Película muy importante en el ámbito social de aquel país nórdico y que no llegó siquiera a estrenarse en los cines españoles. En mi habitual búsqueda de la calidad por encima de las modas y los grandes dictámenes de las multinacionales americanas me encontré con esta película:
Imagen tomada del sitio filmaffinity.com |
Esta versión se rodó en 2017, siendo el remake de otra con el mismo título de 1955; ambas son adaptaciones de una novela de tremendo éxito en Finlandia del aclamado autor local Väinö Linna. Es, como decía antes, una película fundamental para los finlandeses de las últimas generaciones que engarza con la idiosincrasia nacional. Finlandia es una rara avis en Europa; no es plenamente escandinavo ni tiene mucha relación con otros países salvo la lingüística con Estonia. Uno se imagina un país cuasi deshabitado (sólo cinco millones de habitantes en más de trescientos mil kilómetros cuadrados) con interminables bosques de coníferas (taiga) y lagos por doquier (de hecho, la fotografía de dichos paisajes es fundamental en esta película). Pues bien, el aislamiento del resto de Europa y la pequeñez relativa de la población ha hecho que, a lo largo de los siglos, Finlandia se fuera conformando como país más por su propio carácter que por influencias extranjeras. Tal vez por eso es un milagro que un director de cine como Aki Kaurismäki sea conocido y admirado en todas partes. El resto apenas llega, por eso me congratulo de visionar este tipo de películas.
Como decía, la película es muy importante socialmente para aquel país por cuanto trata de forma descarnada un periodo cruel y terrible para todo el continente europeo: la Segunda Guerra Mundial. En aquel periodo, Finlandia podía haber pasado totalmente al margen de la cruel guerra, si no fuera porque su territorio estaba y está muy cerca de Leningrado (hoy, San Petersburgo). Los soviéticos, para proteger su segunda ciudad e importantísimo puerto, deciden invadir ese territorio boscoso y apenas poblado. ¿Y Europa, que hizo? Una vez más, Europa miró para otro lado. Parece que los finlandeses eran muy poca cosa y la Unión Soviética un monstruo muy grande (algo semejante a los Sudetes y el Tercer Reich). Así que Finlandia fue totalmente abandonada a las ambiciones expansionistas soviéticas. Con todo, Finlandia plantó cara. Y este es el argumento principal de la película y de la novela original: la cara, mejor dicho, las caras que planta Finlandia, caras de campesinos, estudiantes y obreros que serán arrolladas por los tanques rusos.
Imagen tomada del sitio www.zweiterwe.tkrieg.org |
Porque, claro, los gobiernos y los altos mandos militares declaran las guerras, pero los muertos los ponen las clases populares, eso ya se sabe, en Finlandia y en cualquier país del mundo. El caso es que, inicialmente, el ejército finlandés se bate con valentía e incluso con éxito (llegan a conquistar una pequeña aldea soviética en Carelia), pero, claro, luego la maquinaria soviética se pone en marcha y aplasta al país nórdico tan rápido que tienen que capitular en tres meses. Por cierto, estos eventos bélicos fueron conocidos como la Guerra de Invierno y los números (fríos y terribles números) son tan desproporcionados en todos los ámbitos que merecen ser puestos aquí: los carros de combate (fuerza esencial para el desarrollo de la guerra) fueron del orden de treinta por el lado finlandés y más de tres mil por el soviético, sin embargo, las víctimas superaron las ciento sesenta mil de los rusos por algo más de veinticinco mil de los nórdicos. En todo caso, para los millones de muertos soviéticos fueron poca cosa (qué barbaridad acabo de escribir, como si una sola baja no fuera inaceptable) y para Finlandia, veinticinco mil fue una masacre. Tal vez, lo peor fue que era evidente que la guerra estaba perdida, con lo cual, el derramamiento de sangre no podía ser más inútil.
Pero esta película no es una cinta bélica más, de esas que nuestro amigo americano ha producido hasta la saciedad para arengar a una sociedad idiotizada y loar las virtudes guerreras. No, es una película antibelicista, o al menos así la he visto yo. El terrible argumento está narrado desde el plano de los soldados, remarcando el salvajismo e inutilidad de la guerra, destacando el comportamiento infantilmente "caballeresco" de los oficiales y mandos que mandan morir por la patria con una banalidad insufrible. Es una película que, sutilmente, realza el valor de la vida familiar (sobre todo cuando el protagonista superviviente regresa por fin a su pequeña granja) y de los valores de amistad que en absoluto tienen que ver con la guerra. Una buena película, muy dura, pero eficaz, de nuevo, para reafirmar la necesidad de respetar la vida y diferencias del otro en cualquier circunstancia, ya sea en plena guerra mundial o en una pandemia.
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