El segundo grupo de libros históricos en el que los exégetas incluyen los dos de Crónicas, el de Esdras y el de Nehemías. Continúa la narración de hechos "muy judíos", importantes, supongo, para los creyentes de esa religión, prácticamente irrelevantes para los cristianos.
Crónicas (I y II): se inicia con una genealogía desde Adán hasta David; continúa con el reinado de David; una tercera parte con Salomón; y, por último, el reinado de Judá. Historia arcaica pura y dura, aunque tratando de presentar a los héroes con virtudes imitables, como ejemplos a seguir para un buen gobernante. Así, David es presentado más como un rey guerrero que como rey sabio, en tanto que Salomón tiene el "don de la sabiduría". Son más interesantes, al menos desde un punto de vista literario, los reyes menores, pues son más verosímiles, falibles, con un Dios que castiga inmisericorde sus defectos, pero que también premia cuando éstos se convierten de forma sincera a la fe de sus mayores.
Esdras: libro del destierro en Babilonia, que narra la reconstrucción del templo y el restablecimiento de una nueva comunidad judía. Esto, muy probablemente, pueda ser interpretado como una metáfora de la reconquista de una nueva identidad religiosa. En el destierro babilónico se dan semejanzas con aquel en tierras egipcias, aunque es menos doloroso y los líderes mesopotámicos (Ciro y Darío) son comprensivos y respetuosos con los judíos, a diferencia de los faraones. Hace especial hincapié en un aspecto que los judíos ortodoxos y ultraortodoxos de hoy siguen manteniendo: la abominación total hacia los matrimonios mixtos, que, según ellos, desvirtúan al "pueblo elegido".
Nehemías: el tal Nehemías fue un judío al servicio del rey persa, que (de acuerdo al relato, obviamente) mantenía su "judeidad sin mancha" incluso bajo el dominio del rey opresor. Como gobernador de Jerusalén reconstruye sus murallas, renueva su alianza con Dios (es, por tanto, líder religioso además de político) y se apresta a expulsar a los no judíos de Jerusalén.
En fin estos tres (cuatro, en realidad) libros siguen manteniendo una visión arcaizante de "pueblo elegido". Esta expresión, modificada como "pueblo de Israel" tiene un carácter incluyente en el Nuevo Testamento, pues es aplicable a todo aquél que escuche el Evangelio, se convierta y viva su vida a la luz del mismo, sin exigencias previas o de nacimiento; en sentido veterotestamentario, sin embargo, "pueblo elegido" es una expresión xenófoba y racista que excluye a todo aquél que no sea hijo de madre judía, tenga el pito circuncidado, separe la leche de la carne y demás zarandajas. Lo triste es que para un minoritario grupo de judíos sigue siendo norma de comportamiento incluso en 2021 (o 5782, según su calendario).
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