miércoles, 27 de abril de 2022

"Cavadores. El éxodo de los gnomos. Libro 2", de Terry Pratchett.

  Segundo volumen de El éxodo de los gnomos, esa aventura "pratchettiana" en que unas criaturas de diez centímetros de alto tratan de sobrevivir en el mundo de los humanos. Si en el primer tomo los gnomos huían de los grandes almacenes en los que vivían robando un camión de reparto, ahora, una vez que han llegado a una cantera abandonada, se ven obligados a huir de nuevo. Pero antes de huir, los gnomos descubren la dureza de la vida sin tener la comida asegurada, un techo que les protege de las inclemencias meteorológicas o calefacción y refrigeración según la época del año. Con todo, en un principio disfrutan de la vida en la cantera abandonada, aprenden a cultivar el suelo y a cazar de cuando en cuando. Continúan con "la Cosa", ese chip electrónico que les habla y se comporta, en verdad, como un Oráculo de Delfos que les lleva a emprender aventura tras aventura.
 Me ha parecido considerablemente más flojo este segundo libro que el primero, la verdad. Supongo que, pierde la novedad y, en cierto modo, repite el mismo guion que la primera entrega (presentación del grupo, complicación de la situación y huida en un vehículo). Por cierto, esta vez la huida no es en un camión de reparto sino en una excavadora, que el gnomo más práctico, Dorcas, es capaz de poner a punto. Con esa excavadora llegarán hasta un granero abandonado donde se encuentra Masklin con otros gnomos. Ahí acaba la novela.
 Como dije en la primera parte, lo mejor, como casi siempre en Pratchett, son las similitudes entre las sociedades de criaturas fantásticas que pergeña y la sociedad humana. Ahora, por ejemplo, vuelve al interesantísimo tema (al menos, para mí) entre religión organizada versus espiritualidad; así, presenta a una suerte de casta sacerdotal de los gnomos (los pertenecientes, en la Tienda, a Artículos de Escritura) que no quiere sino mantener en la inopia al resto de gnomos, haciéndoles creer que sólo ellos pueden ser sus intermediarios con el ser supremo y que, por tanto, han de mantenerlos, respetarlos y obedecerlos (vamos, lo que siempre ha hecho cualquier Iglesia).
 Esperaré a leer la tercera parte para tener una visión de conjunto de la obra (por cierto, en ediciones posteriores a la mía, se ha publicado todo en un solo tomo, gran acierto), pero lo cierto es que no me estoy enamorando de esta novela de Pratchett. Reconozco su maestría habitual en pergeñar esas sociedades tan humanizadas en el peor de los sentidos, pero creo que es una obra menor, que no alcanza el nivel literario de la saga del Mundodisco y que tiene una lectura más juvenil, menos adulta.

jueves, 21 de abril de 2022

"Camioneros. El éxodo de los gnomos. Libro 1", de Terry Pratchett.

  Continúan las extraordinarias sociedades de seres fantásticos pergeñadas por la mente única de Terry Pratchett; pero esta vez no son en el Mundodisco que descansa sobre cuatro gigantescos elefantes apoyados a su vez en la concha de la tortuga cósmica Gran A'Tuin. Esa es la única diferencia, ahora, los seres fantásticos están en el planeta Tierra. Pero la sorna, la fina ironía, el agudo sarcasmo propios del escritor inglés permanecen.
 Como reza el subtítulo, los protagonistas son gnomos. Gnomos de apenas diez centímetros de alto que tratan de sobrevivir en un mundo hostil, plagado de gatos, zorros y humanos. Precisamente estos últimos son considerados como bestezuelas lentas y no inteligentes por los gnomos, que los ven demasiado torpes como para atribuirles algún tipo de actividad intelectual.
 Los protagonistas principales son un pequeño grupo de gnomos, la mayoría ancianos salvo Masklin y Grimma. La dura vida que llevan, siempre huyendo de depredadores para comer día sí, día no les convencen para huir a horizontes más amables. Se suben con dificultad a la carga de un camión y llegan hasta el aparcamiento de unos grandes almacenes (que llamarán "la Tienda"). Allí encontrarán a otros gnomos, que se organizan por departamentos comerciales y mantienen su actividad principal de noche, fuera del horario comercial para evitar a los humanos.
 Cada capítulo comienza con unos artículos del ficticio "Libro de los gnomos", que narra de forma típicamente veterotestamentaria las hazañas de esas criaturas. Son pequeños textos con una narrativa épica más próxima al Génesis que al Éxodo, pero, en cualquier caso, supone un contrapunto muy interesante a la narración que sigue.
 En la Tienda, los gnomos llevan vidas muy semejantes a los humanos en cualquier lugar: alimentado rivalidades y pequeñas guerras. Al haber nacido bajo techo y nunca haber salido al exterior, no creen que exista, piensan que es un mito. Pero se enteran de que los grandes almacenes serán demolidos, por lo que se verán obligados a abandonar su hogar. El título, Camioneros, viene porque no encontrarán otro método mejor que dejar la Tienda que robar un camión y huir en él; a pesar de su reducido tamaño, los gnomos serán capaces de hacerse con los mandos del vehículo.

 La novela se puede leer de una manera plana, como un libro de aventuras para lectores jóvenes, o, de forma más interesante, leyendo entrelíneas, para comprender que la sociedad de los gnomos es, en verdad, una parodia de la sociedad humana. Así, los gnomos desarrollan una religión peculiar al descubrir su propia mortalidad, al igual que los hombres hemos hecho, por mera respuesta a la ansiedad existencial que nos provoca ser conscientes de nuestro inevitable óbito. Pues bien, los gnomos han visto que, en la propia Tienda, los humanos venden figuras de terracota de gnomos para jardín; ellos creen que son las almas de sus mayores, por lo que, al morir, disfrazan a los cadáveres con el famoso gorro rojo y ropa multicolor. También creen en un demiurgo todopoderoso: los fundadores de los grandes almacenes, "Arnold Bros". 
 Algo no muy frecuente en Pratchett son las referencias metaliterarias, al menos de forma explícita, aquí sí se hace a Los viajes de Gulliver y a Alicia en el país de las maravillas. Evidentemente en los pasajes en que los protagonistas menguan y crecen de tamaño, relacionándose con criaturas semejantes a los gnomos por el tamaño.

viernes, 15 de abril de 2022

"La esfera y la cruz", de G. K. Chesterton.

  Chesterton era un pensador y un escritor, valga la redundancia. El proceso de escritura conlleva una organización intelectual, no sólo del argumento, sino también de las ideas de los personajes involucrados. Además, Chesterton pasó a la Historia de la literatura como un tipo inusual para su época: criado en el ateísmo racionalista de su familia, pasó en su juventud a formar parte de la Iglesia anglicana (mayoritaria en su país, claro), y posteriormente a la católica. Muchos de los escritos de Chesterton están impresos de este viaje espiritual e intelectual que sufrió en su vida; incluso algunos que, en principio, no tendrían por qué, como las novelas del Padre Brown, puros relatos detectivescos al estilo del Sherlock Holmes de Conan Doyle. Pues si eso es así en novelas detectivescas, vaya si habrá plasmado el autor inglés sus vaivenes espirituales en una novela cuya trama principal es la disputa entre un ateo y un católico sobre la existencia de Dios y su importancia en las vidas humanas.
 Porque, en esencia, de eso trata la novela: dos personajes, Turnbull, director de el diario El ateo, y McIan, escocés y ferviente católico, discuten sobre la existencia de un ser supremo, creador y omnisciente, responsable último de nuestras vidas. Obviamente, las posturas son irreconciliables, tanto que deciden batirse en duelo para que la muerte de uno dé la razón última al argumento del otro. Pero lo cierto es que siempre que están a punto de arremeter el uno contra el otro espada en ristre algo les interrumpe, ya sea una joven, la policía, una desaforada tormenta... Los protagonistas emprenden una huida para encontrar la soledad suficiente para tan belicoso fin. La huida les lleva de Londres a los acantilados del sur de Inglaterra; de ahí, en bote de remos, hasta la ficticia Isla de Saint Loup, en el Canal de la Mancha; vuelta a Gran Bretaña en yate; y por último de nuevo a Londres. En la capital inglesa serán internados en un manicomio dirigido por un tipo que, aparentemente, tiene como fin último recluir a todos aquellos que traten de pensar por sí mismos y salirse del rebaño social, inventándose todo tipo de leyes absurdas para conseguirlo. La dificultad extrema que encuentran Turnbull y McIan para batirse en duelo les hace irse reconciliando poco a poco hasta llegar a una suerte de amistad basada en la enemistad, un respeto mutuo en la disparidad de opinión, principio básico en toda sociedad pacífica y democrática.
 Son en definitiva, multitud de digresiones religioso-filosóficas en un formato novelesco, algo menos formal, pero también más ameno que un ensayo. Pero ensayo al fin es para el escritor, que plasma en esos dos personajes el viaje interior al que hacía referencia en un principio.
 Es un tema muy propio de Chesterton, pues. Con respecto a la calidad... hombre, no es El napoleón de Notting Hill, para mí su mejor novela con diferencia; tampoco contiene los giros argumentales que incluye en todas las novelas protagonizadas por el Padre Brown; tampoco tiene la mordaz ironía de novelas como El hombre que fue jueves o El hombre eterno, pero por momentos engancha (para alguien, eso sí, que tenga inquietudes intelectuales), aunque a veces se extiende de forma un tanto caótica. En resumen, La esfera y la cruz es una novela para lectores ya con cierta experiencia en Chesterton, que sepan (y, de algún modo, participen) de su trayectoria espiritual; en ese caso podrán disfrutar de esta obra menor del autor inglés.

miércoles, 6 de abril de 2022

"The Librarian's Guide to Book Etiquette", by Grant Snider. (www.incidentalcomics.com).

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

"La pátina del tiempo y otros relatos", de Henry James.

  ¡Qué diferencia pasar de Brian Aldiss a Henry James! Vaya, no quiero ser injusto: me gusta mucho la narrativa fantástica y de ciencia ficción; encuentro en ella la huida de la realidad que he buscado desde mi adolescencia; por otra parte, el hecho de que los temas no sean de índole realista no implica carencia de calidad, de hecho, desde el llamado "Romanticismo literario" son pléyade los escritores que cultivan una prosa cuidada y esmerada pero que gustan de esos temas "anómalos". En fin, que leo y seguiré leyendo mientras aliente narrativa fantástica y de ciencia ficción (puede, incluso, que recupere a Aldiss más adelante), lo que quiero decir es que autores como Henry James están a años luz en calidad literaria de esos otros autores más modernos. Henry James es la excelencia en prosa, la calidad inigualada que le saca a uno una sonrisa de admiración mientras van cayendo las páginas. La mismas frases (ladrillos de la prosa)  parecen de naturaleza diferente a la otra literatura; diera la impresión de que el anglo-americano se hubiera propuesto no bajar de las cincuenta palabras por frase, cultivando con primor frases subordinadas y adjetivando hasta la extenuación.
 El pequeño volumen editado por Valdemar en su colección El Club Diógenes (maravillosa colección, por cierto, no sólo por la calidad de lo editado sino porque condensa en pequeño formato de bolsillo -abaratando costes así para el lector que quiere leer y no presumir de biblioteca- lo más excelso de la literatura de terror y fantástica, principalmente) contiene cinco relatos (aunque alguno de ellos podría ser considerado hoy en día novela breve), a cual mejor. La tercera persona es una pequeña joya en la que narra un triángulo amoroso (con sus celos, sus dimes y diretes, enamoramientos y desenamoramientos) entre dos ancianas y el fantasma de la mansión que habitan; es tan entrañable el retrato de las dos señoras y sus sentimientos casi juveniles pero entorpecidos por la avanzada edad, que uno no puede sino enamorarse a su vez de ellas. Todo narrado, claro, con una maestría encomiable, la de un genio de la prosa. La pátina del tiempo, que da nombre al pequeño volumen, narra como a través de un amigo (el narrador) una mujer encarga a una pintora el retrato de su fallecido marido. Lo sorprendente es que no hay imagen previa de él; la pintora tiene que inventarlo. Como características adicionales, ha de tener "pátina del tiempo", cosa que consigue la artista vistiendo al caballero a la moda de decenios atrás y utilizando técnicas para que el cuadro parezca pintado tiempo ha (oscureciéndolo más de lo normal, por ejemplo); pero, además, la pintora se compromete a hacerle "apuesto y vil". La naturaleza de esa vileza es la incógnita de la narración. El resultado será tan extraordinario que tanto la clienta como la artista pelearán por su posesión. En La bestia de la jungla, el relato más largo de todos, todo gira en torno a una sutileza de enamorados: circunloquios durante años para evitar un tema concreto. Aquí, James demuestra su sapiencia para hacer que unos personajes vivan vidas vacías pareciendo que están llenas, llenas, eso sí, de humo.
 Henry James es uno de los mejores escritores de todos los tiempos en describir la psicología y la sensibilidad de sus personajes, así como la evolución en el tiempo de aquéllas. Esto consigue que los personajes sean redondos de una forma que quizá sólo logre igualar Dostoievsky.

Salmo 55.

 1 Al Director. Con instrumentos de cuerda. Poema de David.
 2 Dios mío, escucha mi oración, | no te cierres a mi súplica; 
 3 hazme caso y respóndeme.  Me agitan mis ansiedades, 
 4 me turba la voz del enemigo, | los gritos del malvado. | Descargan sobre mí calamidades | y me atacan con furia.  
 5 Se agita mi corazón, | me sobrecoge un pavor mortal, 
 6 me asalta el temor y el terror, | me cubre el espanto. 
 7 Y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma | para volar y posarme!   8 Emigraría lejos, | habitaría en el desierto. (Pausa) 
 9 esperaría en el que puede salvarme | del huracán y la tormenta».   10 ¡Destrúyelos, Señor, | confunde sus lenguas! | Pues veo en la ciudad violencia y discordia: 
 11 día y noche hacen la ronda sobre sus murallas; | en su recinto, crimen e injusticia; 
 12 dentro de ella, calamidades; | no se apartan de su plaza | la crueldad y el engaño. 
 13 Si mi enemigo me injuriase, | lo aguantaría; | si mi adversario se alzase contra mí, | me escondería de él; 
 14 pero eres tú, mi compañero, | mi amigo y confidente, 
 15 a quien me unía una dulce intimidad: | juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. 
 16 ¡Que los sorprenda la muerte, | desciendan vivos al abismo, | pues la maldad habita en ellos! 
 17 Pero yo invoco a Dios, | y el Señor me salva: 
 18 por la tarde, en la mañana, al mediodía, | me quejo gimiendo. | Dios escucha mi voz: 
 19 en paz rescata mi alma | de la guerra que me hacen, | porque son muchos contra mí. 
 20 Dios me escucha, los humilla | el que reina desde siempre. (Pausa)  Porque no quieren enmendarse | ni temen a Dios. 
 21 Levantan la mano contra su aliado, | violando los pactos; 
 22 su boca es más blanda que la manteca, | pero desean la guerra; | sus palabras son más suaves que el aceite, | pero son puñales. 
 23 Encomienda a Dios tus afanes, | que él te sustentará; | no permitirá jamás que el justo caiga. 
 24 Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos | a la fosa profunda. | Los traidores y sanguinarios | no cumplirán ni la mitad de sus años. | Pero yo confío en ti, Señor. 

viernes, 1 de abril de 2022

"Drácula desencadenado", de Brian Aldiss.

  Novela de ciencia ficción con rasgos metaliterarios publicada en 1991; obra menor, sin duda, del autor de la gran trilogía Heliconia. Como su título avanza: "va de vampiros"; pero, claro, para alguien como Aldiss, que disfrutaba jugando con las posibilidades del futuro y el pasado la cosa tenía que ser más compleja. Lo de "metaliteratura" viene porque, además de tomar prestado el personaje de Drácula, Aldiss introduce en su novela, como un personaje más, a Bram Stoker, su creador. En todo caso, reconozco que la calidad de esta novela es, como mucho, regular; tuve la suerte o la desgracia, no sé, de comenzar a leer al inglés por la que parece ser su obra cumbre, de una originalidad extraordinaria, sin casi defectos, que para mí es, ya lo dije, la trilogía de Heliconia. En esa trilogía, Brian Aldiss pergeña un mundo lejano poblado por extrañas criaturas, los "phagors", además de los humanos. El cuidado que puso el autor inglés en esas novelas le llevó incluso a detallar de forma minuciosa el clima del planeta en función de que orbitara más o menos cerca a dos soles. Esa evolución astronómica condiciona la vida de esas razas haciendo que una u otra domine alternativamente. Además, los personajes individuales van cambiando según pasan las generaciones. Todo ello crea tres novelas extraordinarias, la verdad.
 Drácula desencadenado no tiene esa calidad, lamentablemente. Vaya por delante que, parece ser, Aldiss repite personaje de una novela anterior, Frankenstein desencadenado (novela que yo no he leído), es Joe Bodenland, un científico metido a empresario que será el centro de la novela en cuestión junto con Stoker.
 El argumento, grosso modo, es el siguiente: el tal Bodenland, científico e inventor, ha desarrollado una máquina extraordinaria (una "eliminadora inercial") que pretende servir para eliminar los residuos tóxicos que genera la sociedad mandándolos a otra época. Sí, es, con otro nombre, una máquina del tiempo. Lo cierto es que, de forma accidental, descubren un tren fantasmal al que, gracias a la máquina de marras, consiguen subirse. El tren es, nada menos, que otra máquina del tiempo usada por no-muertos (voladores o vampiros) que lo usan para apoderarse de la humanidad, ¡ahí es nada! Bueno, pues con ese estrambótico principio comienza la novela. Claro, el bueno de Bodenland tiene que salvar a la humanidad sí o sí, y para ello se propone viajar en el tiempo a la Inglaterra victoriana en busca de Bram Stoker, que, en última instancia, le ayudará a derrotar a Drácula y sus esbirros.

 Ese es, por encima, el argumento. Sí, es un poco rarito, la verdad, y el resultado final no es muy positivo... No me ha gustado la novela porque las constantes analepsis (necesarias, si están dando saltos en el tiempo del presente a la época victoriana y al año 2599) y la flojedad del argumento dan una estructura deslavazada. Hay momentos, incluso, que resulta inverosímil de forma irrisoria, casi pueril, algo muy peligroso en la narrativa de ciencia ficción, que, en el peor de los casos, da la impresión de que lo hubiera escrito un adolescente. ¡Hombre, este no es el caso de Drácula desencadenado! Pero, en cualquier caso, es una novela floja, le falta cuerpo, volumen... algo que sobraba en la trilogía Heliconia.

martes, 29 de marzo de 2022

Inciso musical: "Spiegel im Spiegel", de Arvo Pärt.

  En la zafia época que nos ha tocado vivir, con pandemias aprovechadas por gobiernos para instaurar dictaduras de facto, guerras propias de otros siglos, corrupción política generalizada, abuso del poder en todos los estamentos sociales, materialismo deshumanizado e inmisericorde... poder sentir la música de Arvo Pärt, su extremada sensibilidad, su espiritualidad es una cura balsámica para la afligida alma.
Imagen tomada del sitio www.elmundo.es
 Dice el propio Pärt, que su música es como luz que atraviesa un prisma y se descompone en todo el espectro, pero es la palabra "tintinnabuli" la que más ha calado entre sus rendidos admiradores. En esa música "tintinabular" hay dos voces: la primera (en el caso de Spiegel im Spiegel, el piano) toca tres notas en arpegio, como una suerte de bajo continuo; la otra (viola o violín), sube y baja por la escala diatónica; todo ello con un tempo lento. El resultado es una obra sencilla (no en vano se clasifica como minimalista) pero de una belleza apabullante, conmovedora hasta la lágrima (para todos los que tenemos sensibilidad, claro).
Imagen tomada del sitio www.stretta-music.com
 La espiritualidad cristiana (en el caso del músico estonio, ortodoxa oriental) marca toda su obra, aportando la espiritualidad que combate al maldito materialismo que anega a nuestra sociedad. Escuchar Spiegel im Spiegel es sumergirse de lleno en la contemplación que sólo un eremita puede alcanzar; un ejercicio de meditación que cauteriza las heridas del alma.

lunes, 28 de marzo de 2022

"El libro de las tierras vírgenes", de Rudyard Kipling.

  Paradigma de la llamada "literatura juvenil de aventuras". Uno de los autores (junto con Verne, Salgari, Stevenson o Conrad) con la que varias generaciones de niños nos aficionamos a la lectura (y supongo que a la evasión intelectual, habida cuenta de que lo leíamos niños europeos de ciudad y, en su mayoría, son relatos y novelas ambientados en lugares exóticos y lejanos). ¡Qué decir de Kipling! Autor universalmente admirado, cuyas obras más famosas son La litera fantástica, El hombre que pudo reinar, Kim o El libro de la selva. Este último es el contenido en El libro de las tierras vírgenes, junto con otros relatos ambientados en otros parajes lejanos. No tengo muy claro por qué compré este libro cuando lo vi en el anaquel de la librería; supongo que por recuerdo de mi adolescencia (no creo poder decir añoranza), pero lo cierto es que aquí está. 
 El libro de la selva tuvo un éxito tremendo para varias generaciones, ya se sabe. La película de dibujos animados de la factoría Disney facilitó su llegada a los más pequeños que, andando el tiempo, podían leer la fuente original. Porque la prosa de Kipling es sencilla, rápida y sin complicaciones; los personajes están muy estereotipados, son héroes llenos de virtudes o antihéroes preñados de defectos; los protagonistas (por excelencia, Mowgli) son jóvenes en formación de sus caracteres; las relaciones que establecen son muy autoritarias, aunque se promueve la lealtad, la amistad y el sacrificio en aras de la comunidad; muchos personajes son animales que están revestidos de atributos humanos (piensan y hablan)... vamos que es la lectura ideal para un adolescente... Sin embargo, se puede hacer un análisis un poco más profundo de Kipling que evidencia una misantropía feroz: las sociedades animales tienen las virtudes de las que carecen las humanas, si se habla de éstas es con finalidad despectiva, y en algunos casos se explicita verbalmente, como cuando en La foca blanca (relato ambientado en Alaska y del cual son protagonistas focas, morsas y otros mamíferos marinos) dice: "Luchaban sobre los rompientes, luchaban en la arena y hasta sobre las desgastadas rocas de basalto donde tenían sus viveros: eran tan estúpidos y poco complacientes como si fueran hombres". Cabría preguntarse qué dañinas experiencias habría tenido Rudyard Kipling para abominar así de su propia especie.
 En otros relatos se aprecia una espiritualidad orientalizante, la propia de un occidental deslumbrado por la religiosidad de la India, algo no infrecuente en otros autores de la época, por ejemplo en Hermann Hesse. Esto es especialmente notable en El milagro de Purun Baghat, que narra la vida de un santón hindú, ejemplo de humildad y desapego terrenal.
 Todos los relatos son precedidos y seguidos por poemas un tanto anacrónicos e incluso simplones, si se me permite descalificarlos así, relacionados con el tema del texto. Me atrevo a decir que son simplones tanto en la forma, poemas regulares con rima consonante, como en el tema, un tanto infantiles. Claro está que la traducción (en mi opinión no existe, no puede existir, la buena traducción en poesía) puede tener mucho que ver. Por cierto, a cuenta de la traducción: la versión que Alianza editorial ha reeditado lleva la traducción del famoso Ramón Domènech Perés i Perés, ínclito traductor al castellano de las obras de Kipling y otros de los autores que citaba al comenzar esta entrada. El tal Perés, escritor catalán nacido en Cuba cuando la isla era española, es responsable de traducciones que todos tomaríamos hoy por canónicas más que nada porque con ellas hemos echado los dientes, pero en la actualidad no pueden ser más anacrónicas. En este sentido, leer constantemente los verbos pronominales en la forma antigua ("oyole", "despertose", "desperezose"...) acaba por agotar y dar sensación de estar leyendo un incunable.
 En fin, lectura juvenil sin duda, pero llena de eso que ahora se dice "valores" como la amistad sin fisuras y la colaboración desinteresadas; eso sí, como antes decía, pergeña un mundo jerarquizado e incluso autoritario, por lo que no es de extrañar que Kipling fuera autor de culto del Movimiento scout, que aunaba esa jerarquización cuasi militar con la admiración embelesada de la naturaleza.