lunes, 27 de marzo de 2023

"La Comendadora, El clavo y otros cuentos", de Pedro Antonio de Alarcón.

  Recordaba haber leído en mis ya lejanísimos años colegiales El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón. No me gustó entonces, la verdad, demasiado alejado, supongo, de la vida diaria de aquel chico de quince años que era un servidor entonces; aquel relato realista del molinero engañado, que, en realidad, no lo había sido fue un tema recurrente en la literatura española desde bien antiguo. Alarcón le daba la forma que estaba a la moda en las postrimerías del siglo XIX y lo elevó de conocida tradición oral a memorable prosa. Porque Pedro Antonio de Alarcón fue un "tipo todoterreno": escritor, político, periodista, diplomático... tocó tantos palos de ocupaciones humanas que llegó a tener una influencia suficiente como para promocionar instantáneamente todo lo que escribiera; eso sí, calidad literaria no le faltó, eh, que quede claro.
 Lo que sí que ha faltado es sensatez a la hora de titular la colección de relatos publicada por Cátedra y seleccionada nada menos que por la erudita Laura de los Ríos, profesora de la Universidad de Columbia, casada con un hermano de García Lorca, y gran experta en literatura española del siglo XX. Con ese currículum parece necedad decir que no está bien elegido el título del libro, pero lo mantengo. Por supuesto, la filóloga desgrana un abundante rosario de perlas sobre el autor y sus relatos, algo que ayuda a poner en contexto el libro que se está leyendo, pero sigo afirmando que los de Cátedra se equivocaron al titularlo. Ahora lo explico.
 El volumen es titulado: La Comendadora, El clavo y otros cuentos; bien, aclaro, el primer relato es, con mucho, el peor, insulso y olvidable, en cambio no se citan otros relatos contenidos en el libro que son verdaderas obras maestras.
 La Comendadora está muy bien escrito desde un punto de vista formal: prosa florida, reposada y muy adjetivada, propio del autor. Desde el punto de vista argumental y temático es irrelevante. No tiene casi desarrollo ni giros argumentales. Se supone que es humorístico, pero claro, humorístico al estilo del siglo XIX; vamos, que no hace gracia ninguna. Narra la estratagema de un niño de corta edad para que su tía (religiosa de la orden de Santiago) se desnude delante de él.
  El clavo no tiene nada que ver con lo anterior, ni por los temas que trata ni por la calidad que tiene, ésta sí que es importante. Pasa por ser un relato amatorio, pero, en realidad, se considera uno de los primeros relatos policíacos o detectivescos escritos en español. Es, sin embargo, muy hispánico, como cabría decir que Sherlock Holmes es muy británico. Pedro Antonio de Alarcón crea a un detective que, sin embargo, es un juez, Joaquín Zarco, y le hace descubrir en un cementerio en el que se han removido restos mortales la calavera de un fallecido reciente, atravesada ésta por un gran clavo. Las pesquisas comienzan con un breve interrogatorio al sepulturero, que consigue saber que esa calavera es de un difunto cuyo féretro lleva las siglas A.G.R. y que falleció en 1843. Luego, buscando en la partida de defunciones de ese año, consigue saber quién era, el nombre de la viuda y... a investigar... Decía que es muy hispánico este relato por el ambiente del cementerio, el sepulturero, la partida de defunción y demás, además, claro, de estar ambientado en la Andalucía natal del autor. El final es muy imaginativo, pues resulta que la misma que asesinó con el clavo a su marido es la amante del juez, y éste, sin quererlo, había sido el inductor del crimen.
 El extranjero es un relato que no aparece ya en el título de este volumen, y desde luego lo merece más que el primero. Es un corto relato que podría calificarse como "gótico" de haberse escrito en esa misma época y en un país anglosajón. Narra un cruento episodio de la Guerra de la Independencia, pero criticando al bando español (autocrítica que, a mi entender, honra a Alarcón, pues antepone sus principios humanitarios a los patrióticos). Un prisionero polaco de las tropas napoleónicas, gravemente enfermo es capturado, robado, torturado y asesinado por soldados españoles. Tiempo después, uno de estos soldados acaba en la Grande Armée, ese irregular ejército napoleónico formado parcialmente por cautivos de otras regiones europeas que fue enviado a combatir a Rusia. Ese soldado español llevaba medallas robadas al polaco en la guerra de España, y quiso el destino que acabara él mismo en tierras polacas, teniendo que ser cuidado por las mismas hijas del polaco asesinado. Éstas, al descubrir en el cuello del español el medallón con la imagen de su propia madre, comprenden lo sucedido y dan muerte cruel al español. Relato muy imaginativo y bien pergeñado.
 La mujer alta sería otra novela gótica. Narra la aparición de una figura estrambótica y extraña (la mujer alta) que anuncia la muerte de alguien cercano y querido. Relato breve pero efectivo.
 El amigo de la muerte es, probablemente, el mejor relato del libro, con lo que no se explica que no se recoja en el título. Un humilde y enamorado zapatero remendón se hace amigo de la muerte (figura que es tratada en el sentido clásico, en el sentido en el que todos la tenemos en mente) y ésta le concede, cual genio embotellado, todo tipo de deseos: riqueza, fama y, sobre todo, el amor de Elena, la hija de un conde. Tras una narración original aunque un tanto previsible, hay un giro argumental que la eleva: resulta que no había tal amistad entre la muerte y el zapatero, sino que éste había muerto y soñaba esa amistad. Además incluye este relato algunos fragmentos de, digamos, "filosofía pedestre" que enternece al más insensible. Para ilustrarlo, copio un fragmento en que la muerte habla al zapatero de esta forma:
 ...Habrás comprendido, en fin, que todo lo que hacen los hombres es un juego de niños para pasar el tiempo; que sus miserias y sus grandezas son relativas; que su civilización, su organización social, sus más serios intereses, carecen de sentido común; que las modas, las costumbres, las jerarquías, son humo, polvo, vanidad de vanidades... Mas ¿qué digo vanidad? ¡Menos aún! ¡Son los juguetes con que entretenéis el ocio de la vida; los delirios de un calenturiento; las alucinaciones de un loco! Niños, ancianos, nobles, plebeyos, sabios, ignorantes, hermosos, contrahechos, reyes, esclavos, ricos, mendigos..., todos son iguales para mí: todos son puñados de polvo que deshace mi aliento. ¡Y aún clamarás por la vida! ¡Y aún me dirás que deseas permanecer en el mundo! ¡Y aún amarás esa transitoria apariencia!

jueves, 23 de marzo de 2023

"Tres novelas ejemplares y un prólogo", de Miguel de Unamuno.

  Los grandes escritores lo son hasta en las obras más pequeñas. Unamuno, evidentemente, entra en esta categoría. El autor de Niebla, San Manuel Bueno, mártir, La tía Tula o Del sentimiento trágico de la vida es inmenso incluso en estas obras menores, apenas leídas por el gran público. Además, claro está, sus características generales prevalecen siempre; así, ese impulso moralizante tan característico del escritor vasco se aprecia en el más pequeño relato, aquí también, hasta el punto que parece un ensayo novelado. Será por esto por lo que Unamuno titula como "tres novelas ejemplares", porque en verdad lo son, tienen una evidente función didáctica y moralizante, porque ejemplarizan.
 El prólogo es una digresión sobre los personajes de sus novelas (o "nivolas", como él las llamaba), sobre la realidad e irrealidad de los mismos y sobre la relación con su creador.
 Dos madres, el primer relato, describe la maternidad enfermiza: la maternidad imposible de Raquel, viuda entrada en años, capaz de enviar a su amante (don Juan, curiosa elección del nombre del seductor por excelencia) a los brazos de Berta, para que ésta le de un hijo del que luego aquélla se apropiará. Es la maternidad posesiva y caprichosa, tan habitual en nuestro país. Todo esto unido a la pusilanimidad extrema del hombre, hace de este relato un extraordinariamente fidedigno retrato de la vida que muchos hemos padecido.
 El marqués de Lumbría cuenta la historia de una familia de rancio abolengo y, también de rancio carácter: el marqués de Lumbría, hombre taciturno y apocado que tiene dos hijas ya adultas. La hija menor se enamora de un viandante y le franquea la entrada de la casona familiar. Se oficializa el noviazgo y poco después la boda; llegará la criatura (el "marquesito") pero algo ha pasado, pues la hija mayor ha tenido que salir precipitadamente a un convento. El viejo marqués muere y, poco después, la hija menor, la madre del "marquesito". Vuelve la hija mayor y, en virtud de la antigua costumbre del levirato, casa con el viudo de su hermana. Éstos no pueden tener hijos, sólo malparir una niña. Poco tiempo después, traen a casa a un "sobrino" para que haga compañía al marquesito. El secreto a voces acaba por abrirse paso: el sobrino es, en realidad, hijo del viudo y su nueva mujer, que lo parió en el convento. La hija mayor, Carolina, mujer de gran carácter, toma ya sin tapujos las riendas de la casa: envía interno a un colegio al hijo de su hermana y prepara como heredero a su propio hijo. Todo esto ante la pusilánime mirada de su marido. Es, por tanto, otro relato de mujeres fuertes que mandan por redaños a sus apocados hombres.
 Nada menos que todo un hombre es lo contrario: el retrato de la masculinidad tóxica, enfermiza, la del tipo hecho a sí mismo que consigue la mujer más deseada de la localidad como quien adquiere un trofeo del que ufanarse. Un indiano proveniente de la plebe vuelve a España, pleno de millones, y se fija en la joven más hermosa y deseada de la ciudad. La conquista por pura soberbia, sin amor alguno. Todo, claro, acaba en tragedia, muerta ella y muerto él, sin violencia pero sin cariño.
 Es notable reseñar que estos tres relatos fueron escritos en 1916. Sería bueno que los diseñadores (y diseñadoras) de la nueva "ingeniería social" que se trata de imponer hoy hubieran leído a Unamuno, así podrían llegar a comprender que siempre hubo daño entre los sexos, que no hay víctimas ni verdugos sino comportamientos dañinos y tóxicos.

lunes, 20 de marzo de 2023

Der Frühling kommt. Wilkommen.

"Der Frühling". Giuseppe Arcimboldo. Öl auf leinwand. Louvre Museum. Paris

sábado, 18 de marzo de 2023

"Dr. Strangelove o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba", de Peter George.

  Esta novela tuvo más éxito internacionalmente por su adaptación cinematográfica dirigida en 1964 por Stanley Kubrick, que, en España, fue traducida como ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú. La novela fue escrita por el galés Peter George mientras servía en la Royal Air Force durante la Segunda Guerra Mundial. Parece ser que, años después, la modificaría y le daría el aspecto final, publicándose en 1958.
 Es una novela hija de su tiempo (como todas), en el sentido de que plasma una preocupación que la mayor parte de los occidentales tenía en aquellos tiempos: que la sinrazón de los gobernantes acabara desatando una guerra mundial con armamento atómico  que exterminara la vida en el planeta. Vamos, lo que se conoce como "Guerra Fría". Peter George, quien por cierto se suicidaría en 1966, dio un enfoque humorístico a la narración, un humor negro, muy británico, pero apropiado a la delirante situación sociopolítica que se vivió en aquellos decenios.
 El texto está estructurado en cortos capítulos no numerados y distribuidos en tres localizaciones: el bombardero B-52 conocido como "el Lazareto", encargado de lanzar la primera bomba atómica; la Sala de Guerra, despacho del Pentágono donde el Presidente de los Estados Unidos se reúne con sus asesores militares y políticos; y la base aérea de Burpelson, desde donde partirá la orden que desencadenará todos los acontecimientos. Es una narración humorística pero no carente de verosimilitud, que pone en solfa el estúpido protocolo que podía acabar con la vida en la Tierra. Este protocolo estaba pergeñado para que nadie pudiera inactivarlo, con lo que una vez todo estuviera en marcha el fin de los tiempos era imparable. Ante esa perspectiva, un general norteamericano, Ripper (burla evidente, tradúzcase por "destripador") acaba dando la orden de bombardeo por, claramente, un problema mental, vamos, que el tipo se vuelve chaveta y decide suicidarse colectivamente junto con unos cuantos miles de millones de humanos más. La tripulación del bombardero B-52 es el ejemplo evidente de militares incapaces de hacer otra cosa que no sea cumplir órdenes de forma estricta, sin reflexionar lo más mínimo sobre su bondad o maldad, sin capacidad de juicio. Por otro lado, en el Pentágono se juntan militares mezquinos y un personaje especial: el doctor Strangelove, una parodia de los científicos nazis que fueron reclutados para seguir desarrollando armamento en Estados Unidos cuando la Segunda Guerra Mundial acabó. Finalmente, y a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo para acabar el holocausto nuclear, el B-52 alcanza su objetivo y desencadena la temida guerra atómica. En los últimos pasajes, cuando ya todo está a punto de finalizar, el doctor Strangelove expone su idea de conseguir que unos pocos miles de seres humanos sobrevivan en minas a gran profundidad; el delirio militarista hace que los generales del Pentágono empiecen ya a calcular cómo pueden iniciar actividades bélicas que consigan tomar minas a otros países.
 Es, pues, una burla del belicismo jingoísta de aquella época y su paranoia destructiva, de la escalada armamentística que acumulaba bombas hasta destruir el planeta varias veces, de los militares patrioteros y fanáticos, y del comportamiento infantiloide de esos "grandes hombres" que dominan el mundo.
 La forma en que está escrita esta novela está acorde a su temática: es una prosa rápida, por momentos casi telegráfica, que lleva a una lectura febril, tan delirante como los hechos que narra pero que, por desgracia, no eran en absoluto inverosímiles.
 El texto, ya dije, fue llevado a la gran pantalla por Kubrick en 1964, con uno de los mejores cómicos de todos los tiempos, Peter Sellers, en un triple papel: el del capitán Mandrake, auxiliar del enloquecido general Ripper; el sesudo Presidente de los Estados Unidos, uno de los pocos personajes sensatos de la novela; y el extravagante y fanático doctor Strangelove, un tipo para el que nunca acabó la Segunda Guerra Mundial.
 Es, por tanto, una novela antibelicista, pero de una manera curiosamente interesante, pues no se basa en la barbarie y destrucción que causa cualquier guerra, sino que ridiculiza a los tipejos que llevan esa crueldad extrema a término; éstos son seres acomplejados, estúpidos o fanatizados que, desgraciadamente, tienen en sus manos el botón que puede acabar con todo en pocos instantes.

martes, 14 de marzo de 2023

"Ahí y ahora", relatos de Julio Cortázar.

  Ahí y ahora es una recopilación de nueve relatos de heterogénea temática escritos por el inmortal argentino en los últimos años de su vida. Son relatos muy imaginativos pero, en mi opinión, no llegan a la genialidad de los contenidos en Historias de cronopios y de famas, donde el bruselense alcanzó su clímax creativo. Con todo, son muy "cortazarianos", tanto por los temas tocados (la mayoría ambientados en Argentina) como por el uso del español rioplatense, del que Julio era gran defensor.
 Y, como en la temática, la calidad de los relatos también es variable. He disfrutado enormemente alguno como Satarsa, relato de terror con furibundas ratas que, claramente, está inspirado en Poe o en Lovecraft (probablemente en el primero, ya que el segundo se inspiró en aquél y es factible que Cortázar nunca llegase a leer al de Providence). Por otro lado recordemos que una de las primeras traducciones de Poe al español fue obra del argentino.
 Cortázar, es bien sabido, estuvo siempre muy ligado a la política. Sus querencias se inclinaban hacia la izquierda, aunque desde una interesante independencia, así, por ejemplo, apoyó entusiásticamente la Revolución Cubana, pero luego le retiró el apoyo cuando ésta se institucionalizó y comenzó a reprimir a intelectuales que no comulgaban plenamente con la línea oficial. Preocupado, lógicamente, por la violencia gubernamental de la Dictadura argentina, sus relatos están impregnados de momentos en los que la critica. Así, Grafitti, Recortes de prensa o Pesadillas, relatos contenidos en este pequeño volumen, están dolorosamente inspirados por los asesinatos de civiles a manos de militares en aquella ominosa época.
 Algún relato, sin embargo, ha envejecido peor... o somos nosotros los que hemos empeorado, no sé... Lo cierto es que La escuela de noche sería impublicable hoy en día. Narra la, en principio inocente, aventura de dos estudiantes de una escuela normal argentina que quieren saltar la valla para deambular por la institución que tan bien conocen pero en momentos de total oscuridad y soledad. Se encontrarán, sin embargo, con que hay una especie de fiesta de travestismo y homosexualidad practicada tanto por la dirección del centro como por los alumnos que era totalmente desconocida para ellos. El relato, además del travestismo y las prácticas homosexuales, describe violaciones y violencias de todo tipo, amén de utilizar términos como "maricón" o "mariconería" de forma evidentemente despectiva. Sin duda, en nuestra época este relato hubiera sido calificado como "homófobo" y habría sido enviado al cajón del rechazo. Cortázar, que como ya he dicho era de tendencia progresista, habría sido tachado de reaccionario y abusón. En fin, los tiempos cambian, no siempre para bien...
 En todo caso y salvando lo salvable, los relatos incluidos en este volumen son un brochazo más en ese espléndido cuadro literario que nos dejó Julio Cortázar con su obra.

domingo, 12 de marzo de 2023

"Bookshelf", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

"Nada te turbe", Teresa de Jesús.

 Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda.
La paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Sólo Dios basta.

Eleva tu pensamiento,
al Cielo sube,
por nada te acongojes,
"nada te turbe".

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
"nada te espante".

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
"todo se pasa".

Aspira a lo celeste,
que siempre dura.
fiel y rico en promesas,
"Dios no se muda".

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin "la paciencia".

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
"todo lo alcanza".

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
"quien a Dios tiene".

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro
"nada le falta".

Id, pues, bienes del mundo;
Id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
"sólo Dios basta".

sábado, 11 de marzo de 2023

Inciso musical: concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras de Mozart y de Richard Strauss.

  Concierto del día 20 de marzo, la OSCYL dirigida por Alexander Liebreich, con la pareja (musical y conyugal) del violinista Pinchas Zukerman y la violonchelista Amanda Forsyth. Un lujo contar con ese director y esos solistas a orillas del Pisuerga, la verdad.
 La elección de los autores, de nuevo buscando que sea contrastante, es oportuna: Mozart y Richard Strauss. Sin embargo, hay puntos de unión entre ambos, algo que se ha buscado expresamente, de forma acertada. Y aquí, de nuevo, a riesgo de hacerme pesado por repetitivo, traeré a colación la fértil relación entre literatura y música culta. Porque la elección de la Obertura de Don Giovanni de Mozart y la pieza completa de Don Quixote, de Strauss tienen en común, claro, la musicalización de obras literarias que, en buena medida, tienen mucho de arquetipos, Don Juan y Don Quijote.
 El Don Giovanni de Mozart musicaliza ese personaje que levantaba en un pasado admiración y rechazo a partes iguales. Digo "levantaba" porque hoy en día, mucho me temo, la mayor parte de la sociedad no conoce el mito de ese vividor, seductor de mujeres que, en realidad, lo único que hacía era desafiar a la muerte, fin obligado de todo ser humano. Recordemos que el mito de Don Juan fue tomado por muchos escritores, dándole distintas coyunturas sociales e históricas, adaptándolo, digamos, a sus tiempos; injusto sería si no recordara aquí que una de las mejores adaptaciones fue la de José Zorrilla, natural de la ciudad en la que habito y en la que tuvo lugar este concierto. Bien, Mozart, en su genialidad, da al personaje principal un toque tragicómico muy adecuado que escenifica esas ansias de vivir que siempre han de cortar la muerte.
 El Don Quixote de Richard Strauss se fija en nuestro arquetipo universal, arquetipo que, sin embargo, ha ido cambiando con el paso de los siglos. Cervantes lo creó como pura burla del enajenado por la lectura, alguien de quien mofarse por simple diversión; a partir del siglo XIX, con el Romanticismo, se reinterpretó la figura de don Quijote, siendo admirado por su idealismo sin apego ninguno a la realidad, un alma pura que no encaja en este corrupto mundo humano, alguien a quien admirar por estar por encima, moralmente hablando, de toda la ralea de "pequeños triunfadores" que lo acompañan en su existencia. Bueno, pues Strauss adapta esta última versión, otorgándole una visión romántica. La identificación de Quijote con el violonchelo, mientras que Sancho, con su bonancible campechanía, será interpretado por la tuba hace de esta obra, con algunos movimientos ásperos, para qué ocultarlo, una gran pieza, sin embargo.
 Y entre medias de esas dos obras, el Concierto para violín y orquesta, número 5 de Mozart, con su belleza inabarcable. La extraordinaria interpretación de Pinchas Zukerman deja al público al borde de sus asientos, debatiéndose entre el sentimiento de asistir a lo sublime en apenas cuatro cuerdas y un arco, y la rotundidad orquestal que siempre aporta Mozart.

martes, 7 de marzo de 2023

"La oscuridad visible", de William Golding.

  Golding fue mundialmente aclamado por El señor de las moscas, fábula moral en la que un grupo de niños británicos acaba, tras un naufragio, en una isla desierta; las relaciones de poder que se establecen entre ellos, la crueldad innata de unos sobre otros y, finalmente, la barbarie, estremecen al lector por su extraordinaria verosimilitud, verosimilitud que es ampliable, claro, a toda la especie humana. Y, en ese sentido, va también La oscuridad visible, una extraña novela sobre la maldad humana, sobre seres torcidos, bien por accidente o por elección, que dañan todo lo que tocan. 
 William Golding se limita a presentar a sus personajes y sus reprobables comportamientos, sin hacer un verdadero juicio moral sobre ellos, eso, entiendo yo, queda para el lector, que asiste anonadado al frío relato de la degradación de los protagonistas. El ambiente final es francamente pesimista, pues la normalidad con la que el autor inglés describe a sus personajes da a entender que sus caracteres están ampliamente distribuidos entre los hombres, que la maldad siempre germinará en el corazón humano, dañando su propia existencia sin solución.
 Argumento de La oscuridad visible: inicialmente narra la vida de Matty, un huérfano de la Segunda Guerra Mundial, que sobrevive milagrosamente a los bombardeos nazis sobre Londres. En uno de ellos sufrirá la abrasión de la mitad de su cara. Eso y la ausencia total de afecto paterno lo sumirá en una vida de marginación desde que es rescatado de las ruinas de lo que fue su casa e internado en un orfanato. Aquel orfelinato será un nido de perdición, pues un pederasta, el señor Pedigree, acosará a todos los chicos, abusando de los más "guapos". Obviamente, Matty, con su cara deforme se librará del maltrato del profesor pedófilo, pero incluso esto será sentido por el chico como un agravio comparativo. Tras salir del hospicio, deambulará por Londres, realizando los oficios más bajos, los que nadie quiere hacer; buscando huir de todo ello acabará en Australia, donde seguirá con el desempeño de esos trabajos, se endurecerá y se refugiará en el fanatismo religioso. Con todo, Matty no deja tratar de entenderse, preguntándose "¿quién soy? ¿Qué soy? ¿Para qué soy?" Obviamente, no encontrará nunca una respuesta apropiada.
 Si el tal Matty es un ser desgraciado desde su más tierna infancia por la querencia del destino (o de la Providencia o de la casualidad, vaya usted a saber), otros personajes de la novela parece que buscan activamente su desventura. Es el caso de Sophy, una chica de aparente "buena familia" que, teniendo todo lo material y el afecto de su padre, decide torcerse por puro capricho, por pura experimentación, haciendo del sexo un negocio que, claro, acabará en desastre. Sophy descubre muy pronto que puede ganar dinero con la entrepierna, y con una sencillez estúpida o inmadura se pone a ello. Naturalmente, paso a paso se irá deslizando por la ladera de la inmundicia moral, llegando a conocer a gente peligrosa y dañina, que la introducirán en delitos cada vez más graves, llegando a planificar el secuestro y asesinato de niños.
William Golding. Imagen tomada de Wikimedia Commons
 En fin, La oscuridad visible no es una novela amable ni entrañable, es un texto desasosegante, principalmente por la verosimilitud de lo narrado y por la redondez de los personajes. En este sentido, Golding es un maestro, pues la minuciosidad con la que relata el descenso a los infiernos de sus personajes, es una evolución (involución moral, sobre todo) que lleva al lector a conocer plenamente los entresijos del alma de los protagonistas. Así, el lector asiste perplejo a la toma de pésimas decisiones, a los errores evidentes, al resbalón tras el patinazo, viendo como cada movimiento agrava la situación del personaje. Ya digo que no hay juicio moral por parte de Golding, es una narración fría y concisa, pero deja un sabor muy acerbo al leerlo.

domingo, 5 de marzo de 2023

La Real Academia de la Lengua vuelve a permitir el adverbio "sólo" con tilde.

  Dicen que rectificar es de sabios. Bien, que quede claro que desde que la RAE "recomendó", allá por 2010, no tildar el adverbio sólo cuando equivale a solamente, yo seguí tildándolo igualmente. Soy así de ácrata... Bueno, pues han rectificado, permitiendo que se vuelva a tildar, especialmente cuando sea fácil la confusión. ¡Claro, es que es necesario! Para ejemplarizarlo, copio y pego un "tweet" de Arturo Pérez-Reverte abogando por la tilde sobre dicho adverbio.

 Lo dije no sólo una vez y no lo dije solo. Sólo uso la tilde cuando estoy solo, pero sólo para sentirme menos solo. Considere que el hombre solo habla con Dios y el acompañado sólo con quien lo acompaña. Ahora escriba sin tildes esa chorrada que acabo de escribir. Y descifre.
                                             Arturo Pérez-Reverte