibujante de su obra, especialmente por el gran enfoque de lo macabro en la barbarie de la Gran Guerra.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Inciso cinematográfico: "Nosferatu, Phantom der Nacht"

 El género vampírico es uno de los más socorridos de los últimos tiempos, no hay más que ver la cantidad de películas, series, relatos, cómics, dibujos animados... que lo utilizan total o parcialmente, tanto que, desgraciadamente, lo han pervertido en muchos casos. Lo han pervertido por que todos los relatos de terror han de infundir eso... terror, para eso fueron escritos, han de mantener fidelidad a la finalidad social para la que fueron escritos... Sí, los cuentos de terror que se contaban a la luz de un hogar en cualquier punto de la Europa medieval y en tiempos posteriores tenían una finalidad social: enseñar a los niños y jóvenes que la vida no era una fiesta como todo infante cree sino un lugar proceloso, en el que esos peligros acechan en todo momento. Ahora bien, que me digan que peligros pueden intuir los adolescentes y jóvenes que se se atontan con la mediocre superproducción de "Crepúsculo"; todo porque a los jóvenes les parece muy "guay" el "look" pálido y retraído del vampiro o la "peluda" lozanía de los hombres lobo (de hecho no hay más que ver que más que actores, los protagonistas son puros modelos, guapos y guapas con muy poquito que ofrecer)... ¡En fin, qué le vamos a hacer! Afortunadamente no tiene nada que ver la versión que en 1979 rodó Werner Herzog basándose en la novela de Bram Stoker.
  No tiene nada que ver con esa pésima colección de películas porque es fiel a la obra de Stoker, apenas unos cambios: Londres como ciudad a la que llega desde la lejana Transilvania el pérfido vampiro es sustituida por la germánica Wismar; el vampiro no se convierte en un murciélago ávido de sangre humana sino que mantiene su fantasmagórica imagen; los personajes secudarios, Renfield y Mina Harker por ejemplo, ven cambiadas características que, en mi opinión, realzan la trama... y nada más, la fidelidad a esa obra cumbre de Stoker es máxima. En algunos casos Herzog mantiene una notable lealtad no solo a Stoker sino a su predecesor, Murnau, que nos lleva al cielo con una excelsa y, para su época, revolucionaria adaptación en la admiradísima Nosferatu, eine Symphonie des Grauens de 1922, como por ejemplo la vivienda elegida para Nosferatu, una vieja fábrica abandonada que acentúa la sensación de terror.
 En realidad esta película es ciertamente excelente, Werner Herzog es capaz de dar una versión que quedará para los anales de la cinematografía y que en absoluto desmejora la obra literaria como, por desgracia, estamos acostumbrados a que ocurra. Si en la película de Murnau se aprovecha la atmósfera opresiva que daba el llamado Surrealismo cinematográfico que dejó en aquella República de Weimar un puñado de excelentes películas, directores y actores, en la obra de Herzog también se respira esa opresión con una fotografía (dirigida por Jörg Schmidt-Reitmein) que recalca la incomprensión de Jonathan Harker ante la maldad arcaica de Nosferatu. El elenco actoral del film es extraordinario: un Klaus Kinski terrorífico lleva a cotas que solo Max Schreck había conseguido, algún maldiciente dirá que al físico de Kinski solo hacía falta ponerle los colmillos...; para Jonathan Harker, Herzog escogió a uno de los mejores actores germánicos (suizo en este caso) que ha dado el siglo XX, especializado en papeles complicados (pocos papeles más difíciles hay para un actor germanófono que Hitler), Bruno Ganz está sencillamente inconmensurable, como siempre; para el papel de Mina Harker, rebautizada aquí como Lucy, está Isabelle Adjani, que cumple plenamente con las expectativas de enamorada atemorizada por los cambios que observa en su enamorado. En definitiva, la película es francamente excelente, con un presupuesto, según dicen, muy bajo, el resultado es inolvidable.

jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Cuál soy?

 De nuevo John Kenn (http://johnkenn.blogspot.com.es/)


martes, 3 de diciembre de 2013

Ahora leyendo: "El que abre el camino y otras 24 historias macabras", de Robert Bloch

 Para la mayor parte de los espectadores, el nombre del guionista, o peor aún, el autor de la obra sobre la que se ha adaptado el guión permanece totalmente desconocido. Es lamentable. Por muy importante que sea el director, que sin duda pone su buen hacer a la hora de conjuntar tantos esfuerzos en una película; o los actores encargados de encarnar los distintos personajes; el director de fotografía, con sus capacidades; o incluso el productor capaz de hacer números de magia con el dinero y su distribución; el guionista o el novelista que inspira el guión son fundamentales aunque desconocidos. Ese es el caso de Robert Bloch.
  Digo esto porque Robert Bloch es el autor de Psicosis, que Hitchcock convertiría en una de las películas de suspense más conocidas de la historia... ¿Quiénes de los que han visto la película conocerían su nombre? Gracias, de nuevo, a Valdemar, estos autores están siendo justamente reconocidos en nuestra lengua; muchos de ellos ni siquiera habían sido publicados y otros habían visto sus ediciones descatalogadas.
  Por lo poco que he leído, Bloch cultiva casi todos los subgéneros de la novela de ciencia ficción: es reconocido como parte del glorioso "Círculo de Lovecraft"; cultiva el terror psicológico y el suspense como en la ya citada Psicosis; también otros temas clásicos como el vampirismo y los fantasmas... Es, en general, uno de los escritores de temas fantásticos más dotados del pasado siglo, un verdadero genio.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ahora leyendo: "El Anticristo", de Joseph Roth

 Lo más notable de los grandes escritores es, posiblemente, cuán polifacéticos son. Joseph Roth es capaz de escribir una novela de corte historicista como La marcha Radetzky, una pequeña obra satírica como La leyenda del santo bebedor, una novela completa y barroca sobre un mundo desaparecido en Job, y un ensayo filosófico (aunque con tintes autobiográficos) como El Anticristo.
  Ignacio Vidal-Folch, en un extraordinariamente agudo prólogo, identifica a Roth como alguien que fue, paulatinamente, perdiéndolo todo. Perdió primero su cultura, la de los judíos del este de Europa; después su complejo país, Austria-Hungría; por arte de la mayor barbarie del siglo XX, el nazismo, perdió a su mujer, "eutanasiada" como tantos enfermos mentales que no cuadraban en ese "nuevo orden"; ya a mitad de siglo perdió, o más bien se perdió, en un mundo que ya no reconocía, con la ayuda del alcohol, hasta el final de su vida. Todas esas pérdidas influyeron, sin embargo, en un vivísimo sentido de la realidad que le rodeaba que lo mostraron como un excelente pensador, característica por otra parte inherente a todo buen escritor.

  En El Anticristo toda esa finura de pensamiento se revela casi profético, pues, habiendo sido escrito en 1934, conserva una modernidad rabiosa de pura atemporalidad. Es, no obstante, el pensamiento de un hombre herido, marginado, que sin duda cató las mieles del triunfo social para ser luego desposeído de ellas y lanzado a la exclusión (quizás en buena parte autoexclusión). Roth nos envuelve en un humanismo no exento de una visión paternalista de Dios todopoderoso para rechazar la brutalidad mecanicista y materialista del siglo en el que todos los adultos de hoy nacimos.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Ahora leyendo: "Trece para el diablo", compilado por Valdemar

 A este paso los señores de Valdemar van a tener que hacerme socio honorario... por lo mucho y bien que hablo de ellos y sus publicaciones... no es para menos, se lo merecen. Comienzo con una recopilación de trece (en realidad catorce) cuentos, relatos, poemas sobre el "príncipe de las tinieblas".
  Sin embargo, al leer estas compilaciones poco a poco voy repitiendo autores y relatos, y es que, si no he contado mal entre los anaqueles, tengo ya veintiún libros de esta editorial. Así, por ejemplo, el primer cuento de este tomo, El Diablo de Guy de Maupassant, un delicioso relato a medio camino entre el naturalismo, el relato picaresco y el cuento de terror, ya lo degusté en otro libro... no me quejo en cualquier caso.
   Además de De Maupassant, este tomo incluye a Alan Moore, Anatole France, Jacques Cazotte, Robertson Davies e incluso al propio Sigmund Freud entre otros. Como bien prologa Frank G. Rubio busca que "cada uno de los trabajos seleccionados recapitulara un aspecto definido y distinto del que ha sido calificado como el Señor de las Mil Máscaras"; y ciertamente lo logra, al retratar esas catorce veces a uno de los personajes literarios más interesantes: el diablo.

martes, 26 de noviembre de 2013

Ahora leyendo: "Animales y más que animales", de Saki

 Gracias a las recopilaciones de la editorial Valdemar conocí a Saki, seudónimo literario de Hector Hugh Munro, británico (nacido en las colonias) y miembro de esas generaciones tan prolíficas nacidas en el siglo XIX.
  De lo poco leído hasta ahora deduzco un humor muy británico, a medio camino entre la ironía y el humor negro. Sin duda Saki fue un gran crítico de su sociedad, tan superficial, tan hipócrita, tan... "eduardiana" (qué diferente de nuestra sociedad: sincera, honesta, solidaria, sin mácula alguna...). Pues sí, ese era Saki, no estaba muy lejos del sarcasmo de Ambrose Bierce aunque con menos amargura. Es por ello para mí un misterio la razón por la que, a pesar de no tener obligación ninguna al haber pasado de los cuarenta años de edad, se alistó como simple soldado raso en el ejército de Su Majestad para recibir un tiro mortal en una fangosa trinchera francesa... ¿Suicidio encubierto?
  Si esa fuese la explicación también coincidiría con Bierce, el cual se unió al ejército de Pancho Villa con más de setenta años sin motivo aparente para desaparecer sin dejar rastro. Al margen de esas peripecias vitales (o mortales más bien) los cuentos de Saki muestran un agudo talento, ingeniosidad que lo sitúan cerca de los mejores escritores anglosajones del XIX.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ayer, hoy y siempre.

 "¡Te has muerto de hambre, como yo voy a morir, como moriremos todos los españoles dignos! ¡Te habían cerrado todas las puertas, y te has vengado muriéndote de hambre! ¡Bien hecho! ¡Que caiga esa vergüenza sobre los cabrones de la Academia! ¡En España es un delito el talento!"

 Don Latino ante el cadáver de Max Estrella. Escena decimotercera de "Luces de Bohemia". Ramón María del Valle-Inclán.