lunes, 25 de mayo de 2020

"Holiday Reading", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

Imagen tomada del sitio www.incidentalcomics.com

Knut Hamsun, Premio Nobel.

 
Imagen tomada del sitio savinelli.it
No hay nada como que te dejen solo, caminar pacíficamente con uno mismo por el bosque. Prepararse un café, cargarse la cazoleta de una pipa, y pensar ociosa y lentamente a la vez.

sábado, 23 de mayo de 2020

"Soul Music. Una novela del Mundodisco", por Terry Pratchett.

 Ya pude comprar libros, aunque fuera online. Me decidí por Maupassant, Algernon Blackwood y, cómo no, Terry Pratchett. He empezado por este último, en concreto por la entrega decimosexta de la saga del Mundodisco, Soul Music.
 Nada que ver, ya lo dije en la entrada anterior, con R. A. Salvatore. Pratchett es narrativa de ficción para adultos. Porque, si bien la narrativa de Salvatore es ideal para adolescentes y jóvenes que pueden verse reflejados en esos personajes bienintencionados y honorables de sus novelas, la de Pratchett es para gente más madura, conocedora de la narrativa de ficción, pero que no busca héroes inmaculados sino pura burla de la sociedad humana. La saga del Mundodisco es una revisión irónica de los millares de defectos que dan forma a ese autodenominado homo sapiens, pero para hacerlo más interesante lo hace a través de esos arquetipos de lo que queremos ser que son los superhéroes y las figuras míticas de todos los tiempos.
 Pratchett es, lo he escrito decenas de veces, un maestro de la ironía, del sarcasmo y de la sátira. Cualquiera que tenga un mínimo de autocrítica (¡ay, me temo que esto no sea tan frecuente!) se verá reflejado mil y una veces en personajes o comportamientos de los deformados personajes "mundodisquianos".
 En la decimosexta etapa del viaje cósmico de la tortuga Gran A'Tuin, con sus cuatro elefantes sobre los que descansa el Mundodisco, un personaje principal es la Muerte (en mi opinión, el mejor personaje pergeñado por Pratchett) que sufre una crisis vital (cabría decir la crisis de los cuarenta o de los cincuenta, pero como resulta que tiene miles de años...) y decide tomarse un tiempo libre en su magna y necesaria tarea. Sin embargo, esta vez su labor va a ser cubierta por su nieta, Susan, una niña atípica que tiene tantos admiradores como la Peste Negra. Por otro lado, la más que inesperada unión de un humano, un trol y un enano da lugar a la formación de un grupo de música pop que se completa con la llegada del bibliotecario de la Universidad Invisible (un orangután), el cuarteto crea "música con rocas dentro", generando multitudes de admiradores entre los adolescentes... y aquellos adolescentes de hace varias décadas.
 Así, Pratchett lanza guiños constantemente al lector con referencias a The Beatles, la música pop en general, el ingenuo optimismo adolescente, además de con la muerte como piedra de toque de todo ingenio humano. Es, una vez más, una delicia leer a este tipo. Una lectura para gente sin complejos que no se confunden al ver los coloridos dibujos de las portadas (sí, aquello de no juzgar un libro por su portada...).

domingo, 10 de mayo de 2020

"La morada", "El elfo oscuro, volumen I", de R. A. Salvatore.

 Al final, con tanto confinamiento, me he quedado seco de libros. Y mira que tenía cinco o seis antes de mediados de marzo, alguno francamente grueso... pero, claro, entre mi vicio habitual de leer varias horas cada día, ahora con el enclaustramiento obligatorio me he "comido" los libros como si nada... Habitualmente pido libros por internet, aunque prefiero encargarlos de viva voz en mi librería habitual, pero, no sé por qué, este mes y medio me he resistido a ello. En fin, todo este preámbulo viene a decir que, al haberme quedado sin libros libremente elegidos (qué bonita paranomasia me ha quedado sin querer) he tenido que recurrir a novelas que encontré por casa. No quería nada serio después de Galdós, me apetecía fantasía, así que, tras buscar consejo cualificado, empecé con éste:
 Y, la verdad, es que hasta el momento no me está enganchando. Robert Anthony Salvatore es uno de los grandes escritores vivos de fantasía y ciencia ficción; en mi opinión, su producción se orienta hacia las llamadas "novelas de espada y brujería" (sword and sorcery novels en la lengua en la que mayoritariamente son escritas). De este subgénero de la narrativa fantástica cabe destacar a Robert E. Howard (Conan, Kull de Atlantis...) o a Clark Ashton Smith, además de una pléyade de escritores, algunos aceptables y otros infames. En todas estas novelas hay héroes altamente cualificados en el uso de distintas armas blancas (en el caso que nos interesa, dos cimitarras) y van por el mundo "desfaciendo entuertos" como aquél de La Mancha. Por otro lado, las novelas de Salvatore incluyen criaturas mitológicas como elfos, gnomos, duendes, goblins y demás, reforzando el lado fantástico de este tipo de literatura. 
 El autor tiene, al parecer, una capacidad de producción inusitada: lo suyo son las sagas. Una vez que crea un personaje (el de la novela es Drizzt Do'Urden) le hace pasar por centenares de aventuras que va englobando en novelas y éstas, a su vez, en trilogías. Además, todas estas novelas han salido de la literatura fantástica propiamente dicha al entrar en el infinito mundo de los juegos de rol de los llamados Reinos olvidados, que ya es un universo casi infinito (o, al menos, tan extenso como sus jugadores quieran) de estos personajes con sus mundos, religiones, guerras, alianzas...
 Para entrar en detalle, la novela está protagonizada por Drizzt Do'Urden, un elfo oscuro habitante del cavernícola mundo de Menzoberranzan, hábitat de los drows y su cruel mundo. Drizzt, sin embargo, es un personaje dotado de un alto sentido moral de la existencia, que no acepta que la traición, el egocentrismo más deshumanizado o el ansia de poder sean los motores de comportamiento social. 
 La novela, he de admitir, está bastante bien pergeñada. Los personajes son relativamente redondos (relativamente, teniendo en cuenta la menor calidad literaria de este tipo de subgénero narrativo) en los que se observa evolución temporal y, en cuanto a las características formales, es bastante aceptable. En mi opinión (espero no ofender a nadie) es literatura "muy juvenil", tanto por los personajes que están en periodos de formación (con lo cual el lector joven puede empatizar fácilmente) como por la sencillez de la trama que no exige grandes esfuerzos intelectuales. No está mal, en todo caso, pero no llega a Tolkien o a Brian Aldiss, ni por lo más remoto llega a las altas calidades de Terry Pratchett (que es más adulto, o, mejor dicho, para adultos que leyeron en su juventud literatura fantástica y quieren reírse de la estupidez y soberbia humanas con esos personajes fantásticos). 
 En fin, es lo que encontré por casa en un periodo tan catastrófico como el que estamos atravesando, en breve volveré, espero, a mejores destinos.

sábado, 9 de mayo de 2020

Inciso cinematográfico: "Tuntematon Sotilas" (El soldado desconocido), película finlandesa de 2017.

 Película muy importante en el ámbito social de aquel país nórdico y que no llegó siquiera a estrenarse en los cines españoles. En mi habitual búsqueda de la calidad por encima de las modas y los grandes dictámenes de las multinacionales americanas me encontré con esta película:
Imagen tomada del sitio filmaffinity.com
 Esta versión se rodó en 2017, siendo el remake de otra con el mismo título de 1955; ambas son adaptaciones de una novela de tremendo éxito en Finlandia del aclamado autor local Väinö Linna. Es, como decía antes, una película fundamental para los finlandeses de las últimas generaciones que engarza con la idiosincrasia nacional. Finlandia es una rara avis en Europa; no es plenamente escandinavo ni tiene mucha relación con otros países salvo la lingüística con Estonia. Uno se imagina un país cuasi deshabitado (sólo cinco millones de habitantes en más de trescientos mil kilómetros cuadrados) con interminables bosques de coníferas (taiga) y lagos por doquier (de hecho, la fotografía de dichos paisajes es fundamental en esta película). Pues bien, el aislamiento del resto de Europa y la pequeñez relativa de la población ha hecho que, a lo largo de los siglos, Finlandia se fuera conformando como país más por su propio carácter que por influencias extranjeras. Tal vez por eso es un milagro que un director de cine como Aki Kaurismäki sea conocido y admirado en todas partes. El resto apenas llega, por eso me congratulo de visionar este tipo de películas.
 Como decía, la película es muy importante socialmente para aquel país por cuanto trata de forma descarnada un periodo cruel y terrible para todo el continente europeo: la Segunda Guerra Mundial. En aquel periodo, Finlandia podía haber pasado totalmente al margen de la cruel guerra, si no fuera porque su territorio estaba y está muy cerca de Leningrado (hoy, San Petersburgo). Los soviéticos, para proteger su segunda ciudad e importantísimo puerto, deciden invadir ese territorio boscoso y apenas poblado. ¿Y Europa, que hizo? Una vez más, Europa miró para otro lado. Parece que los finlandeses eran muy poca cosa y la Unión Soviética un monstruo muy grande (algo semejante a los Sudetes y el Tercer Reich). Así que Finlandia fue totalmente abandonada a las ambiciones expansionistas soviéticas. Con todo, Finlandia plantó cara. Y este es el argumento principal de la película y de la novela original: la cara, mejor dicho, las caras que planta Finlandia, caras de campesinos, estudiantes y obreros que serán arrolladas por los tanques rusos.
Imagen tomada del sitio www.zweiterwe.tkrieg.org
 Porque, claro, los gobiernos y los altos mandos militares declaran las guerras, pero los muertos los ponen las clases populares, eso ya se sabe, en Finlandia y en cualquier país del mundo. El caso es que, inicialmente, el ejército finlandés se bate con valentía e incluso con éxito (llegan a conquistar una pequeña aldea soviética en Carelia), pero, claro, luego la maquinaria soviética se pone en marcha y aplasta al país nórdico tan rápido que tienen que capitular en tres meses. Por cierto, estos eventos bélicos fueron conocidos como la Guerra de Invierno y los números (fríos y terribles números) son tan desproporcionados en todos los ámbitos que merecen ser puestos aquí: los carros de combate (fuerza esencial para el desarrollo de la guerra) fueron del orden de treinta por el lado finlandés y más de tres mil por el soviético, sin embargo, las víctimas superaron las ciento sesenta mil de los rusos por algo más de veinticinco mil de los nórdicos. En todo caso, para los millones de muertos soviéticos fueron poca cosa (qué barbaridad acabo de escribir, como si una sola baja no fuera inaceptable) y para Finlandia, veinticinco mil fue una masacre. Tal vez, lo peor fue que era evidente que la guerra estaba perdida, con lo cual, el derramamiento de sangre no podía ser más inútil.
 Pero esta película no es una cinta bélica más, de esas que nuestro amigo americano ha producido hasta la saciedad para arengar a una sociedad idiotizada y loar las virtudes guerreras. No, es una película antibelicista, o al menos así la he visto yo. El terrible argumento está narrado desde el plano de los soldados, remarcando el salvajismo e inutilidad de la guerra, destacando el comportamiento infantilmente "caballeresco" de los oficiales y mandos que mandan morir por la patria con una banalidad insufrible. Es una película que, sutilmente, realza el valor de la vida familiar (sobre todo cuando el protagonista superviviente regresa por fin a su pequeña granja) y de los valores de amistad que en absoluto tienen que ver con la guerra. Una buena película, muy dura, pero eficaz, de nuevo, para reafirmar la necesidad de respetar la vida y diferencias del otro en cualquier circunstancia, ya sea en plena guerra mundial o en una pandemia.

miércoles, 6 de mayo de 2020

"Vivo sin vivir en mí", de Teresa de Jesús.

 Con los místicos españoles, y concretamente con Teresa de Jesús, siempre queda la duda de su calidad literaria. Esto pasa porque, en realidad, son mucho más interesantes desde un punto de vista espiritual que literario, y si bajamos al ámbito de la mera crítica literaria, algunos poemas pueden parecer demasiado sencillos. El que copio en este blog, probablemente el más conocido de la santa castellana, se nos antoja demasiado popular en todos los sentidos: un villancico, la métrica popular por excelencia; la rima consonante muy evidente, algunos dirán que incluso facilona; o el uso de coloquialismos, pueden llevar a algún canalla a calificar de "colección de ripios" a este villancico. Tal vez no sea el poema más excelso ni brillante en el sentido literario, pero en el espiritual es muy efectivo. A mí, al menos, me resulta especialmente atractivo en el momento social en el que estamos, con una pandemia segando miles de vidas en cuestión de semanas. Quizá la santa pueda dar una lección de humildad y de aceptación de la propia muerte que sea interesante siempre tener en la mesilla de noche imaginaria de nuestra cabeza para poder vivir el presente de forma gozosa, sin apresuramientos, pero asumiendo que hoy puede ser el último día... Esto, claro está, debería darse por entendido en todos los que se consideren creyentes en un Más Allá y, por tanto, consideren el "más acá" como un mero trámite... Bueno, dejo ya de escribir tonterías y transcribo el villancico de Teresa de Jesús...

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.


Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:

que muero porque no muero.

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.


¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.


Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero;
que muero porque no muero.

miércoles, 29 de abril de 2020

Selección de "Proverbios y Cantares", de Antonio Machado. Ahora y siempre, pero ahora más, en tiempos de pandemia que nos recuerda nuestra propia mortalidad.

I
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

IV
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

VIII
En preguntar lo que sabes
el tiempo no has de perder...
Y a preguntas sin respuesta
¿quién te podrá responder?


X
La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.

XXIII
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.

XXIV
De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea.

XXIX
Caminante son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino, 
sino estelas en la mar.

XLIII
Dices que nada se pierda,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.

XLIV
Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

viernes, 24 de abril de 2020

"Misericordia", de Benito Pérez Galdós.

 De mi juventud tardía recuerdo haber leído con verdadera delectación Fortunata y Jacinta, que me embelesó, no sólo por su trama perfectamente urdida, por los personajes redondos y arquetípicos o por la extraordinaria descripción de la ciudad en que nací y crecí, sino también porque los modismos y giros populares de los personajes que tanto me recordaban a los de mis difuntos abuelos. El habla popular madrileña está reflejada con una verosimilitud cuasi notarial por el canario, con el doble nivel de Fortunata (clase trabajadora) y Jacinta (clase acomodada) como bandera más evidente de la trama. Ya comenté que el propio Valle-Inclán (amigo íntimo de Galdós) le llamaba "Benito el garbancero" por la fidelidad con la que retrataba las clases más humildes de la capital. Años después, rendido a la genialidad de Galdós, traté de disfrutar de los Episodios nacionales, pero no sé si fue mi situación personal del momento o la narración de grandes actos políticos o bélicos, lo cierto es que no conseguí conectar como lo había hecho con la primera novela citada. Así que, retomando el madrileñismo, me he lanzado a:
  Porque en Galdós encuentro el punto intermedio perfecto entre descripción y narración. Otros muchos grandes escritores se orientan hacia una u otra técnica, pero el canario es capaz de narrar una trama con una perfección extraordinaria y, a la vez, describir lugares y personajes con verdadera maestría. Qué duda cabe de que es uno de los más grandes, no ya de la literatura en castellano, sino de la literatura universal de todos los tiempos.
 Misericordia narra las miserias, valga la redundancia, de un Madrid paupérrimo, con personajes vestidos en harapos que malviven de la caridad de la sociedad biempensante que da limosna con la nariz tapada. De nuevo, los personajes están tan bien detallados que uno los puede casi palpar; entre ellos, la "señá" Benina, criada de esa buena sociedad y mendiga o Almudena, ciego judío de origen marroquí, también mendicante que a falta de todo lo material tiene un corazón a prueba de bombas. El medio físico de la novela es el Madrid más castizo: el Hospital de la Misericordia, que estaba junto a las Descalzas Reales; la Iglesia de San Sebastián, en plena calle Atocha; o la Cava Baja y el Puente de Segovia.
 Es un cuadro perfecto que quizá no sea fácil de digerir, habida cuenta de la dureza de vida en la que se mueven los personajes y que, con nuestras comodidades actuales nos parece inaceptable. En todo caso, Galdós no sólo levanta acta como un fiel notario, también se decanta por esta parte "desafortunada" de la sociedad, hay un juicio a una España periclitada que sólo recibe limosnas cargadas de paternalismo de otros que, en muchos casos, tienen la conciencia más sucia que aquéllos de los que se compadecen.
 Los sesudos críticos literarios incluyen Misericordia en el llamado "Espiritualismo literario"; en esta supuesta corriente estética, el escritor rechaza las consecuciones de la sociedad burguesa materialista en favor de una vuelta a los valores espirituales cristianos que debían ser, creían ellos, la guía principal y última de toda vida humana. Esta corriente, claro está, surge en Rusia, con autores tan moralistas como Tolstoy o Dostoievski; si en el caso de los rusos los caracteres son eminentemente eslavos en su comportamiento y pensamiento, en Galdós son puramente españoles, para bien o para mal, con nuestros supuestos vicios y nuestras presuntas virtudes.
 Una novela, en definitiva, para leer con tranquilidad y sosiego, para disfrutar de las maravillosas descripciones de Galdós con sus frases perfectas como pocos son capaces de crear.

miércoles, 22 de abril de 2020

Erik Satie.

Imagen tomada de Wikimedia Commons.
 Erik Satie, un compositor de música de cabaret con alma poética capaz de componer las piezas más sublimes para piano. Obras preñadas de sensibilidad, quizás sólo alcanzada por Chopin o Debussy. Las Gymnopédies han quedado como un patrimonio cultural de la humanidad para disfrute de generaciones venideras... para generaciones venideras que no sean tan cafres como las actuales...

sábado, 18 de abril de 2020

"La bruja Lois", de Elizabeth Gaskell.

 Ya escribí la variada calidad en los relatos contenidos en el tomo Cuentos góticos de Elizabeth Gaskell; algunos, la verdad, son muy flojos, sin embargo, otros son sublimes, entre estos últimos está La bruja Lois. Es, según los cánones actuales, más una novela breve que un relato atendiendo a su extensión; su título no deja lugar a dudas con respecto al tema: la caza de brujas en Salem, Nueva Inglaterra, a finales del siglo XVII.
  En literatura, lo mejorcito de ese tema fue siempre para Nathaniel Hawthorne con su La letra escarlata, una de las grandes obras de este autor y lectura obligada en estudios medios y superiores de los países anglosajones. Hawthorne humaniza la historia mostrando la brutalidad del fanatismo religioso que surge del miedo a lo desconocido y la incapacidad para afrontar la propia pequeñez; dichos miedos se conjuran buscando un chivo expiatorio para así liberar la presión sobre uno mismo. Es algo que el ser humano ha hecho desde tiempos inmemoriales y, desgraciadamente, seguirá haciendo en el futuro.
 Elizabeth Gaskell pergeña un relato extraordinario. De nuevo los miedos de una pequeña sociedad primitiva que apenas puede salir adelante contra la dureza del Nuevo Mundo, las enfermedades y los ataques de los indios (que, a su vez, son masacrados de forma inmisericorde) llevan a los líderes sociales a purgar al diferente para, en una orgía de sangre, conseguir la ansiada calma. En el relato de Gaskell la diferente es Lois Barclay (además de las sirvientes indias), recién llegada de Inglaterra a su familia americana y que nunca acaba de ser bien aceptada por ésta. Las razones últimas por las que Lois será declarada bruja y, finalmente, asesinada son tan estúpidas como que un pastor olvida partes del Padrenuestro al oficiar la misa, que las vacas dejan de dar leche súbitamente o que una chica histérica se caiga y se haga daño en un brazo. El testimonio de esta chica (Prudence, prima de Lois, que en realidad está celosa de la presunta bruja porque atrae más la atención de un joven pastor) es la prueba determinante para que Lois sea asesinada sin el menor atisbo de misericordia entre sus coetáneos. 
 Es buenísimo el retrato psicológico que Gaskell hace de sus personajes; como siempre escribo, sobre todo por plasmar la evolución de los mismos, que da sensación de avance en la novela y que hace al lector partícipe de los miedos y miserias de aquella sociedad. Todo comienza con desconfianza hacia la recién llegada, continúa con una aceptación parcial e incluso con proyectos de boda, para terminar con un odio cerril y el aprovechamiento de la cerrazón generalizada para eliminarla físicamente. 
 Es, pienso yo, un relato de mujeres para mujeres (y, obviamente, para cualquiera con sensibilidad suficiente) no solamente por el género de la escritora, sino porque los personajes principales son mujeres: mujeres que sienten envidias y odios hacia otras mujeres (Prudence y Faith, principalmente, hacia Lois), mujeres que ejercen su ascendencia sobre hombres para que éstos dicten sentencia (Grace Hickson, tía política de Lois, sobre el pastor Tappau y el juez Hathorn) y mujeres las que son ajusticiadas (Lois y las sirvientes indias Hopa y Nattee). El género aquí, desde luego, está estereotipado, pero es muy interesante que fuera una escritora la que pusiera en claro los importantísimos roles que juegan las mujeres en la transmisión de las creencias sociales que pueden llevar a aberraciones tan terribles como ésta.
 Desgraciadamente,como antes decía y teniendo en cuenta los tiempos que corren, los miedos generalizados (convertidos frecuentemente en pánico indisimulado) llevan a la búsqueda de un chivo expiatorio, un cabeza de turco para liberar la presión que todos sentimos sobre nosotros por la dureza general de vivir, no digamos ya en tiempo de pandemia, esto hace atemporal cuando no tremendamente actual un relato escrito a mediados del XIX.