Chesterton es un tipo muy interesante, e injustamente olvidado como literatura de segundo nivel, lo que yo llamo "lecturas de té y pastas". Gilbert Keith Chesterton tuvo la inmensa suerte de nacer cuando moría Dickens (en 1870 moría el autor de Oliver Twist y el del Padre Brown nacía en 1874) y muchos de los grandes autores de literatura victoriana: George Eliot, las hermanas Bronte; aunque fue coetáneo de Henry James o Thomas Hardy. El hecho de que los grandes de verdad hubieran muerto cuando el gigantón de Chesterton publicaba le facilitaba llegar a su lector tipo: señoras de la alta sociedad británica, con un nivel cultural alto y mucho tiempo libre. Por eso, yo (sé que soy injusto) lo llamo "lectura de té y pastas".
Sí, soy injusto. Chesterton fue un escritor de un talento literario fuera de lo corriente, su capacidad de descripción minuciosa, los personajes bien desarrollados y las tramas enredadas así lo proclaman, ¿y entonces? Entonces pasa que decidió tirar por el lado fácil (otra injusticia por mi parte) y escribir historias perfectamente banales sobre detectives aficionados (el cura Brown, principalmente) y gente con pocas exigencias vitales, nada más lejos de la feroz crítica social en la obra de Dickens. Con todo, a Chesterton lo aguanto y soy capaz de recrearme en esas excelentes características de su prosa a las que hacía mención antes, cosa que no soy capaz de hacer con la "pedorra" de George Eliot, una señora rica y aburrida que escribió la más soporífera novela sobre la insustancial vida de la nobleza británica de aquella época, Middlemarch.
Ya dejo definitivamente de ser injusto para decir que el pequeño tomo editado por Valdemar recoge cuatro cuentos de carácter detectivesco encuadrado en aquella época y clase social. La calidad del autor permite que puedan ser considerados como frescos descriptivos además de como mero entretenimiento... aun así, prepararé té y pastas...
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