viernes, 4 de junio de 2021

"Éxodo".

   Después del Génesis, le toca el turno al Éxodo, segundo libro del Pentateuco. En realidad, tienen semejanzas y diferencias, pero, en mi opinión, les une la extrema ancianidad. Ancianidad en el sentido opuesto a modernidad, pero también a atemporalidad, pues narran hechos propios de una sociedad tribal, primitiva, agresiva (y agredida), que busca por todos los métodos posibles la supervivencia, métodos que frecuentemente incluyen los comportamientos más inmorales posibles.
 Igual que el nombre del primer libro del Pentateuco daba ya las claves de su argumento, el segundo es lo mismo. Narra el éxodo del pueblo de Israel tras escapar de la esclavitud de Egipto. Es un libro que presenta, una vez más un dios tribal (mi dios frente a los dioses de los otros, casi como si fueran equipos de fútbol). Un dios tribal que no duda en enviar plagas terribles (la muerte de los primogénitos, la peste, las úlceras...) contra tipos, los egipcios, que son presentados como si no fueran verdaderos humanos. Esto es quizás lo más difícil de tragar de todo el Antiguo Testamento en la actualidad: que sólo el "pueblo elegido", el pueblo de Israel tenga derecho a ser cuidado y mimado por Dios, los otros son como animales silvestres que, casualmente, viven junto a ellos. 
  En todo periodo tribal es necesaria la existencia de líderes fuertes, casi infalibles e inmisericordes, y en el Éxodo no podía ser menos, con un Moisés (al que, por otro lado, muchos de nosotros no podemos quitarle la cara de Charlton Heston, ¿por qué será?) que lidera a los israelitas bajo toda suerte de miserias y dificultades, pero, sobre todo, bajo una incredulidad terrible de sus seguidores, que siguen desobedeciéndole aun cuando el tipo ha separado las aguas del Mar Rojo para que huyeran de los egipcios o les ha conseguido que lloviera el maná del cielo; pues no, en cuanto el bueno de Moisés se daba la vuelta ya le habían esculpido un becerro de oro para adorar; en cuanto subía al monte para hablar con Dios, los israelitas ya se estaban quejando, "que sí hombre que sí, que el maná no está mal, pero ¿no tienen algo de pescado?", y así continuamente. Frente a ello, un Moisés impertérrito (demasiado parecido a Charlton Heston) los perdona (tras haberles echado una bronca de aquí te espero, eso sí) y vuelve a sacarles las castañas del fuego. He aquí una imagen del bueno de Moisés (la semejanza a Heston es, ya digo, pura casualidad).
Imagen tomada de Wikimedia Commons
 Pero lo más alucinante es que Moisés tiene un lugarteniente, sí, el bueno de Aarón, que por comparación con su jefe es un pusilánime de tomo y lomo. Es un tipo incapaz de dominar a su pueblo en cuanto Moisés se ausenta para ir al baño. El propio Moisés le reprende como a un niño, y Aarón, como un verdadero niño, sale con excusas infantiles. Así, por ejemplo, tras recibir Moisés las tablas de la ley y encontrarse, a la vuelta, que habían construido un becerro de oro, el patriarca le espeta: "Tú sabes que este pueblo es muy inclinado al mal", a lo que Aarón responde: "Me dijeron: haznos un Dios que vaya delante de nosotros, porque ese Moisés, que nos ha sacado de la tierra de Egipto, no sabemos qué ha sido de él. Yo les he dicho: El que tenga oro que se desprenda de él. Me lo han dado, lo eché al fuego y ha salido este becerro." Como se puede apreciar todo muy maduro y sensato. Pero aún hay más, ¿qué solución encuentra el gran Moisés a tamaño desatino? Pues que los levitas maten al menos a uno de cada familia israelita. Total, que, según el texto, "aquel día cayeron unos tres mil hombres del pueblo". Todo muy civilizado y moderno.
 Esto es el libro del Éxodo... A ver, no pongo en duda que las historias que narra tengan una fuerza literaria enorme: el pueblo esclavizado que es liderado por un tío que fue criado por los propios esclavistas pero que tiene una conexión con Dios que ríete tú de la telefonía 5G; este líder, melena y barbas patriarcales al viento, envía plagas al faraón que, erre que erre, pasa de los judíos; luego la salida de Egipto y la separación de las aguas del Mar Rojo para que los israelitas lo atraviesen a pie enjuto y, eso sí, cuando lleguen los egipcios, allá te van las aguas; luego la travesía del desierto, el hambre, la sed... y, finalmente, el maná; luego las tablas de la ley... Vamos que da para hacer un peliculón; a mí se me ocurriría, por ejemplo, que lo dirigiera un tal Cecil B. DeMille y que lo protagonizaran tal vez un tal Charlton Heston o un Yul Brynner, pero eso se me ocurre a mí, claro...
 Vale, todo perfecto, pero ¿desde el punto de vista de la fe? Pues, hombre, no mucho, la verdad. La historia es tremebunda, pero hay pocas cosas que uno pueda aplicar directamente al siglo XXI. Tal vez la incredulidad de la gente, que nunca llegará a confiar plenamente en Dios, incluso aunque le caiga el maná del cielo. Sobre todo es poco útil, porque, como decía antes, igual que en todo el Antiguo Testamento, presenta a un dios tribal (por eso, muy pequeño, válido sólo para unos cuantos elegidos) al que se usa como a un arma de destrucción masiva para conseguir escapar de unos (y caer bajo otros, los mesopotámicos), pero, en cualquier caso, no tiene nada que ver con el Dios del Nuevo Testamento, Dios para todo ser humano, paternal y misericordioso, que está muy por encima de las pequeñas miserias humanas, ya sean personales o colectivas.

miércoles, 2 de junio de 2021

"La zona muerta", por Stephen King.

  Otra de King, ésta publicada en 1979. Ahora se trata de un tema bastante caro a King: la capacidad de premonición, desarrollada tras un accidente automovilístico. Tal vez el genérico nombre del personaje principal (Johnny Smith) haga referencia a la hipotética capacidad de cualquiera (un "Juan Nadie") para prever situaciones futuras, algo que parece atraer sobremanera al autor. De hecho, la novela en cuestión tiene muchas conexiones con otras obras de King, tanto en los personajes secundarios, que son reutilizados, como en esa supuesta capacidad paranormal que da tanto juego a un escritor de ciencia ficción. Y, ya sea dicho de paso, aunque me repita como el ajo, escasean los autores de ciencia ficción como Stephen King, cuya prosa tiene una calidad francamente alta, con descripciones psicológicas excelsas que no desmerece en absoluto la narración de los hechos.
 Al leer la novela se podría llegar a entrever la posibilidad de crear una suerte de novela río, en la que hubiera una continuidad del personaje principal y variación de la temática y personajes secundarios, algo semejante al Sherlock Holmes de Conan Doyle; pero Stephen King no ha trabajado nunca así al parecer, aunque hay una adaptación cinematográfica en forma de serie en la que se presentan más casos en los que la clarividencia de Smith ayuda a solucionarlos. En todo caso, La zona muerta es una notable novela, no de las mejores de King, pero sí con calidad para convertirla en otro best seller del escritor de Maine, tan habituado ya que debe estar a suculentos cheques firmados por su editorial.
 Aspecto destacable es la implicación política del autor en la novela. Sabido es que King no reniega a meterse en el fango de la confrontación política, algo que, probablemente, le perjudique económicamente (quizá realmente esté tan por encima de preocupaciones económicas que no le importe). Lo cierto es que han sido bastantes las ocasiones en que ha declarado públicamente su apoyo al Partido Demócrata estadounidense y ha despotricado amargamente de algún que otro candidato republicano (de lo más conocido recientemente, de Donald Trump, al que acusó abiertamente de ser racista). Pues bien, la política está impresa en la novela en cuanto las dotes adivinatorias del personaje sirven para que éste sea capaz de ver en un candidato republicano al estado de New Hampshire la encarnación de Satán, un satán de andar por casa, eso sí, pero capaz de llevar a uno de los países más poderosos del planeta a una guerra que podría saltar fácilmente sus fronteras y generalizarse. Es sorprendente que la novela fuera publicada en 1979, pues la semejanza en los métodos populistas y el extraño atractivo para buena parte del electorado del personaje Greg Stillson es  muy semejante a lo que décadas después ocurrió con el propio Donald Trump. Tal vez el propio Stephen King tenga dotes adivinatorios.

 Otra novela más de King; otra lección de creación de personajes y su evolución en el tiempo; otra lección de pergeñar argumentos interesantes, atractivos y amenos, a medio camino entre la realidad más prosaica y la ciencia ficción más inverosímil; otra lección de gran literatura... aunque alguno no lo entienda...

domingo, 30 de mayo de 2021

"Commitment Phobia", by Grand Snider (www.incidentalcomics.com).

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

I Juan 2, 15-17. El amor al mundo y a Dios.

 15 No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. 16 Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. 17 Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

martes, 25 de mayo de 2021

"La biblioteca del capitán Nemo", por Per Olov Enquist.

  Es curioso, de los tres libros que saqué de la biblioteca días atrás, de von Horváth, Söderberg y Enquist (las tres últimas reseñas de este blog) tenía sólo claro coger la novela de Enquist; no había leído nada suyo, pero sabía que el guion de la película de 1987 dirigida por Bille August, Pelle el conquistador fue adaptado por Enquist. Así, que esperaba mucho de la novela de Enquist y poco de las otras. Eso es lo genial de la lectura de autores no leídos anteriormente, que se descubren joyas como la novela de Ödon von Horváth, un verdadero estudio sobre la violencia humana y sus orígenes, narrada en una época crucial de Europa, pero aplicable a todo tiempo y lugar. También descubrí a Hjalmar Söderberg, con una novela más coyuntural pero bien pergeñada y, principalmente, con una capacidad de descripción psicológica de la evolución del protagonista francamente loable. ¿Y la novela de Enquist? Bueno, la verdad es que en un principio no conecté con ella, me parecía muy deslavazada, sin estructura, verdaderamente caótica, al menos en el prólogo, pero luego fui entrando, encajando con ella poco a poco.
 Al terminarla, reconozco que sí me ha gustado. Si el prólogo tenía tantas analepsis que hacía difícil entenderlo, luego ya sigue una línea temporal reconocible, aunque sigue pareciendo más un cuaderno de recuerdos tomados a vuelapluma  que una novela. Grosso modo, es la historia de dos niños que son intercambiados en la maternidad y, años después, restituidos a sus respectivas familias. Uno de ellos (no se dice su nombre) es el que narra en primera persona todos los acontecimientos desde que tiene uso de razón, es decir, desde que, siendo pequeño, lo apartan de su familia para llevarlo a otra. El chico digiere mal ese cambio, siente incluso que ha perdido en el mismo, pues, aparentemente, sus nuevos padres, sus verdaderos padres biológicos tienen una situación social más precaria y una salud (especialmente, una salud mental) mucho más enclenque. Inicialmente, a pesar de todo, la infancia es más o menos normal, para un chico de la Suecia rural de principios de siglo XX, pero luego todo empieza a torcerse.
 En la novela hay algo de metaliteratura, poco, pero algo hay. El propio título da pie a entenderlo así, además de que el chico tiene como amigo imaginario (benefactor, lo llama en la novela) al propio capitán Nemo, y se hace numerosas referencias a las novelas más conocidas de Stevenson, Verne y Conrad. 
 Abunda el humor, eso sí, muy escandinavo (humor negro, pero más sutil que el inglés), a juzgar por lo que voy encontrando en los escritores de aquella península europea que voy leyendo (Hamsun, Söderberg, el propio Enquist...). Bromas que, por ejemplo, mezclan las citas bíblicas con Winnie the Pooh. Y, en general, la narración casi indiferente de hechos terribles como son la propia confusión en el parto y el intercambio de las criaturas; las embolias de Alfild que la llevan a la locura y, finalmente, a la muerte; o el aborto y muerte de Eeva-Lisa. Todo ello contado con los ojos de un niño que no juzga ni valora, simplemente cuenta los hechos con esa mirada inocente, sin dramatismos.
 Eso es lo que aparentemente se narra en la novela, pero al final...
 Al final resulta que nada fue así. No  quiero destripar la novela por si alguien quiere leerla, pero diré que finalmente la novela es una historia de la locura. Locura que afecta a todos los personajes, pero principalmente al narrador, con sus personajes imaginarios, no sólo el capitán Nemo.
 Después de leerla me queda un regusto muy positivo, lo contrario que sentía cuando la empecé. Es una novela sui géneris, que no se parece a nada que haya leído, pero de una calidad muy alta.
 Al igual que con la novela de von Horváth, los párrafos están rotos en sus correspondientes oraciones, lo cual da una prosa rápida, sin concesiones a lo superfluo.
 Novela interesante por sus giros argumentales y por la capacidad de expresar sentimientos y pensamientos de un niño con sus capacidades mentales perturbadas, algo que, evidentemente, no es fácil, pero que Enquist consigue de forma magistral.

jueves, 20 de mayo de 2021

"Doctor Glas", por Hjalmar Söderberg.

  Novela breve introspectiva en la que un joven médico (quizás cuando fue escrita, principios del XX, ya se podía decir plena madurez) de treinta años reflexiona sobre la condición humana en general, aplicándosela a sí mismo y a sus conocidos, así como la validez moral del asesinato. Según parece, el relato causó revuelo en su Suecia natal por la aparente inmoralidad de considerar un asesinato como algo plausible cuando se pretende liberar a alguien del yugo de un matrimonio infeliz. Dicho escándalo también sirvió, supongo, para proyectar al tal Söderberg a los escaparates de las todas las librerías del país y traspasar sus fronteras poco después. A España, tristemente, llegó muy tarde, y, más tristemente aún, incluso hoy las versiones  disponibles no son traducidas directamente del sueco sino indirectamente del alemán o inglés.
 Inicialmente me ha recordado sobremanera a Casa de muñecas de Ibsen, al menos en la temática claro (toda vez que la obra del noruego es teatro y esto es narrativa), ya que, al igual que Ibsen, para contravenir la situación social predominante en toda Europa, en la que una mujer joven tenía que apechugar con el marido viejo que le había tocado en suerte. Aquí con una vuelta de tuerca más, puesto que se presenta a la mujer como una pobre víctima de las convenciones sociales, a aguantar el deseo sexual de su marido (para más señas, pastor protestante) e incluso le lleva (ciérrese los ojos de la mente aquí) a buscar un joven amante que le haga olvidar tan mal trago, ¡pobre mujer! En todo caso eso es en el primer tercio de la novela, pues luego todo se centra en el doctor Glas del título que queda obnubilado por la joven esposa y su terrible situación hasta el punto que comienza a discurrir cómo eliminar al viejo marido.
 Es por tanto un triángulo amoroso, cuadrado, si incluimos al amante de la tipa. Pero, por el lado del protagonista principal es todo reflexión en círculos, mucho pensar, poco actuar. Y del mucho pensar se acaba reblandeciendo todo, si no que se lo digan al bueno de Nietzsche. Glas comienza a fabular con administrar cianuro al viejo pastor para liberar así a la oprimida fémina (¡pobre mujer!); inicialmente para dejarle el camino expedito con su amante, pero poco a poco se va poniendo él mismo en tan cálido puesto. Lo cierto es que tanto lo piensa que finalmente lo ejecuta. El viejo pastor (tan viejo como cincuenta y ocho años) muere envenado, así, la viuda (¡pobre mujer!) queda libre de su opresión y el psicótico de Glas comienza a imaginarse en el lugar del muerto.
 Leído en 2021 (habiendo leído ya tantísimo, algunas cosas excelsas, otras pocas auténtica basura, y la mayor parte ni fu ni fa) no me ha producido tanto escándalo, tal vez porque la distancia de los ciento dieciséis años deja todo cloroformizado, pero entiendo que en 1905 la polémica estuviera servida.
 Y en buena medida, esa polémica debió llegar como consecuencia de una doble moral (más bien una moral a la carta) en la que el bueno del doctor Glas se permite aleccionar moralmente a aquellos clientes que acuden a su consulta para buscar la interrupción de un embarazo ( un aborto, caray, vamos a dejarnos de eufemismos) y, sin embargo, mata sin remordimiento a un tipo para liberar a su esposa (¡pobre mujer!) de una vida matrimonial insatisfactoria.
 Es probable que el propio escritor y, sobre todo, sus editores buscaran el escándalo con ahínco, como antes dije, para situar su novela en lugar de preferencia en los escaparates, con lo cual (como pasa siempre) esta discusión de si es moral o inmoral es, en realidad, totalmente artificial y buscada. 
 Escándalos, polémicas y revuelos al margen, la novela es bastante potable. Tiene una capacidad de descripción de la reflexión que no llega a la que consigue un tal Dostoyevski, pero no le queda muy a la zaga. Crea, por otro lado, personajes a los que no juzga en modo alguno sino que  deja que el lector empatice con uno u otro en función de su idiosincrasia. Quizá esa sea la estrategia de Söderberg, pergeñar una novela en la que el personaje principal juzga moralmente a todo el mundo pero actúa de forma inmoral, según la moralidad dominante del momento; todo ello crea un juego bastante interesante y que da para que el lector se interese y lo exteriorice con otros lectores.

miércoles, 19 de mayo de 2021

"Jugend ohne Gott" ("Juventud sin Dios"), película dirigida por Alain Gsponer en 2017.

  Creo haber loado ya varias veces la fructífera relación entre el cine y la literatura, en mi opinión al menos, aquél al servicio de ésta. Porque, para que engañarnos, en la vida que nos ha tocado vivir y con la potencia que tiene la imagen, es mucho más fácil transmitir un mensaje a través de la imagen que de la palabra escrita. Por supuesto que muchos somos conscientes de que la novela permite mil matices y argumentos secundarios que no son desarrollables en el celuloide, pero, aún así, las nuevas generaciones, ésas que han nacido con una pantalla en sus manos siempre tenderán hacia lo más fácil y sencillo que a lo más costoso y complicado (tal vez por pura saturación de información). En todo caso, para muchos de los que ya peinamos canas, la película es una segunda forma de presentarse de la novela, o, mejor dicho, un intento de hacer más ligera la novela, aportando la imagen... No sé, el caso es que esta reflexión la hago tras haber visionado la adaptación de 2017 de la novela de Ödön von Horvath y he sentido precisamente eso: que la novela es más compleja, más rica, por el contrario, la película es más directa, más impactante.
Imagen tomada de filmaffinity.com
 Y, releyendo lo que escribí en la entrada de este blog sobre la novela, me ratifico plenamente en mis conclusiones. Decía entonces que la novela es atemporal aun cuando está ambientada en la Alemania nazi, pues las relaciones que narra son, desgraciadamente, comunes a los seres humanos de toda época y lugar; bien, pues, precisamente, la adaptación cinematográfica del tal Alain Gsponer sitúa la historia creada por von Horvath en la actualidad (aunque se ven algunos destellos futuristas) y en Alemania (concretamente se filmó en Baviera). Y luego, claro está, hay cambios en los personajes para modernizar la narración, así en la novela los chicos van un campamento en el que sólo hay varones, mientras que en otro más lejano están las chicas (como era habitual en los años treinta del pasado siglo), en la película, por el contrario, es mixto; el cura, amigo y consejero del profesor, ha sido eliminado; y el sargento ha sido sustituido por una psicóloga, todo más moderno. Estos cambios se unen a que los chicos no van a entrar a un grupo social tan terrible como las Juventudes Hitlerianas, pero van a entrar en otro que a veces puede ser igual de siniestro: la formación académica de élite encaminada a la consecución de un alto puesto directivo en el mundo laboral actual. En esos mundos tan parecidos y tan diferentes, la ambición desmedida de los chicos llega a provocar mentiras, falsos testimonios, asesinatos y suicidios. 

Imagen tomada del sitio www.bayern.by
   En fin, la película pierde matices, como antes decía, pero pone en valor la atemporalidad de la obra de von Horvath. Interesante recordar que la maldad no es exclusiva de los nazis, la maldad late en cualquier corazón humano, sólo hay que someter a ese ser a la tensión de tener que ganarse la vida y saber que puede perder ésta por una nimiedad para que la maldad animalesca salga a flote. Reflexión interesante para aplicarla a nuestras propias vidas.

martes, 18 de mayo de 2021

Franco Battiato (23 de marzo del 45 - 18 de mayo del 21).

 

Imagen tomada del sitio www.lhmagazin.com


Gli uccelli

Volano gli uccelli volano
Nello spazio tra le nuvole
Con le regole assegnate
A questa parte di universo
Al nostro sistema solare

Aprono le ali
Scendono in picchiata, atterrano
Meglio di aeroplani
Cambiano le prospettive al mondo
Voli imprevedibili ed ascese velocissime
Traiettorie impercettibili
Codici di geometria esistenziale

Migrano gli uccelli emigrano
Con il cambio di stagione
Giochi di aperture alari
Che nascondono segreti
Di questo sistema solare

Aprono le ali
Scendono in picchiata, atterrano
Meglio di aeroplani
Cambiano le prospettive al mondo
Voli imprevedibili ed ascese velocissime
Traiettorie impercettibili
Codici di geometrie esistenciali

Volano gli ucceli volano
Nello spazio tra le nuvole
Con le regole assegnate
A questa parte di universo
Al nostro sistema solare

Se van los mejores y quedan (quedamos) los malos.

lunes, 17 de mayo de 2021

Mafalda y los tres monos sabios.

   En este país de "enteraos" y, en las últimas décadas, de "enteraos summa cum laude", hay que explicar que los tres monos sabios no significan, como muchos creen, hacer la vista gorda ante los problemas del mundo, hacerse el desentendido y aprovecharse de todo, no, todo lo contrario, la tradición japonesa de los tres monos sabios (Mizaru, Kikazaru e Iwazaru) significa "no ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal". Es decir, protegerse de la podredumbre humana haciendo caso omiso a todo lo malo que los medios de manipulación, perdón, de comunicación, vomitan hora tras hora. Renunciar a lo mundano en busca de una realidad superior. Hacer un "apagón informativo a la inversa" y no colaborar transmitiendo el mal. Esto es: apagar la televisión, la radio, las redes sociales, los periódicos... Pues eso, valga la criatura principal del gran Quino para ilustrar esa suerte de ascetismo.

domingo, 16 de mayo de 2021

"Juventud sin Dios", por Ödön von Horváth.

   Hay novelas que por atemporales parecen escritas ayer mismo aunque lo fueran en realidad hace noventa años. Es el caso de Juventud sin Dios, una extraordinaria novela de un tal Ödön von Horvarth, hijo de un diplomático austriaco, étnicamente húngaro, muerto accidentalmente en París en 1938. Dicha novela está escrita con una prosa tremendamente ligera (a veces, es mi opinión, demasiado rápida, casi telegráfica), deshaciendo los párrafos en simples oraciones, lo cual convierte cada frase en un proyectil infalible que golpea al lector. En realidad no es un texto sensiblero, que nadie se confunda, incluso con el tema que trata (asesinato entre adolescentes), de hecho, lo apabullante es la frialdad con la que se describe a esos adolescentes, hipotético futuro de la sociedad, y sus comportamientos viciosos y pervertidos. Juventud sin Dios ha sido considerada paradigma de la denuncia de la sociedad pergeñada por los teóricos del nacionalsocialismo que, básicamente, se define por la consecución de unos objetivos (nacionalistas, étnicos y de identidad colectiva) por encima de cualquier moral. No es una interpretación errónea: von Horváth ya había sido señalado por los jerarcas nazis en el Völkischer Beobachter, la portavocía oficial; sus libros habían ardido en esas infames piras tantas veces recordadas; su casa familiar de Murnau, Baviera, había sido registrada en busca de textos antipatrióticos... Probablemente, su pertenencia a la nobleza austriaca lo libraba de momento, pero hubo de huir del país en todo caso, para encontrar una muerte absurda (la caída de una gran rama en un día de tormenta) en París. Sin embargo, la novela de von Horváth es atemporal, pues, desgraciadamente, todos esos vicios y perversiones son encontrables en cualquier tiempo y lugar.
 En esencia, la novela retrata la opresiva situación de un grupo escolar de adolescentes en la Alemania del Tercer Reich, en el ámbito de los campamentos de montaña que tan frecuentes fueron en el ámbito fascista (también, además de en Alemania, en Italia y en España) en los que se adiestraba militarmente a los chicos, además de "formar su espíritu nacional" y homogeneizaba sus dispersas mentes. En ese ámbito, el protagonista es un profesor que asiste atónito al desarrollo de las relaciones entre escolares, con el descubrimiento del amor, el sexo, los celos y la venganza como motores del asesinato de uno de ellos. El maestro no es totalmente ajeno a la desgracia, tampoco en el sentido de la responsabilidad, clara metáfora de que en una sociedad como aquélla no hay nadie que se libre de culpa, aunque sea por mirar hacia otro lado. El asesinato se esclarece en un juicio en el que los chicos no dudan en mentir y levantar falso testimonio  por librarse de un mínimo castigo, aun a sabiendas de que metían en un problema a un inocente.
 En mi opinión, esto es trasladable a cualquier sociedad humana. Retrata jóvenes (teóricamente, la mejor parte y el futuro de aquélla) con todos los vicios de los adultos: mienten, espían, levantan falso testimonio contra otros, incluso asesinan... pero, sobre todo, miran para otro lado y, en lugar de ayudar, se complacen con el mar ajeno. ¿Acaso ha habido alguna sociedad en la que todos esos vicios y defectos no hayan sucedido? ¿Acaso no lo hemos hecho, aunque sea en pequeña medida, nosotros mismos para no complicarnos la vida? Es fácil (y apropiado) entender esta novela como denuncia del sistema social basado en la delación y la falta de solidaridad impuestos por los nazis; pero es mucho más útil  si se piensa en que todos esos vicios son propios del ser humano de cualquier época y lugar. Hacer esto con una finalidad, claro está: buscar la solidaridad en lugar de la delación; la honestidad, aunque perjudique, en lugar de la mentira; el compromiso en lugar de la indiferencia; la misericordia en lugar de la aplicación brutal e impersonal de las leyes; la compasión en lugar del rencor... 
 El gran Primo Levi, víctima en primerísima persona de la brutalidad nazi, dedicó el resto de su vida a narrar sus terribles experiencias en el campo de concentración no para ganarse la compasión de los demás, sino para "vacunar" a la sociedad frente a la intolerancia, la barbarie y la indiferencia. Puede que la Historia no se repita nunca, como me decía un querido profesor, pero la naturaleza animalesca del ser humano pervive en lo más recóndito de su corazón y, bajo determinadas circunstancias, rebrota con ánimo homicida con facilidad, repitiendo esquemas ya acaecidos tiempo atrás.