martes, 14 de septiembre de 2021

"La sal de la tierra", por Józef Wittlin.

  La nueva edición de Minúscula presenta esta gran novela junto con un fragmento de Muerte sana, la que tendría que ser la continuación de La sal de la tierra y conformar una trilogía sobre la I Guerra Mundial que, desgraciadamente, nunca se llegó a terminar. En cualquier caso, se puede apreciar claramente que La sal de la tierra es una gran novela inconclusa, pues pergeña un argumento y unos personajes que tienen mucho más recorrido que las trescientas páginas de esta edición. Es, verdaderamente, una pena que no haya continuidad a la novela inicial, de una calidad difícilmente igualable.
 Lo primero es lo primero: La sal de la tierra narra la vida de un campesino hutsul (grupo étnico ucraniano localizado en los Cárpatos), Piotr Niewiadomski, analfabeto, greco-católico y ferviente súbdito del emperador austro-húngaro Francisco José, que es movilizado en el verano de 1914 para contrarrestar los ataques que sufría el Imperio a manos de serbios. El conflicto, es bien sabido, se expandiría por toda Europa como la pólvora y acabaría siendo llamado inicialmente "Gran Guerra" o "Guerra del 14", hasta que, tres décadas después ya recibiera el nombre actual de "Primera Guerra Mundial". La novela es sutilmente antibelicista. Digo "sutilmente" porque en ningún momento se denuesta de forma manifiesta el conflicto bélico, sino que se pone en evidencia la sinrazón e inhumanidad de cualquier guerra, en contraposición de la vida más natural y comprensible en tiempos de paz.
 Józef Wittlin era un ejemplo claro de esa heterogénea mezcla de gentes, lenguas, religiones y culturas conocido como Imperio Austro-Húngaro, que dio, sin embargo, extraordinarios escritores como los archiconocidos y admirados Joseph Roth y Stefan Zweig. Wittlin era lingüísticamente polaco, étnicamente judío y de nacionalidad austro-húngara, mezcla que en su caso fue claramente enriquecedora, ya que le aportó una visión globalizada a la vez que respetuosa de las diferencias de todos aquellos que formaron parte de aquel país. 
 El personaje principal, Niewiadomski, deja a las claras que es un arquetipo humano más que un personaje real. Su apellido proviene, parece ser, de la expresión polaca nie wiadomo, "no se sabe", que podía ser traducido al español, por tanto, como "Pedro Expósito", aunque también como "Pedro Nadie". Vamos, que en el protagonista están concentrados no sólo todos los ciudadanos de aquel heterogéneo imperio, sino la esencia misma de cualquier ser humano.
 La prosa de Wittlin tiene una calidad difícil de igualar. Apenas hay diálogos, sino que todo se basa en minuciosas descripciones tanto físicas como psicológicas que, sin embargo, no hacen que el texto sea de lectura lenta ni farragosa. Pese a haber sido escrito hace más de un siglo, el texto (de profusa adjetivación) no es en absoluto rebuscado ni anticuado, sino que resulta moderno y actual, probablemente por la atemporalidad del tema. Es, me atrevo a decir, prosa poética, principalmente por lo primoroso en la descripción psicológica que llega a ser un verdadero cuadro digno del mejor Dostoievsky.

 Como antes decía, deja una sensación triste terminar la novela, pues es evidente que está inconclusa, y que sería una de las mejores novelas del siglo XX si hubiese terminado los otros dos tercios que el propio Wittlin tenía planeado. La acción concluye con el inicio de la guerra, habiéndose centrado la novela en los prolegómenos del conflicto y la llamada a filas de todos los varones jóvenes de aquel imperio centroeuropeo. Es a todas luces evidente que Wittlin había pergeñado tan cuidadosamente como lo había hecho con la primera parte las otras dos novelas, tarea quizá ingente que comprometió de manera nefasta su realización. Como lector buscador de la excelencia lo lamento profundamente, ya que, leyendo La sal de la tierra, queda fuera de toda duda la sobresaliente calidad literaria de Józef Wittlin. En todo caso, por sí sola esta novela es una pequeña joya que aúna esa calidad literaria excelsa con una humanidad y compasión por el "mono con pantalones" y su sociedad que hace que uno pueda congraciarse, aunque sea momentáneamente, con sus congéneres.

sábado, 28 de agosto de 2021

"Escrito a lápiz", compilación de "microgramas" de Robert Walser.

  Erre que erre... ¡Cuántas veces habré dicho de un autor que no me gustaba su forma de escribir o sus temas, y sigo leyéndolo! Pues eso, decenas de veces. De los ejemplos más evidentes es el de Robert Walser, alguien a quien admiro y odio a partes iguales. Lo admiro porque tiene una prosa límpida y cristalina  como pocas, con una adjetivación profusa pero no rebuscada, con un dominio del lenguaje escrito, en definitiva, que es muy difícil de encontrar en autores del siglo XX; y lo odio... ¿que por qué lo odio? No sé, quizá porque sus personajes tienen una humildad rayana en la abyección y autodestrucción que me parece inhumana y rechazable... o tal vez porque estaba como una cabra... Según este humilde blog que nadie lee, un servidor leyó Jakob von Gunten, supuesta obra cumbre de Walser, allá por junio de 2016, y, releyendo la entrada, me costó Dios y ayuda acabarlo. Esta novela es el ejemplo más claro de una persona de altísima cultura que, sin embargo, posee una autoestima a nivel del betún, lo que le lleva a "autoaniquilarse" sin compasión; la cuestión estilística está fuera de toda duda, pero el tema... Sin embargo, otras obras de este autor, como por ejemplo El pequeño zoológico o El paseo unen a esa alta calidad literaria unos temas de una humanidad maravillosa, que le reconcilia a uno con la vida, lo opuesto, vaya, a Jakob von Gunten.
 Es por esto que me debato entre la admiración más sincera y la repulsa más brusca ante el bueno de Robert Walser. El hecho, no menor, de que el propio Walser pasase cerca de treinta años en una institución psiquiátrica no mejora un ápice la disyuntiva, claro está. Así que, cuando veo libros como éste en la biblioteca, mi mano se acerca con presteza a su lomo, mientras una vocecilla en mi cabeza me dice "vete, huye, no encontrarás más que enfermedad mental ahí". Y, a la vista está, la mano, irreflexiva y no prejuiciosa ganó.
 Este tomo es el segundo que edita Siruela sobre los llamados "microgramas", palabro inventado por sus sesudos estudiosos que hace referencia simplemente a que Walser tenía la costumbre de escribir con letra minúscula (parece incluso que la primera dificultad consistió en descifrar la escritura) en hojas viejas de calendario lo que su mente le dictaba en los largos paseos a los que era aficionado (paseos, por cierto, que fue lo último que hizo, ya que la muerte lo sorprendió en uno de ellos en la Navidad de 1956). Bueno, lo cierto es que esos escritos son reflexiones variopintas tomadas a vuelapluma (en este caso, "vuelalápiz") durante los años 1926 y 1927.
 ¿Y cómo son? Son típicamente "walserianos", en el sentido de que tienen una prosa compleja, con multitud de frases subordinadas, muy anticuada, la prosa, para haber sido escrita hace menos de un siglo, y, en la temática, son complejos... pero complejos en el mal sentido. Quiero decir que no es que sean complejos porque incorporan reflexiones en varias direcciones sobre un mismo asunto, sino que son complejos porque, claramente, son las digresiones de alguien al límite de la enfermedad mental. Claro, afirmar eso sabiendo que el pobre hombre se pasaría las últimas tres décadas de su vida recluido en un psiquiátrico no parece muy valiente por mi parte, pero es que, aunque no hubiese conocido este dato se podría inferir sin grandes dificultades ni conocimientos de psiquiatría que su autor tiene un punto de locura evidente.
 Parece ser que Robert Walser fue diagnosticado como esquizofrénico, enfermedad que también afectó a otros familiares directos suyos; estos "microgramas" demuestran una percepción de la realidad que, ciertamente, no parecen tener mucha consistencia; el escritor parece tomar otras voces a la hora de escribir, algunas veces las de mujeres, narrando en primera persona siempre pero con distintas personalidades, muy frecuentemente obsesivas. Otras veces, las reflexiones parecen más ajustadas a la realidad, al menos son más entendibles desde este presente. En fin, ni puedo ni me corresponde enjuiciar a nadie por sus escritos, pero, siendo lego en la materia, sí parece que al bueno de Walser "le faltaba algún tornillo".
 Pero, bueno, eso del tornillo es lo de menos... ¡Cuántos excelentes escritores han tenido algún que otro problemilla (o problemazo) en la sesera y, sin embargo, han dejado textos memorables que enriquecen a aquél que los lee... Lo que ya no tengo claro es que estos "microgramas" merecieran ser publicados. No tengo dudas en absoluto referente a las tres obras que he citado anteriormente, pero estos textos fueron escritos por Walser, aparentemente, como un ejercicio intelectual, no para ser publicados, algo que claramente deseaba con otras obras suyas. Siento incluso que se haya podido incurrir en descortesía al editar estas notas, sin duda privadas, de alguien que nunca pretendió que fueran leídas por otros.

domingo, 22 de agosto de 2021

"El hombre de negro", de Robert Louis Stevenson.

  Cinco relatos de terror (el llamado "terror gótico") del inmortal autor de La isla del tesoro o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, paradigmas de la novela de piratas y del desdoblamiento psicológico respectivamente. Con tamañas obras es normal que el resto de la obra de Stevenson haya quedado en segundo plano, pero hemos de recordar que el escocés fue autor de una veintena de novelas y cientos de relatos, así como de poesía, obra extensísima creada en apenas cuarenta y cuatro años de vida.
 Los relatos contenidos en este tomito de Ediciones Abraxas son monumentos a ese gusto por lo sobrenatural, lo anómalo, lo fantasmagórico que tanto estaba de moda durante el reinado de Victoria en el Imperio Británico, y cuya influencia llega hasta nuestros días. Son relatos cortos, impactantes, como un directo al mentón, que dejan al lector entusiasmado, preguntándose si leerlo de nuevo o, simplemente, recordarlo en toda su intensidad.
 Ya que menciono la editorial, he de hacerme eco de una crítica acerba pero justificada. Entiendo que la labor editorial (que tantas veces denuesto desde este humilde blog, pero sin la cual no sé dónde andaríamos los lectores) es compleja y laboriosa, que la perfección, que no existe en nada humano, es imposible de otear siquiera en este ámbito, pero tengo que afirmar que ésta es el texto que he leído que contiene más erratas. La edición que tengo en las manos es de 2002, lo digo por si han sacado a las librerías otra edición posterior, subsanando los errores, en cuyo caso, no hay más de qué hablar; pero, en esta edición es terrible la cantidad de erratas... Erratas digo, no faltas de ortografía o puntuación, pues normalmente consiste en la ausencia de artículos o preposiciones cuando no en la no concordancia de género o número entre sustantivos y adjetivos. Ya digo, desde la comprensión a la dificultad de la tarea editorial, es imprescindible que la corrección de las galeradas sea más minuciosa, so pena de publicar textos que constantemente sacan al lector de la concentración necesaria para poder disfrutar de la lectura. En este ejemplar concreto, sacado de una biblioteca pública, otro lector previo ha tenido a bien (o a mal, no sé) corregir todas esas erratas que plagan las páginas del libro hasta superar el centenar.
 En fin, volviendo a Stevenson, los relatos son extraordinarios, especialmente los tres primeros, de los cuales destaca Markheim, con una excelente descripción psicológica del personaje. El inicio de este relato es sorprendentemente semejante a Crimen y castigo de Dostoievsky, pues el protagonista, Markheim, asesina de forma más o menos involuntaria a un anticuario (prestamista, en realidad) como aquel famoso Raskolnikoff del ruso. Toda la debacle psicológica que en Crimen y castigo se da antes del crimen, se da, al ser casual, tras el asesinato en Markheim: las dudas morales, la contraposición de los principios morales y la supuesta superación de estos por ciertos individuos...
 Los dos últimos relatos contenidos en este volumen están ambientados en los Mares del Sur, zona del Océano Pacífico donde Stevenson residió hasta su muerte. El primero de ellos, El diablo de la botella, es una excelente muestra de ese terror gótico del que hablaba antes ambientado en mares supuestamente preñados de piratas, resultando un relato extraordinario que define al autor escocés de forma prototípica. Pero el último, La isla de las voces, me ha parecido caótico en su estructura, con una temática basada en la mitología hawaiana, no ha conseguido engancharme para nada, y eso que pocas cosas hay que enganchen más que un relato de Robert Louis Stevenson...

miércoles, 18 de agosto de 2021

Tercer grupo de libros históricos del Antiguo Testamento: "Tobías", "Judit", "Ester" y "Macabeos (I y II)".

  Tercer y último grupo de libros históricos del Antiguo Testamento. Todos menos el de Ester son los llamados "deuterocanónicos" (según los reformados, "apócrifos"). Es decir, que son libros incluidos en la Biblia católica pero no en la protestante, pourquoi? Porque no están incluidas en la Biblia hebrea, razón por la cual Lutero los eliminó del canon para la Biblia protestante. Por lo demás, la verdad no creo que se pueda diferenciar entre los libros históricos canónicos y los deuterocanónicos... quiero decir que la temática es la misma (más o menos), el estilo literario es muy semejante y son tan insufribles como todos los libros históricos del AT. De hecho, la expresión popular "rollo macabeo" viene, evidentemente, de estos libros que, francamente, aportan muy poco a la vida de un cristiano del siglo XXI.
 Tobías: tiene como mensaje principal algo que, en realidad, se niega en otros libros veterotestamentarios: que Dios no abandona al justo en esta vida, sino que le retribuye en el mundo terreno. Esto se narra con Tobías, hebreo poseído por el demonio Asmodeo, pero que es justo y caritativo. Dios lo libra de ese demonio, pero queda ciego porque (atención al giro argumental "hollywoodiense") "golondrinas defecan en sus ojos"... Sí, así de escatológico... Naturalmente, recupera la vista a posteriori
 Judit: libro histórico del periodo de Nabucodonosor, que es atacado por Arfaxad. El primero vence al segundo y castiga a los pueblos que apoyaron al segundo, entre los cuales está Judea. En esto interviene Judit, que es presentada como "una débil mujer", una viuda que, sin embargo, reprende a los jefes judaicos. Es detenida y llevada ante Holofernes (general en jefe de Nabucodonosor). Judit (se supone, viuda joven de buen ver) seduce al general y luego lo decapita. Los asirios, horrorizados se rinden y huyen. En fin, al margen del parecido con un culebrón venezolano hay semejanzas (al menos en la presentación) entre Judit y David, en el sentido de que ambos son débiles y derrotan a los poderosos (a hondazo limpio en el caso de Goliat y con seducción femenina y cuchillo para Holofernes). ¿Tal vez el mensaje oculto es que el pueblo de Israel es un pueblo débil pero, a la vez, matagigantes? Puede ser, pero en cualquier caso parece la típica narración imposible de asociar a un solo territorio y una sola época. Tal vez por eso no estaba recogido en la Biblia hebrea.
 Ester: Otra mujer, Ester, libera al pueblo de Israel de la "amenaza de exterminio" en el exilio mesopotámico. Anás, sucesor de Artajerjes promueve un decreto de expulsión de los judíos (¿primer decreto antisemita de la historia?). Lo cierto es que los judíos, liderados por Ester, darán la vuelta al decreto de expulsión, ejecutarán a Anás, y, para terminar la fiesta a lo grande, asesinan a centenares de persas. De este "hermoso hecho festivo" deriva la fiesta del "Purim", fecha en la que se lee este libro mientras se ayuna (inicialmente) para luego dar rienda suelta a la diversión con banquetes, cánticos, bebidas y disfraces hasta convertirse en una especie de carnaval judío. En el libro se narra lastimosamente la situación hebrea bajo la barbarie persa, pero cuando estos son pasados por las armas se ve como la respuesta lógica del pueblo elegido, ¿doble moral tribal?
 Macabeos I y II: Lo que decía de "rollo macabeo" para ilustrar algo tedioso, largo y sin interés, ¿lo son? En mi opinión, no más que los anteriores. Narra la supervivencia de la religión y cultura judía en plena época helenística, cuando todo el Este de Europa y Oriente Próximo caen enamorados de la cultura griega y repiten sus manifestaciones artísticas por doquier. Desde el punto de vista de la ortodoxia judía, el helenismo es otro peligro más, uno que pretende sustituir las normas de comportamiento mosaicas (que rigen hasta el más nimio asunto vital) por la cultura que, inicialmente al menos, expandirá Alejandro Magno. Los dos libros (que, por cierto, son prácticamente repetición uno del otro) son historia bélica judía que parte de un planteamiento nacionalista exacerbado. 
 El hecho de que  cuatro de los cinco libros de este grupo no entraran en la Biblia hebrea no es especialmente importante, pero desde luego no aportan nada al sentimiento y la religión cristiana. Sobran en la Biblia cristiana, tan sólo tienen un cierto interés histórico y testimonial.

martes, 17 de agosto de 2021

"La mano muerta", de Wilkie Collins.

  Cuatro relatos "góticos" de William Wilkie Collins editados por Montesinos. Esto de "gótico", aplicado a la narrativa, ya se sabe, hace referencia a un estilo en novela y relato que se caracterizaba por el gusto por los misterioso, algunas veces rayando en el terror, y lo oscuro. Quién y cuándo utilizó por primera vez ese término aplicado a lo literario es algo que me importa muy poco; en realidad, no es más que otra etiqueta más que facilita la clasificación y que los editores usan para orientar a sus lectores. Desde un punto de vista más riguroso, habrá que hacer referencia al Romanticismo literario para explicar ese gusto que anidó principalmente en las mentes de escritores anglosajones, a uno y otro lado del Atlántico, desde finales del XVIII, pero que tuvo su esplendor en el siglo XIX, en la llamada (otra etiqueta más) "Literatura victoriana". Pues bien, victoriano por los cuatro costados era el bueno de Wilkie Collins, según las biografías, amigo íntimo de uno de los genios que definen tal etiqueta, Charles Dickens.
 Y, en mayor medida que Dickens, Collins abundó en esa narrativa misteriosa y fantástica que no podría llamarse en puridad "de terror", ya que insinuaba más que mostraba lo sobrenatural, principalmente fantasmas, aparecidos y demás entes extraños. Los cuatro relatos recopilados por Montesinos hacen honor a tales características, y, al igual que su ínclito amigo, Collins escribe en una prosa preciosista, lenta, preñada de epítetos y frases subordinadas, que obliga a una lectura reposada y concienzuda para sacar hasta el más mínimo jugo de sus descripciones. De esos cuatro relatos, el más notable es el más largo, Monkton el loco, muestra palmaria de que esta "literatura gótica" no necesitaba de elementos terroríficos para crear terror, pues el ambiente creado por Collins con la locura de un joven en su gran mansión es suficientemente perturbadora por sí mismo.
 Siempre que pienso en literatura victoriana no puedo dejar de pensar en las grandes novelas de Dickens: David Copperfield, Oliver Twist, Grandes esperanzas, Historia de dos ciudades o La tienda de antigüedades (las cinco reseñadas en este humilde blog), pero hay que reconocer que el relato es un formato narrativo que se apresta muy bien a esta narrativa fantástica y misteriosa. Esto es así, porque es difícil (incluso para un Dickens o un Collins) mantener la intriga de una historia de fantasmas en una novela de más de mil páginas, por ejemplo, pero también porque se me antoja que una historia fantástica debe ser como un puñetazo al estómago: rápido y duro. Esto se puede comprobar desde Dickens y Poe hasta Lovecraft.

 Otro aspecto del que creo haber hablado largo y tendido en este blog es el de la sociedad que pergeña esta narrativa: la de una época de cambios (aunque, ¿cuándo no ha sido época de cambios?) de una sociedad rural y agrícola en otra urbana e industrial, con desigualdades e injusticias sociales insoportables (véase Oliver Twist, por ejemplo) de las cuales, uno de sus mayores detractores fue el propio Dickens; pero otra sociedad (otra parte de esa misma sociedad, en realidad) es la que un tanto despectivamente denomino como aquélla que consumía "literatura de té y pastas". Sí, es un abuso, lo admito, pero no puedo dejar de imaginar a orondas damas de mediana edad leyendo embelesadas las entregas que el bueno de Dickens y otros publicaban semanalmente en esas revistas que la biempensante sociedad británica consumía en sus pacíficos fines de semana. Incluso estos relatos misteriosos podrían encajar en esa "literatura de té y pastas" que los acomodados burgueses leían mientras la mayor parte de su sociedad se mataba por un mendrugo de pan. Sí, soy injusto y simplista, lo sé. En todo caso, ciento y pico años después nos ha dejado unas joyas exquisitas, como estos relatos de Wilkie Collins... para leer con o sin té y pastas...

jueves, 12 de agosto de 2021

martes, 10 de agosto de 2021

"Carpe Jugulum", una aventura del Mundodisco, por Terry Pratchett.

  Vigésimo tercera entrega del Mundodisco, ese planeta con forma de disco que descansa sobre los lomos de cuatro gigantescos elefantes que, a su vez, pisan sobre el caparazón de la tortuga cósmica, la Gran A'Tuin; dicha tortuga cósmica, ya se sabe, surca la inmensidad del Multiverso.
 Ahora toca el "arco argumental de las brujas", es decir, son las brujas los personajes principales con las que se narra la acción. La anciana, Yaya Ceravieja; su "segunda" Tata Ogg; la más juvenil, Agnes Nitt; y la reconvertida a reina, Magrat, luchan contra una invasión de vampiros que tratan de hacerse con el Reino de Lancre, del cual son soberanos Verence y Magrat.
 El título de la novela es una parodia del Carpe Diem horaciano, si éste se podría traducir por "aprovecha el día" o "agárrate al día", análogamente, Carpe Jugulum se traduciría por "agárrate a la garganta". Todo muy propio de los vampiros... Pero los vampiros que nos ocupan son muy distintos de aquellos recreados por Bram Stoker, éstos han abandonado la tradición en favor de lo políticamente correcto; así, ya no son vampiros sino "vampyros"; tratan de convencer más que de conquistar a base de mordiscos; e incluso toleran el ajo y los símbolos religiosos.
 Pero esto es Terry Pratchett, es decir, una parodia de la realidad a través de un mundo paralelo. Es obvio que los vampiros de Carpe Jugulum son los líderes sociopolíticos de este apesadumbrado mundo nuestro: como nuestros líderes, los vampiros controlan a la sociedad a través de las mentes de los más simples (casi todos, en realidad), con formas muy suaves, haciendo creer a los incautos que son "héroes y libertadores", cuando, en realidad, sólo quieren chuparles la sangre y esclavizarlos. En esa tesitura, la inmensa mayoría de la sociedad de aquel ficticio Reino de Lancre (léase lo mismo para este mundo nuestro) acepta con alegría a sus dominadores, los vampiros, de hecho, incluso ayudan a encumbrarlos y se convierten ante ellos en "ganado parlante". ¿Todos caen ante el encanto y la elegancia de los vampiros? No, aquellos que no forman parte del rebaño, los que tienen criterio propio y no siguen los dictados de la masa consiguen identificar a los chupasangres como verdaderos depredadores sociales. En la novela de Pratchett, estos librepensadores son las brujas, seres abominados por la sociedad, alejadas de ésta y, por ello, inmunes a la estupidez generalizada que domina a la masa.
 Es muy fácil (para los que tenemos criterio propio) identificar como vampiros a los gobernantes y divos mediáticos. Estos grupos, como los vampiros de Pratchett, son capaces de hipnotizar a la masa borreguil y, con la impagable herramienta del miedo, hacer de ellos lo que quieran para conseguir sus espurios intereses (principalmente poder y dinero); son capaces de convencer a las masas de que hay que iniciar una guerra contra un enemigo determinado, o que hay que confinarse y ponerse trapos sucios en la cara por una hipotética pandemia... Eso sí, ellos nos salvarán de esos terribles problemas... sólo tenemos que darles todo el poder y humillarnos... igual que los vampiros de Pratchet.

 Porque esa es la genialidad de Terry Pratchett: su capacidad de ironizar sobre nuestra egregia y estúpida sociedad, la sociedad de la apariencia y la superficialidad, la sociedad de la masa idiotizada y manipulada... nuestra sociedad, vaya.

sábado, 7 de agosto de 2021

"Twelve Rules for Creativity", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com)

 








Images taken from the website www.incidentalcomics.com

Segundo grupo de libros históricos del Antiguo Testamento: "Crónicas (I y II)", "Esdras" y "Nehemías".

  El segundo grupo de libros históricos en  el que los exégetas incluyen los dos de Crónicas, el de Esdras y el de Nehemías. Continúa la narración de hechos "muy judíos", importantes, supongo, para los creyentes de esa religión, prácticamente irrelevantes para los cristianos.
 Crónicas (I y II): se inicia con una genealogía desde Adán hasta David; continúa con el reinado de David; una tercera parte con Salomón; y, por último, el reinado de Judá. Historia arcaica pura y dura, aunque tratando de presentar a los héroes con virtudes  imitables, como ejemplos a seguir para un buen gobernante. Así, David es presentado más como un rey guerrero que como rey sabio, en tanto que Salomón tiene el "don de la sabiduría". Son más interesantes, al menos desde un punto de vista literario, los reyes menores, pues son más verosímiles, falibles, con un Dios que castiga inmisericorde sus defectos, pero que también premia cuando éstos se convierten de forma sincera a la fe de sus mayores.
 Esdras: libro del destierro en Babilonia, que narra la reconstrucción del templo y el restablecimiento de una nueva comunidad judía. Esto, muy probablemente, pueda ser interpretado como una metáfora de la reconquista de una nueva identidad religiosa. En el destierro babilónico se dan semejanzas con aquel en tierras egipcias, aunque es menos doloroso y los líderes mesopotámicos (Ciro y Darío) son comprensivos y respetuosos con los judíos, a diferencia de los faraones. Hace especial hincapié en un aspecto que los judíos ortodoxos y ultraortodoxos de hoy siguen manteniendo: la abominación total hacia los matrimonios mixtos, que, según ellos, desvirtúan al "pueblo elegido".
 Nehemías: el tal Nehemías fue un judío al servicio del rey persa, que (de acuerdo al relato, obviamente) mantenía su "judeidad sin mancha" incluso bajo el dominio del rey opresor. Como gobernador de Jerusalén reconstruye sus murallas, renueva su alianza con Dios (es, por tanto, líder religioso además de político) y se apresta a expulsar a los no judíos de Jerusalén.
 En fin estos tres (cuatro, en realidad) libros siguen manteniendo una visión arcaizante de "pueblo elegido". Esta expresión, modificada como "pueblo de Israel" tiene un carácter incluyente en el Nuevo Testamento, pues es aplicable a todo aquél que escuche el Evangelio, se convierta y viva su vida a la luz del mismo, sin exigencias previas o de nacimiento; en sentido veterotestamentario, sin embargo, "pueblo elegido" es una expresión xenófoba y racista que excluye a todo aquél que no sea hijo de madre judía, tenga el pito circuncidado, separe la leche de la carne y demás zarandajas. Lo triste es que para un minoritario grupo de judíos sigue siendo norma de comportamiento incluso en 2021 (o 5782, según su calendario). 

viernes, 6 de agosto de 2021

Eclesiastés (Qohélet) 3, 1-15.

 Ecl3 1* Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo*:  
2 Tiempo de nacer, tiempo de morir; | tiempo de plantar, tiempo de arrancar;  
3 tiempo de matar, tiempo de sanar; | tiempo de destruir, tiempo de construir;  
4 tiempo de llorar, tiempo de reír; | tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;  
5 tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas; | tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;  
6 tiempo de buscar, tiempo de perder; | tiempo de guardar, tiempo de arrojar;  
7 tiempo de rasgar, tiempo de coser; | tiempo de callar, tiempo de hablar;  
8 tiempo de amar, tiempo de odiar; | tiempo de guerra, tiempo de paz.  
9 ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? 10 Comprobé la tarea que Dios ha encomendado a los hombres para que se ocupen en ella: 11 todo lo hizo bueno a su tiempo, y les proporcionó el sentido del tiempo, pero el hombre no puede llegar a comprender la obra que hizo Dios, de principio a fin.  12 Y así he comprendido que el único bien del hombre es disfrutar y pasarlo bien en la vida. 13 Pero que el hombre coma, beba y se regale en medio de sus fatigas es don de Dios. 14 Comprendí que todo lo que hizo Dios durará siempre: nada se puede añadir ni restar. Y así hace Dios que lo teman. 15 Lo que es ya había sido, lo que será ya es, pues Dios hace que el pasado se repita.