Otro más de Modiano, ya van siete. Las líneas maestras permanecen: ambientación en París; personajes desarraigados y perdidos que actúan lánguidamente ante todo lo que les ocurre, bueno o malo; prosa rápida, de tipo periodístico... Pero ahora el personaje es un detective (ex-detective en realidad) que trata de averiguar quién es y cuál es su origen.
Es (me temo que se nota) una de las novelas de juventud de Modiano. La trama está muy "cogida por los pelos" hasta parecer inverosímil en algunos momentos, pues los trucos para ir consiguiendo datos que acaben por desenmascarar al propio investigador son harto complejos. Con todo, tiene ese atractivo que el francés consigue con personajes mortecinos y sin sangre, tal vez como Kafka y sus protagonistas neuróticos o Hesse con los suyos místicos. Los personajes de Modiano son como hojas que lleva el viento y que recorren un París gris y anodino,desde luego no son aventuras de grandes personalidades voluntariosos en paisajes glamurosos e inolvidables.
Si tomamos esta novela como policiaca o detectivesca, es un verdadero mirlo blanco, porque es precisamente en ese subgénero en el que abundan más los personajes de carácter fuerte.
En conclusión, sigo pensando lo mismo: o Modiano no merece el Nobel, o, si lo merece él, lo merecen miles más. Sin embargo, he de admitir que su prosa tiene algo de hipnótico, que atrae a leerlo de principio a fin en el menor tiempo posible.