Al final, con tanto confinamiento, me he quedado seco de libros. Y mira que tenía cinco o seis antes de mediados de marzo, alguno francamente grueso... pero, claro, entre mi vicio habitual de leer varias horas cada día, ahora con el enclaustramiento obligatorio me he "comido" los libros como si nada... Habitualmente pido libros por internet, aunque prefiero encargarlos de viva voz en mi librería habitual, pero, no sé por qué, este mes y medio me he resistido a ello. En fin, todo este preámbulo viene a decir que, al haberme quedado sin libros libremente elegidos (qué bonita paranomasia me ha quedado sin querer) he tenido que recurrir a novelas que encontré por casa. No quería nada serio después de Galdós, me apetecía fantasía, así que, tras buscar consejo cualificado, empecé con éste:
Y, la verdad, es que hasta el momento no me está enganchando. Robert Anthony Salvatore es uno de los grandes escritores vivos de fantasía y ciencia ficción; en mi opinión, su producción se orienta hacia las llamadas "novelas de espada y brujería" (sword and sorcery novels en la lengua en la que mayoritariamente son escritas). De este subgénero de la narrativa fantástica cabe destacar a Robert E. Howard (Conan, Kull de Atlantis...) o a Clark Ashton Smith, además de una pléyade de escritores, algunos aceptables y otros infames. En todas estas novelas hay héroes altamente cualificados en el uso de distintas armas blancas (en el caso que nos interesa, dos cimitarras) y van por el mundo "desfaciendo entuertos" como aquél de La Mancha. Por otro lado, las novelas de Salvatore incluyen criaturas mitológicas como elfos, gnomos, duendes, goblins y demás, reforzando el lado fantástico de este tipo de literatura.
El autor tiene, al parecer, una capacidad de producción inusitada: lo suyo son las sagas. Una vez que crea un personaje (el de la novela es Drizzt Do'Urden) le hace pasar por centenares de aventuras que va englobando en novelas y éstas, a su vez, en trilogías. Además, todas estas novelas han salido de la literatura fantástica propiamente dicha al entrar en el infinito mundo de los juegos de rol de los llamados Reinos olvidados, que ya es un universo casi infinito (o, al menos, tan extenso como sus jugadores quieran) de estos personajes con sus mundos, religiones, guerras, alianzas...
Para entrar en detalle, la novela está protagonizada por Drizzt Do'Urden, un elfo oscuro habitante del cavernícola mundo de Menzoberranzan, hábitat de los drows y su cruel mundo. Drizzt, sin embargo, es un personaje dotado de un alto sentido moral de la existencia, que no acepta que la traición, el egocentrismo más deshumanizado o el ansia de poder sean los motores de comportamiento social.
La novela, he de admitir, está bastante bien pergeñada. Los personajes son relativamente redondos (relativamente, teniendo en cuenta la menor calidad literaria de este tipo de subgénero narrativo) en los que se observa evolución temporal y, en cuanto a las características formales, es bastante aceptable. En mi opinión (espero no ofender a nadie) es literatura "muy juvenil", tanto por los personajes que están en periodos de formación (con lo cual el lector joven puede empatizar fácilmente) como por la sencillez de la trama que no exige grandes esfuerzos intelectuales. No está mal, en todo caso, pero no llega a Tolkien o a Brian Aldiss, ni por lo más remoto llega a las altas calidades de Terry Pratchett (que es más adulto, o, mejor dicho, para adultos que leyeron en su juventud literatura fantástica y quieren reírse de la estupidez y soberbia humanas con esos personajes fantásticos).
En fin, es lo que encontré por casa en un periodo tan catastrófico como el que estamos atravesando, en breve volveré, espero, a mejores destinos.
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