miércoles, 1 de diciembre de 2021

"El alumno aventajado", de Joseph Roth.

  Joseph Roth está de moda, es evidente. No es de extrañar dada la alta calidad literaria del austrohúngaro, pero tampoco, pensando ya un poco enrevesadamente, dado que en 2009 caducaron los derechos de autor al pasar setenta años de su muerte y no haber dejado descendientes. No quiero decir que los editores traten de lucrarse con la obra de un autor fallecido, no, ¡eso nunca! Pero vamos... que sí...
 En cualquier caso, los editores, igual que los libreros, son pieza fundamental en esto de la lectura, nos guste o no. Como Joseph Roth es admirado a lo largo y ancho del planeta, se sucederán las ediciones y traducciones, más o menos afortunadas, y editarán y reeditarán los relatos más conocidos para que los incautos como yo los tengamos por duplicado o triplicado. Algo así me ha ocurrido con la edición que Nórdica ha sacado recientemente, cuya obra más señera es La leyenda del santo bebedor, relato que ya había leído con anterioridad y que, aunque tiene un encanto especial, no es lo mejor de Roth.
 Tres son los relatos comprendidos en este pequeño volumen: el que da título al tomo, El alumno aventajado, Bárbara y La leyenda del santo bebedor. Pero antes de los relatos, Nórdica ha tenido el acierto de incluir un prólogo de Friderike Zweig, primera mujer de Stefan Zweig, que pergeña un retrato clarividente sobre Roth y su relación con el escritor vienés. Así, por ejemplo, refiriéndose a ese sentimiento de "pérdida de la patria" por parte de Roth (y también de Zweig) tan patente en algunas novelas como La Cripta de los Capuchinos o El busto del emperador, habla de una "romántica ceguera", algo que sucedió a muchos judíos que lucharon en la Guerra del 14 por Austria-Hungría o por Prusia, para ser después asesinados en campos de concentración por el heredero de éstas, el Tercer Reich. Además, Friderike Zweig habla sin tapujos de su afición al alcohol y a amigos peligrosos que, casualmente serán la perdición del protagonista de La leyenda del santo bebedor. En un par de páginas, Friderike Zweig retrata a Roth de manera que encaja a la perfección con su biografía conocida y aun con su obra principal.
 Ya de los relatos, El alumno aventajado es un delicioso texto de una vida preñada de ambición y éxito social; una vida en la que todo es cálculo, nada espontáneo; todo razón, nada corazón; todo germánico orden, nada espontánea creatividad... Bárbara es una narración de la dureza de vivir, de sacrificios, de sinsabores, de incomprensiones... de la vida misma, ¡vamos!
 Y, como decía antes, la joya del volumen es La leyenda del santo bebedor, que ya ha sido publicado en numerosas ediciones y que ha encandilado ya a varias generaciones de lectores. Las semejanzas de Andreas Kartak, personaje del relato, y Joseph Roth son extremas: ambos eran inmigrantes del Este de Europa en París, ambos consumen sus vidas ahogadas en alcohol, ambos desperdician sus talentosas vidas entre amigotes y mujerzuelas, ambos son seducidos por la religiosidad católica al final de sus vidas, y ambos morirán repentinamente en la capital del Sena. Pero Roth lo narra como un cuento, casi como A Christmas Carol de Dickens, solo que acabará trágicamente, no habrá un Ebenezer Scrooge convertido a la fe, sino un Andreas Kartak muerto ante la indiferencia general. Es un relato hermoso y amargo cuyo tema principal podría ser la búsqueda de la redención divina que no se llega a alcanzar nunca por los enredos de la vida que atraen al hombre hacia el pozo sin fondo que es la perdición. Sí, parece una visión muy cristiana, pero según parece (según cuenta la propia Friderike Zweig), Roth se había acercado al catolicismo, quizás buscando un bálsamo para su apaleado corazón, algo que también hizo Andreas Kartak.

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