domingo, 2 de febrero de 2014

"Relatos de Yuggoth", por Alan Moore

 He de reconocer que el tal Moore es un tipo ingenioso, que, fuera de la factoría Marvel, ha escrito cosas interesantes, siempre en un ámbito fantástico. Aplico todo esto a esta recopilación de cómics:
  No obstante, los relatos, aun ocurrentes, son "demasiado parecidos" a los originales de Lovecraft, demasiado, demasiado... Se podría decir que más que inspirados en la obra lovecraftiana son modificaciones leves de sus relatos. 
 Me parece que esto requiere una explicación por mi parte: creo, por encima de todo (por la parte que me toca también), en el sacrosanto respeto a la autoría intelectual, ya maltrecha por la codicia editorial; entiendo que el género fantástico ha sido un batiturrillo de grandes escritores (Howard Philips Lovecraft como ejemplo más evidente, pero no solo él: Asimov, Brian Aldiss, Arthur Machen, Lord Dunsany, el propio Poe...) con gente que tenía muchas ganas pero poco talento; pero sobre todo, la falta de seriedad de esas revistas conocidas en Estados Unidos como "pulp" ha propiciado que cualquiera se considere autorizado a "engrandecer" la  obra del escritor en cuestión... craso error. En esta misma colección, se enmascara bajo la frase: "Alan Moore rinde su particular homenaje a H. P. Lovecraft...", una cosa es rendir un homenaje y otra aprovecharse de la falta de regulación de derechos de autor... Es mi opinión.
 Al margen de la trama de los relatos, los artistas son ciertamente inconmensurables (lo mejor del libro), destacaré a nuestro compatriota Juan José Ryp y su característico "horror vacui", a Bryan Talbot, Jacen Burrows, Val Semeiks o Hunt Emerson, verdaderos genios todos ellos.
 

jueves, 30 de enero de 2014

Inciso cinematográfico: "The Human Monster"

 Ocurre con frecuencia que, en nuestro afán simplificador, tendemos a identificar a un actor con un papel determinado, "encasillarlo" decimos; eso ocurre con Bela Lugosi, el eterno Drácula, al que se nos hace difícil imaginar sin un frac y una larga capa negra... Bueno, pues esta no es una película de vampiros, es posible incluirla en el género policíaco.
  Es de 1939 (malos tiempos en este país), rodada íntegramente en Londres, cuya trama narra los cruentos asesinatos de un elegante Lugosi (conde Orloff) que mantiene una actividad delictiva apoyado por un, aparentemente benéfico, centro asistencial para invidentes; el ladino de Orloff actúa como corredor de seguros de pobres tipos a los que, falsificando sus firmas, hace su beneficiario en caso de muerte; los tomadores del seguro, obviamente, fallecen ipso facto, dejando al buen conde cada vez más rico.
  Sin duda no se trata de una de las mejores películas de la época, en realidad es entretenida y peculiar, teniendo en el guión (basado en una novela de Edgar Wallace) su punto fuerte; sin embargo, la pátina de clasicismo que va dejando el paso del tiempo y las icónicas (y hasta cierto punto un poco cómicas) apariciones de Bela Lugosi la hacen suficientemente recomendable.

miércoles, 29 de enero de 2014

Ahora leyendo: "Trilogía de Auschwitz". de Primo Levi

 Primo Levi es, ya lo he repetido hasta la saciedad, uno de los escritores que más he admirado toda mi vida, capaz de rehacerse una vida (rifarsi una vita) tras la barbarie del campo de exterminio; florecer como persona, con mujer, hijos, proyectos; florecer profesionalmente, retomando su oficio tras el horror, hasta llegar a ser director de la fábrica, Levi era químico; y florecer como escritor, llegando a ser, en mi opinión, uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos con relatos fantasiosos, imaginativos, sorprendentes... Todo eso hizo Primo Levi, sin embargo jamás olvidó el terrible pasado, no le habríamos culpado si lo hubiera hecho para no sufrir, pero no, como el mismo decía "la memoria es un deber"; dedicó mucho tiempo y energía a dar conferencias en colegios, institutos, universidades, televisiones, periódicos... todo con una finalidad: que no se olvidara el terror, pero no por morbo sino con afán inmunizador, preventivo, sabedor de que todo "lo que ha sucedido puede volver a suceder".
  Primo Levi fue un gigante de la humanidad, aunque no llegara al metro setenta, un gigante capaz de asumir lo que parece inaceptable para seguir adelante con finalidad didáctico, sin resentimientos, sin venganzas... un verdadero humanista. Incluso su terrible fin lo humaniza más si cabe (Levi se suicidó arrojándose por el hueco de la escalera de su casa de siempre, donde nació, en Corso Re Umberto, Turín; su familia siempre creyó en el fin elegido no en el inverosímil accidente), este final, digo, lo humaniza más si cabe, pues lo presenta como un hombre sufriente, con una inmensa carga sobre sus débiles hombros, luchando contra miles de demonios interiores, creando aun con todo, desafiando la brutalidad, la insensibilidad de sus contemporáneos con una inmensa y demoledora misericordia y comprensión.
 La Trilogía de Auschwitz se inicia con Si esto es un hombre que es una invocación no solo a la víctima y a su verdugo, sino al mismo lector que ha de encontrar su propia humanidad en esas páginas, ha de reencontrarse con su naturaleza más primordial, con lo poco que nos quede de dignidad.

jueves, 23 de enero de 2014

Ahora leyendo: "La lente de diamante" de Fitz-James O'Brien.

 En los últimos tiempos me he acostumbrado a leer recopilaciones de relatos de distinta índole, generalmente editados por Valdemar, la razón fundamental es que, a pesar de ser pocos, todavía encuentro joyas que desconocía y que aprovecho a descubrir con una ilusión que no difiere mucho de la que tenía con catorce o quince años y todo era nuevo... Fitz-James O'Brien es uno de ellos.
  Lo conocía no con Valdemar sino con Atalanta y su Antología universal del relato fantástico de la que ya hablé en otra entrada. No había leído al tal O'Brien y era esperable, pues, aunque sus relatos son talentosos y originales, llevó una vida corta (33 años) en un periodo riquísimo en grandes escritores. Son relatos sencillos pero a la par bien construidos, cayendo más en la genérica clasificación de fantástico que en la de terror.
  En la contraportada que se puede ver sobre estas líneas, los de Valdemar lo comparan a Poe y a Maupassant, aunque eso ya me parece mucho afirmar. Fue un buen escritor con gran capacidad, lástima que, de nuevo, la guerra se lo llevara a tan temprana edad.

domingo, 19 de enero de 2014

Ahora leyendo: "Hambre", de Knut Hamsun

 Escrito en 1890, es uno de los relatos, o novela breve como se quiera, más desasosegantes que he leído, al nivel de las obras de Kafka "de verdad" (quiero decir aquellas que Kafka escribió arrebatado por su enfermiza personalidad como La metamorfosis, El proceso o El castillo, no como esa novela escrita conscientemente, América, que es perfectamente olvidable). Muchos críticos coinciden en afirmar que es una obra más propia del llamado Existencialismo literario de principios del siglo XX que del Naturalismo que dominó el XIX. El personaje, que no tiene nombre, edad o pasado, se debate en la Kristianía (hoy Oslo) de finales de ese siglo entre la miseria, el hambre y la soledad; todo porque ha decidido vivir exclusivamente de lo que escribe... 
  El ambiente es opresivo, febril, casi surrealista; ya digo, el mismo  que en La metamorfosis de Kafka. No hay apenas descripciones naturalistas de la acción, sino que en una espiral hacia el desastre marcada por el camino hacia la locura del protagonista. 
 Hace no tantos días leí Diario de una vagabunda de Hayashi Fumiko, algunos han establecido una relación entre ambas novelas, pero la de la japonesa es eso, un simple diario de la pobreza cotidiana, la novela del noruego es un relato más literario, más elaborado sobre esa hambre inveterada.
  En 1966, Henning Carlsen llevó la novela al cine en una adaptación muy literal del texto, sin apenas licencias cinematográficas salvo por la elección del blanco y negro en lugar del color (recordemos que el cine en color se generalizó en los primeros años 50), así consigue dar un aire más irreal a la película.

viernes, 17 de enero de 2014

Ahora leyendo: "El grito primal" de Arthur Janov

 Ahondando en la psicología freudiana, Janov reconoce las neurosis que casi todos los seres humanos tenemos retrotrayéndonos a agresiones (falta de afecto, inseguridades, abandonos, maltratos...) en nuestra más tierna infancia o incluso en época prenatal.
  Dichas agresiones nos provocan neurosis que se mantienen hasta la edad adulta, generando trastornos que cercenan nuestra capacidad de disfrute de la vida. Concretamente, Janov llega a hablar de "seudosentimientos" aquellos con los que nos parapetamos (sobreactuamos) para superar esos traumas infantiles, entre ellos dos de los más ubicuos en nuestra sociedad: ansiedad y depresión.
 Quizá lo más difícil de asumir es la "curación" que el psicólogo propone: la terapia inicia con varios días de vuelta a la infancia tras los que llega el "grito primal", que no es sino exactamente eso, un grito proveniente del dolor acumulado a lo largo de los años. Según Janov, este grito puede ser largo y agudo, pueden ser insultos (principalmente dirigidos hacia los padres) o simples suspiros. El terapeuta ha de sacar ese dolor y, posteriormente, el paciente puede hacerlo de forma privada.
 Otro capítulo también controvertido es la relación que establece entre la neurosis y las enfermedades psicosomáticas: jaquecas, hipertensión arterial, "perversiones sexuales"... considerándolas como meros efectos de aquellos traumas y, por tanto, eliminables por la terapia del grito primal.

jueves, 16 de enero de 2014

Inciso cinematográfico: "The Book Thief", dirigida por Brian Percival

 No se me ocurre un tema más manido en el cine europeo de las últimas décadas que la brutalidad de los nazis con la población judía. Por supuesto, socialmente hablando, considero que está más que justificado, el exterminio premeditado de más de seis millones de seres humanos que tenían la terrible desgracia de pertenecer al mismo grupo social que banqueros como los Rothschild, Rockefeller o Fugger (que sí que eran responsables de la implantación de un sistema económico, el capitalismo más despiadado, que empobrecía a propósito a millones de individuos o países completos) sin la más mínima compasión hace apenas setenta años ha dejado una profunda, dolorosa e indeleble cicatriz en la sociedad europea. En cualquier caso, no todas las aproximaciones a tan tremendo tema son afortunadas. Me temo que esta no lo es.
  La ladrona de libros es una película muy efectista. Se nota que ha sido rodada con un alto presupuesto que facilitó una cuidadísima fotografía, unos decorados excelentes y, por encima de todo, la elección de dos de los mejores actores del momento: Emily Watson y -especialmente- Geoffrey Rush. Concretamente el actor australiano da una verosimilitud a la película con esa naturalidad y soltura a la que nos tiene acostumbrados en los últimos años. Desde luego no se puede acusar de poca verosimilitud a la cinta, todo encaja en la archiconocida historia de mediados del siglo XX, entonces... ¿Cuál es el problema? En mi opinión, el guión es terriblemente previsible, no sorprende, no engancha, no emociona (a pesar de la brutalidad intrínseca). Solo Geoffrey Rush levanta la calidad.
 La novela que originó el guión, escrita por un tal Markus Zusak (seudónimo literario), un joven australiano de origen alemán, adolece de ese tirón necesario para emocionar a un aburguesado público ahíto de comida basura. El alto presupuesto mejora el mediocre argumento y, como antes dije, Watson y Rush lo hacen potable.

sábado, 11 de enero de 2014

Inciso cinematográfico: "August, Osage County", dirigida por John Wells

 Son indudables las conexiones entre el llamado séptimo arte y la literatura, de hecho creo que son necesarias, especialmente con la dramaturgia. El tan cacareado problema de los guionistas y su supuesta falta de inspiración se rompería inmediatamente si se pasaran al cine cientos o miles de espléndidas obras teatrales que están esperando ser revividas. Ahora que, por desgracia, el teatro sufre tanto abandono por sus miembros más indispensables, los espectadores, se hace necesario reforzar estos vínculos que, al menos, revivirán un arte menor de la actuación, la cinematografía.
 En esa manera se puede explicar el gran éxito de crítica y público que está viviendo August, Osage County que en España ha sido traducida simplemente como Agosto. En origen una obra teatral de Tracy Letts (originario, por cierto, de Oklahoma) merecedora del Premio Pulitzer. Ese drama se ha paseado por los mejores teatros de Estados Unidos y Europa cosechando éxito tras éxito; ahora ha sido pasada al cine con un magnífico elenco actoral.
 Dicho elenco está encabezado por una inconmensurable Meryl Streep en su papel de tiránica matriarca de la disfuncional familia; seguida por Julia Roberts que está empeñada en demostrarnos que es mejor actriz de lo que creemos y que, además, mejora con los años; un correcto Ewan McGregor, cuyo personaje no tiene, en verdad, mucha enjundia (siendo esta película, como es, una película de mujeres); o personajes secundarios espléndidamente resueltos por actores de larga carrera como Chris Cooper o Margo Martindale. En esta película la fotografía no tiene un papel tan importante, aunque la elección del paisaje y la terrible monotonía de las Grandes llanuras estadounidenses refuerza la sensación de aislamiento de la normalidad, de endogamia brutal que, desde fuera de ese país, solemos atribuir a los estados sureños.
  Pero, por encima de todo, lo mejor es el guión. Es, probablemente, una obra teatral perfecta. Tiene un desarrollo de personajes extraordinario, todos, incluso los más secundarios tienen una función clave para mostrarnos los "cotidianos horrores" de esta familia. La capacidad para  engancharnos e irnos sorprendiendo paso a paso es sobresaliente, uno va de asombro en asombro ante el desenvolvimiento de la acción. 
 Todo comienza con la desaparición del anciano padre de una familia en la Oklahoma rural. Las tres hijas acuden a la llamada de la madre ante tal circunstancia; estas llevan vidas alejadas del antiguo nido, pero, como se va descubriendo paso a paso, no han podido dejar atrás la enorme influencia de la madre que, de forma indeleble, ha marcado la existencia de su progenie. El choque de trenes está servido (nunca mejor dicho), pues las comidas se convierten en una batalla campal con terribles bajas (los egos de cada uno).
 Una gran película, basada en una gran obra teatral.

jueves, 9 de enero de 2014

Ahora leyendo: "Diario de una vagabunda", de Hayashi Fumiko

 No suelo hacer mucho caso a recomendaciones de escritores famosos, alguna vez me llevé un chasco. Sin embargo he conocido a Hayashi Fumiko (escrito a la japonesa, apellido primero y luego nombre) por una entrada en el blog de Luis Antonio de Villena (www.luisantoniodevillena.es). De momento no me está disgustando, al menos es fiel a la breve reseña que hacía el poeta.
  Hayashi Fumiko vivió la primera mitad del siglo XX, una vida desgraciada (por lo duro y sórdido) hasta morir con cuarenta y ocho años. Diario de una vagabunda es la transcripción más o menos literal del diario que la joven Fumiko llevaba a sus dieciocho años, como digo una vida de privaciones, de verdadera hambre y maltrato social. Con todo, lo que más me ha conmovido del texto hasta ahora (llevo la mitad del libro) ha sido el prefacio, en el que la autora trata de explicar su libro y explicarse a sí misma. En este prefacio está la verdadera dureza del diario, pues se comprende la sordidez de su infancia y juventud desde una compasiva mirada madura.
 El diario en sí mismo, por su parte, es más aséptico, más descriptivo que reflexivo, algo más animal. Incluso, en el prólogo, se apiada de las mujeres jóvenes a las que adivina en su misma situación pasada. La sensación que me queda es que en un ser humano introspectivo y juicioso el pasado, bueno o malo, vuelve a cada instante para repetirse sin fin hasta que llega la muerte... lo contrario, quizá lo más usual en esta sociedad, es el anestesiado dejar pasar la vida sin pensar ni repensarse en absoluto.

miércoles, 8 de enero de 2014

Pessoa, siempre.




"Escrever é esquecer. A literatura é a maneira mais agradável de ignorar a vida."
(Escribir es olvidar. La literatura es la forma más agradable de ignorar la vida.)