Otra novela breve que leo de Roth. Autor complejo, hasta cierto punto difícil, sobre todo por la nostalgia con la que habla de un mundo, de un país (Austria-Hungría) en el que él, como judío, sería ciudadano de segunda. Es probable que, haciendo psicología barata, el bueno de Joseph solo añorase su juventud, su plenitud física y mental, como casi todos los nostálgicos, pero lo cierto es que de aquella añoranza han salido un puñado de excelentes relatos y novelas breves.
Puede, incluso, que su tardía conversión al catolicismo fuera, en verdad, un extraño afán por reafirmarse en la religión mayoritaria de aquel extraño país, aunque fuera a costa de renunciar a sus raíces... ¡Quién sabe! En cualquier caso sus últimos años de vida fueron un descenso a los infiernos bien regado por el alcohol, por esa terrible nostalgia de mejores tiempos pasados, por los recuerdos ominosos del asesinato de su mujer por la aplicación de las leyes eugenésicas nazis y por la destrucción irrevocable de una Europa más plural, más mestiza, y su sustitución por la de nuestros días, con Estados "monoculturales" y anodinos.
Sí, es probable que el Imperio Austrohúngaro de Roth (a pesar de sus seguras discriminaciones raciales, culturales, nacionales y religiosas) fuera culturalmente más estimulante que la penosa Europa que nos ha llegado tras la Segunda Guerra Mundial, en la que, de ninguna manera, podían convivir dos individuos con diferente lengua... había que anular la minoritaria o formar otro país... Tristemente esos terribles nacionalismos, siguen hoy vigentes como podemos ver en nuestro atribulado país.
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