sábado, 4 de diciembre de 2021

"Apuesta al amanecer", por Arthur Schnitzler.

  Había leído Relato soñado de este autor, del cual no tengo gran recuerdo. Ahora leo Apuesta al amanecer, y me deja igualmente tibio. Reconozco maestría literaria y talento narrativo, pero no acaba de engancharme el tema, puede que porque le falte mordiente o porque los temas que trata han quedado ya un tanto desfasados.
  Desfasado el tema, pues han pasado casi cien años desde que fuera publicado (1926), pero puede que incluso el propio autor hiciera una crítica de costumbres anacrónicas que persistían en la década de los veinte del pasado siglo en la "Viena postimperial".
 El argumento se desarrolla en apenas cuarenta y ocho horas, las que van desde la visita de un antiguo compañero de cuartel al teniente Wilhem Kasda hasta que éste se acaba quitando la vida. Kasda, joven oficial disoluto, amigo de juegos de cartas, borracheras y mujerzuelas, pero eso sí, de "intachable honor" (o a eso jugaban ellos), que recibe una desesperada petición de ayuda de aquel ex-oficial que ha cometido un desfalco en la empresa civil para la que trabaja; a Kasda no se le ocurre nada mejor que apostar para conseguir el dinero para su amigo. Obviamente, el resultado es desastroso, quedando el teniente endeudado con una cantidad inalcanzable a muy corto plazo.
 Se puede leer de forma indiferente, como si no hubiera crítica alguna al comportamiento de esta gente, pues el autor no la hace de forma evidente; pero también se puede suponer que Schnitzler ridiculiza el "honor de cartón-piedra" de esos "militarotes" que presumen de comportamiento honorable cuando en realidad son la hez de la sociedad. Hay que tener en cuenta los avatares históricos de aquel país que pasó de ser un imperio a, tras la Guerra del 14, ser un pequeño país con una macrocefalia evidente. Esa macrocefalia convertía a Viena en una enorme ciudad para tan pequeño territorio, pero lo peor es que había dejado en fuera de juego a miles de personas que todavía creían en el Imperio austrohúngaro y sus ideales de dominación de Europa Central y Oriental. Nadie mejor para encarnar esa incapacidad de adaptación que los jóvenes oficiales de un ejército derrotado, que jugaban a ser grandes conquistadores y señores, y que, como se narra en el relato, no podían ni pagar sus propias deudas.
 La prosa de Schnitzler es rápida, moderna, pero cuidada y suficientemente adjetivada; desarrolla con maestría el monólogo interior, lo suficiente para caracterizar la psicología de los personajes y la evolución de estos en el tiempo.

"Hechos de los apóstoles"

  Tras los Evangelios, vuelve el lado más humano del Nuevo Testamento. Pero "humano" en el sentido más puro, más terrenal, menos divino. Supuestamente, los Hechos de los apóstoles son una continuación del evangelio de Lucas, pero no es, en absoluto, la continuación de un evangelio sinóptico (los de Mateo, Marcos y Lucas), sino que está mucho más cercano, en el tiempo y en el concepto, a las cartas paulinas que han de seguir, en el sentido de que se narra la propagación del Evangelio fuera de Jerusalén, la expansión del cristianismo y las normas para cómo evangelizar. Tal vez no esté escrito por san Pablo, pero la temática es la misma que las de las cartas paulinas que siguen a este libro. Es un texto importante e interesante en el sentido de que se ve cómo se va organizando ese grupo social que habrá de estar formado por millones en pocos siglos, pero nada que ver con el Evangelio. 
 Nada que ver con el Evangelio si se cree que éste es Palabra de Dios. Si todo es un mero análisis literario y, por lo que deja traslucir, social e histórico, puede estar relacionado en algunas maneras. Para los que creemos que los Evangelios son Palabra de Dios, estos Hechos de los apóstoles y las siguientes cartas paulinas son obra humana. Sí, tal vez obra de hombres extraordinarios (ya ahondaré en ello cuando hable de Pablo de Tarso), pero hombres al fin y al cabo, criaturas como yo, mucho más inteligentes, más capaces, más talentosas y más todo lo que se quiera, pero criaturas al fin. 
 En realidad, no hay grandes diferencias con esas cartas paulinas. La diferencia es que Pablo de Tarso, uno de los hombres más capaces que ha pisado la faz del planeta era capaz de ver las diferencias sociales y humanas entre los distintos grupos y países, y enfocaba de forma distintas las cartas. Así, por ejemplo, en la carta a los Romanos gentes sometidas a leyes y organizaciones sociales muy parecidas a las actuales (al menos en Occidente), el proselitismo de Pablo va dirigido a respetar esas normas para que no se vieran alienados al profesar la fe cristiana; en el caso de las cartas a los hebreos tratan de respetar su tradición pero eliminando todo aquello que podía llevar a acabar en una suerte de "judeificación" de la fe. En fin... Pablo de Tarso, un tipo sin igual, pero un tipo al fin y al cabo. Los creyentes pensamos que los Evangelios son Palabra de Dios, no de un tipo ocurrente y simpático. Pues eso mismo pasa con los Hechos de los apóstoles, interesante desde un punto de vista histórico y social, relevante para quien quiera estar al frente de esa Iglesia (o de un grupo religioso concreto), pero irrelevante por completo para quien busque la Salvación, la Palabra de Dios que guíe su vida en este valle de lágrimas, para eso sólo están los Evangelios. Y es que, los verdaderos creyentes buscan la Vida Eterna, no liderar a un grupo religioso o vestirse con un burdo disfraz de cura, obispo o cardenal. Para eso ya están los adolescentes que se disfrazan de Pikachu o de cualquier otro personaje de cómic.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

"El alumno aventajado", de Joseph Roth.

  Joseph Roth está de moda, es evidente. No es de extrañar dada la alta calidad literaria del austrohúngaro, pero tampoco, pensando ya un poco enrevesadamente, dado que en 2009 caducaron los derechos de autor al pasar setenta años de su muerte y no haber dejado descendientes. No quiero decir que los editores traten de lucrarse con la obra de un autor fallecido, no, ¡eso nunca! Pero vamos... que sí...
 En cualquier caso, los editores, igual que los libreros, son pieza fundamental en esto de la lectura, nos guste o no. Como Joseph Roth es admirado a lo largo y ancho del planeta, se sucederán las ediciones y traducciones, más o menos afortunadas, y editarán y reeditarán los relatos más conocidos para que los incautos como yo los tengamos por duplicado o triplicado. Algo así me ha ocurrido con la edición que Nórdica ha sacado recientemente, cuya obra más señera es La leyenda del santo bebedor, relato que ya había leído con anterioridad y que, aunque tiene un encanto especial, no es lo mejor de Roth.
 Tres son los relatos comprendidos en este pequeño volumen: el que da título al tomo, El alumno aventajado, Bárbara y La leyenda del santo bebedor. Pero antes de los relatos, Nórdica ha tenido el acierto de incluir un prólogo de Friderike Zweig, primera mujer de Stefan Zweig, que pergeña un retrato clarividente sobre Roth y su relación con el escritor vienés. Así, por ejemplo, refiriéndose a ese sentimiento de "pérdida de la patria" por parte de Roth (y también de Zweig) tan patente en algunas novelas como La Cripta de los Capuchinos o El busto del emperador, habla de una "romántica ceguera", algo que sucedió a muchos judíos que lucharon en la Guerra del 14 por Austria-Hungría o por Prusia, para ser después asesinados en campos de concentración por el heredero de éstas, el Tercer Reich. Además, Friderike Zweig habla sin tapujos de su afición al alcohol y a amigos peligrosos que, casualmente serán la perdición del protagonista de La leyenda del santo bebedor. En un par de páginas, Friderike Zweig retrata a Roth de manera que encaja a la perfección con su biografía conocida y aun con su obra principal.
 Ya de los relatos, El alumno aventajado es un delicioso texto de una vida preñada de ambición y éxito social; una vida en la que todo es cálculo, nada espontáneo; todo razón, nada corazón; todo germánico orden, nada espontánea creatividad... Bárbara es una narración de la dureza de vivir, de sacrificios, de sinsabores, de incomprensiones... de la vida misma, ¡vamos!
 Y, como decía antes, la joya del volumen es La leyenda del santo bebedor, que ya ha sido publicado en numerosas ediciones y que ha encandilado ya a varias generaciones de lectores. Las semejanzas de Andreas Kartak, personaje del relato, y Joseph Roth son extremas: ambos eran inmigrantes del Este de Europa en París, ambos consumen sus vidas ahogadas en alcohol, ambos desperdician sus talentosas vidas entre amigotes y mujerzuelas, ambos son seducidos por la religiosidad católica al final de sus vidas, y ambos morirán repentinamente en la capital del Sena. Pero Roth lo narra como un cuento, casi como A Christmas Carol de Dickens, solo que acabará trágicamente, no habrá un Ebenezer Scrooge convertido a la fe, sino un Andreas Kartak muerto ante la indiferencia general. Es un relato hermoso y amargo cuyo tema principal podría ser la búsqueda de la redención divina que no se llega a alcanzar nunca por los enredos de la vida que atraen al hombre hacia el pozo sin fondo que es la perdición. Sí, parece una visión muy cristiana, pero según parece (según cuenta la propia Friderike Zweig), Roth se había acercado al catolicismo, quizás buscando un bálsamo para su apaleado corazón, algo que también hizo Andreas Kartak.

Inciso cinematográfico: "Krotkaya" ("A gentle creature"), dirigida en 2017 por Sergei Loznitsa.

  Kafka vive... y es ruso... Tercera película que veo de Sergei Loznitsa, aclamado documentalista con aspiraciones a mucho más (además de a director, a activista social y político) que es muy reconocido y admirado en festivales y absolutamente desconocido por el gran público. De 2010 es My Joy, una cinta muy controvertida en Rusia, al criticar de forma muy agria la corrupción policial que campa por sus respetos en aquel inmenso país, corrupción policial que mantiene enfangada la vida de gran parte de sus ciudadanos, especialmente los más débiles; de 2012 es En la niebla, ambientada en la Segunda Guerra Mundial, con la supuesta ejecución sumarísima por traición a un campesino bielorruso. Ambas muestran unos personajes que quizás puedan ser estereotípicamente muy rusos: fatalistas, pero ya habiendo aceptado su fatal destino, sin fuerzas para luchar, ya sea contra la corrupción política y de las fuerzas de seguridad o contra una sociedad indiferente al sufrimiento ajeno. Esta película, Krotkaya, es la tercera que veo, de 2017, dudo que llegara a estrenarse fuera de los circuitos de festivales (supongo que Loznitsa debe ser uno de los tipos más perseguidos por el régimen del "tío Vladimir"), y, de nuevo, incide en esa corrupción institucionalizada, con puntos verdaderamente kafkianos.
Imagen tomada del sitio filmaffinity.com
 Sin embargo, el propio director asegura que está basada en La sumisa de Dostoievsky, aunque, claro está, traído a la época moderna. El argumento es simple: una mujer que vive sola y en práctica pobreza en una zona rural rusa recibe una notificación oficial en la que se le permite  visitar a su marido encarcelado. Comienza todo, pues, con un viaje interminable en obsoletos autobuses atestados que traquetean por carreteras secundarias; una vez en la prisión (prisión gigantesca, al tamaño soviético, que implica la creación de una ciudad paralela para albergar a trabajadores y todo el personal que necesita la cárcel), una despótica funcionaria rechaza la entrada de esta mujer y su paquete al centro, ¿razón? Obviamente ninguna, simplemente "es rechazada". Empieza entonces la bajada a los infiernos sociales de la protagonista, que es engañada por todo tipo de personajes de bajos fondos (prostitutas, policías corruptos, proxenetas, traficantes de drogas...) para tratar de hundirla en la misma miseria en que ellos viven. Esta "bajada a los infiernos" representa más de la mitad de la película, y es de una sordidez y dureza difícilmente aguantables, principalmente por la verosimilitud con la que Loznitsa lo muestra. A todo esto, la actitud callada, casi autista de la protagonista consigue que el espectador se solidarice con ella, viéndola como una víctima inocente de una sociedad hundida en todo tipo de vicios y defectos y que no tiene solución alguna. Y queda el "lindo final": por puro agotamiento, la protagonista se queda dormida en la estación de tren de esa ciudad-cárcel y sueña una pesadilla kafkiana a más no poder: todas las personas con las que ha convivido en los últimos días (desde los compañeros de autobús, pasando por trabajadoras de ONG, proxenetas, prostitutas...) montan un juicio sumarísimo en el que, finalmente, es autorizada a entregar el dichoso paquete a su marido. No puede ser más delirantemente kafkiano.
Imagen tomada del sitio tiempodecine.co
 En fin, una de esas películas que le dejan a uno un mal cuerpo que espanta, no por lo que cuentan, sino por cómo lo cuentan, con qué verosimilitud y realismo. Ya digo, el bueno de Sergei Loznitsa (bielorruso de nacimiento aunque ucraniano de nacionalidad) debe tener un ángel de la guarda de primera categoría, porque si no los esbirros de nuestro querido Putin ya le habrían preparado una rica sopita de polonio... Bromas sin gusto aparte, Sergei Loznitsa es de esos directores que, a base de jugarse el cuello, consigue que la opinión pública mundial sepa cuál es la situación social y política en ese gigante país que alumbró a genios como Dostoievsky, Tolstoi, Goncharov, Pushkin, Gógol, Pasternak o Turguénev (muchos de los cuales, por cierto, ya sufrieron en carne propia los desmanes de sus gobernantes).

lunes, 29 de noviembre de 2021

"Estado de alarma. Antología de relatos para un confinamiento".

  He de admitir que ese pérfido animal que es el "mono con pantalones" tiene algunas virtudes, virtudes que, quizá, le han servido para trepar hasta la cúspide (o al menos eso cree él) de la escala filogenética que el mismo inventó. Lo cierto es que no se puede negar resiliencia al "insecto humano", a ese bichejo autodenominado vanidosamente "Homo sapiens", capaz de lo mejor y de lo peor. Y, claro está, dentro de la especie, algunos que se dedican a editar relatos y novelas (algunos los llaman "editores") también participan de esas virtudes y esos defectos. Bien, los de la Editorial Valdemar, haciendo gala de esa capacidad de ver el vaso medio lleno e incluso de poner al mal tiempo buena cara, decidieron en pleno confinamiento pandémico juntar relatos fantásticos o de terror (ya se sabe, lo principal de Valdemar) que tuviesen como tema principal lo que la sociedad mundial (o al menos la del llamado "primer mundo") estaba sufriendo: confinamiento estricto, control policial represivo y manipulación mediática masiva. El resultado es este:
 El resultado es excelente, no se me ocurre mejor idea que (creo que lo hicimos todos los seres humanos pensantes, esto es, el 0,1% de la población mundial) sumergirse en la lectura para huir de la realidad aplastante impuesta por el contubernio político-mediático gobernante a nivel planetario, (otros, he de recordar, se sometieron a la voz de su amo que tronaba himnos apocalípticos a todas horas, ya fuera por la televisión, internet, radio o periódicos). En fin, que muchos optamos por revivir aquel viejo leitmotiv que rezaba: "people say that life is the thing, but I prefer reading". 
 Lo cierto es que Valdemar compila a autores muy heterogéneos y, a diferencia de otras ocasiones, no los ordena cronológicamente, dando así unos bandazos estilísticos que aumentan la sensación de variedad literaria. Además de esos cambios en el estilo también hay cambios muy evidentes en la calidad de los relatos. Así por ejemplo, este volumen contiene joyas como Una voz en la noche de W.H. Hodgson, que precede a una basura impublicable de unos tales John Skipp y Marc Levinthal (me niego a poner el nombre de ese relato que sería rechazable en un concurso literario para chicos de quince años); también está El bacilo robado de H.G. Wells, otra pequeña genialidad de ese autor inglés sobre aquel miedo a que terroristas liberaran un agente patógeno en la red de suministros de agua de una ciudad; especialmente lúcido es el relato de Horacio Quiroga, Los guantes de goma, que narra el miedo patológico a enfermar que lleva a la muerte a alguien totalmente sano...
 Hay, con todo, algunos relatos que no encajan plenamente, o al menos así lo veo yo, con ese tema principal de la pandemia y todos sus componentes sociales, económicos y políticos. No obstante, algunos tienen calidad excepcional y sigue siendo un lujo releerlos de nuevo. Entre ellos incluiré Al otro lado de la montaña, un relato de Michel Bernanos que tiene más de Julio Verne que otra cosa, es, en realidad, una narración de aventuras ambientado inicialmente en el mar, reconvertido en relato de terror y fantástico cuando los dos personajes principales llegan a una misteriosa isla. Un diamante no ya en bruto, sino pulido, conocido y admirado por millones es El Horla de Guy de Maupassant, probablemente uno de los mejores relatos de fantasmas y psicopatologías de todos los tiempos, aunque no acabo de conectarlo con la pandemia.
 Finaliza el volumen de Valdemar con una novela breve de Arthur Conan Doyle, La zona ponzoñosa, espléndida narración del autor escocés en la que aparentemente se produce una mortalidad masiva que queda finalmente en un adormecimiento general de la población, que, pocos días después, despierta sin haber sufrido daño alguno. Ojalá nos suceda a nosotros como a los personajes de la novela de Conan Doyle, que todo sea un mal sueño del que despertar y seguir viviendo... si nos dejan...

lunes, 22 de noviembre de 2021

Rima LXXXVI, Gustavo Adolfo Bécquer.

 Yo me acogí como el perdido nauta,
a una mujer para pedirle amor,
y fue su amor cansancio a mis sentidos,
hielo a mi corazón.

Y quedé de mi vida en la carrera
que un mundo de esperanza ayer pobló,
como queda un viandante en el desierto:
¡a solas con Dios!

lunes, 15 de noviembre de 2021

"La verdad", por Terry Pratchett.

  Vigésimo quinta entrega del Mundodisco: la tortuga cósmica Gran A'Tuin sigue avanzando por el Multiverso, sobre ella, cuatro gigantescos elefantes soportan el disco sobre el que se desarrolla la acción. Ahora, la parodia de Terry Pratchett cae sobre el periodismo y la prensa escrita, ¡casi nada, no tiene apenas que rascar el pobre Pratchett! El propio título de la novela, La verdad, es, en sí mismo, una ironía. Todo empieza así: un aristócrata repudiado y que, a su vez, repudia a su familia, William de Worde, sobrevive como escriba, como amanuense, redactando pequeñas notas y reportes a nobles y ricos en general; un día, más por casualidad que por otra cosa, decide cambiar de forma de imprimir su panfletillo, de grabado a un nuevo invento de los enanos, la imprenta. La imprenta, por reducción brusca de costes y aumento enorme de la producción, revoluciona la producción de esos reportes hasta convertirlo en un verdadero periódico, que acabará por llamarse "The Ankh-Morpork Times". Para poder sacar adelante el periódico, de Worde contratará a una reportera, Sacharissa Crisplock, nieta del grabador anterior; a un vampiro, Otto Alarido, como fotógrafo que se pulveriza cada vez que sale el flash; a un inmenso troll, Rocky, para recibir quejas y demandas públicas; y a un conjunto de mendigos comandados por Viejo Apestoso Ron para distribuir los periódicos.
  Pero Terry Pratchett no deja ahí una historia, tiene que enrevesarla más para hacerla más interesante. A la vez que se crea el primer periódico de Ankh-Morpork se está produciendo una conspiración palaciega: los nobles quieren deponer al patricio Vetinari, y para ello urden una acusación de asesinato, así de inverosímil. Contratan a un par de matones (Alfiler y Tulipán, que se hacen llamar a sí mismos, la "Nueva Empresa"), para que busquen a un sosias de Vetinari que, delante de testigos, atacará al secretario personal del patricio. Consecuencia: el verdadero patricio es encarcelado por intento de asesinato. Pero ahí es donde entra la parte noble del periodismo: la investigación en busca de la verdad. Los conspiradores, para evitar esto, promueven la creación de la competencia del Times, el Inquirer, un tabloide al más puro estilo británico, que propala bulos, rumores y mentiras sensacionalistas que encantan a su público y que distraen la atención sobre el trabajo (relativamente) honrado que hace el Times. Ya se sabe: saturar de información (gran parte de ella, totalmente falsa) para que los ciudadanos acaben por perder el hilo de la investigación.
 En fin, el pan nuestro de cada día: una prensa manipuladora que, a su vez, es manipulada por el poder político, económico y social de la sociedad. Porque, gracias al prestigio de la palabra escrita, una gran parte de la población cree a pie juntillas lo que el periódico diga; así, Pratchett hace decir a Vetinari, el patricio: "Debe de ser verdad. Viene en el papel...", aunque se trate, claro está, de algo inverosímil. Otra cruda sátira del autor inglés está en la pésima redacción de los periodistas y reporteros, que, supuestamente, debían ser ejemplo de lo contrario; así, se ven obligados a subtitular los títulos para que sean comprensibles, como cuando dicen: "Patricio ataca a secretario con cuchillo, (era el patricio quien tenía el cuchillo, no el secretario)".
 Es narrativa humorística, que duda cabe, pero de la buena, de la que ironiza sobre nuestra sociedad, saca los defectos a la superficie para que el lector pueda entender los tejemanejes de los medios de comunicación en evidente contubernio con el poder.

viernes, 5 de noviembre de 2021

"Scary Stories", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

 Image taken from the web www.incidentalcomics.com

"Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj", Julio Cortázar.

  Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Evangelio.

  Se dice que la "Biblia es el libro de libros". Esa verdad, tan de Perogrullo, se puede explicar de distintas formas. Se puede decir que la Biblia es un conjunto de libros tan antiguo que, en realidad, es el origen de toda la literatura (al menos, la occidental) que conocemos; también podría explicarse por la multitud de libros incluidos en ese libro, distribuidos, ya se sabe, entre Antiguo y Nuevo Testamento; pero también se puede decir que la "Biblia es el libro de libros" porque lo más granado de la sabiduría humana y, lo que es muchísimo más importante, las normas de comportamiento, y lo que es más importante de todo, la Palabra de Dios, está contenida en ella. Por eso, todo libro humano es irrelevante, fútil, desechable. 
 Desde mi conciencia que, para comenzar por el inicio de mi vida, fue pautada en un catolicismo "estándar", más identitario y de imagen, que de fe real y primigenia; pasando por una juventud descreída y racionalista, aumentada hasta el culmen por las experiencias en una sociedad materialista, autoritaria, violenta, desigual e indiferente al sufrimiento ajeno; y llegando ya, pasado ampliamente la mitad de mi vida, a una nueva fe (nueva en el sentido evangélico, del hombre nuevo nacido a la fe por la muerte de Cristo, desechando al hombre viejo), buscando mi vida por el "camino estrecho", esperando el Juicio Final, esperando en Dios, y tomando el Evangelio como Palabra de Dios; en esta etapa que me encuentro, ya liberado de liturgias estúpidas y rutinarias, de curas pederastas y aprovechados que perdieron la fe hace décadas y se adentraron en la búsqueda de lo material, obispos ("líderes de la grey") que son grandes señores feudales (¡o alguno que se casa con una escritora de temas satánicos!), y papas que como mucho se puede decir de ellos que son meros hombres falibles; ahora sólo puedo volver mi cansada mirada al Evangelio, Palabra de Dios, para encontrar un manantial de agua fresca que revivifique mi apesadumbrada alma. Lo hago, lo hago todos los días, con ayuda de Dios.
 Porque aunque no se tenga fe alguna, tomando los textos de forma descreída y más como filosofía humana que verdadera religión; aunque no se crea en un Dios todopoderoso; en un componente espiritual, inmortal, en todo ser humano; en una Vida Eterna... aunque no se tenga fe alguna, digo, es evidente la enorme diferencia entre los libros del Antiguo Testamento (libros obsoletos, arcaicos en el peor sentido de la palabra, y suprimibles) de los del Nuevo Testamento (libros atemporales, modernos en el mejor sentido de la palabra, y guías de comportamiento). Es vox populi: el Dios del Antiguo Testamento es un dios cruel, tribal, válido únicamente para unos pocos, que sólo sirve para hacer la guerra; mientras que el Dios del Nuevo Testamento es un Dios paternal, misericorde, universal, un Dios de amor y de perdón, un Dios al que volver los ojos en los peores momentos de la vida de un ser humano. El Dios veterotestamentario es vengativo, usable como arma arrojadiza (mi dios contra tu dios), cruel e incluso mentiroso, ya que no cumple lo que promete; el Dios neotestamentario es cercano, propio de una religión de paz y amor. Aunque no se tuviera fe alguna, una sociedad que viviera de acuerdo a los principios del Nuevo Testamento sería una sociedad en paz, igualitaria, feliz y respetuosa del prójimo.
 Pues todo esto es especialmente patente en el Evangelio, Palabra de Dios. Digo esto porque otros libros del Nuevo Testamento no son palabra de Dios, ni siquiera creo que fueran inspirados por el Espíritu Santo; esos otros libros (las epístolas, ya hablaré más adelante de ellas) son obra de uno de los hombres más inteligentes que ha existido jamás, Pablo de Tarso, san Pablo, alguien que influyó de una forma tan decisiva (en mi opinión, principalmente perniciosa) que habría que preguntarse si muchos creyentes son en verdad cristianos o más bien "paulistas". Pablo de Tarso, ya digo, fue un hombre preclaro, gran conocedor del alma humana y las sociedades que el hombre genera, gran "vendedor de ideas", pero hombre al fin, sólo un hombre... Pero de eso hablaré en otra entrada.
 Para mí, creyente, el Evangelio es Palabra de Dios, por ello, lo que pueda decir un hombre, aunque sea san Pablo, es irrelevante, es humano, esto es, falible, temporal y desechable.
 Lo que yo, mísera criatura, diga es, pues, superfluo. Me callo, y doy a este intrascendente blog que nadie lee una función superior, transcribo lo más hermoso del Evangelio, verdadero camino de vida (de ese camino estrecho que nada tiene que ver con la gloria humana), el Sermón de la Montaña, los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo.

Sermón de la montaña 
 
 Mt5 1 Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; 2 y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: 1: Lc 6,20-23. Las bienaventuranzas 
 
 3 «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. 4: Sal 37,11 | 6: Is 40,1; 61,2s | 9: Sal 11,7; 24,3s | 11: 1 Pe 3,14. Los discípulos, sal y luz 
 
 13 Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. 14 Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. 15 Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. 16 Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. 13: Mc 9,50; Lc 14,34s | 15: Mc 4,21; Lc 8,16; 11,33; Ef 5,8s. Jesús y la ley 
 
 17 No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. 18 En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. 19 El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.  21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. 22 Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego. 23 Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, 24 deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 25 Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. 26 En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.  27 Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. 28 Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. 29 Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna. 30 Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna.  31 Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. 32 Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima*— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.  33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”. 34 Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. 36 Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. 37 Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.  38 Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. 39 Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; 40 al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; 41 a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; 42 a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.  43 Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda 
la lluvia a justos e injustos. 46 Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? 47 Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? 48 Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto. 18: Lc 16,17 | 19: Sant 2,10 | 21: Éx 20,13; Dt 5,17 | 25: Lc 12,58s | 27: Éx 20,14; Dt 5,18; Job 31,1 | 29: Mt 18,8s | 31: Dt 24,1-4; Mal 12,14-16 | 32: Mt 19,9; Mc 10,11s; Lc 16,18; 1 Cor 7,10s | 37: 2 Cor 1,17-19; Sant 5,12 | 38: Éx 21,24 | 39: Lev 24,20; Dt 19,21; Lc 6,29 | 43: Lev 19,18 | 44: Lc 6,27-36; 23,34; Hch 7,60; Rom 12,20 | 46: Lc 3,12. Limosna, oración, ayuno 
 
 Mt6 1 Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. 2 Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.  5 Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 6 Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. 7 Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. 8 No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. 9 Vosotros orad así*:  “Padre nuestro que estás en el cielo, | santificado sea tu nombre,  10 venga a nosotros tu reino, | hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,  11 danos hoy nuestro pan de cada día,  12 perdona nuestras ofensas, | como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,  13 no nos dejes caer en la tentación, | y líbranos del mal”.  14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, 15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.  16 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18 para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. 1: Mt 23,5.13-15; Lc 16,14s | 6: 2 Re 4,33; Is 26,20 | 9: Ez 36,23; Lc 11,2-4; Jn 17,6.26 | 12: Mt 18,21-35; Ef 4,32 | 14: Mc 11,25. Riquezas y preocupaciones 
 
 19 No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. 20 Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. 21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. 22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; 23 pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! 24 Nadie puede 
servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. 25 Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? 26 Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? 27 ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? 28 ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. 29 Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? 31 No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. 32 Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. 33 Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. 34 Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia. 19: Job 22,24-26; Lc 12,33s; Sant 5,2s | 22: Lc 11,34s | 24: Mt 5,3s; Lc 16,13 | 25: Lc 12,22-31 | 29: 1 Re 10,1-29; 2 Crón 9,13s | 34: Sal 37,4-25; Sant 4,13s. Advertencias 
 
 Mt7 1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. 3 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? 4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? 5 Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano. 6 No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.  7 Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; 8 porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. 9 Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; 10 y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! 12 Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas. 1: Lc 6,37-42; Rom 2,1s; 1 Cor 4,5 | 3: Mc 4,24 | 7: Mt 18,19; 11,24; Lc 11,9-13; 18,1-8; Jn 14,13; Sant 1,5 | 11: Sant 1,5.17; 1 Jn 3,22s; 5,14s | 12: Lc 6,31. La recta conducta 
 
 13 Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. 14 ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.  15 Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. 18 Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. 19 El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. 20 Es decir, que por sus frutos los conoceréis.  21 No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Aquel día muchos dirán: “Señor, 
Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. 23 Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.  24 El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 25 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.  26 El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».  28 Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, 29 porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.