En los últimos tiempos me he acostumbrado a leer recopilaciones de relatos de distinta índole, generalmente editados por Valdemar, la razón fundamental es que, a pesar de ser pocos, todavía encuentro joyas que desconocía y que aprovecho a descubrir con una ilusión que no difiere mucho de la que tenía con catorce o quince años y todo era nuevo... Fitz-James O'Brien es uno de ellos.
Lo conocía no con Valdemar sino con Atalanta y su Antología universal del relato fantástico de la que ya hablé en otra entrada. No había leído al tal O'Brien y era esperable, pues, aunque sus relatos son talentosos y originales, llevó una vida corta (33 años) en un periodo riquísimo en grandes escritores. Son relatos sencillos pero a la par bien construidos, cayendo más en la genérica clasificación de fantástico que en la de terror.
En la contraportada que se puede ver sobre estas líneas, los de Valdemar lo comparan a Poe y a Maupassant, aunque eso ya me parece mucho afirmar. Fue un buen escritor con gran capacidad, lástima que, de nuevo, la guerra se lo llevara a tan temprana edad.
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