Segundo volumen de El éxodo de los gnomos, esa aventura "pratchettiana" en que unas criaturas de diez centímetros de alto tratan de sobrevivir en el mundo de los humanos. Si en el primer tomo los gnomos huían de los grandes almacenes en los que vivían robando un camión de reparto, ahora, una vez que han llegado a una cantera abandonada, se ven obligados a huir de nuevo. Pero antes de huir, los gnomos descubren la dureza de la vida sin tener la comida asegurada, un techo que les protege de las inclemencias meteorológicas o calefacción y refrigeración según la época del año. Con todo, en un principio disfrutan de la vida en la cantera abandonada, aprenden a cultivar el suelo y a cazar de cuando en cuando. Continúan con "la Cosa", ese chip electrónico que les habla y se comporta, en verdad, como un Oráculo de Delfos que les lleva a emprender aventura tras aventura.
Me ha parecido considerablemente más flojo este segundo libro que el primero, la verdad. Supongo que, pierde la novedad y, en cierto modo, repite el mismo guion que la primera entrega (presentación del grupo, complicación de la situación y huida en un vehículo). Por cierto, esta vez la huida no es en un camión de reparto sino en una excavadora, que el gnomo más práctico, Dorcas, es capaz de poner a punto. Con esa excavadora llegarán hasta un granero abandonado donde se encuentra Masklin con otros gnomos. Ahí acaba la novela.
Como dije en la primera parte, lo mejor, como casi siempre en Pratchett, son las similitudes entre las sociedades de criaturas fantásticas que pergeña y la sociedad humana. Ahora, por ejemplo, vuelve al interesantísimo tema (al menos, para mí) entre religión organizada versus espiritualidad; así, presenta a una suerte de casta sacerdotal de los gnomos (los pertenecientes, en la Tienda, a Artículos de Escritura) que no quiere sino mantener en la inopia al resto de gnomos, haciéndoles creer que sólo ellos pueden ser sus intermediarios con el ser supremo y que, por tanto, han de mantenerlos, respetarlos y obedecerlos (vamos, lo que siempre ha hecho cualquier Iglesia).
Esperaré a leer la tercera parte para tener una visión de conjunto de la obra (por cierto, en ediciones posteriores a la mía, se ha publicado todo en un solo tomo, gran acierto), pero lo cierto es que no me estoy enamorando de esta novela de Pratchett. Reconozco su maestría habitual en pergeñar esas sociedades tan humanizadas en el peor de los sentidos, pero creo que es una obra menor, que no alcanza el nivel literario de la saga del Mundodisco y que tiene una lectura más juvenil, menos adulta.
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