Escrito en 1890, es uno de los relatos, o novela breve como se quiera, más desasosegantes que he leído, al nivel de las obras de Kafka "de verdad" (quiero decir aquellas que Kafka escribió arrebatado por su enfermiza personalidad como La metamorfosis, El proceso o El castillo, no como esa novela escrita conscientemente, América, que es perfectamente olvidable). Muchos críticos coinciden en afirmar que es una obra más propia del llamado Existencialismo literario de principios del siglo XX que del Naturalismo que dominó el XIX. El personaje, que no tiene nombre, edad o pasado, se debate en la Kristianía (hoy Oslo) de finales de ese siglo entre la miseria, el hambre y la soledad; todo porque ha decidido vivir exclusivamente de lo que escribe...
El ambiente es opresivo, febril, casi surrealista; ya digo, el mismo que en La metamorfosis de Kafka. No hay apenas descripciones naturalistas de la acción, sino que en una espiral hacia el desastre marcada por el camino hacia la locura del protagonista.
Hace no tantos días leí Diario de una vagabunda de Hayashi Fumiko, algunos han establecido una relación entre ambas novelas, pero la de la japonesa es eso, un simple diario de la pobreza cotidiana, la novela del noruego es un relato más literario, más elaborado sobre esa hambre inveterada.
En 1966, Henning Carlsen llevó la novela al cine en una adaptación muy literal del texto, sin apenas licencias cinematográficas salvo por la elección del blanco y negro en lugar del color (recordemos que el cine en color se generalizó en los primeros años 50), así consigue dar un aire más irreal a la película.
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