De nuevo esa prosa apática, cuidada pero sin emoción, en la que el personaje principal se siente extraño, desarraigado, incomprendido por sí mismo. En este caso son tres relatos sobre tres chicas que, en el momento de romper con su infancia e iniciar su adultez, tratan de abrirse un humilde camino en París contra viento y marea, por ello, tal vez, el título: Tres desconocidas.
El título se adapta bien a las circunstancias de las chicas, que son tres desconocidas para la gran sociedad, pero puede que incluso para sí mismas. Eso es lo que más me atrae de Modiano, la ausencia de personajes heroicos, decididos, voluntariosos y tesoneros, no, son siempre gente perdida, pero no en el sentido que los "triunfadores sociales" les darían, sino como gente que no sigue un camino prefijado para su vida, que se ensimisman ante las circunstancias que les acontecen, como si fueran espectadores de sus propias vidas más que protagonistas.
Es imposible no acordarse de Gregorio Samsa, el desarraigado literario por excelencia, aquel tipo que, llevando una vida organizada y rutinaria, amanece un buen día convertido en un gran escarabajo... Sí, Kafka y Modiano tienen mucho en común, y, por ello, son tan radicalmente modernos, pues tanto se alejan de los acartonados héroes de las novelas del siglo XIX que ahora solo dejan un tufillo a afectación, naftalina y moho.
Tal vez esos sentimientos de alienación, desarraigo y ensimismamiento sean los que diferencian a los humanos decentes y medio inteligentes del resto de la masa (los triunfadores sociales) que se drogan con la seguridad y confianza que les dan sus principios, creencias o la adoración a sus dioses (principalmente el más importante, el polimorfo dios dinero, con sus presentaciones variadas: consumismo, fama, posición social, títulos académicos, etcétera).