Otro prototipo de escritor suicida: poetisa precoz,
también alternó las fases de gran creatividad (especialmente
poética) con las fases depresivas. Tras su muerte el año 41, pasó
a un ignominioso olvido del cual fue rescatada por el movimiento
feminista de los años sesenta; en efecto, ella siempre reivindicó
el papel de la mujer en todas las facetas de la sociedad, incluida la
de la creación literaria. No solo se dedicó a la poesía, también
dominó la narrativa, como muestra la azarosa vida de un cocker
spaniel llamado “Flush”. Sus intentos de suicidio se sucedieron a
lo largo de su vida hasta que a los 59 años lo consiguió, de la
forma tan poética que conocemos: se llenó de piedras los bolsillos
del abrigo y entró lentamente en el río Ouse.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Los "hermosos vencidos", undécima entrega: Virginia Woolf
Los "hermosos vencidos", décima entrega: Ernest Hemingway
Prototipo del escritor aventurero: viajero empedernido,
héroe de guerra, cazador en safaris, amante de decenas de mujeres,
gran bebedor... Hemingway respondía a todos los excesos que un ser
humano podía cometer. A la vez que vivía intensamente, también
escribía de la misma manera: autor de decenas de novelas y relatos
(muchos de los cuales han sido popularizados por el séptimo arte)
que narraban personajes audaces, de vidas apasionadas. Su suicidio
fue negado por algunos de sus coetáneos, atribuyéndolo a un
accidente de caza; otros aseguraban que su vertiginosa vida solo
podía explicarse desde un trastorno bipolar, con alternancia de
fases maníacas (en las que escribiría toda su obra) y otras
depresivas (en la que se encontraba al final).
Los "hermosos vencidos", novena entrega: José Agustín Goytisolo
Perteneciente a una de las familias con mayor presencia
literaria en la posguerra española, representante de la llamada
“generación de los 50”, fue novelista, ensayista y poeta.
Marcado hasta el fin de su vida por la muerte de su madre en un
bombardeo de la Guerra Civil, combatiría con todas sus fuerzas el
totalitarismo fascista, con la ironía, sutileza e inteligencia, sin
necesidad de exiliarse. Su carácter depresivo se fue agravando hasta
que a los 71 años decidió dejar de sufrir.
Los "hermosos vencidos", octava entrega: Sylvia Plath
De esta colección de “hermosos vencidos”, aquella
que se borró antes, tan solo con 30 años de vida. Escritora precoz,
publicó un poemario “El coloso” con apenas veinte años. También
escribiría novela, especialmente destacable es “la campana de
cristal” con muy fuerte tendencia autobiográfica. Intentó
quitarse la vida varias veces, hasta que lo consiguió con gas a
aquella temprana edad. Su suicidio marcaría a su hijo Nicholas,
quien, muchos años después, emularía a su progenitora.
Los "hermosos vencidos", séptima entrega: Stefan Zweig
Otro de los grandes de la literatura europea del siglo
XX. Prolífico autor de novelas y ensayos, pero sobre todo un ser
humano ávido de aprender, de conocer otros mundos, otras culturas,
otras lenguas. Gracias a la pequeña fortuna de su familia, pudo
viajar por medio mundo, conocer a personajes como Rilke, Gorki y
otros. Abominó de los nacionalismos europeos que llevaron al
continente al apocalipsis de la guerra mundial por dos veces; los
estudiosos de su obra aseguran que el horror de la guerra y su
convicción de que la Alemania nazi llegaría a conquistar el mundo,
le hizo decantarse por el suicidio a sus sesenta años.
Los "hermosos vencidos", sexta entrega: Cesare Pavese
Uno de los poetas en la lengua de Dante más
importantes del siglo XX. Comprometido antifascista, pasará años de
cárcel en tiempos de Mussolini . Fue poeta, traductor de Hemingway,
Steinbeck y otros al italiano. Se suicidará a los 42 años, esta vez
parece que por un desengaño amoroso no superado años atrás.
Los "hermosos vencidos", quinta entrega: Jack London
Jack London si viajó. A diferencia de Salgari, London
tuvo una infancia y juventud terribles, tuvo que abandonar los
estudios muy joven y buscar trabajo de cualquier forma como obrero no
cualificado con jornadas interminables y salarios de hambre. Fue
buscador de oro, pescador de ostras, propietario de rancho... pero
por encima de todo, Jack London fue el escritor ansioso de aventuras,
de naturaleza salvaje, de animales fantásticos y hombres valerosos.
Con poco más de cincuenta años murió de forma
misteriosa. Muchos de sus seguidores, consideraron un accidente la
sobredosis de morfina que se auto-inyectó para superar el dolor que
le atribulaba. Otros muchos consideraron intencionada esta
sobredosis, un gesto de control de la situación.
Los "hermosos vencidos", cuarta entrega: Emilio Salgari
Ejemplo claro de creatividad literaria sin necesidad de
llevar vidas excitantes. Emilio Salgari pertenecía a una acaudalada
familia italiana, trató de obtener titulación de capitán de barco,
pero fracasó. Jamás salió de Italia, y, sin embargo, gracias a su
desbordante imaginación, fue capaz de describir exóticos paisajes a
miles de kilómetros de su Verona natal. Gracias a la ruina económica
de su familia, se vio obligado a contratarse por una editorial y
publicar diecinueve novelas para poder subsistir, ¡bendita ruina!
Fue el Rudyard Kipling italiano, describió paisajes paradisíacos,
héroes sin tacha, aventuras fabulosas. En su autobiografía,
describió haber navegado por lejanos mares, pero todos sus críticos
más autorizados consideran esto una simple fanfarronería. Su vida
sí fue exótica en lo anímico, al menos a partir del suicidio de su
padre (parece que por motivos económicos) que comenzaría una cadena
de suicidios que terminaría en el suyo propio; su muerte no podía
ser vulgar, se evisceró con una espada de samurai.
Los "hermosos vencidos", tercera entrega: John William Polidori
Otro escritor típicamente romántico, nacido a finales
del diecinueve y muerto a principios del siglo veinte. Tuvo la
inmensa fortuna de ser coetáneo y amigo de Byron, Mary Shelley y
Percy Shelley, vamos “la crème de la crème” de la literatura
romántica inglesa. Comparado con sus amigos, Polidori no fue gran
cosa, pero su relato “El vampiro” influiría a su vez a Bram
Stoker que escribiría su “Drácula” gracias a él.
Dicen que se suicidó a los 26 años abrumado por la
fama de sus amigos, que él jamás alcanzaría. Como todos ellos,
agrandaría su leyenda gracias a la acción del ácido prúsico.
Los "hermosos vencidos", segunda entrega: John Kennedy Toole
John Kennedy Toole se suicidó con 31 años. Un hombre
joven, prometedor como narrador, quizá mejor ensayista, sin que
hubiera escrito ni uno solo, pero por su capacidad de análisis de la
sociedad que le rodeaba hubiera sido un espléndido ensayista...
Dicen que el suicidio se debió a su carácter depresivo, a una
homosexualidad reprimida y a una madre controladora que lo aisló del
mundo. Lo cierto es que se quitó la vida poco antes de publicar su
gran obra “la conjura de los necios” que sería premio Pullitzer
años después y lo elevaría al Parnaso literario. Después de
muerto, su madre lo siguió controlando: destruyó la nota de
suicidio que, muy probablemente, la incriminara como inductora.
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