lunes, 2 de enero de 2017

"The Two Towers", segunda parte de "The Lord of the Rings", por J.R.R. Tolkien.

 Comienzo con la segunda parte de El señor de los anillos. Gran diferencia con El Hobbit, mucho más infantil peor escrita ésta que aquella. Con todo, me alegro de estar leyéndola en inglés (con las dificultades que ello me depara), si no probablemente me parecería demasiado pueril.
  Continúan las aventuras del heterogéneo grupo. Gandalf ya ha desaparecido (lo creen muerto desde las Minas de Moria), y el resto se ha dividido en tres subrupos: Frodo y Sam han conseguido huir por el río Anduin y se encaminan hacia Mordor para destruir el anillo; Pippin y Merry han sido capturados por un grupo de orcos y son llevados hacia el mismo lugar; mientras que Aragorn, Légolas y Gimli siguen a los orcos para rescatar a los hobbits; Boromir, que en los últimos capítulos del primer tomo había perdido la cabeza por el anillo y amenazado a Frodo, muere heroicamente luchando contra los orcos... y las aventuras continúan.
 Digo que es una obra infantil, pero como es habitual las semejanzas con la sociedad adulta son patentes, incluso con la coyuntura temporal del escritor. Tolkien, que era un ferviente católico, propone una revisión fantástica de la atemporal lucha entre el bien y el mal. Siempre se dijo que el autor se inspiró en la mitología escandinava y en la céltica para crear esta monumental epopeya, y es cierto en gran medida (Gandalf, por ejemplo, podría ser el alter ego de Merlín, pero también tiene un claro origen en el Odín de los vikingos; los elfos, los enanos, los dragones, los trolls... son todas criaturas mitológicas frecuentes en varias culturas del norte de nuestro subcontinente, y quedan perfectamente retratadas aquí), pero también hay mucho de trasfondo cristiano en la obra de Tolkien. 
  Incluso algunos críticos creyeron ver la coyuntura política de Europa inmersa en esta época, en la que, claro está, el mal de Sauron sería el comunismo y las bandas de brutales orcos las hordas del Ejército Rojo (no en vano Mordor está al Este de la Tierra Media y es fácilmente reconocible en la extinta Unión Soviética, mientras que la campiña inglesa y la Comarca tienen grandes semejanzas).
 Al margen de interpretaciones más o menos coyunturales, hay que reconocer que la imaginación de este hombre era portentosa, eso es lo que me atrae de él, su capacidad para imaginar mundos a la vez inverosímiles y perfectamente engranados que sean capaces de arrastrarme y sacarme de la existencia real... Eso que muchos idiotas creen que es propio de niños y jóvenes y que, sin embargo, a los pocos seres decentes que hollamos el planeta nos mantiene la esperanza para sobrevivir en la mierda de vida que ha creado la gran mayoría.

Ahora leyendo: "El maestro y Margarita", por Mijaíl Bulgákov.

 No había leído nada de Bulgákov, así que, para abrir boca, empiezo por su obra más aclamada: El maestro y Margarita.
  Apenas llevo un centenar de páginas, pero un par de cosas sí me quedan claras: es muy difícil no relacionar esta novela con el Fausto de Goethe, y, por otro lado, la "rusidad" de esta prosa es innegable. Las semejanzas con la obra inmortal del alemán estriban en que, al igual que en Fausto, el diablo entra en contacto con un pequeño grupo de tipos cualquiera de la sociedad contemporánea (contemporánea a cuando fueron escritas, claro). Lo cierto es que el demonio (Voland en la obra de Bulgákov) pone en solfa toda creencia y comportamiento humano. Aquí el demonio es un caballero con "leve acento extranjero" con un par de secuaces que se comporta con una elegancia, civismo y humanidad impropios de cualquier persona (valga la contradicción); se siente hasta admiración por la clase que tiene el anticristo... todo un caballero. Frente al exquisito comportamiento del maligno, los que le rodean son meros desequilibrados que actúan a golpe de intuición y que no parecen tener más que un comportamiento ratonil, el del animalejo que malvive apresuradamente hasta que acaba más pronto que tarde en las fauces de cualquier gato callejero. Es una bonita y realista alegoría de la vida humana: mucho engreimiento, mucho creerse hecho a imagen y semejanza de un Dios todopoderoso, pero poca más valía que cualquier bichejo que nace, crece, se reproduce y muere.
  En el mundo editorial, incluida esta edición de Alianza, se ha pretendido vender a Bulgákov como un represaliado del totalitarismo soviético... no dudo de que alguien de su talento fuera hostigado por un sistema ciego y brutal, pero, al menos en mi opinión, la crítica de esta novela no es a sistema político o socioeconómico alguno sino al conjunto de la humanidad y su fatal fatuidad.
 Con respecto a la "rusidad" de la novela (perdón por el palabro), uno no puede olvidarlo tanto por pequeñas cuestiones: el uso del patronímico (el protagonista, por ejemplo, es Iván Nikolayevich), como por aspectos formales más importantes, como la prosa lenta, la profusión de adjetivos y un "no se qué" que le ponen a uno ante la evidencia de estar ante una novela escrita más allá del río Dniester (pido perdón por incluir a los ucranianos en el mismo grupo que sus hermanos mayores).

viernes, 23 de diciembre de 2016

Ahora leyendo: "Trilogía de la ocupación", por Patrick Modiano.

 Craso error es considerar que todo lo que escribe un Nobel de literatura es destacable e incluso superior al resto de la producción literaria contemporánea. Un Nobel, como cualquier escritor, tiene altibajos en la calidad de su producción, pero claro, las editoriales están dispuestas a publicar absolutamente todo con tal de ganar dinerito... y me temo que muchos lectores se tragan todo también... espero no ser uno de ellos.
 En El lugar de la estrella, novela escrita al parecer en 1968, contiene algunos elementos comunes a todo Modiano (ambientado en París, aparente desafección por los personajes y sus vidas, vidas erráticas...), pero también hay un cinismo y una ironía que no había notado en otras novelas del francés. Aquí, narra en primera persona a un judío colaboracionista en apariencia, pero que trata de hacer negocios con los arios pervirtiendo a los mismos, principalmente con la trata de blancas de chicas francesas. Hay un elemento provocador en un doble sentido: el colaboracionismo de buena parte de la población francesa que no solamente no opuso resistencia a la ocupación nazi, sino que hizo negocio con ella; y por otro lado la de los judíos masacrados y víctimas del odio de los asesinos y la indiferencia del resto de los europeos que, sin embargo, una exigua minoría de ellos también sacan pingües beneficios con sus supuestos asesinos. Supongo que cuando vio la luz en aquel año levantaría muchas ampollas, aunque, también hay que recordar el cambio social y político que supuso el Mayo del 68 al cual, en modesta proporción, ayudaría esta novela, a romper creencias biempensantes y discursos oficiales de supuestas heroicidades militares.

 Con todo, a veces se hace un tanto incómodo leer pasajes tan irreverentes y provocadores. Eso es lo malo de muchas novelas, que si se piensa cuando fueron escritas y en qué contexto sociopolítico se entiende que fueran necesarias, aunque hoy hayan quedado obsoletas.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Ahora leyendo: "El jardín de humo y otros cuentos de intriga", de G. K. Chesterton.

 Chesterton es un tipo muy interesante, e injustamente olvidado como literatura de segundo nivel, lo que yo llamo "lecturas de té y pastas". Gilbert Keith Chesterton tuvo la inmensa suerte de nacer cuando moría Dickens (en 1870 moría el autor de Oliver Twist y el del Padre Brown nacía en 1874) y muchos de los grandes autores de literatura victoriana: George Eliot, las hermanas Bronte; aunque fue coetáneo de Henry James o Thomas Hardy. El hecho de que los grandes de verdad hubieran muerto cuando el gigantón de Chesterton publicaba le facilitaba llegar a su lector tipo: señoras de la alta sociedad británica, con un nivel cultural alto y mucho tiempo libre. Por eso, yo (sé que soy injusto) lo llamo "lectura de té y pastas".
  Sí, soy injusto. Chesterton fue un escritor de un talento literario fuera de lo corriente, su capacidad de descripción minuciosa, los personajes bien desarrollados y las tramas enredadas así lo proclaman, ¿y entonces? Entonces pasa que decidió tirar por el lado fácil (otra injusticia por mi parte) y escribir historias perfectamente banales sobre detectives aficionados (el cura Brown, principalmente) y gente con pocas exigencias vitales, nada más lejos de la feroz crítica social en la obra de Dickens. Con todo, a Chesterton lo aguanto y soy capaz de recrearme en esas excelentes características de su prosa a las que hacía mención antes, cosa que no soy capaz de hacer con la "pedorra" de George Eliot, una señora rica y aburrida que escribió la más soporífera novela sobre la insustancial vida de la nobleza británica de aquella época, Middlemarch.
  Ya dejo definitivamente de ser injusto para decir que el pequeño tomo editado por Valdemar recoge cuatro cuentos de carácter detectivesco encuadrado en aquella época y clase social. La calidad del autor permite que puedan ser considerados como frescos descriptivos además de como mero entretenimiento... aun así, prepararé té y pastas...

domingo, 4 de diciembre de 2016

Leído: "Ubú rey", por Alfred Jarry.

 Una de las mejores cosas que tiene la lectura es que cada lector tiene una interpretación única y particular que, en mi opinión al menos, es tan válida como la del propio autor. Esto hace que cada obra literaria se convierta en millones, tantos como lectores tenga. 
 Ubú rey es una obra teatral burlesca como pocas. Se burla, precisamente, de lo más caro al género humano: la ambición. Una pequeña obra que desnuda todas las vergüenzas del género humano, todos los fallos de un animal bípedo que cree haber sido creado "a imagen y semejanza" de un dios todopoderoso. 
  Ubú somos todos. Bonito eslogan que hoy en día oímos tanto (cuando queremos acompañar anímicamente a alguien atacado o vilipendiado decimos que "ese somos todos" o "yo soy ese"). Pero aquí no es un gesto altruista, aquí es un reconocimiento de nuestras más mezquinas realidades. El ansia del poder por el poder, teniendo como arma principal la más poderosa que todo humano tiene: la estupidez.
 En este país se representó la obra de Jarry, actualizándola a la coyuntura política y temporal con el archiconocido grupo teatral "Els Joglars", que la rebautizaron como Ubú president. Esa es una de las mayores ventajas que tiene la buena literatura, que es atemporal, por ello cambiando un poco lo superficial podremos, tal vez, entenderlo mejor. El miope nacionalismo español vio con agrado lo que ellos creían ser una burla del nacionalismo catalán, cuando en realidad era burla del ansia de poder.
  Alfred Jarry ambienta la obra en Polonia, pero con una acotación queda todo explicado: "La acción transcurre en Polonia, es decir, en ninguna parte". Todos somos pues en mayor o menor medida unos locos arrogantes, borrachos de poder, estúpidos e ignorantes... todos somos Ubú. Como nuestro gran rey, repitamos al unísono su famosa interjección: ¡Mierdra"

sábado, 3 de diciembre de 2016

Trampantojo, por Max (Babelia de 3 de diciembre de 2016).

Imagen tomada del suplemento cultural de El País, Babelia, de 3 de diciembre de 2016.
 Oportuno (como siempre) Max, a cuenta, esta vez, de la inmoralidad de unos y otros con la obra de Roberto Bolaño.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ahora leyendo: "Calle de las tiendas oscuras", por Patrick Modiano.

 Otro más de Modiano, ya van siete. Las líneas maestras permanecen: ambientación en París; personajes desarraigados y perdidos que actúan lánguidamente ante todo lo que les ocurre, bueno o malo; prosa rápida, de tipo periodístico... Pero ahora el personaje es un detective (ex-detective en realidad) que trata de averiguar quién es y cuál es su origen.
  Es (me temo que se nota) una de las novelas de juventud de Modiano. La trama está muy "cogida por los pelos" hasta parecer inverosímil en algunos momentos, pues los trucos para ir consiguiendo datos que acaben por desenmascarar al propio investigador son harto complejos. Con todo, tiene ese atractivo que el francés consigue con personajes mortecinos y sin sangre, tal vez como Kafka y sus protagonistas neuróticos o Hesse con los suyos místicos. Los personajes de Modiano son como hojas que lleva el viento y que recorren un París gris y anodino,desde luego no son aventuras de grandes personalidades voluntariosos en paisajes glamurosos e inolvidables.
  Si tomamos esta novela como policiaca o detectivesca, es un verdadero mirlo blanco, porque es precisamente en ese subgénero en el que abundan más los personajes de carácter fuerte. 
 En conclusión, sigo pensando lo mismo: o Modiano no merece el Nobel, o, si lo merece él, lo merecen miles más. Sin embargo, he de admitir que su prosa tiene algo de hipnótico, que atrae a leerlo de principio a fin en el menor tiempo posible.

martes, 22 de noviembre de 2016

Ahora leyendo: "Las aventuras de Tom Sawyer", por Mark Twain

 Supuesta lectura juvenil que el americano trató por todos los medios de orientar hacia "aquellos adultos que hayan sido niños alguna vez". Pero, ya se sabe, los caminos de los señores editores son inescrutables... (o, por el contrario, son demasiado fáciles de conocer... contantes... y sonantes). Lo cierto es que contra los deseos expresos del autor, tanto Las aventuras de Tom Sawyer como Las aventuras de Huckelberry Finn han sido catalogados como literatura infantil y juvenil.
  Pero si lo de los editores tiene nombre, no lo tengo tan claro con algunos críticos. Aquí, un afamadísimo R. Kent Rassmussen (doctor en Historia -ignoro por qué universidad- y profundo erudito en Mark Twain) no tiene mejor ocurrencia para introducir al autor y su obra que compararlo con Harry Potter, el conocido personaje de novelas infantiles creado por J. K. Rowling. Toda la introducción sirve para establecer un paralelismo entre Sawyer y Potter, hasta el punto que ignoro si quería acusar de plagio a la autora inglesa. Rassmussen no aporta apenas datos de Twain, de su formación, ni de su época, ni de sus influencias, ni de nada que no tenga que ver con el famoso aprendiz de mago creado antes de ayer... ¡Así cualquiera escribe una introducción!
  Ya del verdadero Tom Sawyer, hay que decir que es una de esas novelas demasiado coyunturales aun cuando no pretendían serlo. Me explico: Mark Twain trató de hacer un fresco de la infancia y la primera juventud, de sus ilusiones, sus travesuras, sus decepciones, sus alegrías y sus tristezas; algo que es atemporal y común a todos los seres humanos. Sin embargo, no lo logra plenamente. Hoy, su lectura, aun siendo entrañable y amena, huele a moho, a algo añejo y mal conservado. Los comportamientos pizpiretos del chico son demasiado ñoños e inocentes. Se entiende que en el siglo XIX la novela fuera divertida y trajera al recuerdo las experiencias propias del lector, pero hoy ya no lo consiguen. Siendo Twain y Dickens contemporáneos, se echa en falta en el primero los retratos sociales de su sociedad que sí aparecen en el inglés, eso, en mi opinión, provocan la enorme diferencia de calidad que uno encuentra entre Las aventuras de Tom Sawyer y Oliver Twist, por ejemplo.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La marginalidad del Nobel.

 Esto de los grandes premios tiene como gran desventaja que nos cargan de prejuicios (aún más) con respecto a sus ganadores. Es una lástima, me da mucha pena, pero no puedo quitarme de la cabeza todos los estúpidos prejuicios que tengo cuando leo a alguien que ha sido galardonado con el Premio Nobel... automáticamente me lo imagino con sobria gravedad y sabiduría, tocado con un insigne bicornio de académico y recibiendo todo tipo de parabienes y halagos. Pero no, no es así, no. Como ejemplo: Patrick Modiano.
  Se vislumbra al leer a Modiano, que su vida no fue un constante pisar moquetas rojas de altas instancias palaciegas. Sus protagonistas son gente desnortada, que camina como zombis por un París sin glamur alguno, sobrellevando vidas grises y sin comprender nada de lo que le acontece. Se vislumbra como digo que todos estos personajes tienen que ver con el propio autor, alguno tiene un tufo a alter ego que apesta... Pues bien, como decía en la entrada anterior, Un pedigrí ya no trata de insinuar nada, es la vida de Modiano (su infancia y primera juventud) sin una pizca de romanticismo. ¿Y qué vida retrata? Exáctamente  las mismas que sus otras novelas. Ahora, eso sí, narra en primera persona y no oculta los nombres de sus padres u otros a los que conoció en aquel periodo de su vida. Vida, en definitiva, tremendamente arrastrada: hijo único "de facto" (su único hermano muere a sus diez años) de un matrimonio roto, con una madre artista de tercera división y un padre siempre al borde de la bancarrota y la prisión, eso por no contar las penurias económicas que le llevaron a cometer pequeños hurtos. Esa fue la vida juvenil del Premio Nobel de Literatura de 2015. No he podido recordar a Jean Genet, ese admirado autor, también francés, que narraba su dura juventud (en este caso un poco mayor que Modiano) que le llevó a ser vagabundo, ladrón y chapero por media Europa. Siempre se dijo que Genet exageraba sus desventuras para hacerlas más apetecibles para un público ávido de desgracias ajenas... ¿será esto aplicable a Modiano?

sábado, 19 de noviembre de 2016

Ahora leyendo: "Un pedigrí", por Patrick Modiano.

 Si todas las novelas de Modiano tienen mucho de autobiográfico, en esta ya lo es todo. El autor narra en primera persona la vida de sus padres y la suya propia sin cambiar nombres, más de forma apresurada, a vuelapluma, que de forma reposada. Ahora, por tanto, no son personajes desarraigados sin un futuro claro que merodean por París de forma errática. Ahora son el propio escritor y su familia los desarraigados.
  Es, tal vez, la tentación de todo escritor: poner negro sobre blanco la propia vida o la de sus familiares, sin molestarse en crear un alter ego con pequeñas modificaciones de uno mismo. En el caso del escritor francés esto era muy obvio, sus personajes se parecían de forma demasiado sospechosa a él mismo... bueno, pues ya se ha producido la metamorfosis...
  De momento me parece lo más flojo que he leído de Modiano... Me preocupa, porque, como creo haber dicho antes, las obligaciones editoriales de aquellos autores de gran éxito (especialmente los galardonados con los premios más prestigiosos) lleva a la publicación de obras muy, pero que muy, menores, muchas de ellas que tal vez no debieran haberse publicado nunca... Veremos...