Vuelvo al campeón de los pesos pesados (no es ironía) de la literatura de todos los tiempos: Charles Dickens. Del autor de Oliver Twist, David Copperfield, Historia de dos ciudades o Tiempos difíciles no suele nombrarse su penúltima obra, esta que empiezo ahora, se la considera una obra "menor", sin embargo y aunque no lo pareciere Dickens fue un humano más, de manera que puede advertirse el proceso de aprendizaje o, mejor dicho, de perfeccionamiento apreciable en casi cualquier escritor.
Como otras obras de Dickens y otros autores victorianos, esta apareció en distintas entregas en populares revistas de la época, lo cual es una verdadera afrenta a su inmensa calidad literaria, pero... ya se sabe, en el mundo editorial se refugian las ratas más inmorales que, sin embargo, persisten en llamarse humanos; individuos que, sin ser realmente conscientes de formar parte de una de las actividades creativas más hermosas, solo saben de dinero con ella, cambian títulos, trocean novelas, cercenan partes de ella... todo para hacerlo más comercial. Interesante, no obstante, la dureza con la que el tiempo pone a cada uno en su lugar: los enriquecidos y orondos editores son olvidados y Dickens es elevado a los altares del Parnaso literario.
Por el momento, esta penúltima novela del genio aúna todas las características que lo engrandecen: profunda crítica social, en este caso del Londres victoriano; profusas descripciones psicológicas; prosa lenta y adjetivada... Dickens en su mejor estado, una lectura para olvidarse de todo y de todos sumergiéndose en su grandiosidad.