Dicen que "en la variedad está el gusto", y, a fe mía, que es totalmente cierto. Soy un verdadero admirador de la prosa de Pratchett: la narración tiene calidad literaria más que suficiente, y los mundos fantásticos que pergeña tienen de fantásticos la superficie, porque la médula es pura humanidad; y en esa humanidad es en la que hace presa el sarcasmo del inglés, una ironía que lo califica como profundo conocedor del alma humana, tanto en sus individuos como en sus sociedades. Sin embargo, nunca antes había leído tres novelas seguidas (que, en realidad, es una novela en tres libros, por eso las he leído consecutivamente), y, la verdad, es que estoy un tanto empachado de Terry Pratchett.
Con todo, tengo que admitir que, aunque reconozco el efecto malicioso de leer tres novelas seguidas del mismo autor, son de lo más flojo que he leído de Terry Pratchett. Ya dije en la recensión de la primera parte, Camioneros, que estos libros no estaban entre aquellos del Mundodisco porque su acción no tenía lugar en ese planeta en forma de disco que descansa sobre cuatro elefantes que, a su vez, reposan sobre la concha de la tortuga cósmica Gran A'Tuin, no, en este caso la acción se desarrolla en el planeta Tierra (concretamente en Inglaterra y en Florida); pero también he de concluir que aunque la mano de Pratchett se siente presente en todo momento, El éxodo de los gnomos es mucho más juvenil, por ausencia de la mordaz ironía que los de la saga del Mundodisco.
De los tres libros, por otro lado, el último, La nave, es el más flojo a su vez. Su final es previsible y poco sorprendente, los personajes no están tan bien delineados ni evolucionan tanto como los principales del Mundodisco, y, sobre todo, falta ese famoso sarcasmo al que antes aludía.
En La nave el argumento es el siguiente: los gnomos Masklin, Gurder y Angalo consiguen llegar al aeropuerto (no se explicita cual, pero se supone que uno de los grandes aeropuertos londinenses) y suben a un Concorde que los lleve al otro lado del Atlántico, con la finalidad de subirse al transbordador espacial que los transporte a la famosa nave original. Todo ello, claro está, preñado de aventuras, dificultades y momentos cómicos, hasta que finalmente lo consiguen. Una vez instalados en la nave, volverán a la cantera para rescatar a los gnomos que no cruzaron el Atlántico con ellos.
Supongo que la decisión de haber dividido en tres El libro de los gnomos tendrá que ver con razones editoriales sobre si el texto era demasiado largo para los lectores tipo de Pratchett, pero lo cierto es que esta decisión ha roto una forma típica de escribir del autor, en la que dos líneas argumentales se iban alternando hasta que, entrelazándose, se unían al final. Ahora, ya se ve, se ha dividido esos argumentos en distintos libros.
En fin, obra menor de Pratchett, dejémoslo así. Paso a leer a otro inglés, pero en las antípodas estilísticas: Anthony Trollope.
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