jueves, 6 de enero de 2022

"Apocalipsis"

Género literario precristiano, concretamente judío. Etimológicamente, “Apocalipsis” significa manifestación, revelación, aunque en tiempos modernos ha sido asimilado a caos, destrucción o fin de los tiempos. Es una texto que hoy se nos antoja cruel y desaforado, pero que en tiempos primitivos habría sido perfectamente entendido y asumido; sobre todo porque es un texto para cristianos perseguidos de forma brutal que ven la muerte y la destrucción de la realidad terrena como algo positivo. “El mundo presente se encuentra bajo el control del Maligno, por eso Dios lo destruye”. Dios, por tanto, limpia de morralla su creación con este apocalipsis, algo semejante al Diluvio Universal.
 El texto es muy coyuntural (de la época en que fue escrito, claro), en el sentido de que, según los exégetas, la referencia a Roma (“la bestia”) es equiparado al poder terrenal. Es necesario recordar que, en aquellas fechas, el Imperio Romano perseguía, torturaba y asesinaba a los cristianos (hecho que ocurrirá hasta la llamada “Paz de la Iglesia”, el Edicto de Milán, de 313). Por contraposición, la “nueva Jerusalén” es, claro está, la Iglesia cristiana.
 Con respecto a la autoría, hoy se entiende que fue Juan el Zebedeo, alguien que, para uno que acostumbrado a la narrativa de terror como un servidor, fue un excelente narrador y creador de criaturas malignas, al nivel de Poe o Lovecraft.
 Los siete sellos significan misterio, al romper el último se conocerá la voluntad última de Dios. Al romper los sellos suceden cosas anteriores a la revelación (grandes desgracias): la primera, la plaga o azote de Dios; la segunda, la guerra civil; la tercera, la hambruna; la cuarta, la peste; la quinta, el martirio de los cristianos; la sexta, la cólera divina; y la séptima, los siete ángeles con siete trompetas, cada una de las cuales provoca una gran desgracia. Hoy, en 2022, conociendo aun por encima la historia humana cabe preguntarse cuándo se ha producido el apocalipsis, porque, desde luego, esas siete desgracias han ocurrido centenares de veces a lo largo del tiempo.
 Peculiar es la simbología de la mujer y el dragón: la mujer es la Iglesia, atacada por el dragón, el Maligno. En la narración, la mujer está encinta, el dragón se apresta a devorar al niño según nazca. Todo vuelve a la normalidad cuando se produce la batalla en el cielo entre el dragón y el arcángel San Miguel.
 Continuando con la coyunturalidad histórica, se profetiza que Babilonia derrotará a Roma, cosa que no ocurrió; y se da la fecha fija de mil años a partir del nacimiento de Cristo para que ocurrieran todos estos hechos. Esto, ya sabemos, provocó un milenarismo agudo entre los habitantes de Europa en torno al paso del siglo X al XI, que llevó, por contraposición, a un notable optimismo al superar sin grandes problemas el año 1.000.
 El epílogo es, claro, la victoria final de Cristo sobre el poder terrenal. Leyendo esta última sentencia, sólo puede uno preguntarse, ¿cuándo será finalmente tan deseado fin?

"La cantante calva", Eugène Ionesco.

  Estudiando lo que entonces se llamaba "B.U.P." (esto es, Bachillerato unificado polivalente, ¡chúpate ese eufemismo!) recuerdo estudiar el nombre de Ionesco y su obra teatral primordial, La cantante calva, como obra señera del Teatro del absurdo que, supuestamente, dominó la vanguardia teatral, al menos en Europa,  en aquellos años de posguerra. No nos la hicieron leer ni representar, ¡a Dios gracias!
 Trato de no ser injusto al leer esta obra y darle la importancia que pudo tener en su época: en un continente arrasado por la guerra, tratando de alejarse de la miseria económica y moral... Tal vez, en esa tónica, el teatro servía de válvula de escape, buscando un nuevo tipo de humor... o tal vez, simplemente, los sesudos críticos teatrales trataron de crear una nueva corriente dramatúrgica a partir de nada...
 ¿El teatro del absurdo pretendía hacer pensar a los espectadores que sus vidas no tenían sentido? La respuesta académica más usada era que el teatro del absurdo provenía de una concepción existencialista de la vida. Supuestamente, a través del humor disparatado y absurdo ridiculizaba a la sociedad y sus costumbres. ¿Explicación plausible? Puede, pero rebuscada.
 Lo que antes decía: tras la debacle humana de la Segunda Guerra Mundial y sus horrores, la sociedad europea tenía que repensarse de nuevo. Se había ido demasiado lejos en la deshumanización, eso es lo que podría dar sentido al teatro del absurdo: es como un aldabonazo en la adormecida nuca del espectador que le lleva a comprender que algo no funciona en su sociedad.
 La cantante calva fue representada por vez primera en 1950, hoy, en 2022, no se llega a comprender totalmente. En parte porque los convencionalismos sociales que pone en solfa ya no están vigentes, en parte porque es demasiado sutil en sus planteamientos.
 Los de Alianza Editorial dicen: "Lo que comienza como un disparatado diálogo formado con tópicos de manuales de enseñanza de idiomas va transformándose progresivamente en un ataque al lenguaje como representación de nuestra concepción del mundo hasta llegar a su total destrucción por medio de la fragmentación de la palabra". Vale, lo compro. ¡Pero todo eso pasa en la última escena, la undécima! Y en las diez escenas anteriores, ¿qué pasa? En las diez escenas previas hay una sátira (si es que esta obrita tiene alguna importante) hacia las convenciones sociales en las que las familias burguesas invitaban a otras semejantes a su casa y hablaban de la actualidad con esas normas de cortesía insufribles, rebosantes de falsedad y afectación.
 Ahora estoy recordando otra obra clave del teatro del absurdo, de Miguel Mihura, Tres sombreros de copa, que le da cien mil vueltas a ésta de Ionesco, tanto en crítica social como en humor disparatado. Quien no me crea que lea ambas obras, una tras otra. La cantante calva es una "obra clave a nivel mundial" que no está justificada en absoluto como tal. Sólo una industria (teatral, literaria o cultural, da igual) con exclusivos intereses económicos pueden lanzarla como referente teatral o cultural.

miércoles, 5 de enero de 2022

"Hero", Family of the Year.

 Let me go
I don't wanna be your hero
I don't wanna be your big man
I just wanna fight with everyone else.

Your masquerade,
I don't wanna be a part of your parade
Everyone deserves a chance to
Walk with everyone else.

While holding down,
A job to keep my girl around,
Maybe buy me some new strings,
And her a night out on the weekend.

We can whisper things
Secrets from our American dream.,
Baby needs some protection,
But I'm a kid like everyone else.

So let me go.
I don't wanna be your hero,
I don't wanna be your big man,
I just wanna fight with everyone else.

Your masquerade,
I don't wanna be a part of your parade.
Everyone deserves a chance to
Walk with everyone else.

https://www.youtube.com/watch?v=mYFaghHyMKc

martes, 4 de enero de 2022

Cartas paulinas (II)

 Continuamos con las epístolas de San Pablo y otras que no son de tan egregio autor: 
Carta a los tesalonicenses (I y II): Supuestamente, el escrito más antiguo del Nuevo Testamento (los exégetas creen que fue escrito en torno a los años 50 o 51 de nuestra era), tal vez por ello sea una de las cartas más cercanas al espíritu evangélico, pues reza literalmente: “procurad que nadie devuelva a otro mal por mal, tanto entre vosotros como entre los demás. Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias en toda coyuntura...”, algo que, efectivamente, vivifica el alma y es acorde con el principal mensaje cristiano; no es como el resto de las cartas, mucho más apegado al ámbito humano, de creación de una estructura social humana (la Iglesia) y su funcionamiento.
 Cartas a Timoteo (I y II): Se duda de que sean obra de san Pablo. Siguen con las normas para la organización de la Iglesia, con sus jerarquías dividas en tres niveles (obispos, presbíteros y diáconos), así como qué tienen que hacer y cómo esos tres estamentos. Aparece aquí, al parecer por vez primera, la prohibición explícita para que la mujer tenga un papel importante en la Iglesia.
 Carta a Tito: Carta personal de san Pablo, que envía a Tito, máximo responsable de la primitiva Iglesia cristiana en Creta. Continúa con las recomendaciones para obispos y presbíteros, aunque también da directrices moralizantes para el conjunto de los cristianos.
 Carta a Filemón: Brevísima epístola personal en la que Pablo se dirige a Filemón, cristiano rico (¿oxímoron?), en favor de Onésimo, su esclavo, para que sea tratado como amigo. ¿No chirría algo aquí? ¿Se puede ser cristiano y, a la vez, rico entre pobres? ¿Se puede ser cristiano y tener esclavos? Desgraciadamente, desde principios del cristianismo se hace la vista gorda con personajes que, por interés para la Iglesia, son contados entre los cristianos aun cuando se comportan como bárbaros paganos.
 Carta a los hebreos: No es ni carta ni de san Pablo. El exégeta de la editorial paulina dice que hoy se considera que los destinatarios no eran judíos sino cristianos antes paganos, pero se habla de la superioridad de Cristo sobre Moisés, y se exhorta a abandonar las prácticas judeizantes. Ese mismo exégeta afirma que esta epístola habla sobre el “peligro de los cristianos”, “el cansancio”. Supongo que será el cansancio de la vida que acaba alejando del “camino estrecho” para acabar cayendo en el “camino ancho”, eso y los que se consideran cristianos como mera identidad personal y social, que son la mayoría, tristemente.
 Carta a Santiago: Otra carta no paulina. Presente en la biblia católica, no en la reformada. Asegura el exégeta que es más judía que cristiana. Lutero la rechazó porque argumenta que la solución sólo se logra con obras, no sólo con la fe. Incluye multitud de consejos y exhortaciones para llevar una vida bajo moral cristiana.
 Cartas de San Pedro (I y II): De estas se duda incluso de la autoría que afirman en su título. Epístolas muy católicas (en el mal sentido). Exhortan a vivir en el mundo sometidos al poder terrenal, con algunos fragmentos que reproduzco para que les chirríe a los europeos del siglo XXI. “Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos”, “esclavos, someteos”. ¿Mensaje cristiano?
 Carta de San Juan: Más encíclica (manifiesto teológico) que epístola. Amonestación contra los gnósticos (aquéllos que rechazan la naturaleza mesiánica de Cristo y la redención de la humanidad por Su muerte en la cruz). Parece ser que en los inicios del cristianismo, éstos, los gnósticos, eran muy importante en número y, de hecho, podrían haber sido la corriente dominante de la época.
 Carta de San Judas: Último libro antes del Apocalipsis. Se duda si la autoría es de Judas o de alguien posterior. Abominación de la doctrina gnóstica, de nuevo.
 Para terminar con el repaso a las epístolas del Nuevo Testamento me reafirmo en la opinión de que no transmiten ningún mensaje importante, salvo excepciones. La mayoría son instrucciones para organizar esa estructura social exclusivamente humana que es toda Iglesia. Siendo comprensivo, es de suponer que sería necesario en aquella época homogeneizar e incluso jerarquizar (para evitar cismas, secesiones y demás) la organización, aunque sólo sea para poder evangelizar de una forma más eficaz y poder llegar a todos los rincones del mundo conocido en la época. En el siglo XXI (y mucho antes), sin embargo, no es necesario evangelizar, creo yo, al menos de palabra... Quiero decir que hoy todo aquel que quiera conocer el mensaje de Jesús de Nazaret lo puede hacer fácil y libremente, sin necesitar de pasar por el filtro de una Iglesia (cualquiera de las que existen) que solamente va a dar su versión como válida mientras tilda de heréticas al resto. Por otro lado, siempre pensé que la verdadera evangelización no consiste en cansarse de predicar en un púlpito, sino vivir de acuerdo a la moral cristiana, y quien quiera fijarse en las obras de aquel que lo haga. Lo que ocurre es que, por desgracia, desde aquellos primeros años, unos cuantos miles (que con el paso del siglo llegarían a millones) de espabilados quisieron hacer profesión (en el sentido pecuniario y de modo de vida, no de vocación) de la evangelización; es decir, que se apuntaron al carro de la Iglesia para poder comer y medrar socialmente, llegando los más inescrupulosos a ejercer altos cargos en la misma.

"La pequeña Dorrit", de Charles Dickens.

  Otra extensa novela (952 páginas en la edición de la Editorial Alba) que fue publicada en su época, como tantas de Dickens, por entregas en publicaciones semanales. No tiene, desde luego, la rotunda belleza de David Copperfield, ni la apabullante historicidad de Historia de dos ciudades, tampoco la desbordante humanidad de Oliver Twist, pero las características principales del gran escritor victoriano están de principio a fin. La feroz crítica social que aparece en las tres obras maestras antes citadas también está en La pequeña Dorrit, en este caso dirigida a aquellas cárceles para delitos económicos y financieros (fundamentalmente, deudas impagadas) que menudearon por el Londres de finales del XIX y que el propio padre del escritor sufrió como prisionero durante muchos años. Esto es otra constancia en Dickens: los lugares que son verdaderos personajes de sus novelas; habitualmente, Londres con su smog, sus calles atestadas de basura, de mendigos andrajosos, de miseria económica pero sobre todo moral... Ahora el “personaje geográfico” de la novela es la Cárcel de Marshalsea, un despreciable penal símbolo de todas las injusticias humanas del Imperio Británico de la época (y, quede claro, de cualquier país, estado, imperio, república o nación de aquel tiempo... de éste... y de siempre). Sin embargo, Marshalsea es una sociedad dentro de la sociedad, y, aunque sorprenda (no para los lectores de Dickens), los presos son mucho más honestos que los carceleros.
 En cuanto a los “personajes humanos”, Dickens gusta de delinearlos por excelsas descripciones de sus caracteres, pero también por oposición a otros que son sus antítesis. Así, por ejemplo, Dorrit (como tantos protagonistas dickensianos) representa la humildad, la caridad y la bondad; mientras que su propia hermana, Fanny, es la imagen de la soberbia, la vanidad, la inmisericordia... ¡Cuántas veces se lee esto en Dickens... y cuántas se ve en nuestra sociedad y aun en nuestras propias familias! Para Charles Dickens, claro está, siempre será preferible una sociedad de corderos a una de lobos, algo que está presente en la esencia del mensaje evangélico, tan caro para el inglés y para todas las personas de bien. Dickens, como gran moralista, pergeña personajes otorgando virtudes evangélicas a protagonistas y defectos satánicos a los demás.
La impresionante calidad prosística de Dickens le permite alternar narración con descripción de una forma perfecta, pues las minuciosas descripciones no detienen nunca el sosegado pero firme ritmo narrativo. Un ejemplo notable es la descripción que hace del padre de la señora Plornish en el capítulo XXXI del primer libro, Dignidad.
 Para no acabar sin encontrar un solo defecto en esta novela y, en general, en todo Dickens, he de afirmar que, debido a la necesidad que tenía en su época de publicar por entregas en esas revistas semanales, a veces, la trama puede parecer un tanto estirada artificialmente; eso, y que muchos de esos capítulos acaban con un giro argumental que no se explica salvo que se esté aumentando la intriga para que el lector compre el siguiente número de la revista de marras. Un poco esa expresión un tanto injusta que ya escribí antes de “literatura de té y pastas”, en el sentido de que uno se imagina a orondas señoras burguesas cuyas vidas transcurren plácidamente entre rutinas insulsas de ámbito social, discutiendo con sus amistades las últimas entregas que ese joven escritor, ese tal Dickens, había publicado recientemente. Bueno, pues sí, tal vez, pero eso hace ciento setenta años, hoy, leer a Dickens es uno de esos placeres que le permiten a uno (misántropo como pocos) reconciliarse con el género humano, al menos con los humanos con esa sensibilidad y talento literario, claro.

domingo, 2 de enero de 2022

"Ladrón del tiempo", por Terry Pratchett.

 Vigésimo sexta entrega de la saga del Mundodisco. La tortuga espacial, la Gran A'Tuin sigue surcando el Multiverso, con cuatro gigantescos elefantes sobre su concha, sobre los que descansa el Mundodisco. Curiosamente, en esta entrega, que tiene el nombre que se da en inglés a la procrastinación, thief of fime, no tiene mucho que ver con ese pernicioso hábito, aunque sí con el tiempo, su control y el fin del mundo.

 Se trata de especular sobre el paso del tiempo, la importancia relativa de las cosas con el paso del mismo... En esencia, el argumento es éste: los auditores de la realidad (seres espirituales, incorpóreos e incapaces de tener emociones o sentimientos) quieren acabar con la realidad, quieren detener el tiempo y reorganizar todo lo existente. Para ello encarga a Jeremy Relójez, excelso maestro relojero, que construya un reloj que marcará con absoluta precisión el tiempo, para poder, en última instancia, detenerlo. Ese es, digamos, el “equipo de los malos”, el de los buenos son los Monjes de la Historia, protectores del paso impertérrito del tiempo; de ellos, un simple barredor, Lu-Tze, es el más capacitado. Lu-Tze toma como aprendiz a Lobsang, que luego se revelará como hermano gemelo (antitético, en realdiad) de Jeremy. Lobsang y Lu-Tze se encargarán de que no se detenga el tiempo y de eliminar a los auditores. Para ello contarán la ayuda de Susan Sto Helit, nieta de la Muerte, y de una auditora que descubre el placer de ser imperfecto y falible, esto es, de ser humano. La Muerte en persona no podrá ayudarles porque tendrá que hacer su entrada triunfal con los otros Jinetes del apocalipsis, que, por cierto, aquí no son cuatro, sino cinco, a saber: la Muerte, la Peste, la Guerra, el Hambre y... y un lechero llamado Ronnie Soak (véase aquí la broma de Pratchett al invertir el nombre al supuesto quinto jinete que no es otro que el Kaos, nombre más punki y guerrero que el tradicional Caos).

Como siempre digo, lo que más me gusta de la apabullante imaginación de Terry Pratchett es su facilidad para ironizar sobre todo lo humano, ambientado en un planeta imaginario, con personajes de ficción, pero con atributos meramente humanos. En Ladrón del tiempo, Pratchett delinea a un tipo obsesionado con el tiempo (en la novela, Jeremy Relójez), exacto hasta la náusea, incapaz de la más mínima creatividad, un hombrecillo gris cumplidor de su obligación sin corazón ni alma; luego está otro personaje, desgraciadamente poco frecuente, que es el sabio humilde (encarnado en Lu-Tze), alguien que no destaca por nada, que desempeña las tareas más modestas, pero que es, con diferencia el más sabio de todos; por último, los auditores representan a los controladores compulsivos, que tienen que llenar sus vidas de reglas y normas sin las cuales se sienten perdidos, gente cuadriculada en fin, sin imaginación alguna.

domingo, 19 de diciembre de 2021

Nativitas Iesu.

 

Natividad de Jesús, Sandro Botticelli (1473 -1475). Fresco transferido a lienzo. 

Uns ist ein kindlein heut geborn

von einer Jungfrau auserkorn,

Des freuen sich die engelein;

solten wir menschen nicht fröhlich sein?

Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'

für solche Gnad in Ewigkeit.


Er hat erlöset uns vom Tod

und wieder bracht zu Gnad bei Gott;

er heilt der gift'gen Schlangen Biß,

den wir bekamen im Paradies.

Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'

für solche Gnad in Ewigkeit.


Drum preiset dieses Kindelein

mit allen heilgen Engelein,

das freundich aus sein' Windelein

uns lachet an im Krippelein.

Lob, Preis und Dank sei Gott bereit'

für solche Gnad in Ewigkeit.

Schemelli-Liederbuch, Johann Sebastian Bach.


lunes, 13 de diciembre de 2021

Cartas paulinas (I)

 Las cartas paulinas son verdaderamente fascinantes. Son fascinantes porque son el mejor ejemplo de lo que una mente privilegiada, la de Pablo de Tarso, puede pergeñar, organizar y planear para expandir una creencia a lo largo del mundo conocido por entonces. Tanto es así, que muchos teólogos se preguntan si en verdad lo que hoy practican los que se llaman a sí mismos cristianos es, en verdad, cristianismo o “paulinismo”. Es seguro que nunca un hombre influyó tanto en las creencias y costumbres de miles de millones de hombres a lo largo de la historia como san Pablo; la pregunta que yo me hago (más que proceso intelectual, es algo que me sale del corazón) es si no debemos liberar la fe de los pesadísimos ropajes de liturgia y costumbres no religiosas que han ido acumulándose con el paso de los siglos, empezando por el asombroso Pablo de Tarso. Vayamos paso a paso:

Carta a los romanos: Es decir, “carta para nosotros”, para los herederos históricos, sociales y culturales de los romanos, los occidentales de hoy en día. Es por ello una epístola que se entiende sin ambages en nuestro ámbito cultural, ya que estaba dirigida a gentes con nuestros mismos hábitos y costumbres (para bien y para mal). Primero nos dice que da igual ser judíos que gentiles, algo lógico, ya que los romanos eran gentiles pero dominaban política y militarmente a los judíos, con lo cual no tendría sentido que fueran gentes de segundo rango en esta religión. También nos dice que seamos “obedientes a las autoridades terrenas”, algo que contradice plenamente el Evangelio (la única y verdadera Palabra de Dios). Esto es muestra de la gran habilidad social de Pablo de Tarso, un tipo que entendía que en su época era necesaria la cooperación, al menos por tolerancia, de la todopoderosa Roma, dueña y señora de casi todo el mundo conocido. Roma era en aquella época el territorio más regulado por leyes, más jerarquizado y, hasta cierto punto, autoritario que había en el planeta; Pablo, listo como un zorro, es consciente de esto y pide obediencia al César y a Dios, algo, ya digo, que contradice abiertamente el Evangelio.

Carta a los corintios: Segunda gran civilización tras los romanos, esta vez la griega. Corintio era supuestamente famosa en la época por su “corrupción moral”, el “gran peligro” para el cristianismo: el helenismo. Hoy tenemos al helenismo como una corriente meramente cultural que emborrachó a casi toda Europa por su belleza sin igual, pero para Pablo de Tarso era una suerte de herejía insoportable. Aquí, el bueno de san Pablo cae de lleno en nada menos que el primer pecado capital, la soberbia, por ponerse como ejemplo a seguir, especialmente en la Primera carta a los corintios, en la segunda, tal vez consciente de su inmodestia, trata de justificarse y que no fue en absoluto soberbio.

Carta a los gálatas: en esta carta a la tribu anatolia de los gálatas, Pablo previene contra los judaizantes y muestra un triple objetivo: deja claro la autoridad de Pablo como ministro de Dios (probablemente necesario porque ellos sabían que Pablo no conoció a Jesús y, consecuentemente, no le daban autoridad); segundo, para hacer que esa comunidad judeizante dejara de circuncidar a los niños, y así conseguir expandir el cristianismo tanto a los judíos como a los gentiles; tercero, convencer a los judeizantes de abolir la ley mosaica y sustituirla por el cristianimos. Conclusión: Pablo está inmerso en una batalla inmensa: crear una Iglesia y darle homogeneidad. Homogeneidad de criterios y normas, jerarquías claras... en fin, todo muy respetable, pero no es más que un tema humano, no divino. Para no ser injusto, habría que decir que, tal vez, hace dos mil años, fuera necesario crear esta estructura humana, la Iglesia, con el fin de dar a conocer el Evangelio. En todo caso, hoy creo que no es necesaria.

Carta a los efesios: Una epístola de la cual se duda su autoría. Temas: recordatorio sobre la esencia del cristianismo y exhortación a la unidad de judíos y gentiles (para unificar, de nuevo, la Iglesia que se estaba formando).

Carta a los filipenses: epístola no dogmática, pero sí moral, contraria, por tanto, a las anteriores. Es una carta más acorde al espíritu evangélico, especialmente al Sermón de la montaña (humildad y abnegación, principalmente).

Carta a los colosenses: breve carta dirigida a los habitantes de Colosas. Refuta a los judaizantes y los aspectos helenísticos, de nuevo buscando la unidad de la Iglesia (gran misión que se autoimpuso Pablo). Aspectos que creo positivos en esta carta: habla del hombre viejo (aquel que no conoce el Evangelio) frente al hombre nuevo (el que vive de acuerdo con él), proclama la humildad y el amor entre los hombres como verdaderas virtudes de la vida cristiana.

viernes, 10 de diciembre de 2021

"The Illusion of Self", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

 
Image taken from the website www.incidentalcomics.com

Sociedad de la desinformación, nuestra sociedad, vamos. Según Ray Bradbury.

  Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices.
 Ray Bradbury (Fahrenheit 451). 1953.